No olvidar a Ramón Ramón!!!

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(Ramón siendo conducido por soldados luego de su acción de venganza proletaria)

No se habla mucho de esto en los medios oficiales, pero todos deberían saber que Antonio Ramón Ramón (otro working class hero) fue el anarquista español que el 14 de diciembre de 1914 logró vengarse de uno de los responsables directos de la masacre de la Escuela Santa María, ocurrida 7 años antes, apuñalándolo sin causarle la muerte inmediata pero dejándole 7 años de una vida de mierda antes de cesar de existir.

Estos son extractos del parte policial que fueron publicados por El mercurio al día siguiente:

Antonio Ramón Ramón, gañán, de 34 años de edad, de nacionalidad española, soltero y domiciliado en la Avenida Viel 1882, pieza número P, aprehendido hoy a las 10:35 a.m., por el guardián del Parque Cousiño, Crisóstomo Leiva, en circunstancias que huía por la Avenida Rondizzoni, y era perseguido por los señores Guillermo Torres, Viel 1235, y Domingo Salvo, misma calle, número 1859, pasó a disposición de V.S. por ser el autor de las heridas causadas, con daga, al general del Ejército don Roberto Silva Renard, en los momentos que éste se dirigía a la Fábrica de Cartuchos, de donde es director.

El hecho ocurrió en la Avenida Viel entre Rondizzoni y el Pasaje Baltra, frente a la casa número 1845, habitada por la señora Casimira Saavedra, quién presenció el hecho y salió a la calle dando voces de socorro, al mismo tiempo auxiliaba al señor Silva Renard, quién fue llevado momentos después a la Fábrica de Cartuchos, donde tiene su domicilio, siendo atendido por el médico de dicho establecimiento, don Enrique Valenzuela R.

El inspector don Antonio Vega, de esta sección, que oportunamente acudió al lugar del suceso, y tomó las primeras providencias del caso, interrogó al detenido Ramón en presencia del capitán de la Fábrica de Cartuchos, don Luis Cabrera y empleados y soldados de la misma, escribiente don Alberto guerra, empleado de oficina de Hugo Simuvisky y Braulio Arriagada, Zacarías Cea y Manuel San Martín, los tres últimos soldados; y dijo Ramón que él había dado de puñaladas al señor Silva Renard porque en los sucesos de Iquique había visto caer muerto a un hermano de él; y que hacía tiempo andaba persiguiendo al general para vengar la muerte de su hermano.

La señora Saavedra y el señor Torres, antes citado, aseguran que el general Silva Renard fue atacado por la espalda. Según declaración del señor Torres, el hechor iba acompañado de dos individuos más, que huyeron. El hechor pasó a la Cárcel de orden de V.S, y la daga con que ejecutó, al Instituto de Higiene, también de orden de V.S. La daga en referencia fue encontrada por Saavedra en el mismo lugar donde ocurrió el hecho.

Debo hacer presente a V.S. que el aprehensor encontró sitio del suceso el frasco que adjunto, cuyo contenido Ramón se había bebido creyendo que era estricnina, porque esta sustancia la había comprado en la República de Argentina con la intención de envenenarse después de ejecutar su venganza. Acompaño también la vaina de la daga que fue encontrada en un bolsillo del pantalón de Ramón; una navaja de afeitar, una libreta de matrícula de gente de mar a favor de Fabián Fernández, especies que fueron encontradas en su domicilio. Tres botellas y un vaso, conteniendo líquidos, un jarro de lavatorio, un estuche con elementos de afeitar y un libro de medicina que de orden de V.S. fueron llevados a su presencia a la Fábrica de Cartuchos, quedaron en este establecimiento.

El hechor presenta contusiones y heridas en la cabeza, por lo que fue atendido en la citada Fábrica, de donde se mandó a la Cárcel Pública de orden de V.S. Quedaron citados para comparecer ante V.S. el guardián aprehensor y los testigos nombrados. El cuarto que ocupa Ramón está cerrado y con herradura.

(Tomado de “Santa María de Iquique, ¿crimen sin castigo?”, por Pedro Bravo-Elizondo).

Sobre lo que pasó después, nos informa un artículo tomado del periódico virtual Giraluna:

Pero, ¿quién era este furibundo agresor?, acaso ¿habían estado presente en su acción motivaciones de carácter político o ideológico?, ¿era efectivamente, como lo suponían las autoridades, la prensa e incluso el mismo movimiento popular, un obrero anarquista deseoso de imponer justicia en representación de la clase ofendida? O acaso ¿existía otro tipo de motivaciones detrás de la acción? Motivaciones más personales y vitales, que pese a ello, ponían al descubierto las miserias de la sociedad de la época y daban cuenta de la violencia que ella generaba. La verdad es que Antonio Ramón Ramón nació en la calle de Serafines, número 2, en el pueblo de Molvizar, provincia de Granada, España, el 13 de noviembre de 1879. Tuvo un hermano, Manuel, quien, en algún momento se estableció en Tarapacá. En esa zona trabajaba en las salitreras. Mientras tanto, Antonio se había trasladado a la Argentina. A fines del año 1907 las cartas que Manuel le enviaba a Antonio cesaron bruscamente. Antonio, que se había impuesto a través de la prensa argentina de la matanza de obreros en Iquique, comenzó a impacientarse progresivamente. En junio de 1908 cruzó la cordillera de Los Andes y se dirigió hacia el puerto de Iquique en busca de su hermano. Al preguntar en ese lugar por Manuel Vaca se enteró de aquello que en el fondo no quería saber. Manuel había sido uno de los caídos durante la matanza de la Escuela Domingo Santa María en diciembre de 1907.

Después de conocer en detalle, de boca de los obreros, la relación de los sucesos de Iquique, Antonio, abrumado por la pena, se internó en la pampa. A partir de este momento inicia un interminable deambular por el norte salitrero, la zona central de Chile y la pampa Argentina. Es un errar sin destino fijo, diferentes oficios, diferentes faenas, distintos paisajes. Nada lograba mitigar su profunda pena. Nada lograba paliar la ausencia. Nada llenaba el vacío dejado por la pérdida del hermano. Nada lograba explicar lo acontecido y así, poco a poco, el dolor y la congoja se van transformando en rabia y en odio, lentamente la impotencia se va trocando en ánimo de venganza. La inexplicable impunidad comienza a fraguar la vindicta personal. Es sin duda alguna paradojal que este obrero español, alejado de todo activismo político y social y, por el contrario, asequible y sumiso ante los requerimientos patronales, haya en un momento de su vida cogido una daga e intentado ejecutar al responsable de una de las matanzas obreras más brutales de este siglo en Chile.

Desconocemos el destino de Antonio Ramón Ramón. Las sucesivas sentencias que le aplicaron los tribunales de justicia, por la agresión en contra del general Silva Renard, culminaron con el fallo de la Corte Suprema de 1915, que lo condenó a 5 años de cárcel. La sentencia fue ejecutoriada, por lo tanto suponemos que Antonio salió de prisión a fines del año 1919. Su deambular de obrero itinerante se difumina en las puertas de la prisión. El anonimato vuelve a engullirlo y lo torna, una vez más, en la única forma de reconocimiento que las clases dominantes reconocen a los sectores populares: dato estadístico o anomia conductual. Pero el general Silva Renard no tuvo mejor suerte. De acuerdo con el informe entregado al juez por la comisión de médicos que evaluó el estado de sus lesiones, éste presentaba cinco heridas en período cicatricial. Tres en la región posterior del cuello, otra herida en la zona lumbar izquierda, que comprometió la masa sacro-lumbar y la última en la región parótida izquierda. Esta, de acuerdo con los médicos, fue la más grave, ya que provocó una parálisis completa de todos los músculos de la mitad izquierda de la cara.

Los médicos no se equivocaron. Con la cara deformada por la parálisis, el cuerpo esmirriado por efectos de la desnutrición y prácticamente ciego, Roberto Silva Renard falleció en Viña del Mar, Chile en 1920. En su agonía aun no lograba comprender las razones del ataque que sufrió en 1914, que tan prolongados padecimientos le provocaron y que terminaron por costarle la vida. En sus últimos estertores débilmente musitaba que solo había cumplido con su deber al desalojar de la Escuela Domingo Santa María de Iquique, a esa partida de rotos insolentes que habían bajado de la pampa.

Hoy, La Nación informa:

Jóvenes anarquistas, en su mayoría universitarios, preparan su propia conmemoración

Ocupantes abandonarán la escuela el 23 de diciembre

El emblemático recinto educacional fue tomado el 15 de noviembre pasado por cerca de 500 trabajadores de dos sindicatos mineros en huelga, que se integraron a sus labores este lunes. Durante los últimos 15 días, mantuvieron huelga de hambre.

Recién el domingo 23 de diciembre, cuando culminen las conmemoraciones de los 100 años de la matanza obrera, los actuales ocupantes abandonarán el histórico establecimiento educacional. Se trata de un grupo político anarquista, en su mayoría jóvenes universitarios, que preparan su propia celebración.

Los jóvenes permanecieron en el lugar luego que los 500 trabajadores que se tomaron el recinto hace poco más de un mes lo abandonaran este lunes, tras llegar a acuerdos con sus respectivas empresas.

 

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