Una necesaria invitación al debate sobre la ofensiva contra el estado, el capital y la autoridad en todas sus formas (es/en) 2010

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Como anarquistas-autonomxs-antiautoritarixs, una de las herramientas o prácticas que nos definen como tales son la acción directa y el sabotaje, utilizado con el objetivo de ser un aporte concreto a la extensión del conflicto social y la revuelta, tomando con esto también la vida en nuestras manos.

El objetivo de este escrito, es la invitación a todxs aquellxs que ya iniciaron un camino, a todxs lxs antiautoritarixs de la península y porque no del mundo, para abrir un espacio de intercambio-debate-reflexión-(auto)críticas para poder salir del silencio o anonimato, o para comunicarnos a través de reivindicaciones de las acciones que realizamos. Vemos muy importante no quedarnos aisladxs ante la realidad diversa en la que vivimos; por eso necesitamos este debate continuo, con la finalidad de continuar con estas herramientas necesarias en la lucha, mejorando nuestro apunte, superando nuestros límites. Por otro lado queremos también inspirar, animar y recordar con todos los pequeños golpes y gestos de solidaridad que la lucha sigue y que no estamos solxs.

Algunas aclaraciones previas: el ataque dentro de la praxis política

Las ocasiones en que ponemos en práctica la acción directa son muy variadas, algunas veces éstas son de carácter ofensivo, como un ataque directo y frontal contra los símbolos del estado y capital (responsables de la explotación de la tierra, de los animales y humanxs). Otras acciones las llevamos a cabo como respuestas a agresiones que recibimos: conflictos sociales, encarcelamientos, muertes… y otras que se desarrollan dentro del marco de una campaña específica, y de carácter puntual.

Ya que estamos hablando de acción directa, decir que para nosotras ésta no se basa simplemente en salir una noche y romper-destruir- incendiar y ya; entendemos ésta práctica como válida cuando esta también conlleva una revolución en el día a día y en lo cotidiano; también tenemos que ser capaces de poder analizar qué tipo de acción es más oportuna para el momento y la situación en la que nos encontramos …Podemos ver con alegría, a través de los distintos comunicados que circulan que estamos recuperando nuevamente la noche, faltaría también recuperar la calle en el día, y dotarnos con esto de un aprendizaje y una posibilidad de desperdigar nuestras ideas y prácticas.

Por otro lado, entendemos que la práctica revolucionaria no está basada exclusivamente en la acción directa, creemos que ésta debe ir a la par y complementarse con otros proyectos y espacios políticos como: bibliotecas libertarias, CSO-Ateneus, periódicos y revistas, radios, mucha propaganda en las calles, y colectivos que aborden problemáticas específicas, siempre y cuando estas se encuentren lejos de cualquier lógica autoritaria y de convivencia pacífica con las estructuras del poder… es en la suma de estas prácticas donde podemos encontrar un aporte al conjunto, ya que si no hay redes, intercambios y apoyo entre nosotrxs, y no logramos entender el aporte que cada uno hace, al final nuestras acciones e iniciativas quedan aisladas, sin valor ni transcendencia, siendo esto una lástima y una verdadera perdida de energías para todxs. Es plenamente comprensible que cada compañerx tienda a centrarse en aquel tipo de práctica que más responda a sus inquietudes, y no queremos tampoco caer en la manida (y generalmente mal planteada) crítica a la especialización, ya que creemos que ciertas prácticas requieren una dedicación y una atención especial, cuando no exclusiva… pero sí queremos recalcar que creemos que caemos en un error importante de perspectiva cada vez que despreciamos, desde razonamientos políticos o estratégicos, todas estas iniciativas que señalábamos anteriormente. Enfrentar la práctica de la propaganda con la de la acción, como si éstas no estuviesen íntimamente relacionadas y se reforzasen entre si en una sinergía de límites difíciles de establecer (la acción es sin duda la mejor propaganda, y la propaganda extiende, sustenta y da contenido a la acción), responde a un planteamiento demasiado simplista como para ser tenido en cuenta. La propaganda, al menos como nosotrxs la entendemos, es un momento de la fermentación política anarquista, una forma de alimentar el caldo de cultivo del cual surgen las acciones y todo lo demás. Tenemos que encontrar la forma de poder golpear más y mejor y extenderla a los distitos aspectos de la vida. Lamentablemente para muchxs, el espacio de encuentro por excelencia, son las innumerables fiestas que llenan la agenda “antiautoriataria” semanal.

Afrontando el ataque

Preguntándonos sobre los posibles motivos en la falta de acciones, la pérdida de la calle o la lastimosa paz social que nos está tocando vivir, creemos necesario hacer una auto-crítica (siempre desde la humildad). Rechazamos las actitudes arrogantes, de chulerismo ( todxs quizas las hemos tenido en algún momento) y el vanguardismo; todxs hemos sentido y vivido el miedo, o nos hemos comido algún marrón o simplemente evitamos cualquier situación marronera. Como seres humanxs, no podemos negar estos sentimientos, pero los tenemos que currar profundamente para que no nos paralizen, nos lleven a la pasividad o a la no acción y nos convirtamos en “bomberos” en nuestras propias vidas. De la misma forma, tenemos que ser sincerxs con nosotrxs mismxs y vivir estos procesos paso a paso, con decisión pero sin precipitaciones ni xapuzas y siempre mirando hacia adelante. Así como no creemos la jerarquización de las herramientas de la lucha, tampoco sentimos que alguien sea más o menos por que alguna vez hizo tal o cual cosa. Desnaturalizar nuestras vivencias en torno al ataque y a las emociones que nos provocan, negar nuestras propias debilidades y sentimientos, no sólo supone un engaño hacia nosotrxs mismxs… también es una falta de honestidad revolucionaria hacia lxs compañerxs (especialmente lxs más jovenes), en tanto que al transmitir una visión fetichista de la violencia y la lucha desligamos la práctica del código de valores y la condición humana que nos caracteriza, abriendo la puerta a desastrosos resultados, a veces irreparables. Con esto no queremos decir que toda acción deba regisrse por unos mismos principios. El entorno anarquista-autónomo, a pesar de su reducido tamaño, engloba una rica diversidad de tendencias y polos ideológicos… pero creemos que desde cada una de estas formas de pensar, hay que hacer un esfuerzo por poner sobre la mesa de todxs las verdades y mentiras de una herramienta que no admite fallos, por las graves consecuencias que se derivan de su puesta en práctica.

Otra expresión de la poca madurez con la que se encara el ataque, es el simplismo y la linealidad con el que a menudo se valoran las acciones. Colocadas sobre una escala basada en la “dureza”, o dicho de otra manera, en una escala que va de un nivel bajo de espectacularidad a uno alto, se reduce el análisis de la acción a su aspecto mas superficial, no entendiendo que no es sólo la herramienta que se utiliza
- martillo, artefacto incendiario, explosivos, armas de fuego…- la que define su carácter, sino un conjunto de parámetros entre los que por supuesto se encuentra el tipo de herramienta, pero no únicamente. Pensamos que un ataque puede ser valorado desde múltiples facetas. Un ataque es coherente si responde a los principios políticos que llevan a plantearla, tiene valor de agitación en función de su capacidad para agrietar esquemas y contenidos sociales, es personalmente satisfactorio si responde a la necesidad de sublevación y enfrentamiento de la persona que participa en él, estratégico si esta encaminada a alcanzar un objetivo dentro de un plan previo y efectivo si realmente consigue alcanzarlo, etc etc. Analizando las cosas de esta manera, a menudo nos damos cuenta de que rompiendo un cristal, a una determinada hora del dia, escogiendo determinado objetivo, en determinado contexto, podemos conseguir lo que utilizando herramientas mas destructivas no podríamos. Y por supuesto al contrario: otras veces, sentandonos a analizar la situación, pensando en la acción que debe llevarse a cabo, llegamos a la conclusión de que lo más apropiado es recurrir a algo más que una piedra o un martillo.

Grupo de afinidad y redes

Las acciones se llevan a cabo a través de los grupos de afinidad, la afinidad no se basa únicamente en tener una práctica común entre compas, nostrxs la entendemos y la vivimos como algo más profundo y personal, conociendo lo suficientemente bien a tus compas como para alcanzar un punto alto de sintonía y compenetración. Conocer el carácter y la forma de reaccionar ante posibles imprevistos de lxs demás componentes del grupo permite tomar decisiones más adecuadas en momentos poco propicios a la discusión, evitando así detenciones y sucesos desagradables. De la misma manera, también nos parece de vital importancia que todxs las personas se sientan cómodas y seguras, en definitiva a gusto, con la acción que se va a realizar.

Otro aspecto crucial, y en el que a menudo padecemos grandes carencias, son las “redes” o infraestructura (personales y materiales) que dan soporte a la actividad del grupo. Articular una red de colaboradorxs y elementos materiales (espacios seguros, herramientas,etc.) amplía significativamente las perspectivas y posibildiades a las que el grupo de acción puede aspirar.

Por otro lado, es alarmante el poco apoyo y comunicación existente entre grupos (consolidados o emergentes). Deberíamos mejorar la comunicación para apoyarnos las unxs a las otrxs en lo que se pueda y sea viable. Aquí también puede jugar un papel importante gente de otras generaciones o con mas rodaje y trayectoria, para prevenir la repetición de errores, transmitir conocimientos de tipo técnico, consejos de tipo más general (como “moverse” en la calle…). Porque al final, ante toda la represión del sistema y toda la caza de brujas que la sociedad ha organizado sobre el “enemigo interno”, necesitamos un apoyo y solidaridad fuerte entre nosotrxs.

De la defensiva a la ofensiva, concreción de objetivos y discurso

Cuando leemos comunicados que reivindican una acción, vemos como la gran mayoría de éstos se enmarcan en el discurso antirepresivo o antipolicial, y como en el inicio hablabamos de las distintas acciones o enfoques que les damos, nos damos cuenta como normalmente nos dejamos llevar por la corriente que generan las maniobras represivas. Creemos que aparte de organizar estas necesarias respuestas, deberíamos tomar la iniciativa de atacar, más y mejor, es decir pasar verdaderamente a la ofesiva, diversificando nuestros objetivos, “afinando la puntería” e intentando siempre provocarles el mayor daño material posible. Trasladando el conflicto sobre responsables concretos, sobre todas sus propiedades (casas, coches, centros comerciales..), golpeando estructuras concretas de las instituciones del capital y el estado. Hay que dejar volar la imaginación. Reconocemos las limitaciones y el carácter simbólico de estas acciones, ninguna acción por si sola destruirá el completo engranaje del poder, pero se nos hace urgente la materialización del enfrentamiento. Los comunicados tienen que servir para algo más que solo el hecho de comunicar la acción como suceso. Aunque escribir más comporte cierto riesgo añadido, realmente extrañamos comunicados con un discurso más afilado y un claro posicionamientos político… un aspecto sin duda a trabajar por todxs.

Seguir aprendiendo, seguir peleando

De la misma forma que este mundo nos quita muchas cosas, también en él encontramos un amplio abanico de medios útiles para desarrollar la acción directa. En este sentido, cualquier herramienta es susceptible de ser convertida en un arma. Algo que encontramos tirado en la calle, habitualmente utilizado como parte del mobiliario urbano, objetos fáciles de conseguir en cualquier comercio, etc, pueden ser tremendamente destructivos. Es necesario hacer un esfuerzo de formación sobre la técnica del sabotaje, para poner a trabajar la creatividad sobre aquello que puede servirnos. La decisión de atacar en grupo un objetivo no es difícil. Hay muchas maneras y muchísimos métodos diferentes que ya se han puesto en práctica – y todavía muchas más cosas para descubrir, que están allí, a nuestro alcance-. Sin embargo, esto no quita el hecho de que una buena preparación y un método sobre el que se ha profundizado más nos permita efectuar un ataque seguro, certero y con más probabilidades de éxito. Soñamos con un mundo lleno de pequeñas pandillas-grupos-bandas diseminadas por todas las ciudades donde un jefe, un rico, un juez, un madero, un periodista, un torturador o un agresor cuente con el hecho de que pueda ser atacado y ridiculizado, temiendo por sus propiedades y la tranquilidad de su asquerosa vida. Como ya lo dijimos, nuestras palabras, tienen el profundo animo de incentivar, de provocar, de debatir, no somos lxs primerxs ni lxs ultimxs en escribir y decir lo que hemos dicho, pero la llama de la libertad que nace desde nuestros corazones, nos invita a tener que decirlo nuevamente, y a llevarlo a la práctica… Porque queremos seguir peleando, tenemos que seguir aprendiendo. Esta es nuestra pequeña aportación al intercambio de planteamientos y vivencias que exige este aprendizaje colectivo. Invitamos a que aquellxs a quienes estas líneas consigan provocar alguna reflexión, la transmitan y contribuyan a enriquecer el bagaje de lucha que a base de experiencias de todo tipo, hemos forjado entre todxs y pertenece a todxs.

SOLIDARIDAD Y LIBERTAD A OPRIMIDAS, PRESAS, CLANDESTINAS UN GUIÑO PARA LAS QUE LUCHAN DESDE FUERA

Barcelona, verano del 2010

http://hommodolars.org/web/spip.php?article3392

 

 

A Much-Needed Invitation to Discuss the Offensive Against the State, Capital, and All Forms of Authority

From Hommodolars Contrainformación (August 12, 2010) via Liberación Total (July 30, 2010): http://thisisourjob.wordpress.com/2011/09/10/a-much-needed-invitation-to-discuss-the-offensive-against-the-state-capital-and-all-forms-of-authority/

Note from TIOJ: As you can see, this piece has been in our “translation queue” for just over a year now. We finally decided to finish it because we feel it’s a worthwhile addition to the general discourse surrounding insurrectionary praxis. Some of the ideas have already been applied by various groups, while others prefigure certain events of the past year. In any case, many thanks to the comrades who wrote it, and we apologize for the delay!

Some of the tools or practices that define us as anarchists/autonomists/antiauthoritarians are direct action and sabotage, which we use in order specifically contribute to the extension of social conflict and revolt, thereby keeping our lives in our own hands.

The goal of this document is to invite all those who have taken their first steps—all the Peninsula’s and (why not?) the world’s antiauthoritarians—to open up a space for argument/discussion/reflection/(self-)critique, and to leave behind silence, anonymity, and communicating with one another solely through claims of responsibility for the actions we carry out. It’s very important to us that we don’t remain isolated in the face of the diverse reality in which we live. Therefore, we need continuous discussion, the purpose of which is to keep the necessary tools of struggle in good working order, sharpening our aim and exceeding our limits along the way. We also want to draw inspiration and encouragement from all the little jolts and gestures of solidarity, which remind us that the struggle continues and we are not alone.

A few preliminary explanations: attack as part of political praxis

The instances when we practice direct action are quite varied. Sometimes, in the case of direct, frontal attacks on the symbols of capital and the state (those responsible for Earth, animal, and human exploitation), actions have an attacking quality. Other actions are carried out in defensively in response to aggression directed against us, like social conflict, imprisonment, and death. And still others develop within the contexts and time frames of specific campaigns.

When we talk about direct action, we don’t just mean going out one night to smash, destroy, burn, etc. Our understanding of direct action is that it is valid when it is also accompanied by revolution in one’s everyday life. Additionally, we must be capable of analyzing what types of actions are most appropriate for the times and the situations we find ourselves in. Through the different communiqués that are circulating, we happily see that we are once again taking back the night. But we’re not taking back the streets during the day, which would provide us with the knowledge and opportunities we need to spread our ideas and practices.

We also understand that revolutionary practice can’t be based exclusively on direct action. Instead, direct action should be complemented by other political projects and spaces—anarchist libraries, social centers, newspapers, magazines, radio stations, street propaganda, and collectives that tackle specific problems—but only when these are disassociated from authoritarian logic and peaceful coexistence with existing power structures. It is in the sum of these practices that we find our overall contribution. Otherwise, if there is no networking, interchange, and mutual support, and if we don’t manage to understand the contribution each of us makes, our actions and initiatives will ultimately remain isolated, valueless, and insignificant, which would be a shame and a real waste of energy for everyone. It’s completely understandable that each comrade tends to focus on the type of practice that responds most closely to her concerns, and we don’t want to fall into the stale (and often poorly developed) critique of specialization, since we do think certain practices require special—if not exclusive—dedication and attention. But we want to emphasize our belief that we make a key error each time we look down on the initiatives mentioned above, whether for political or strategic reasons. Weighing the practice of propaganda against that of action, as if both weren’t intimately related and mutually reinforcing in a synergy of nearly undefinable limits (action is without a doubt the best form of propaganda, while propaganda extends, sustains, and gives content to action), is too simplistic an approach to even consider. Propaganda, at least as we understand it, is a moment of anarchist political ferment, a way of nourishing the soil from which actions and everything else sprout. We have to find the forms that enable us to strike more and strike better, and extend them to different areas of life. Sadly, for many, the principal meeting spaces for this purpose are the countless festivals that fill the weekly “antiauthoritarian” agenda.

Confronting attack

In questioning ourselves about possible reasons for the lack of actions, the loss of the streets, or the pitiful social peace that has befallen us, we concluded that it was necessary to engage in self-critique (but always with humility). We reject arrogant attitudes, bragging (which perhaps we’ve all done at some point), and vanguardism. We’ve all felt and experienced fear, put up with some shitty situations, or simply avoided them. As human beings, we can’t deny those feelings, but we must work diligently so that they don’t paralyze us, lead us to passivity or inaction, and make us “put out the fires” in our own lives. By the same token, we have to be sincere with ourselves and experience these processes step by step, decisively but without rushing or doing a shoddy job, and always looking ahead. Just as we don’t believe in hierarchizing the tools of struggle, we also don’t feel that someone is greater or lesser because they once did some thing or another. Devaluing our experiences of attack and the emotions they trigger, along with denying our own weaknesses and feelings, not only signify self-deception, but also a lack of revolutionary honesty toward our comrades (especially the youngest ones). What’s then conveyed are fetishistic visions of violence and struggle divorced from the codes of values and humanity that characterize their practice. In addition, a door is opened to disastrous and sometimes irreparable results. By saying that, we don’t mean all actions should be governed by the same principles. The anarchist/autonomous milieu, despite its reduced size, encompasses a rich diversity of tendencies and ideological poles. But due to the serious consequences that can result from putting action into practice, we believe that an effort must emerge from each of these ways of thinking to put on the table all the truths and lies of a tool that won’t admit its mistakes.

Another immature approach to attack is the oversimplification and linearity with which actions are often evaluated. Placing them on a “hardness” scale, or to say it another way, a scale that goes from a low to a high level of spectacle, reduces analysis of the action to its most superficial aspect, failing to comprehend that it’s not only the tools used—hammers, incendiary devices, explosives, firearmsthat define an action’s character, but a complex of parameters among which one finds the tools, but not just the tools. We think an attack can be evaluated via multiple facets. An attack is coherent if it responds to the political principles that led to its planning. It has agitational value insofar as its capacity to create cracks in social schemes and composition. It is personally satisfying if it responds to the need for revolt and confrontation of the people who participate in it. It is strategic if it is directed toward achieving an objective within a predetermined plan. It is effective if it really manages to achieve that objective. And so on and so forth. By analyzing things this way, we realize that breaking a window—at a specific time of day, with a specific goal in mind, within a specific context—can often achieve what using more destructive tools can’t. And of course the opposite also applies: at other times, sitting down to analyze the situation and think about what action should be carried out, we reach the conclusion that it’s more appropriate to turn to something more than a stone or a hammer.

Affinity groups and networks

Actions can be carried out by affinity groups, but that affinity shouldn’t be based solely on compas sharing a certain practice. We understand and experience affinity as something deeper and more personal: knowing your compas well enough to reach a high state of tune and rapport. Knowing their character and the way they will react to possible unforeseen circumstances having to do with other components of the group allows the most appropriate decisions to be made at the least favorable moments, thereby avoiding arrests and other unpleasant situations. Likewise, it also seems vitally important to us that everyone should feel comfortable and secure—in short, at ease—about the action to be carried out.

Another crucial aspect, and one that often suffers from a severe deficiency, is the matter of the “networks” or infrastructure (human and material) that support a group’s activity. Organizing a network of collaborators and material elements (safe houses, tools, etc.) significantly broadens the perspectives and possibilities to which an action group can aspire.

On the other hand, the scant support and communication between groups (consolidated or emerging) should be increased and improved in order for us to contribute to our overall conception of what is possible and viable. Here an important role is also played by people from other generations with more knowledge and experience. This aids in transmission of technical knowledge and more general advice (like how to “move around” on the streets), while also preventing the repetition of errors.

Because ultimately, in the face of all the system’s repression and all the witch hunts society has organized against the “enemy within,” we need strong support and solidarity among ourselves.

From the defensive to the offensive: realizing our objectives and discourse

When we read communiqués that claim responsibility for an action, we see that most of them accompany attacks whose discourse is antirepression and antipolice. We spoke above about different actions and approaches we can direct at our enemies, but we realize that we normally allow ourselves to be carried away by the current generated by their repressive maneuvering. We believe that, apart from organizing the necessary responses, we should be taking the initiative to attack more and attack better. In other words: truly shifting to the offensive; diversifying our targets; “taking careful aim”; always trying to cause as much material damage as possible; bringing the conflict to those who are specifically responsible, focusing especially on their property (homes, cars, shopping centers); striking the actual structures of capitalist and state institutions; and letting our imaginations run wild. Remember the symbolic aspect of these actions. No action will destroy the entire mechanism of power by itself, but there should be an urgency to how we materialize the confrontation.

Communiqués must serve more of a purpose than simply communicating the action as an event. Although writing more involves a certain added risk, we still truly lack communiqués with sharper discourse and clearer political positions. This is doubtless an aspect for all of us to work on.

Keep learning, keep fighting

Even though this world takes so much away from us, it also provides us with a wide range of useful means for the development of direct action. In this sense, any tool is capable of being turned into a weapon. Common pieces of furniture we find thrown away on the city streets, as well as objects that are easy to find in any store, etc., can be tremendously destructive. It’s necessary to make the effort to learn the techniques of sabotage and to put creativity to work on what can be useful to us. Making the decision to attack a target as a group is not difficult. There are many ways and countless different methods that have already been put into practice, and there are still many more to discover, right there in our reach.

Nevertheless, that shouldn’t take away from the fact that sound preparation and well-studied methods will allow us to carry out solid, secure attacks with the highest probability of success.

We dream of a world filled with little gangs/groups/crews spread throughout the cities; a world in which bosses, the rich, judges, pigs, reporters, torturers, and exploiters can count on being ridiculed and attacked; a world in which they fear for their property and the tranquility of their filthy lives.

Like we’ve said, our words are animated by a deep desire to encourage, provoke, and discuss. We aren’t the first and we won’t be the last to write and say these things, but the flame of freedom born in our hearts drives us to say them again and put them into practice.

Because we want to keep fighting, we must keep learning. This is our small contribution to the interchange of approaches and experiences called for by collective learning. We invite those to whom these lines are addressed to reflect, share knowledge, and contribute to enriching the heritage of a struggle based on all kinds of experiences. It has been forged by all, and it belongs to all.

 SOLIDARITY AND FREEDOM FOR THE OPPRESSED, PRISONERS, AND THOSE UNDERGROUND.

A WINK TO THOSE IN STRUGGLE ON THE OUTSIDE.

 —Barcelona, Summer 2010

A Much-Needed Invitation to Discuss the Offensive Against the State, Capital, and All Forms of Authority