La pestilencia de Dios | Johann Most

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«Es el que se creó él mismo por medio del Espíritu Santo; que se envió como mediador entre él mismo y los otros, quien despreciado y burlado por sus enemigos, se dejó clavar en la cruz como un malhechor cualquiera en la cúspide de una montaña; que se dejó enterrar y resucitó después de muerto y que bajó a los infiernos, y luego subió al cielo, donde está sentado a la derecha de sí mismo para juzgar a los vivos y a los muertos cuando ya no haya más vivos…

En fin, el que ha hecho todo esto no es más que un charlatán divino. Es un espantoso tirano cuya horrorosa historia debe ser escrita en letras de sangre, pues ella es la religión y es terror. Lejos, pues, de nosotros, esta horripilante mitología. Abominemos de este Dios de una fe sangrienta y terrorista, inventado por los curas, los cuales, sin su cinismo y ambición no hubieran alcanzado nadar en la abundancia, y no predicarían por más tiempo la humildad de los que han sabido esconder su orgullo con la máscara de la hipocresía. Lejos de nosotros esta cruel trinidad compuesta de padre asesino, de hijo concebido y dado a luz contra natura y de Espíritu Santo sensual que se dedica a hacer concebir hijos a mujeres casadas. Lejos de nosotros todos estos fantoches deshonrosos, en nombre de los cuales se quiere rebajar a la humanidad al nivel de miserables esclavos y que nos quieren mandar, en toda la potencia del embuste, de las penas de esta tierra a las inefables delicias del cielo. Lejos de nosotros todos aquellos que con su demencia religiosa son un estorbo para el bienestar y la libertad… Dios no es otra cosa que un fantasma inventado por el charlatanismo de unos cuantos malvados refinados, los cuales han torturado y tiranizado a la humanidad hasta el presente».