Por encima de todo, preferiríamos que nuestras luchas no conocieran límites. Es por eso por lo que buscamos, durante su elaboración, comprender donde se encuentran sus límites, sus fronteras, para a continuación tratar de traspasarlas. Esta intención se traduce tanto en el terreno «geográfico» como en el plano del «contenido».
Si nos implicamos en una lucha tenemos a menudo, aunque sea en secreto, el deseo de que esta lucha tenga repercusiones más allá de un barrio, de una ciudad, de una región específica. De la misma forma, consideramos una temática específica o un acontecimiento concreto del cual parte una lucha, simplemente como indicadores: esperamos que también otros que quieran pelear los sobrepasarán para poner en tela de juicio y atacar cada vez más aspectos del poder. En otras palabras, un anhelo de luchas que no conozcan fronteras.
Pero si nos fijamos en conflictos sociales o revueltas que suceden en algún lugar lejano, o cuando una vez más un compañero se nos acerca con un deseo internacionalista, la respuesta a la pregunta de qué podemos hacer aquí y ahora no es tan obvia. Más allá de la idea de que también en otros lugares del mundo haya locos con ideas anarquistas, parece con frecuencia que hemos tapiado nuestras propias actividades, que una interacción con actividades que se desarrollen fuera de estas paredes parece imposible. Los esfuerzos que van en la dirección de una interacción tal son rápidamente suspendidos, en la mayoría de casos, por el hecho de que no podemos realmente equiparar situaciones locales, que cada situación es diferente y exige por tanto un enfoque singular. Lo que es verdad en cierto modo.
En cada situación local, habrá siempre aspectos diferentes que convierten en única cada realidad. Diferentes ejes alrededor de los cuales existe una conflictualidad, diferentes formas por las que la autoridad se hace valer lo más abiertamente, diferentes puntos neurálgicos, diferentes sensibilidades. Y ni que decir tiene que nosotros queremos estar lo más atentos posibles durante la elaboración de nuestras actividades locales. Aún más, ningún internacionalismo en sí mismo hará salir con una varita mágica o reemplazar este esfuerzo y esta capacidad necasarios. Será siempre un reto al cual nos encontramos por nosotros mismos y al que no podemos sino enfrentarnos por nosotros mismos. Pero así, no todo está lejos de ser dicho. Regresando a lo que se ha dicho más arriba, pienso que puede existir una dinámica internacionalista que supere de alguna forma los proyectos locales de cada uno, pero que al mismo tiempo pueda influenciarlas y hacerlas avanzar. El lector atento me ha sorprendido sin duda, adelantando esta afirmación tan fácil, pues una dinámica así ya existe. Quizás la cuestión es más bien qué formas podría tomar una dinámica así y qué podría engendrar si profundizamos en ella y la intensificamos. Y aquí, una afirmación fácil estaría fuera de lugar. Lo que sigue no es otra cosa que algunas reflexiones modestas y someras con el fin de contribuir a una discusión, un ejercicio mental, una tentativa. A la búsqueda de una dinámica que deje tras de sí cada vez más fronteras.
Algunos grandes y pequeños momentos (de los cuales el encuentro internacional en Suiza es uno) en el que compañeros de distintos países se encuentran, ofrece -más allá de los objetivos siempre limitados de los encuentros- ocasiones para desarrollar la afinidad. Algunos pueden empezar a conocerse en un cierto contexto y hacer el primer paso, aunque sea modesto, hacia una reciprocidad en el terreno del conocimiento, de las ideas, de las aspiraciones. Otros quizás ya han descubierto esta reciprocidad en el pasado, y entonces cada encuentro se convierte en un momento en el que la afinidad existente puede ser profundizada. Por supuesto, esto no dice nada acerca del porqué. Por qué nos parece interesante entablar y afinar lazos más allá de las fronteras? Una pequeña parte de la respuesta me parece que se encuentra en las actividades ya elaboradas que recorren las tierras. Momentos de discusión por ejemplo, que viajan con el pretexto de una lucha, de un acontecimiento o incluso de una publicación, y donde experiencias e ideas son intercambiadas entre distintas personas en distintos lugares. O a veces podemos preguntarnos por qué no aprovechamos más a menudo esta posibilidad real, hay momentos de conflicto «local» que pueden literalmente ser vividos conjuntamente por gente de distintas regiones o países. Por que estos momentos son episodios intensos y por tanto cautivadores en una lucha; o simplemente por que algunas manos de más son bienvenidas.
Con toda seguridad sería interesante si algunas iniciativas fueran más a menudo tomadas dentro de tales ocasiones. Pero (incluso la multiplicación de) estas prácticas no dicen todavía todo sobre su posible perspectiva. Después, podremos guardar tranquilamente estas ocasiones en el armario de las experiencias hechas para no volver a mirarlas nunca más. O… podríamos intentar introducirlas en las actividades que, cada uno en su contexto específico, está elaborando, de forma que éstas se vuelvan puntos de referencia y fuentes de inspiración. Pero ¿cómo entonces? Quizás deberíamos atrevernos a hacernos las preguntas que surgen elaborando luchas locales, con un enfoque internacional. Comenzando por ejemplo con un análisis de la realidad. Mirar a nuestro alrededor e intentar entender lo que sucede y lo que está en juego. Luego, buscar los puntos comunes en los distintos análisis hechos en los distintos contextos. ¿Qué es lo que ha cambiado en las últimas décadas?¿Cómo analizar el poder que se vuelve cada vez más descentralizado, la dictadura de la economía que intenta colonizar de forma todavía más profunda la vida, los medios represivos cada vez más amplios que los Estados están desarrollando, el rol delirante de la tecnología, etc.? Son tendencias que traspasan ampliamente las fronteras nacionales y que, aunque sea a un ritmo distinto o bajo otras formas, se hacen sentir por todos lados. Y luego, qué momentos pueden conseguir socavar el orden establecido, o ¿qué puede decirnos la ausencia de tales momentos? Habiendo hecho análisis de la realidad, podemos aventurarnos también en el terreno del futuro. No sólo intentando formular hipótesis que van más allá de nuestra situación local, sino también preguntándonos qué podrían enseñarnos estas hipótesis en relación a la intervención anarquista. Qué posiblidades podrían perfilarse si nos implicamos también en la discusión más allá de nuestro contexto y de los cómplices cercanos. Esto podría engendrar una interacción que deja pocas cosas sin discutir; análisis, medios, métodos, y por qué no, perspectivas y posibles «objetivos». Una interacción en la cual no se profundiza durante los momentos de discusión y de acción que compartimos físicamente, pero puede también ser llevada a nuestros propios proyectos, nuestras propias iniciativas de lucha, nuestras propias tentativas de rupturas en la realidad de su contexto. Para que una dinámica pueda crecer, en la que las actividades de todos los rincones se cominiquen cada vez más, se inspiren y se fortalezcan.
[Zurigo, 10-13/11/12]