Un cristalino arroyo baja por una ladera verde. El cielo azul acompaña la imagen, pero arriba, de donde surge el agua se instala la muerte. Abajo, donde va a parar también en cualquier momento más temprano que tarde ésta llega. Su viaje se hace inevitable, la labor de ciego, el silencio del cómplice siempre es una opción para los hombres, miles lo hacen cotidianamente, “aún no ha llegado, aún no ha llegado” se repiten hasta que es demasiado tarde… el viaje de la muerte y la ceguera del hombre son algo común pero no inevitable.
Por otro lado, para quién aún conserva un poco de fuerzas la responsabilidad es la que llama, la que grita según sensibilidad, según alguna decisión interna en la que no sabemos si participamos realmente o no. La responsabilidad de tener que hacer algo, el placer de ponerse a hacerlo marcan indudablemente la diferencia. El hombre, animal que se ha querido erigir como dueño del mundo sólo puede ser detenido por otro animal, él mismo. Fuerzas distintas presionan desde siempre y han albergado en algunos la idea de un mundo llamado “justo”, jamás acabado ni único, pero donde es la armonía, la libertad y no la explotación la que marca las pautas del cómo vivir. La convivencia marcada, surgida de la experiencia que da la libertad y no el miedo hacia ella. Nada más proponemos y nada menos. Desde los albigenses preguntando qué joyas tenían Adán y Eva al Clero, la tierra sin mal guaraní o las comunidades agrícolas libres de Aragón la idea y experiencia en muchos casos de otras formas de convivencia y relación entre las personas y el mundo no ha muerto sino que felizmente va cambiando, adaptándose a diferentes culturas y épocas. La idea de una vida con una libertad integral igual seguramente no podría haber encontrado en otra época tantas posibilidades técnicas de llevarse a cabo, pero también y eso es cierto, tantas contras. El mundo tecnológico del consumo hiperdesarrollado del capital juega su papel y la explotación y dominación no quieren ceder espacios. Más de la mitad de la comida del mundo se desperdicia mientras que mucha gente muere de hambre. Hay datos que exasperan y que dan ganas de salir a patearles el culo a los patrones del mundo. Hay que salir a empezar a hacer las preguntas nosotros para poder darnos las respuestas. La autoorganización de la vida, de las decisiones y de la realización de los sueños comienza y pertenece a nosotros. Sin excluidos, sin amos ni esclavos…
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Boletín de la lucha por la Tierra.