Cuando los explotados nos rebelamos y declaramos la guerra al capital, la conciencia para ello no ha sido importada desde afuera ni por la burguesía ni por ningún grupo revolucionario. Así, en un sentido geográfico, cualquier “revolucionario” con resabios de nacionalismo nos dice que las ideas revolucionarias que se desarrollan en la actualidad provienen de Europa, queriéndonos hacer creer, y no inocentemente, la farsa nacionalista.
Ciertos desarrollos de la lucha han aparecido con anterioridad en Europa porque el capitalismo se desarrolló antes allí que por estas tierras, pero rebelarse contra las clases dominantes existe desde que existe la clase dominante, aunque las ideologías vanguardistas o dirigistas (como la leninista) sigan en su lucha por unir al proletariado y su conciencia, como si la conciencia de la propia clase viniera desde afuera de la misma… ¿Cómo es eso? Un absurdo, claro está. Pero esta idea no es sólo propiedad de ideologías contra-revolucionarias, diferentes grupos o corrientes cometen el mismo error. No es suficiente con declararse de tal o cual tendencia para contener tal o cual forma o finalidad, ni para librarse de ella.
El anarquismo, por ejemplo, es consecuencia de las luchas llevadas adelante por los mismos explotados y oprimidos, cuando sintieron la necesidad de organizarse para acabar con lo que los convertía en esclavos, y no la obra de alguna mente brillante separada del conflicto que debía lograr hacer encontrar a los oprimidos con su conciencia.
Un texto anarquista no es útil porque aporta la conciencia, sino que es útil para agitar, para precisar algunas cosas y/o para hacer reflexionar más profundamente, compartiendo reflexiones que no provienen de un cerebro que habita en el vacío sino de personas que se relacionan entre sí, con su entorno y contra sus enemigos. Es en definitiva un “tomar y devolver” pero no un “inventar”. Nosotros no pretendemos dividir a la sociedad en clases como acusan los dedos señaladores del conformismo. La sociedad ya está dividida y queremos que eso quede en evidencia. Ninguno de nosotros “se hace de enemigos” porque se le da la gana, éstos se definen como tales en el desarrollo del deseo de ejercer nuestra vida. Nadie inventó la idea de rechazo al hambre y la explotación, esta surge espontáneamente de cualquier ser humano que tenga sangre en sus venas.
Por esto es que la emancipación de la clase es espontánea, lo que no significa que sea inmediata. En el imaginario ingenuo revolucionario se quiere usar como sinónimos espontáneo e inmediato, cuando en realidad espontáneo hace referencia a que esto se lleva adelante sin agentes externos que lo provoquen, de manera voluntaria, y no por la rapidez inmediata (o no) con la que se realiza el acto revolucionario.
Por otro lado los educacionistas de toda talla pretenden que alguna vez absolutamente toda la clase explotada tome partido concientemente de la necesidad de transformación y avance con todo en claro y sin errores. Olvidan que esa toma de conciencia se va desarrollando en los mismos procesos revolucionarios, en su experimentación, con sus fallas y aciertos, recuperando el proyecto comunista y anárquico, que nos han querido robar durante toda nuestra historia de oprimidos. Y aprendiendo de los errores históricos, porque lamentablemente si algo tenemos y es de donde podemos aprender es de los fracasos, para poder superar las prácticas que han llevado a ellos.
En consecuencia si queremos emanciparnos colectivamente a nosotros mismos, debemos combatir a todos los sectores que tiendan a querer representarnos y dirigirnos… partidos políticos, sindicatos de cualquier tipo e ideologías separadas que tienden a separarnos de nuestras decisiones son solo un obstáculo para “La emancipación de la clase trabajadora sólo puede ser obra de los trabajadores mismos”, junto con todas las subjetividades que nos han sido impuestas como el conformismo, la alienación y el reformismo.
Adaptación del texto para la publicacion Organizate y Lucha nº 11, de la publicacion
Disarmo nº 14,Rosario, 2008.