Para detener el avance de las empresas transnacionales en Guatemala se organizan las consultas en las comunidades, porque cuentan que así se combate al sufrimiento. A 30 años del genocidio, ocurrido en la década de los ochentas, los indígenas piensan que con las transnacionales “viene el K’ax (sufrimiento), el momento de llorar, de huir, de ser perseguidos”, explica en entrevista con Desinformémonos Domingo Hernández Ixcoy, líder maya y participante en la guerrilla durante el conflicto armado. Y están decididos a rechazarlo.
Para impedir que venga de nuevo el sufrimiento, los indígenas realizaron más de 70 consultas en los territorios donde pretende imponer proyectos de minería, de monocultivos o de hidroeléctricas.
Guatemala es el país de América donde se han realizado el mayor número de consultas, explica Hernández Ixcoy: “La consulta es una herramienta de lucha en defensa del territorio”.
“El territorio para los pueblos indígenas es vital, es donde se desarrollan la identidad, cultura, idiomas y cosmovisión”, define Domingo Hernández, quien es parte de la dirección colectiva de Convergencia Nacional Maya Waqib´Kej. “Es el territorio donde consideramos que van a vivir nuestras futuras generaciones”.
Si una unidad comunitaria queda rota al despojarla de su territorio, se le despoja de todo, resume Domingo Hernández. “Un pueblo quiché, kaqchikel o tz’utujil que se traslada a vivir a la ciudad de Guatemala prácticamente ya no puede recrear su identidad y su cultura”. Por eso, considera, su defensa del territorio es permanente.
El líder maya señala que los pueblos aprendieron a reconocer y reclamar los derechos estipulados en la Constitución guatemalteca, pero “lástima que no se lleve a la práctica lo que dice la letra bonita de ella”.
Lo que creó malestar entre las clases dominantes fue la forma colectiva en que se reclaman los derechos indígenas. “Nos vieron como una amenaza al poder público, como la creación de un nuevo poder contrahegemónico, surgido desde los pueblos indígenas”, detalla.
Los indígenas y los errores del movimiento revolucionario
Durante los años de la guerra, el Estado señaló a los pueblos indígenas como influenciados por el comunismo y como bases de los movimientos revolucionarios. Y eso es cierto, aclara Hernández Ixcoy: “Claro que los pueblos indígenas fueron la base fundamental para mantener la resistencia del movimiento revolucionario, eso no lo debemos ocultar. Lo que sí es falso es que fueran engañados”. Señala que las clases pudientes hablaron de la manipulación de la guerrilla y los extranjeros para justificar la represión, pues están conscientes de que su riqueza está basada en la explotación de los pueblos.
El movimiento revolucionario en Guatemala “no supo dar las orientaciones a organizaciones y a comunidades, y quizá nosotros cometimos un error cuando se firmaron los Acuerdos de Paz en 1996”, revela Domingo Hernández Ixcoy, quien fue parte del Ejército Guerrillero de los pobres (EGP), y del movimiento Octubre Revolucionario. “Se vio la firma de los Acuerdos de Paz como un fin, y no como un aspecto coyuntural, como una fase misma de las demandas de los pueblos indígenas”. El gobierno creyó que pasarían muchos años para que los pueblos recuperaran su poder organizativo, agrega.
Con los grupos de poder y los cuerpos represivos intactos, “se creó una pasividad entre los pueblos, que esperaron a que el gobierno respondiera a los contenidos de los Acuerdos de Paz, y se desarticularon las organizaciones”, recuerda el líder indígena.
Fue hasta el año 2003 cuando se dio una articulación con la formación de la Convergencia Nacional Maya Waqib´Kej. Poco a poco, las organizaciones se dieron cuenta de que el gobierno no cumpliría con sus demandas, indica.
Resurgimiento indígena y campesino
La Convergencia nació con la intención de cuestionar las estructuras que generan la pobreza en Guatemala: la tenencia de la tierra, la explotación de los trabajadores, el racismo contra los pueblos indígenas y la marginación que se hace contra las mujeres y la juventud, explica Hernández Ixcoy.
Las comunidades indígenas y campesinas comenzaron a percibir la aparición de empresas transnacionales que buscan la explotación de sus recursos naturales. Además, se dieron cuenta de que “el Estado sigue al servicio de los intereses del poder económico y de las transnacionales. Y empezamos a cuestionar todo esto”, narra el veterano defensor de derechos humanos.
Las empresas transnacionales hicieron su entrada con los monocultivos, y se fortalecieron con la aparición de las compañías mineras, principalmente canadienses. “Nosotros, los pueblos indígenas, le hemos llamado a esto el neocolonialismo, con el engaño de que con eso habrá desarrollo en Guatemala”, puntualiza el dirigente.
Los pueblos comenzaron a hacer uso del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), para argumentar que toda actividad que se desarrolle en sus comunidades, tiene que darse previa consulta e información a los pueblos y comunidades.
La consulta desde los pueblos
“Se sentaron, se juntaron, se consultaron y se pusieron de acuerdo”, reza una frase en el libro maya Popol Vuh. Para Domingo Hernández, esto explica que en los pueblos no existe una forma individual en el pensamiento: “Es decir, lo que yo hago en mi comunidad, si afecta, lo tengo que consultar. Esto lo vemos desde niños”.
Con Guatemala como el país líder en consultas en América –se han realizado 73, organizadas por los pueblos-, las organizaciones “le aclaramos a la gente de la OIT y a funcionarios de Guatemala que no surge la consulta con el Convenio 169, ya que los pueblos siempre consultan”, aclara.
En las consultas comunitarias participa gente de 7 años de edad para arriba, además de que en ellas se profundiza toda la relación de las comunidades con la Madre Tierra, expone Hernández Ixcoy. “No es como en el pensamiento occidental, que dice que hasta que tengas tus papeles de 18 años tienes derechos. Aquí es una vida de participación masiva comunitaria”.
Las organizaciones encontraron en las consultas que la defensa del territorio está por encima de las diferencias político-ideológicas, pues en participan militantes de diferentes partidos, practicantes de diferentes credos y gente de diferentes identidades étnicas, incluyendo a los mestizos.
La defensa del territorio trajo a los pueblos una represión de tal magnitud que no son suficientes los abogados, ya que existen encarcelados, perseguidos y asesinados, relata el dirigente maya. “Tenemos varios compañeros encarcelados de San Juan Sacatepequez, como el dirigente comunitario Abelardo, sentenciado a 160 años de prisión. Otros no pueden salir porque son perseguidos. En Barillas también tenemos compañeros encarcelados”, abunda Hernández Ixcoy.
Con el gobierno de Otto Pérez Molina, la confrontación es más clara, expone el maya: “El nivel de represión y el racismo que expresan sus funcionarios es muy claro. Empezaron de nuevo a decir que los indígenas somos manipulados por los extranjeros”.
Pero los pueblos se aglutinaron para defenderse de la represión, y entienden que el Estado criminaliza la lucha social para desgastar a las organizaciones, contrasta el líder.
“En Guatemala, estamos en un proceso de recuperación organizativa”, finaliza.
Fuente: desinformemonos.org