“Nadie poseía una explicación categórica para juzgar lo que acababa de suceder frente al Nº 729 de la santiaguina calle Copiapó. Ante la mirada expectante de quienes fueran sus amigos, un delgado y moreno cuerpo yacía inerte en las afueras de la casa y taller de un viejo zapatero anarquista. Los vecinos de la humilde construcción, otrora informal y animado punto de encuentro revolucionario, pudieron –imaginamos– aguardar tal como las mujeres y los hombres allí reunidos, alguna respuesta a la sangre que manaba de la tibia cabeza del extinto.”
Así es como comienza el libro “Cuando la Patria Mata. Historia del anarquista Julio Rebosio (1914-1920)”, material que dejamos a disposición para que cualquiera pueda descargarlo, leerlo, y (por supuesto) difundirlo.
Escrito en clave de biografía social, el siguiente texto busca relatar una parte de los convulsionados años que la historiografía ha denominado como el periodo de la “cuestión social”. Tiempo caracterizado por las paupérrimas condiciones de vida de la masa campesina y el proletariado urbano, así como de la conformación de las primeras experiencias ancladas en el ideario socialista y anarquista en esta región del planeta. A través de la vida de este sujeto en particular, se intenta esquematizar de manera general el ambiente que se vivía en este periodo caracterizado por una gran agitación revolucionaria.
El caso de Julio Rebosio, dentro de este contexto, resulta paradigmático, ya que refleja de forma clara el proceder represivo del estado de la época, así como el espíritu de contestación del proletariado constituido en este territorio al fin del mundo, durante la introducción del capitalismo industrial.
El caso de Rebosio, un anarquista, agitador, propagandista, fundador de centros sociales, activista sindical y remiso del servicio militar, fue para los poderosos, una figura que no entendían y, a la vez, temían, quizás por eso la incansable persecución de la que fue víctima durante parte importante de su vida.
El hecho de que haya nacido en el norte y se desconociera su verdadera nacionalidad (hasta el día de hoy no se sabe con exactitud si nació en territorio peruano o chileno) fue un hecho que sirvió para que el anarquista fuera perseguido por el estado chileno bajo la chapa de “conspirador y espía peruano”, cliché muy difundido por los poderosos de la época, los cuales, bajo un espíritu nacionalista, buscaban excusas para aplastar a todos los que se opusieran al estado de las cosas.
Incansablemente perseguido, encarcelado y torturado, el supuesto caso del “espía peruano”, que en realidad era uno de los elementos más activos dentro del proletariado revolucionario de la región chilena, es un ejemplo de cómo el nacionalismo y la noción abstracta de “patria” ha servido a los intereses de los poderosos para destruir cualquier esfuerzo contra la dominación.
A estas fechas en que el nacionalismo a ambos lados de la frontera vuelve a resurgir producto del fallo de la Haya entre Perú y Chile, es necesario volver a mirar la historia para comprender que el sentimiento nacional es una construcción que descansa sobre siglos de represión a los más desfavorecidos de esta sociedad.
Poco nos importa si Julio Rebosio era chileno o peruano, porque indudablemente es nuestro hermano, independiente de dónde haya nacido. Sabemos que las fronteras nacionales son ficticias, y que solo una sociedad que haya superado todo vestigio nacionalista puede emanciparse, no a favor de tal o cual estado, sino en contra de todos los estados del planeta, y a favor del único verdadero interés, el de la comunidad humana global.
En tiempos en donde el nacionalismo aún se huele en el aire, y no solo es pregonado por las capas poderosas de la sociedad, sino que por los “chilenos de a pie”, e incluso por sectores “combativos” que lo reproducen en sus prácticas y discursos, urge hacer hincapié en lo nocivo que ha sido el ideario nacionalista.
Y es que sin internacionalismo, bien difícil podría surgir una revolución autentica.
La lectura de la historia de Julio Rebosio nos acerca a todas estas reflexiones, así como nos demuestra que son miles los obreros anónimos que en esa época lucharon contra el autoritarismo estatal y la dictadura del capital. No hay un padre del movimiento obrero, como ha difundido cierto ideario izquierdista con la figura de Recabarren. Aún quedan muchos que como Rebosio falta que sean rescatados del olvido. Y no solo anarquistas, también socialistas y comunistas anonimos a los que el estado y la burguesía, los propios obreros y trabajadores, así como también una tradición marxista y personalista, sentenció al olvido.