El desarrollo de un movimiento social en el que se han involucrado sujetos históricos ligados al ideario político anarquista, los cuales han hecho suyas las prácticas propugnadas por esta ideología (asociacionismo horizontal, creación de espacios alternativos y liberados, y también actos de propaganda por el hecho, acciones directas violentas, etc.), nos conduce necesariamente a buscar su génesis en el tiempo, con el fin de establecer la evolución histórica que poseen estos individuos y sus prácticas dentro del devenir del movimiento social-obrero y, específicamente, en el desarrollo de un movimiento o corriente anarquista en Chile.
Los elementos más relevantes y novedosos que han motivado el desarrollo de este estudio, dicen relación con la puesta en discusión de categorías de análisis problemáticas para historiadores, sociólogos, cientistas sociales y políticos, como es la cuestión de la violencia y el enfrentamiento de fuerzas o el antagonismo de grupos o clases que se desarrolla a través de esta. Íntimamente ligado a lo anterior, el estudio pone en contacto y socializa fuentes ligadas al trabajo teórico del anarquismo clásico y contemporáneo, como una forma de insertar las interpretaciones y los análisis que se desarrollan, dentro de una matriz general explicativa. Esto encuentra su razón de ser, en la consideración que se hace de los estudios que se han realizado en Chile en torno al tema del anarquismo y los juicios que de estos se han elaborado, donde la escasez de conocimientos en torno al aparataje conceptual, la teoría y las prácticas de los anarquistas, ha llevado a los historiadores a cometer un sinnúmero de errores, y a los críticos a levantar comentarios arbitrarios e infundados.
Se ha argüido que el anarquismo en Chile, desde sus inicios, habría sido un “movimiento principalmente obrero, basado en los sindicatos y persiguiendo un fin primordialmente económico y social”, lo que ha quitado valor a temas como la difusión ideológica, el desarrollo intelectual y educativo, y lo que es más importante la “transformación en el presente” y la proyección política que plantearon los libertarios chilenos durante este período. A pesar de que esta critica encuentra asidero en términos cuantitativos, al postular que la base social de los anarquistas era numerosa, ya que podía dar solución a los problemas que más aquejaban a los sectores obreros y populares, resta importancia a los “modos” en cómo se obtenían esas soluciones y beneficios, quitando el dinamismo práctico de las posturas libertarias, incluyendo las concepciones sobre los métodos violentos de acción.
Contrariando, en parte, estos últimos planteamientos, postulamos que la corriente anarquista chilena, tras su aparición en el escenario de las luchas sociales a comienzos del siglo XX, formulo un discurso y una manera conductual que transformo los cánones que había establecido, en este sentido, el movimiento obrero y popular que venía tomando forma en el país. Las verbalizaciones (bajo un discurso proyectual rupturista) y un “comportamiento” (traducido en acciones violentas) frente al cotidiano, la política, la economía, la moral y para nuestro específico interés, los conflictos sociales, con claros caracteres violentos, estaban ligados a la búsqueda de objetivos políticos específicos (creación de una sensibilidad nueva en los sujetos, transformación social a través de la huelga general revolucionaria, disolución del Estado, organización social horizontal, emancipación económica, social y cultural, etc.), que dicen relación con la visión de mundo y la estrategia política que estos sujetos poseen.
Así, la necesidad de acentuar y llevar al límite las luchas desarrolladas por el movimiento obrero y popular, utilizando métodos violentos, se explica por la ineficacia de las prácticas reformistas, institucionales y legales, que otros grupos u organizaciones profesaban. Debido a esto, es que hay una relación directa entre violencia y objetivo político anarquista, en donde la materialización de un discurso y un método práctico de accionar de fuerza alternativo, a través de la “acción directa” como táctica fundamental, tenía por labor, por un lado, generar una “diferencia” ante las otras formas de organización política obrera-popular y, por otro, acentuar el proceso de choque entre las clases (o los “oprimidos” y los “opresores”), lo que desencadenaría finalmente el éxito del proyecto postulado por los anarquistas: la liberación total de los individuos y los grupos y el establecimiento de una “nueva sociedad anarquista”, basada en una moral solidaria y justa.
Al parecer, la historiografía que ha estudiado la relación violencia – anarquismo en Chile, ha obviado, mirado con recelo o discreción lo que anteriormente postulamos, creando un estado de cierta “parcialidad” en lo que se refiere al actuar de la corriente anarquista chilena escaseando además un estudio teórico profundo de lo que fue y es la ideología y la práctica libertaria. Considero que han sido dos los dilemas fundamentales que han llevado a mantener este estado de cosas en los estudios del anarquismo en Chile. En primer lugar, la gran dispersión de las fuentes que es posible encontrar para desarrollar una reconstrucción fidedigna, argumentada y analítica de lo que realmente significó la corriente anarquista en Chile, tanto en el período que pretendemos estudiar, como también así para los años posteriores. En segundo lugar, las fuentes que es posible rastrear se encuentran “monopolizadas” por grupos e individualidades de académicos e intelectuales, los que han generado prácticas bastante cuestionables, con el objetivo de ser los únicos que puedan decir algo sobre temas y problemas que son de interés social. Esto, ha llevado a que los estudios en torno al anarquismo hayan sido desarrollados con un “interés” del “saber erudito intelectual” y el “control social” más que del “hacer político transformador”, lo que ha creado en el imaginario social la visión del anarquista como un “intelectual amante de la humanidad, filántropo”, por lo tanto poco peligroso, al contrario hasta “simpático” y útil al bien ciudadano, cuando se mantiene en esa esfera y, por otro lado, la del sujeto que debe ser controlado y perseguido por ser un “delincuente desquiciado y antisocial” que, de un momento a otro y siempre, es capaz de instalar artefactos explosivos para atentar en contra de la propiedad o la autoridad constituida. En base a la primera imagen, no parece extraño que gran parte de las investigaciones realizadas sobre el anarquismo chileno o sobre sus “figuras más sobresalientes” hayan sido financiadas por aportes del Estado, lo que resultaría sumamente contradictorio, pero que no lo es cuando entendemos ese “interés creado”.
Para generar una explicación fundamentada y ordenada de lo que pretende comprobar este estudio, lo hemos dividido en dos grandes temas, para comenzar encontraremos una doble reflexión y delimitación teórica sobre el concepto de “violencia”, el cual es tratado, primero, desde una óptica “general” o sea utilizando variadas fuentes que han analizado la categoría, para posteriormente hacerlo desde la visión específicamente anarquista, en donde integramos de lleno la concepción ácrata sobre la “acción directa”. De esta manera, pretendemos alcanzar y lograr una base solida para enfrentar una segunda parte de la investigación, donde nos dedicamos de lleno al rescate histórico de las expresiones violentas llevadas a cabo por la corriente anarquista chilena, entre los años 1890 y 1914 (destacando cuatro grandes etapas, que se diferencian y a la vez conviven entre si). Para esto, nos acercamos a lo que hemos denominado “violencia discursiva”, la que se encuentra plasmada, fundamentalmente, en los periódicos libertarios de la época, desde los cuales rescatamos las formas de interpelación confrontacional con las que se daba a conocer el objetivo político anarquista y los llamados a la acción. Finalizamos contrastando la violencia discursiva proyectual con las acciones concretas de violencia en donde tuvo injerencia la corriente anarquista chilena, planteando una respuesta “alternativa” al problema entre teoría y practica libertaria.
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