Testimonio de un preso FIES, Joaquín Ángel Zamoro Duran

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(Miembro, amigo y colaborador de la PLATAFORMA DE GRUP DE SOUPORT A PRESOS/AS).

Todos sabemos que la muerte se produce cuando dejamos de experimentar sensacio­nes. Cuando nos meten en la cárcel, no solo se nos esta apartando del entorno ecológi­co natural al que pertenecemos, de nues­tros familiares, amigos y seres queridos, sino que también se nos esta empujando a un torbellino de violencia y destrucción. Se nos priva del procesado natural de crecimiento y maduración.

Una vez AQUÍ DENTRO, descu­brimos que existen mas CÁRCELES, son los GRADOS, LAS FASES, LOS REGÍMENES ES­PECIALES, EL AISLAMIENTO…

Concepción Arenal, dijo: «el hombre ais­lado se siente débil… Y lo es «Nosotros, los que conocemos este Mundo de Cemento y Hierro, sabemos que en verdad es mucho mas que eso: si la cárcel es «el revolver» con el que apuntan a la sien de la Sociedad y La Intimidan, el aislamiento es «el revól­ver» con el que asesinan a las personas pri­vadas de libertad. Es la peor «castración» humana que se puede concebir e imaginar. A medida que te van apartando de tus igua­les, te van apartando de toda experiencia vital, de toda sensación que no sea mutiladora por lo que en realidad, nos empujan a la peor de la muertes: LA MUERTE EN VIDA… El aislamiento erosiona la vida. Hace me­lla incluso en las piedras. Las personas ais­ladas, desgastan su pensamiento y para no enloquecer se instalan en el pasado. Con el transcurso del tiempo llegamos a asemejar­nos al agua estancada de una ciénaga, la cual de no recibir agua nueva, termina por corromperse y morir. Todo AHÍ ABAJO es extremo y violento. Todo esta concebido para destruirnos y despersonalizarnos…

La Ley Orgánica General penitenciaria y el vigente Reglamento Penitenciario, dan cober­tura a un sin fin de modalidades, o dicho de otra manera, de regímenes de «vida» carce­laria para someter a las personas a aisla­miento, pero la peor de todas, la más cas­tradora, mutiladora y asesina es, sin duda alguna, el denominado Régimen F.I.E.S.

F.I.E.S. (Fichero Internos Especial Se­guimiento): Fue concebido, planificado y puesto en marcha por, paradógicamente, un Gobierno progresista: P.S.O.E. La Admi­nistración Penitenciaria española, encabe­zada por el ahora ex- secretario de Estado y ex- ministro de interior, Antonio Asunción, en 1991 curso a todos los Centros Peniten­ciarios una «circular» a través de la cual se permitía a los carceleros subyugar y elimi­nar física y psicológicamente a los presos incluidos en ese «fichero»…

… La mencionada «circular» conculcaba la propia esencia teórica de La Ley Orgáni­ca, Reglamento Penitenciario e incluso la Constitución, por lo que no se podía llevar a cabo sin el consentimiento y connivencia de Fiscales y jueces. Se construyeron De­partamentos «especiales» en diferentes pri­siones: Sevilla II, Acebuche, Almería, Puer­to de Santa María, Cádiz, Badajoz, Jaén II, El Dueso, Villanubla, en Valladolid, y un lar­go etcétera… Y se confecciono un «mapa «geográfico-político-penitenciario para dis­tribuir a los presos según su catalogación… Convirtieron un Fichero de seguimiento, en una modalidad de vida penitenciaria, repi­to, amparados por Jueces Fiscales y some­tieron a mas de un centenar de hombres al mas brutal y criminal de los regímenes de vida carcelaria: veintitrés horas de encierro en una celda, totalmente solo y aislado, dis­frutando de una hora de paseo en solitario por un patio enrejado y cubierto. Teniendo que permanecer esposado en todo momen­to fuera de la celda.; éstas, las celdas, in­frahumanamente habilitadas, sin espejos o, en el mejor de los casos, con planchitas de aluminio pulidas que hacían las veces de espejo… Todo el mobiliario existente, esta­ba compuesto de mesas y sillas adosadas al suelo o la pared. Se nos permitía como mucho una muda de ropa, despojándosenos de cualquier prenda u objeto que nos mantuviera vinculados a nuestro entorno intimo y familiar (determinadas prendas de vestir, anillos, medallas, fotografías…). Pu­sieron chapas troqueladas o rendijas en las ventanas, cámaras de circuito cerrado en las puertas, estas, las puertas., eran auto­máticas y controladas desde «bunkers» don­de se atrincheraban los carceleros para, im­punemente, convertir nuestras vidas en una auténtica pesadilla. Jamás existía contacto físico con ellos, y cuando este se producía, era violento: aparecían diez u doce carcele­ros con cascos, escudos, porras y esprays paralizantes y tóxicos, que esposaban al pre­so bien para cachearle o conducirlo a tra­vés del recinto penitenciario… Las conduc­ciones a otras prisiones, las hacia la guardia civil, eran de carácter «especial», en solita­rio, fuertemente custodiados y directas. La correspondencia y comunicaciones tanto a través de los locutorios como telefónicas, sistemáticamente violadas e intervenidas. Las palizas continuadas y las torturas físicas y psicológicas el pan nuestro de cada día.

Con todo ello ya hemos dicho, se preten­día anular y eliminar al hombre encarcela­do. Cualquier psicólogo, psiquiatra o perso­na con dos dedos de frente, sabe que someter a unas personas a este régimen de vida es poco menos que conducirlo a la muerte. De hecho son ya varios los hom­bres que han muerto, por suicidio u asesi­nato a mano de los carceleros.

… Alguien dijo: «quitarle la esperanza a un hombre y la convertiréis en asesinos». A un F.I.E.S. se le quita mucho mas que la es­peranza: se le priva del contacto necesario con sus iguales. Se le impide mantener rela­ciones con el exterior, puesto que al no exis­tir ni siquiera intimidad en una carta o comu­nicación, se autocensura y no comparte ni comparten con el, hechos íntimos: ¿Como puede alguien mantener una relación de pa­reja, por ejemplo, si no pueden compartir la necesaria intimidad que les permita crecer como pareja? ¿Y como se alimenta una amis­tad si ni siquiera se puede iniciar por estar totalmente desarraigado del mundo exterior? ¿Puede alguien imaginarse sin verse el ros­tro durante años en un espejo?…

¿Sin hablar con nadie durante semanas y meses? ¿Sometido a una tensión que se puede palpar en el aire y casi cortar con un cuchillo? Dudo que quienes no lo hayan vi­vido puedan acercarse en el terreno de la comprensión a imaginar lo que ello puede producir en los seres humanos… Sin em­bargo debemos saber, que el embruteci­miento que se produce en nosotros es tal, que no llegamos a respetar nuestra propia vida, y siendo así, como se espera que res­petemos la vida ajena?

… AHÍ ABAJO, A ESTE LADO DEL MURO, siguen haciendo eso con unos hombres que se autolesionan cortando las venas de sus brazos, apuñalándose con bolígrafos u alambres, padeciendo huelgas de hambre y sed, golpeando sus cabezas contra pare­des… Y el Sistema, los poderes estableci­dos, los jueces y Tribunales dicen que lo hacen desde su propia libertad. Que eligen hacerse daño, pero no pueden enfrentarse a la realidad axiomática de que no somos hedonistas por naturaleza, ¡que no busca­mos el dolor! Sino el placer, pues no se en­frentan a ello, concluirían o que estamos locos y por tanto no es la cárcel lo que ne­cesitamos sino un tratamiento humano y efectivo, o que existen razones de peso que hacen que unos hombres que padecen fru­to de ese régimen castrador y asesino, pro­cesos psicosomáticos de toda índole: an­gustias, desordenes hormonales, asfixias… a los que atiborran de fármacos para ador­mecerlos, y a los que lenta, metódica y ma­quiavélicamente están destruyendo.

«TOLERAR UNA INJUSTICIA ES INICIAR OTRA»

… Y eso es lo que hacemos con nuestra ‘ indiferencia ante tal exterminio. Con nues­tra permisibilidad bien inconsciente o cons­cientemente. No debemos olvidar que a las personas no se las mejora haciéndoles daño: solo se las amarga mas o se las hace peor, si no se las elimina. Cada una de las letras que conforman este escrito, es un grito a las conciencias de toda la humani­dad, y un homenaje a esos hombres que como yo lo estuve hasta hace solo diez meses, durante varios años, viven en el IN­FIERNO F.I.E.S. construido por otros hom­bres en el nombre de la libertad y para ver­güenza de la especie.

C.P. Brians. Marzo de 1996.

(Del “Panóptico” 2, otoño 1996)