En la primera mitad de este año, el clima social local se vio sacudido por masivas manifestaciones relacionadas con la denominada “problemática ambiental”, específicamente con la aprobación del megaproyecto HidroAysén en el sur del país. Si bien la amplitud del rechazo a este tipo de proyectos pudo sorprender, la verdad es que ya hace unos cuantos años los conflictos ambientales han ido cobrando relevancia, con varios focos a lo largo del país, teniendo quizás como hito inicial el llamado caso “cisnes” de Valdivia.
El Nº 4 de la revista “Construyendo” está centrado precisamente en el tratamiento teórico-“político” de esta temática. Las posibles imprecisiones, falta de desarrollo de algunas temáticas, e incluso probables contradicciones, deben ser comprendidas como parte de la construcción de un movimiento vivo; dinámico. En definitiva, este es un intento serio de iniciar una discusión necesaria para avanzar en nuestras luchas cotidianas, para dotarlas de profundidad y totalidad. En ningún caso constituye una receta acabada y estática, sino una propuesta para enfocar el tratamiento de la temática ambiental y de enriquecimiento de la teoría revolucionaria, y como tal debe ser entendida.
Introducción
El conjunto de conflictos derivados de la relación establecida entre las sociedades humanas y el entorno natural, entendido aquí primariamente como “problemática ambiental” , constituye un tópico que, de un tiempo a esta parte, se encuentra en el primer plano del debate social, abarcando desde los espacios donde se desenvuelve la cotidianidad del común de las personas hasta los círculos de poder político-económico y académicos.
Oficialmente, se afirma que la responsabilidad de esta problemática es compartida, por igual, por todas y todos. A menudo se enfatiza en que esta problemática es un mal necesario, externalidad propia del progreso social para el aseguramiento de la satisfacción de las necesidades humanas, mientras que se plantean soluciones meramente técnicas para la misma, aparentemente desprovistas de contenido político.
Nuestro posicionamiento –adelantamos– es radicalmente distinto. Sostenemos que la interacción entre la sociedad y la naturaleza está en estrecha relación con el tipo de interacciones establecidas dentro de los cuerpos sociales. Así, la sociedad capitalista actual, que tiene su fundamento en la continua acumulación de capital en virtud de la apropiación del producto del trabajo social por una minoría propietaria de los medios de producción, genera relaciones objetivas destructivas con el medio natural y desarrolla una ideología propia que justifica, “racionalmente”, el estado de las cosas. En este sentido, establecemos que la no superación de la contradicción interna de las sociedades humanas (es decir, el fin de las clases sociales), permite y necesita de una cada vez más intensa explotación de la naturaleza, lo que causa su continua degradación con sus respectivos efectos negativos sobre las condiciones de vida de la gran mayoría de la población humana . La única responsabilidad que nos cabe entonces, como inmensa mayoría explotada y oprimida, respecto a la problemática ambiental (a escalas locales y globales), es la de permitir la perpetuación de nuestra propia explotación como clase. Pero, y debemos dejarlo claramente establecido, esta “pasividad” no es completamente voluntaria, sino que responde a determinantes histórico-sociales y a mecanismos de control ideológico que muchas veces sobrepasan la propia conciencia y voluntad (individuales y grupales o colectivas). Contribuir a romper con estas condiciones de alienación, enriqueciendo las luchas populares y la comprensión de los procesos naturales y sociales, además del rol que jugamos dentro de ellos, es uno de los objetivos del presente documento…
…A distintas escalas espaciales se hace patente el deterioro del entorno natural; desde la contaminación que afecta a determinados territorios, hasta el bullado tema del calentamiento global y el cambio climático. La conciencia del daño provocado a la naturaleza y, junto con ello, necesariamente contra nuestra propia especie, entrega desde ya razones sobradas para tomar el tema en serio. Pero integrar el tema ambiental dentro del discurso y la acción revolucionaria no es sólo anexar el mismo y determinar qué uso instrumental político se le da, si no que como se adelantó, forma parte de la contradicción misma del capital con el trabajo vivo, en términos tales que la acumulación capitalista pasa por la destrucción medio ambiental. No se trata de un mero tratamiento técnico del tema (aunque de hecho éste sea necesario), de sólo un manejo de datos dependiente de la ideología o formación intelectual del grupo que hace de esta problemática una de sus aristas a tratar. Integrar quiere decir que tanto los aspectos técnicos y prácticos como los teóricos son comprendidos y potenciados junto al conocimiento y teoría ya existente sobre las luchas sociales y, a su vez, potencian y enriquecen una posición revolucionaria, tanto teórica como prácticamente. Para ser más claros, no se trata sólo de que tal o cual organización se dé cuenta de que una determinada industria contamina y afecta la salud de las poblaciones circundantes o de sus trabajadores y, a la luz de su conocimiento (o ideología) anterior, trate de utilizar este conflicto –o potencial conflicto– para agitar, para darse a conocer, para potenciarse a sí misma; en definitiva, para meramente instrumentalizar tal conflicto generando un bullado hecho político, enriqueciendo su posición a lo más con conocimientos técnicos sobre el proceso de contaminación o los posibles daños a ecosistemas y personas. No, a lo que aspiramos es que tanto el trasfondo teórico que permite comprender de manera amplia los ecosistemas, su organización y el lugar que como especie ocupamos dentro de ellos, así como sus aspectos prácticos y técnicos, sean integrados a la praxis revolucionaria, como ampliación de la comprensión de la Historia, de la materia y de la dialéctica . Tampoco se trata de “biologizar” la realidad social y cultural humana. Es decir, se trata de que comprendiendo cómo se organizan los ecosistemas, podamos también comprender de mejor forma como se organiza nuestra sociedad, que comprendiendo bajo que principios se desarrolla el proceso de la vida, podamos también enmarcar los procesos de lucha, que observando bajo que lógicas se genera el conocimiento científico natural, comprendamos los procesos que dan origen a un cuerpo teórico en cualquier área. Sólo enfrentando la problemática ambiental de esta manera podremos, por una parte, entender bien los conflictos y actuar de manera real y efectiva en ellos y, por otra, construir sólidamente un posicionamiento revolucionario integral de clase.
(extraido da “El Radical Libre” blogspot)