Juventud Popular, Lucha Armada y Revolución 1950-1999

viejas

Por José Antonio Palma (1)

Uno de los principales legados nefastos de la dictadura militar es el imaginario de un país pacificado, donde la violencia, en cualquiera de sus formas, en especial la política, se diluye en la medida que la desregularización de la economía, la privatización de los derechos sociales y el Mercado se convierten en la centralidad del supuesto desarrollo económico, social y cultural del país.

De forma siniestra, evidencian que la paz social es sinónimo de neoliberalismo, y que todo atisbo de violencia, sobre todo social y política es una anomia histórica, producto de tiempos pasados. Un hecho excepcional, que cuando ocurre es protagonizada por una fracción marginal de sujetos disociados, jóvenes en su mayoría, que no comprenden los beneficios que entrega el Mercado. Como si las vastas e interesantes oportunidades las desecharan por capricho. Jóvenes muy similares a los de años atrás son protagonistas de estos hechos en la actualidad, y de manera análoga, son los jóvenes populares, esos mismos que nacieron frente una cancha de tierra y que viajan más de una hora para llegar a sus lugares de trabajo y/o estudio. Los mismos que sufrieron mayormente los costos del neoliberalismo y que en los 80’ fueron los protagonistas para impedir la instauración de este modelo económico depredador y elitista. Ellos, se jugaron la vida y su libertad no solamente para detener la instalación del modelo y derrocar a Pinochet, lo hicieron para edificar los pilares de una revolución socialista. Se enlistaron en organizaciones revolucionarias y se sumaron a la lucha armada contra el “Tirano”, al mismo que tuvieron contra las cuerdas y lo tuvieron a un “tiro de low” de la justicia revolucionaria.
¿Desde cuándo identificamos esta radicalización en las luchas del movimiento popular? ¿Cuáles son los factores fundamentales que incidieron en la decisión de miles de jugarse la vida y su libertad por la revolución? ¿Cómo se desplegaron las respuestas de estos sectores en el contexto represivo?
Si tuviéramos que ponderar el despliegue de violencia política en la historia de Chile, identificaríamos claramente que se origina casi en su totalidad desde el Estado y las elites. Testigo de aquellos son las guerras civiles del siglo XIX y las sucesivas intervenciones militares durante toda su historia, destacándose la represión sanguinaria en los motines urbanos del 1900’ y masacres rurales y en oficinas salitreras en la primera mitad del siglo XX.(2)
Desde 1950 la protesta social comenzó a radicalizarse en la medida que la política keynesiana y el fallido Estado de Bienestar colapsaba, y el Chile que lo vio germinar cambiaba radicalmente. La violencia política popular se acrecentó a través de acciones de masas que reivindicaban principalmente derechos sociales y económicos; trabajadores que aspiraban a mejoras salariales y laborales en general, pobladores por el derecho a la vivienda, estudiantes que buscaban reformar la educación elitista y oligárquica, entre otros, se lanzaron a las calles de manera masiva. La agudización del conflicto social y político buscaba principalmente romper con la tensión constante que generaba el marco jurídico-político que contenía las demandas mencionadas. La institucionalidad liberal generada en los 20’y 30’ comenzaba a mostrar sus fisuras. Se emprendió paulatinamente hacia los 60’ y sobre todo en el periodo de la Unidad Popular [UP] un proceso de cuestionamiento sobre una de las piedras angulares de la dominación oligárquica: la propiedad privada. La Frontera de la democracia burguesa encontraba su límite histórico. (3) Aspecto fundamental para los fines actuales, ya definir esa demarcación es la ruptura programática con la Izquierda reformista y burguesa.
En lo político, importantes sectores llevaron a cabo un proceso de decantación revolucionaria. En 1965, luego de sucesivos quiebres con los partidos de izquierda tradicionales – Partido Comunista [PC] y Partido Socialista [PS]- y confluencia de diversos sectores ideológicos: anarcosindicalistas, maoístas, trotskistas, leninistas, guevaristas y cristianos, generarán la primera vanguardia revolucionaria que establecerá como propuesta estratégica y lineamiento programático la lucha armada. Nacerá el Movimiento de Izquierda Revolucionaria [MIR], orgánica que se planteará la insurrección armada como opción estratégica para la toma del poder y la construcción del socialismo. (4)
Durante el gobierno de la UP, el MIR llevará una particular relación con el gobierno. Se evidenciarán tensiones y distensiones en diversos planos. Desde el comienzo aplaudirá y visualizará como una oportunidad el triunfo de Salvador Allende, pero a la vez mostrará su desconfianza con la ‘via chilena al socialismo’. Esto quedará evidenciado en el denominado apoyo crítico. (5) Impulsará el Poder Popular en los diversos planos de la lucha social y política, considerará al territorio como el marco geográfico donde germinará esta iniciativa. Una rica y particular experiencia política de los explotados que será truncada por el golpe militar. La lucha armada por la toma del poder se suspenderá por algunos años para ser reemplazada por la lucha por la sobrevivencia. Todo el rico tejido social construido en más de 80 años de historia por la Izquierda volverá a foja cero.
A partir de 1978 se comienza abrir un nuevo ciclo de violencia política, que por lo demás es excepcional, debido que convivirán tres organizaciones político-militares de izquierda que se plantearán la lucha armada como directriz estratégica para derrocar a Pinochet y encaminarse a la revolución socialista. Junto con la rearticulación del MIR y su reconfiguración estratégica de la guerra popular prolongada, el PC luego de un tenso debate interno comienza a validar todas las formas de lucha, consigna que allanará el camino para la Política de Rebelión Popular de Masas y el nacimiento del Frente Patriótico Manuel Rodríguez [FPMR] (1983), brazo militar comunista que se desprenderá en 1987. Y por otro lado, la radicalización también llevará a que hacia 1982, un importante sector juvenil del MAPU, den origen al MAPU-Lautaro, grupo que también se planteará la lucha armada. (6)
Esta radicalización se puede explicar por diversas variables. Por un lado, observamos que el traumático proceso de instalación del modelo neoliberal afectó principalmente a los sectores juveniles urbano-populares, ya que eran los que estaban más desprovistos social y económicamente ante las medidas neoliberales emprendidas por los Chicago Boys. Eran por otro lado, los que habían crecido en un ambiente constantemente represivo y de censura. (7) Ellos mejor que nadie padecían los controles de identidad, la detención por sospecha, la golpizas injustificadas, prisión y muerte de cercanos, allanamientos masivos y sobre todo un futuro incierto, que con suerte les depararía terminar su enseñanza secundaria y semi-proletarizarse en trabajos inestables, mal pagados, sin seguridad laboral, pateando piedras como señala la famosa canción de Los Prisioneros en los 80’.
La estructura de oportunidades del periodo para estos jóvenes marginales les presentaría tres grandes opciones: una tiene que ver con la descomposición, ya que muchos de ellos propenderán a generar estrategias de sobrevivencia que les permitan sustentar mecanismos que los abstraigan de la cruda realidad; el alcohol y las drogas duras que comienzan a masificarse en los 80’. De esa manera, ellos alternarán trabajos temporales con acciones delictivas, como el robo por sorpresa, hurto y el microtráfico que terminará por masificarse en los 90’. Una segunda alternativa serán los jóvenes que intentarán afianzar su vinculación trabajo-capital, a partir de empleos más estables, principalmente con una mayor calificación, estudiando en establecimientos técnicos, universidades estatales, los que seguramente serán los menos. Así, los que no logren una mayor calificación y/o un empleo estable, comenzarán a engrosar lo que se conoce como los trabajadores independientes o cuentapropistas. Finalmente, encontraremos a algunos, que más allá de transcender en alguna de las dos opciones mencionadas anteriormente, tomarán la decisión de integrarse a las filas de la resistencia, dispuestos a entregar lo más valioso que puede poseer un ser humano: Su vida y su libertad.
Las orgánicas del MIR, el PC-FPMR y el MAPU-Lautaro crecerán principalmente en este sector social. Jóvenes populares: estudiantes, trabajadores y pobladores se integrarán a estos grupos, identificándose con el proyecto revolucionario que encarnaban y principalmente con la necesidad de enfrentarse de manera radical a la dictadura.
Ellos serán los protagonistas principales en el periodo 1983-1987, conocido como las jornadas de protesta nacional, que intentarán derrocar a Pinochet. Llevando a cabo parte de las acciones más violentas, como el levantamiento de barricadas, enfrentamientos con fuerzas represivas, saqueos, tomas de establecimientos educacionales, recuperaciones de alimento y vestimenta, entre otras acciones. Sobre todo cuando la masividad de las protestas de paso a un segundo momento, donde si bien se sectoriza la protesta violenta en el ámbito estudiantil y poblacional, se radicaliza aún más las acciones. Lo que a su vez denotaba como la socialdemocracia, la jerarquía eclesiástica y el Departamento de Estado Norteamericano, aceleraron el proceso de transición democrática. Sobre todo cuando desde Estados Unidos se le advierte a Pinochet, que si no lo realiza de manera rápida existía la posibilidad que Chile se convirtiera en una segunda Nicaragua. (8)
Por otro lado, es posible que esta radicalización parcelada se explique también porque estos sectores adquirieron cierto aprendizaje político-militar que los llevo a complejizar y a elevar sus acciones. Así se explicaría cómo algunos de ellos elevaron su tecnicidad, sagacidad y despliegue operativo, generando estructuras más complejas, que por contraparte, terminarán siendo aisladas y aniquiladas por los servicios de seguridad primero de la dictadura y luego de la democracia concertacionista.
Para nadie es un misterio, que la derrota de la Izquierda revolucionaria (MIR, PC-FPMR y MAPU-Lautaro) es posible explicarla por diversos factores: contracción del bloque socialista a nivel mundial; estabilización económica desde 1985; un progresivo aislamiento político propiciado por sectores de la Iglesia, del socialismo renovado, de la Democracia Cristiana; la intervención de Estados Unidos; la deslegitimación de la lucha armada sobre todo a partir del descubrimiento de armas de carrizal bajo y el fracasado intento de ajusticiar a Pinochet; por la enorme superioridad técnica de las FFAA y de orden del Estado de Chile, entre otras. A las que también, eso sí, hay que agregarles los diversos problemas y tensiones internas de cada orgánica, que sometidas a la derrota estratégica 86’-88’ terminarán por quebrarse y atomizarse.
En suma, la lucha armada se convirtió en un factor que coadyuvo de manera fundamental para acelerar el proceso de transición democrática y que la dictadura negociara con sectores políticos que administraran y fortalecieran su legado institucional (la Constitución del 80’ y una serie de leyes amarre) y el modelo económico (el neoliberalismo). Estos jóvenes, muchos de ellos que dejaron sus vidas, protagonizaron el último intento más concreto para alcanzar una revolución socialista, y que por ningún motivo combatieron y murieron por esta caricatura democrática que tarde o temprano alcanzará su límite o frontera, así como comenzó a suceder desde la segunda mitad del siglo XX.
La estabilidad democrática no tiene que ver con que la violencia política se diluya en una sociedad, ejemplo es como desde 1990 se llevó un plan de Pacificación y Aniquilamiento(9) contra los sectores revolucionarios que intentaron fútilmente detener la entronización del legado dictatorial. Es recurrente y casi paradójico que cuando amplios sectores de los explotados, sobre todo los jóvenes populares exigen a la institucionalidad burguesa, esta responde con terrorismo de Estado. De la misma manera, la Academia servil a estos intereses, junto con la prensa reaccionaria generan la justificación teórica y el manto ideológico que justificará esta violencia. La bella historia de los periodos de mayor democratización y participación política de la sociedad la visualizarán como caóticos, anárquicos y antidemocráticos (1823-1830, 1924-1925, 1931, 1967-1973, 1983-1987). Por ello, más que nunca es necesario librar en todo momento la batalla de las ideas sin cuartel, disputarles cada centímetro de memoria, fundamental en el rearme ideológico, social, político y militar del movimiento popular, señalando a pie firme que el proyecto revolucionario desde mediados de siglo, golpeado y todo, tuvo continuidad y que está en plena germinación y combate.
(1) Articulo basado y realizado gracias a la beca de tesista de posgrado del proyecto Fondecyt ““Contexto histórico y dinámicas políticas de la insurgencia armada en Chile (1978-1994)”, dirigido por el profesor Igor Goicovic. 2013.
(2) Ver Mario Garcés. Crisis social y motines populares en el 1900. Lom ediciones. 2003; Floreal Recabarren. La Matanza de San Gregorio: 1921, crisis y tragedia. Lom ediciones. 2003; entre otros. Para la violencia política popular en la segunda mitad del siglo XX ver Gabriel Salazar. Violencia Política en las ‘grandes Alamedas’. La violencia en Chile, 1947-1987: una perspectiva histórico-popular. Lom Ediciones. 2006
(3) Juan Carlos Gomez. La Frontera de la democracia. El derecho a propiedad en Chile. 1925-1973. Lom Ediciones. 2004.
(4) José Antonio Palma. “Identidad de la Izquierda Revolucionaria en Latinoamérica en los 60’. Y su expresión en Chile.”; ponencia en el XI Congreso Internacional de Humanidades en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE) Metáforas, imágenes, imaginarios y arquetipos en la cultura Latinoamericana. 15-17 de Octubre de 2008.
(5) José Antonio Palma. “Tensiones y distensiones entre el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) el gobierno de la Unidad Popular (UP).1970-1973”. Ponencia en las Primeras Jornadas de las Izquierdas en Chile: Izquierda y construcción democrática en el siglo XX. Organizada por la Universidad de Santiago (USACH), Universidad Católica Silva Henríquez, UARCIS. 26-29 de Agosto de 2008.
(6) Ver en el caso del MIR: Igor Goicovic Donoso. “Violencia y poder en la estrategia del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, 1967-1986”, Cuadernos Sociológicos, 3, pp. 171-183. 2004 y en “El Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y la irrupción de la lucha armada en Chile, 1965-1990”, en Pozzi, Pablo y Pérez, Claudio (Editores), Historia oral e historia política. Izquierda y lucha armada en América Latina, 1960-1990, Santiago de Chile: LOM Ediciones – UAHC. 2012; Robinson Silva. Resistentes y clandestinos. La violencia política del MIR en la dictadura profunda, 1978-1982, Concepción: Ediciones Escaparate. 2011; José Antonio Palma. El MIR y su opción por la Guerra Popular. Estrategia político-militar y experiencia militante. 1982-1990. Ediciones Escaparate. 2012; Cristian Pérez. “Historia del MIR. Si quieren guerra, guerra tendrán”, Estudios Públicos, 91, pp. 5-44. 2003. Para el caso del Mapu-Lautaro: Ivette Lozoya. “Chile: Violencia política y transición a la democracia. El MAPU-Lautaro y la derrota de la vía revolucionaria en los 90”, en Pozzi, Pablo y Pérez, Claudio (Editores), Historia oral e historia política. Izquierda y lucha armada en América Latina, 1960-1990, Santiago de Chile: LOM Ediciones – UAHC. 2012; Nicolás Acevedo. El MAPU-Lautaro en las protestas populares (1978-1985). Tesina para optar al grado de Licenciado en Historia. UARCIS Santiago, Chile. 2006. Para el caso del PC-FPMR: Rolando Álvarez Vallejos. Arriba los pobres del mundo. Cultura e identidad política del partido Comunista de Chile entre democracia y dictadura, 1965-1990, Santiago de Chile, LOM Ediciones. 2011; y en Su revolución Contra nuestra revolución. Tomo I y II. Lom Ediciones. Entre otros.
(7) Argumento central en Igor Goicovic D. proyecto Fondecyt ““Contexto histórico y dinámicas políticas de la insurgencia armada en Chile (1978-1994)”.
(8) Ver Eugenio Tironi. Los silencios de la revolución: la otra cara de la modernización. Editorial Antártica. Santiago, Chile, 1988; Gonzalo De la Maza y Mario Garcés. La explosión de las Mayorías. Protestas Nacional 1983-1984. ECO. 1985: y Igor Goicovic. “La refundación del capitalismo y la transición democrática: 1973-2004″. En Historia Actual, Nº 10, Cádiz, España. Primavera, 2006.
(9) Pedro Rosas Aravena. Rebeldía, subversión y prisión política. Crimen y castigo en la transición chilena, 1990-2004, Santiago de Chile: LOM Ediciones. 2004.