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Sobre policías infiltrados…
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Se ha vuelto una costumbre que en cada manifestación donde se ataca o altera el orden, salga al campo de juego el concepto del “infiltrado”. ¿Quién es? Se solía entender como aquel que se hacia parte de una organización política con el fin de obtener información para el Estado. Hoy por lo general se le asocia a un policía de civil que actúa de manera encapuchada y se le achaca incitar a que la policía reprima. ¿Se puede negar esto? Su existencia, no.
Su definición…ya es un poco más cuestionable. Centrémonos en lo medular que proviene de hecho, de los medios de comunicación del capital. Hemos leído como algunos “convocantes” o como quiera llamárseles, dicen que la policía deja actuar a los encapuchados. Les dan “chipe libre”. Conclusión, esa pasividad tendría como objetivo justificar la represión y de paso quienes realizan determinadas acciones serian policías pues sabrían que están amparados por sus colegas… Aquí vale hacerse una pregunta. ¿Necesita la policía una justificación para reprimir? Esa policía que hace lo que se le da la gana… ¿realmente necesita justificar su actuar ante una opinión publica que nunca cuestionara sus procedimientos? Pero hablando en serio…¿necesitan justificar ante algún poder, alguna institución el porque sacan la chucha a la gente cuando se les da la gana si aquellos que miran la cuestión por televisión se excitan al ver como “apalean vándalos” y luego dirán “algo habrán estado haciendo”?
Sacamos una primera conclusión: No creemos que la policía requiera de justificar su accionar. Y de aquí vamos hacia otro punto que pasa casi desapercibido. Tomemos el caso del ex peda, donde se dice que este policía infiltrado habría llegado con una mascara y quemando una bandera, “incitando” a que los demás lo acompañaran a enfrentarse a la policía (1) (eso dice la federación de dicha universidad). Acorde a lo que ya mencionamos, dudamos que dicho acto de un policía infiltrado tenga como objetivo que lo sigan para que “quede la cagá” y así reprimir. ¿Qué creemos?. Como idea nada mas, y en vista de lo que puede observarse, esta acción parece ser algo mas que una “provocación”, sino un mapeo bastante astuto para dar cuenta de quienes son los revoltosos, de quienes son los que se suman, de identificar a quienes están dispuestos a ir al “choque”.
Repetimos ¿necesita la policía justifica la represión? Difícil. Pero la idea que las acciones a rostro cubierto son una estrategia de la policía, mas allá que certifiquemos que efectivamente hay pacos de civil encapuchados, tiene algunas consecuencias importantes para nosotros. Esta postura de que la acción es para reprimir ha llevado a que en muchas manifestaciones se asocie la acción directa con policías. Eso es básicamente auto-expropiarnos de un método que en algún momento habremos de ocupar si es que de verdad pretendemos acabar con el capitalismo y tenemos claro que no será por los votos. Al asociarse estas acciones con policías, simplemente nos desarmamos. Entre los mismos que están en la calle se arman peleas gratis que la prensa mostrara como algo positivo, exponiendo como siempre la determinación que muchos tienen en su accionar al discurso de la prensa. Llegamos a un punto en que una acción que devela a la autoridad en tensionamiento, que la muestra lejos de poseer una existencia a priori o necesaria para las relaciones sociales (casi parte de la estructura de todos los seres en tanto son-con-otros); se convierte en algo montado por las policías y el Estado. Toda esa potencia del acto se diluye.
Si, hay policías infiltrados y encapuchados. Pero… ¿buscan justificar la represión? Es absurdo. Pareciera mas coherente que lo que buscan es identificar a quienes realizan acciones directas en la calle o en universidades. Estar atacando un banco, por ejemplo, y después saber que aquel que estuvo al lado y hasta intercambiaste unas palabras resulto ser un policía termina siendo algo bastante peligroso. Pero al parecer nos embriagamos con la prensa, que curiosamente da a conocer estos casos y los describe tal cual se denuncian*. Al final nos encontramos con sujetos que donde ven una capucha o una acción mas allá de lo que permite lo instituido de una manifestación, lo atribuyen a una conspiración del Estado.
Entonces del hecho que somos capaces de mantener la alameda cortada durante horas, una capacidad que puede abstraerse a otras cuestiones mas concretas en relación a atacar las relaciones imperantes, se transforma en algo que NOSOTROS NO HACEMOS…
En este juego hay algo también de creer que somos incapaces de hacer ciertas cosas. Y por otra parte expresa una idea respecto al Estado: este ejerce la violencia en ciertas condiciones que lo facultan para aquello. Fijémonos que los discursos que hablan contra encapuchados-policías se basan en que están creando la situación para que ellos actúen. Se reconoce el que el Estado actúe con violencia cuando este así lo considere. De este pensar podríamos decir que si nos tomamos liceos entonces estaríamos justificando la represión. Y así con varios casos donde mejor no hagamos nada. Si reconocemos la autoridad de la policía para reprimir, pero les alegamos que ellos crean esa situación, estamos cagados. La autoridad actuara cuando lo estime y reconocer su legalidad en ciertas ocasiones no sirve de mucho. El no reconocerla no sirve de mucho tampoco, pero al menos nos proporciona la facultad de tener claro que nuestras acciones NO justifican la represión, simplemente activan los mecanismos de defensa del Capital a través del Estado. Pero eso da para otras discusiones.
La problemática de los infiltrados proponemos abordarla no como personas que buscan la represión, sino como enemigos que se confunden con nosotros para analizar estrategias, gritos, palabras, apodos, identidades. Cuando sale en la prensa un análisis policial sobre la lucha callejera, muchas veces parece que estos no corresponden a meras observaciones a través de lo que han grabado.
Los verdaderos infiltrados son los que contienen la fuerza de corazones en llamas. Y con esto nos referimos al ímpetu de quienes pasan al ataque en su forma más “pura” pero que son pura potencia para que ese ataque se vuelva más abstracto y efectivo. La convicción esta. De ahí parte un autodesarrollo hacia el ataque constante entendido como un sabotaje que es arte, poesía; que es tensionar las relaciones mercantiles constantemente al tiempo que se crean escenarios temporales en donde queda develado la fragilidad del capital.
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Nota:
(*) Cuestión que no ocurre en otras situaciones. De hecho la nota ironica que pusimos en la reivindicacion de lo ocurrido en el peda el 17 de marzo, donde atribuimos las fotos al infiltrado que agarraron en el mismp peda dias posteriores, muchos lo creyeron y reforzaron esa idea en sus comentarios y medios…¿alguna vez dijeron algo cuando poniamos que tal documento del caso bombas lo habia enviado algun capitan de la dipolcar? Ahi no, suponemos se entendia la ironia (que por lo demás quienes visitan este sitio saben es en nuestro estilo desde los comienzos)…pero aqui, no sabemos con que intencion, compraron la ironia..
(1): Segun informaciones, “este agente infiltrado comenzo en area de inteligencia e infiltracion de barras bravas. Esto tal vez no diga mucho, pero la actitud de este agente en el peda fue la de un “cabeza de pistola”, tal vez esta tecnica de mostrarse aguerrido y violento le sirviera infiltrando a las barras bravas, donde predomina un sentido lumpen (no en el tono peyorativo burgues)”