“Anarquía (del griego an- y arke-, contrario a la autoridad), es el nombre que se da a un principio o teoría de la vida y la conducta que concibe una sociedad sin gobierno, en que se obtiene la armonía, no por sometimiento a la ley, ni obediencia a la autoridad, si no por acuerdos libres establecidos entre los diversos grupos, territoriales y profesionales, libremente constituidos por la producción y el consumo, y para la satisfacción de la infinita variedad de las necesidades y aspiraciones de un ser civilizado.” -Piotr Kroprotkin
“Las ideas de la anarquía son preciosas, sin embargo, son imposibles de llevar a cabo, ¿cuándo sucederá una revolución que desemboque en la anarquía? El ser humano es cruel por naturaleza, necesitamos una autoridad, un gobierno, un Estado que nos controle porque sino regiría el caos, la desorganización y la ley del más fuerte.“
[…] … Este pensamiento claramente arraigado e influenciado en la sociedad por los intereses de las élites que forman el Estado, es verdaderamente común y existe a raíz del desconocimiento de la naturaleza humana y un concepto erróneo del anarquismo. Por ende, es lógico que aquel que tenga una vaga idea sobre el anarquismo nos tome como soñadores o utópicos que creen en una sociedad imposible de alcanzar, de realizar. Y esta idea sobre la anarquía se ha vuelto aún más común de lo que ya era (inclusive dentro del mismo movimiento libertario) debido a que la anarquía ya hace un largo periodo de tiempo que no se pone en práctica a gran escala. Para la propaganda del Estado no hay nada más útil y beneficioso que los que luchen se orillen a sí mismos hacia la auto-descalificación y el desánimo. Es precisamente eso lo que se hace al auto-denominarse utopistas y soñadores, se fomenta y se colabora con la falsa propaganda del Estado, lo cual convierte a nuestros propios compañeros en colaboracionistas. La libertad por la que luchamos los anarquistas, lógicamente, no va a caer del cielo. Hay que luchar por la misma. Precisa que los anarquistas luchen por conseguirla. Como bien decía Bakunin, somos provocadores, y nuestro deber como anarquistas es instigar al pueblo a revelarse contra quienes le someten. Provocar el choque entre los intereses de las élites frente al pueblo, consiste en provocar la revolución y que el pueblo (nosotros entre ellos) se encargue de llevarla a cabo… El anarquismo busca la abolición del Estado, no del mismo modo que el comunismo (entendido como marxista-leninlista), ya que éste pretende que se debe participar en la política, para crear así, primero, un Estado “proletario” que conciencie a las masas de su condición explotada, de manera que, una vez implantado ese Estado “proletario” aplicar medidas políticas y económicas que reduzcan la relevancia del Estado hasta el punto de que éste deje de ser necesario. Esta idea dista mucho de la idea del anarquismo, queremos la abolición del Estado, pero no pretendemos participar en la política para llegar a la misma, ya que consideramos que la revolución no debe ser guiada por ningún pastor, la revolución social, ante todo, empieza en nosotros mismos, debemos primero hacer de nuestra vida cotidiana una continua revolución, es decir, saber que sólo con nuestro pensamiento hemos dejado de ser una pieza de este mecanismo al servicio del estado-capital; una vez revolucionados nosotros mismos podemos pensar en la revolución social, el anarquismo pretende llegar a ésta con la auto-organización del pueblo por el pueblo y para el pueblo. No queremos ningún pastor que guié nuestra revolución social porque en el momento en que dejas de formar parte del pueblo, pasas a constituir una parte de la élite, por lo cual, ya no representas los intereses del pueblo, pasas a representar tus propios intereses […]
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