El 22 de octubre, hacia las 3:15 de la madrugada empecé a oír golpes en la puerta de casa a la vez que oía “¡abran, policía!”. Estaba en casa con mi madre. Mi madre fue la que abrió la puerta. Al abrirla entraron bastante Policías Nacionales diciéndome que estaba detenido por integración en organización terrorista. Me enseñaron unas hojas que supuestamente eran la orden de detención y me las metió en un bolsillo del pantalón. Durante la detención estuvieron bastante tranquilos, excepto en momentos puntuales, cuando la Secretaria Judicial no estaba cerca en varios momentos me miraban y me decían que esto no había hecho más que empezar, que lo iba a pasar muy mal con ellos, que me tenían muchas ganas. Además como yo no veía a mi madre (la tenían en otro cuarto) me decían que estaba muy mal, que estaba tirada en el sofá, muy mal.
Empezaron a registrar mi cuarto entre 3 o 4 policías. Cuando encontraron una camiseta en la que ponía “independentzia” me dijeron que me la pusiera, que me lo iba a pasar muy bien con ella en Madrid, que sus compañeros de Madrid se iban a poner muy furiosos al verla. Iban mirando todo y cuando encontraban algún papel, dinero,… me preguntaban a ver de qué era y que no les mintiera y a ver si era mío. Luego registraron toda la casa, estando yo en todo momento presente, menos en los dos baños el el balcón.
En mi cuarto cogieron unas fotos mías, en las que salía yo con amigos, se reían y decían sus nombres en alto.
Cuando registraron toda la casa, vi a mi madre y dijeron que me llevaban detenido. Me sacaron de cas al portal mirando al suelo y en el portal me dijeron que como levantara la cabeza o chillara algo me pegarían. Me metieron en un coche, yo iba en la parte trasera con un policía; empezó a preguntarme: “¿cómo se llama tu talde?, ¿qué acciones has hecho?”, como no respondía empezó a pegarme con la mano abierta en la cabeza y en la cara, también me preguntaba por mi cuadrilla, quiénes eran, qué hacía con ellos,… y seguía pegándome en la cabeza hasta que llegamos a la comisaría de Chinchilla. Me sacaron del coche y en la comisaría subí unas escaleras a un sitio que parecía que estaba en obras, me metieron entre dos policías en un baño, sólo entró uno de ellos, no había casi luz, y empezó a pegarme muy fuerte en ambos lados de la cara, en un golpe que me dio con la mano abierta entre el ojo y la oreja me mareé y me caí al suelo, al caerme me hice una herida en el codo, pero el policía me levantó y mientras seguía pegándome me decía que no me tirara al suelo, que no colaba, como vio que yo estaba mareado, me sacó y me bajó con otro policía a los calabozos. Ellos bajaban riéndose diciendo que era un mierdas, que aún quedaban cinco días, que me había tirado al suelo. También me chilló que no contara las escaleras.
En Pamplona me cogieron las huellas dactilares, pruebas de ADN, me metieron en una celda y a la mañana siguiente me sacaron, me dijeron que me bajaban para Madrid, que ahora empezaba lo bueno, antes de sacarme de comisaría me pusieron la capucha y al meterme al coche me pusieron un antifaz, me empujaban la cabeza hacia el suelo.
Iba con un policía en la parte de atrás, era el de mi detención, me decía que le contara todo, pero yo le decía que no sabía lo que pasaba, que yo no había hecho nada. Él me decía que lo mejor era que hablara, que mi madre estaba muy mal en el hospital y que mi hermano estaba en casa con varios policías. Me pegaba mucho en la cara y en la cabeza. Yo no veía nada, y de repente me puso una bolsa entre las manos, me dijo que era para que iría aprendiendo. Me seguía amenazando con mi madre, que no la iba a ver más, que aunque saliera del hospital nunca más la vería en la calle porque me iba a pegar el resto de mi vida en la cárcel. Me hacía muchas preguntas, me chillaba y en una de ellas me puso la bolsa en la cabeza y me dijo “la he traído transparente, para que veas la agonía”, me la bajó hasta el cuello y la apretó, no podía respirar, y justo antes de quedarme sin respiración me la quitó, siguió haciéndome preguntas y pegándome en la cara y cabeza, y me volvió a poner la bolsa igual que antes.
Pararon el coche, creo que los coches de los demás detenidos también pararon, me dejaron sólo en el coche. Abrió la puerta un policía que no iba en el coche conmigo, me empezó a preguntar con acento mexicano, pero de repente me dio un puñetazo en el estómago y sin ese acento mexicano me dijo que iban a por mí.
Volvieron los otros tres policías diferentes, los tres me hacían preguntas, uno de ellos, creo que era el copiloto, parecía más tranquilo, me decía que por qué estaba en esta mierda, si mi madre lo sabía,… yo no le contestaba. Me amenazaban con mis amigos y amigas, me decían que una amiga mía estaba detenida, me seguían pegando en la cara y en la cabeza, y me decían que si no les contaba lo que querían oír iban a para el coche y me iban a dar una paliza, en una ocasión hicieron amago de parar. Me decían que su jefe era muy bueno, que les había dado vía libre para hacerme lo que quisieran. Me decían que me iba a pudrir en la cárcel, que tuviera cuidado en las duchas,.. Cuando me decía esto me cogía de la cabeza y me la inclinaba hacia él. Durante todo el viaje estuvieron amenazándome, chillándome, pegándome, la bolsa, insultándome…
Cuando llegamos a Madrid (creo que estábamos porque desde que ocurrió lo que voy a contar hasta que llegamos a la comisaría no pasó mucho rato) el policía que iba detrás conmigo me dijo que se había cansado de mí, que si no decía nada ya me lo sacarían los de Madrid, que lo que me estaban haciendo era de “segunda división B”, que aún tenía que llegar hasta “primera”.
Cuando llegamos a comisaría (creo que se llamaba Canillas porque les oí), me dejaron en el coche sólo y fueron pasando varios policías, tanto hombres como mujeres, me decían que me portara bien y no me comiera mucho marrón, otros me decían que a ver si tenía miedo, que me conocían, que conocían a mi familia.
Al final me sacaron del coche, creo que me dieron una vuelta por el parking, porque creo que di una vuelta en cuadrado para llegar al mismo lado, no lo sé seguro porque todavía llevaba el antifaz y la capucha puesta, me dejaron en la puerta contra un cristal creo, y volvió a venir una mujer policía (la de antes) y me preguntó a ver si tenía miedo, que estaba temblando.
Al entrar me quitaron el antifaz, me decían que no les mirara, que mirara al suelo, y me rellenaron una ficha. El que iba todo el tiempo en el coche detrás conmigo me cogió y me dijo que a ver qué decía, que luego volvería y se iba a enterar de todo. Me metieron en una celda y pasé todos los días en esa comisaría.
La celda era muy fría y húmeda, al entrar a la derecha tenía el retrete, era de metal y no tenía tapa, 20 cm o así más adelante del retrete estaba el lavabo, que era también metálico. Ese espacio en el que estaban el retrete y el lavabo se podía cerrar con una puerta de barrotes y tenía 1m de largo y 2,5m de ancho. Luego había al final un banco de hormigón y baldosas y éste espacio tenía 2m de largo y 2,5m de ancho. Todas las paredes estaban tapadas con baldosas. La luz estaba protegida con mallas metálicas donde el retrete y el lavabo. En el banco de hormigón y baldosas era donde intentaba dormir, tenía una colchoneta desgastada marrón y dos mantas.
En comisaría pasaba todos los días por la médico forense, más o menos cada 12 horas, a la mañana y a la noche.
En Madrid el primer día y la primera noche fueron tranquilas, me daban de cenar arroz al curry, de comer lentejas y de desayunar galletas y zumo. Estaba todo frío y sólo comí galletas y zumo.
En la segunda noche fue cuando empezaron a interrogarme, me sacaron de la celda, me obligaban a mirar al suelo y les pregunté a dónde iba, pero me dijeron que enseguida lo sabría. Me metieron en la sala donde me veía la forense (tenía allí su material). La sala era pequeña, 2m x 2,5m, tenía una mesa y tres sillas. Me pusieron al lado de la mesa de pie; el policía que iba conmigo en el coche detrás trajo folios y un bolígrafo, los puso encima de la mesa y me dijo: “empieza”. Yo me quedé callado. Empezó a decirme si me había hecho fuerte, pero que a él le daba igual eso, que iba a escribir todo, yo seguía sin contestar. En la sala había otros dos policías detrás mio, y el de las preguntas estaba delante.
Me decía que los demás detenidos habían hablado, que me habían culpado a mí de todo, que yo era el más tonto de todos, que me iba a comer todo por pringado. De repente se callaron y me dijeron que escuchara, se oían gritos, una persona llorando que decía “soy un mierdas”, se oían golpes como si le estuvieran tirando a alguien una silla. Me dijeron que era un detenido que había firmado cosas en mi contra. Yo seguía sin hablar. El que me hacía las preguntas me dijo que cerrara los ojos, y me empezó a amenazar, me decía que mi madre estaba todavía en el hospital, me amenazaba con mis amigos y amigas, pero yo seguí sin hablar. Me dijo que me iba a enterar y se fue de la sala. Me empecé a marear, y me estaba tambaleando, les pregunté a los toros dos policías si podía sentarme, y me dejaron, pero cuando llegó el de las preguntas me levantó, que esto no era un hotel. Me enseñó una foto de una persona conocida en su móvil y me dijo que dijera su nombre y que le metiera un marrón. Fui a decirlo, pero me callé y él se cabreó mucho, sacó una bolsa del bolsillo y me la pudo en la cabeza, me dijo “o empiezas a hablar o te la bajo”. No dije nada y me la bajó y apretó. Cuando no pude respirar me la soltó. Ahí empecé a hablar, siempre de mis amigos (el de la foto). Me siguió preguntando y contesté algunas preguntas, Pero otra vez me callé y uno de los policías que tenía detrás me agarró de las manos hacia atrás, el otro apagó la luz y el de las preguntas me echó la cabeza hacia adelante y empezó a darme con la mano abierta en ambos lados de la boca, me pegó bastante rato. Luego encendieron la luz y me soltaron las manos, y el de las preguntas me dijo que si había aprendido. Me empezó a preguntar sobre la Txantrea, me decía muchos nombres, seguía diciéndome que los y las demás detenidos y detenidas me habían acusado de todo y que yo era el tonto.
Estaba ya muy cansado, me sentía un trapo con el que estaban jugando. Encima me dolía mucho la cara, cabeza y espalda (la espalda me dolía por la postura en el viaje hasta Madrid, ya que me obligaban a ir con la espalda torcida hacia adelante). Me seguían pegando, amenazando y chillando, empecé a decir que conocía a gente que ellos me decían, pero casi no hablaba. De repente entró un policía que mandaba a todos los demás, me cogió de la cabeza y me dijo que le mirara a la cara, me pegó varias veces con la mano abierta en la cara, me dijo que les contara todo, estaba muy enfadado, me enseñaba los dientes y se daba la vuelta diciendo: “me estas poniendo de una mala ostia…, es que te mataría ahora mismo”, me cogió muy fuerte de la boca y me dijo que les contara todo a los otros policías, que se iba, pero que si no hablaba volvería y vería lo que es bueno.
Se fue, y el de las preguntas me dijo que si iba a hablar, que ya había visto cómo era su jefe. Le dije que sí, me fue a sentar en una silla pero antes me volvió a pegar en la cara. Me puso en la mesa, en frente suyo, ahí fue la primera vez que le vi la cara, empezó a decirme cosas sobre personas, cosas en mi contra,… yo le decía que sí y él iba escribiendo, a veces le decía que no o no contestaba y me amenazaba, insultaba y hacía amagos de pegarme.
Pero de repente, cogió la hoja escrita y la rompió, dijo que todo eso no les servía de nada, que le iba a llamar al jefe. Me puso de pie y me dijo que la había cagado. Yo le dije que ya le había contado lo que quería, casi estaba llorando, pero él me dijo que no llorase y se fue a llamarle al jefe. Yo estaba de pie y de espaldas a la puerta, y con mucho miedo, entraron los dos y el jefe, me empezó a pegar con la mano abierta en la cabeza muy fuerte, me cogió de la boca, me dijo que le mirase a los ojos y me dijo que me iba a reventar, que estaba hasta los cojones de mí, que me iba a pudrir en la cárcel. Me preguntó a ver si le tenía miedo y le contesté que sí, me preguntó que a ver cómo quería las cosas, como hijos de puta o como caballeros, yo le dije que como caballeros, me dijo que no le apartara la mirada, que le mirara a los ojos para que yo viese que él no me mentía cuando me decía que me iba a hacer de todo, me dijo que se marchaba pero que como lo les contara todo a sus compañeros volvería.
Cuando se fue, el de las preguntas me dijo que le había dejado en ridículo. Yo le dije que no, que él había roto la hoja y me empezó a chillar y me empezó a estirar delos testículos, me dolía mucho y chillé de dolor, me estiró un par de veces más mientras me decía que ya se había cansado de mí, que, o empezaba a hablar o todo iría peor. Me quedé un poco desorientado del dolor. Otra vez empezó a preguntarme, y como no sabía de lo que me preguntaba no le contestaba, me volvió a poner la bolsa en la cabeza a modo de gorro y me preguntó si iba a hablar. Yo estaba muy cansado, me dolía el cuerpo, quería que me dejasen en paz y me dolía mucho la garganta. Como no contestaba, me bajó la bolsa y apretó. Cuando ya no podía respirar me la quitó y me preguntó otra vez si iba a hablar y le dije que sí, ya no podía más y tenía mucho miedo.
Me sentó en la silla y empezó a escribir en una hoja lo mismo que habíamos hablado antes (yo tenía miedo de que la volviera a romper y volviera el jefe). Vino el jefe y se sentó junto al toro policía, los otros dos que estaban en la sala no decían nada y no les pude ver la cara. El jefe me empezó a preguntar si conocía a gente, si andaba en tal cosa, si había visto no sé qué papeles,… les decía a todo que sí tenía mucho miedo y psicológicamente y físicamente estaba muy mal. Me decía que me llevaban siguiendo desde hace año y medio, me preguntaban si tenía novia, que el curso de jardinería que estaba haciendo se había acabado para mí, cosas sobre mi familia…
Mientras el jefe me hacía preguntas, el otro policía iba escribiendo, pero a veces paraban y me amenazaban, o a veces les decía que no sabía o no respondía y el jefe se ponía de muy mala ostia, pegaba golpes en la mesa y me decía “aunque tenga esta voz suave te puedo joder la vida para siempre”. Me amenazaban mucho, sobre todo con mi madre y amigos, y había preguntas que les interesaba mucho que contestase y cuando esas no las contestaba me cogían de la boca muy fuerte. Cuando prepararon mi declaración me dijeron que todo esto los tenía que decir mañana con el abogado de oficio en la declaración policial, que no les vacilase que aún quedaban 4 días (intentaban confundirme con los días que llevábamos detenidos) y si no lo volvía a decir todo y algo más, lo pasaría peor. El jefe me cogió otra vez de la boca y me dijo “¿entendido?”. Yo tenía mucho miedo y encima empecé a oír otra vez gritos en la sala de al lado, como si estuvieran pegando a alguien. El jefe se fue y me quedé con los tres, el de las preguntas me cogió y me dijo que le mirase a la cara y dijo que no me columpiase y que me jurase por su hija pequeña que me reventaba y que eso no era nada, que el jefe me mataría.
Éste interrogatorio no sé lo que duró, empezó después de pasar por la médico forense, una hora o dos horas después, y duró casi hasta la mañana siguiente porque cuando me metieron a la celda, no pasó mucho rato hasta que me llevaron otra vez a la médico forense y pasaba por la médico forense más o menos cada 12 horas (veía la hora en el móvil de la médico forense).
Durante esa mañana estuvieron apagando y encendiendo la luz de la celda todo el rato, de normal estaba siempre encendida. Me molestaba bastante que la encendieran y apagaran porque me asustaba, además oía muchos pasos por fuera de la celda y pensaba que venían otra vez a interrogarme. Me sacaron de la celda y me enseñaron un papel que ponía que la incomunicación se prorrogaba 2 días. Antes de comer me llevaron a una sala donde iba a hacer la declaración, pero antes de entrar me cogió en el pasillo el policía de mi detención, me cogió muy fuerte de la cara y me dijo que le mirase a la cara. Tenía la cara descubierta y me dijo que tenía que decir lo que habíamos preparado durante la noche, que si no, aún quedaban muchos días y lo de esa noche me iba a parecer una tontería, y me volvió a amenazar e insultar.
Yo estaba físicamente y moralmente hecho una mierda, lo único que quería era que me dejase en paz, tenía mucho miedo y casi me puse a llorar. Me metieron el la sala; era más grande que la del interrogatorio, tendría 3m de largo y 2m de ancho. Había una mesa con un ordenador u una impresora. En el ordenador estaba sentado un policía, al lado de él estaba sentado el jefe mirándome fijamente y al lado suyo se sentó el policía de mi detención. A mí me sentaron al toro lado de la mesa, en frente del jefe y al lado mío estaba mi abogado de oficio. Cuando entré cabizbajo y casi llorando el abogado ni se inmutó, ni me miró.
El policía que estaba con el ordenador me empezó a hacer preguntas sobre mi nombre, apellidos, dónde vivía,… y las fui contestando. Después el jefe empezó a preguntarme lo que habíamos preparado esa noche y yo las fui contestando más o menos igual. Cada vez que se me olvidaba algo me miraba de mala ostia y me la volvía a preguntar hasta que la respondía. El policía de mi detención me iba haciendo gestos con la cara cuando el abogado no le veía. Como si estuviera contestando mal o bien, pero yo estaba destrozado, me sentía como una mierda y tenía mucho miedo, así que contesté casi todo, tal y como ellos me habían dicho. Mientras, el abogado no hacía caso, apuntó alguna cosa en una hoja, le llamaban por el móvil,.. (en una ocasión lo cogió y dijo que a la tarde había que desprecintar el material informático y los policías le dijeron a ver si había comido o si quería comer con ellos y no me acuerdo bien pero creo que les dijo para ir a comer con ellos. Al oír eso, yo no quise saber nada de él, aunque creo que él tampoco quería saber nada de mí). No habló ni me miró en ningún momento.
Al acabar la declaración, me cogió el policía de mi detención y me dijo que muy bien, y me dijo a ver si quería comer o beber algo. Yo estaba moralmente aún pero y le dije que no, pero me trajo una Pepsi. Me la bebí, él hacía como si se preocupara por mí, que no la bebiese de golpe, que estaba fría, si quería un vaso,… Luego me llevaron a la celda, siempre con la cabeza hacia abajo, me senté en el banco y empecé a llorar, estaba muy mal. Me trajeron la comida, pero ni la probé.
Durante la tarde me volvieron a sacar y me llevaron a la misma sala de antes, donde había hecho la declaración policial, estaban el jefe y mi abogado de oficio, me llevaron a empujones y con la cabeza hacia abajo, tenía mucho miedo, pensaba que me iban a interrogar otra vez y me sentía una mierda (estaba pensando en mi madre, que me habían dicho que estaba en el hospital).
Me sentaron en una silla y el jefe me dio una hoja y me dijo que tenía que hacerme una prueba de caligrafía, estaba temblando y casi no la pude hacer, pero al final la hice y la firmé. Después me volvieron a llevar a la celda. Pero al poco rato me volvieron a sacar, les pregunté que a dónde iba y me dijeron que enseguida lo sabría. Por el pasillo reconocí al policía de mi detención apoyado en la pared, sólo le vi las zapatillas porque me obligaban a mirar al suelo. Me metieron en una sala en la que no había estado todavía y pensé que me iban a interrogar, pegar, amenazar, indultar,… otra vez, así que no levanté la cabeza. Pero una mujer me dijo como extrañada: “¿qué haces?, levanta la cabeza y siéntate en esa silla”. Me dijo que íbamos a desprecintar el material informático que habían cogido de mi casa, que ella era secretaria judicial, otra mujer que estaba sentada con un ordenador era policía, dos hombres que tenían una caja con mi nombre eran policías informáticos y que mi abogado de oficio vendría enseguida.
La sala tendría 1,5m de ancho y 2,5m de largo, había una silla en una esquina que fue donde me senté, delante mío había otra silla donde se sentó la secretaria judicial, al lado estaba la silla y mesa con el ordenador.
Cuando entró mi abogado de oficio entró con el otro hombre, pero no sé quién era. Trajo cafés para los policías. Mi abogado seguía con la misma actitud, no me miraba ni me hablaba y parecía que no le importaba nada mi detención. Los dos policías informáticos sacaron mi ordenador portátil y como no podían sacar el disco duro lo rompieron, le pusieron una etiqueta y la policía del ordenador apuntó el número que le habían puesto en la etiqueta. Hicieron lo mismo con 2 móviles. La actitud de la secretaria judicial me hizo sentir bastante mal, sacó dos frasquitos pequeños de colonia y echó colonia por toda la sal, haciendo entender como que yo olía mal. Al acabar, me dijeron si iba a firmar y creo que les dije que no, esto y la hoja en que ponía que prorrogaban la incomunicación 2 días, fueron las únicas que no firmé, tampoco insistieron. Después de acabar me llevaron a la celda con la cabeza hacia abajo.
La noche la pasé en la celda, no me sacaron y pude dormir algo, creo que me dejaron tranquilo porque ya había declarado y firmado lo que me habían obligado. Pero durante la noche me desperté alguna vez escuchando gritos de dolor, supongo que serían de algún o alguna detenida.
A la mañana siguiente fue la única mañana que no pasé por la médico forense. Me abrieron las puertas y me gritaron que doblara las mantas. Me llevaron hasta los policías de mi detención, me pusieron la capucha, las esposas y me metieron al coche. Esta vez se cambiaron de asientos (lo sé por la voz): el de mi detención, interrogatorios, golpes, bolso,… iba conduciendo; el que iba detrás conmigo me decía que estuviera tranquilo, que íbamos a la Audiencia Nacional, incluso el policía de mi detención me dijo que estuviera tranquilo, que mi madre estaba bien.
El viaje hasta la Audiencia fue muy rápido y brusco, daban muchos frenazos, izan con los pirulos puestos y chillando a los otros coches para que se apartasen. Me dijeron que era normal, que lo querían hacer rápido y marcharse. Pero durante el camino el policía que iba detrás mío me iba diciendo que le dijera al juez todo pero que ya no quería saber nada de eso, me decía que yo era de los de abajo, de los que se come la cárcel, mientras que los de arriba se iban de cena, me dijo lo mismo pero con los y las abogadas.
Cuando llegamos a la Audiencia, me sacó del coche el policía de mi detención, me llevó con cuidado hasta los policías de la Audiencia (con la capucha puesta y mirando al suelo) y me dijo al oído que le dijera al juez lo que me habían hecho firmar en comisaría, me lo dijo en tono amable, incluso cuando se iba uno de ellos me dijo: “Agur Ander”. En ese momento me dejó pero de la cabeza, yo estaba abatido y pensaba: “después de todos los golpes, bolsa, insultos, amenazas,… ¿cómo me pueden decir “agur” tan amablemente?”
Los policías de la Audiencia me metieron en la celda, en el pasillo para ir hasta allí me dejaban ir con la cabeza levantada. Cuando estaba en la celda empecé a hablar con los otros detenidos de las otras celdas, pero enseguida entraba un policía en la celda y me chillaba para que me callara, incluso una vez me chilló diciéndome a ver si era tonto, a ver si no entendía. En un momento, empecé a escuchar el himno de España, me lo pusieron cerca de la puerta para que lo oyera. Me dieron un bocata para comer y una manzana. Me sacaron una vez de la celda y me llevaron a una sala con una mesa y breo que dos policías, no me acuerdo, justo para qué era pero creo que era para algo de mis pertenencias. Luego me volvieron a la celda. En la Audiencia Nacional no pasé por el médico forense.
Estuve bastante tiempo en la celda hasta que vinieron dos policías, un hombre y una mujer, me dijeron que mirara al suelo y me pusieron las esposas y me llevaron a al sala donde estaba Marlaska, antes de entrar me quitaron las esposas. Me senté en una silla y el juez empezó a decirme de lo que se me acusaba. Yo estaba animicamente muy mal. Quería saber dónde estaba mi madre y tenía miedo de volver a comisaría porque aún estaba incomunicado. Respondí a la primera pregunta que me hizo,. Pero cuando me leyó la declaración policial que ya había firmado obligado a base de torturas, le dije que negaba los cargos de los que se me acusaba y que esa declaración estaba basada en torturas. Se las empecé a decir, pero sólo de recordarlas me dieron ganas de llorar, creo que se las dije todas. Y le dije que quería poner denuncia. En cambio, en dependencias policiales no dije nada cuando pasaba por la médico forense porque tenía miedo de que se lo contara a los policías.
Era una mujer de unos 45-50 años con el pelo corto y rubio. El primer día me enseñó una tarjeta que llevaba colgando del cuello (parecía su acreditación de médico). La sala estaba cerrada y la médico parecía que se interesaba por mí, me preguntaba a ver si tenía o había tenido alguna enfermedad grave. El primer día me cogió la tensión, todos los días me preguntaba a ver si quería quitarme la ropa para que me viera el cuerpo (por si tenía alguna marca, herida,…) yo le decía siempre que no, tenía miedo de que me viese la herida del codo y apuntara algo y luego lo vieran los policías. Me preguntaba a ver cómo había sido el trato policial y yo le decía siempre que correcto (tenía miedo). La médico apuntaba todo en unas hojas blancas. Parecía que se interesaba por mí, incluso la mañana en la que pasé por la médico después de todo la noche en el interrogatorio, creo que no se creyó que no me habían tocado porque después de decirle que el trato había sido correcto, me volvió a decir “¿seguro?, si tendrías algo para decirme, ¿me lo dirías?”, yo le decía que sí, que estaba todo correcto. Creo que lo notó porque entré con la cabeza hacia abajo y me dolía todo el cuerpo mucho. Yo no le dije nada por miedo a que se enteraran los policías y me volvieran a pegar, hacerme firmar más cosas,… En la puerta, fuera, no sé si estaban los policías, creo que un día sí pero no lo sé.
La sala donde pasaba por la médico forense era la del interrogatorio, no tenía ni cortinas, ni cristales, ni espejos,.. sólo tenía una mesa y creo que dos sillas. Pasaba dos veces al día, por la mañana y por la noche, más o menos cada 12 horas.
En la comisaría de Pamplona también pasé por una médico forense: tendría unos 40-50 años, rubia y de pelo largo, delgada. No me enseñó ningún carné ni acreditación. No apuntó nada en ningún papel, me miró en una celda, esta sí que me hizo bajarme los pantalones y me miró las piernas, también los brazos pero muy por encima porque no me vio la herida del codo y encima tendría que tener la cara muy roja ya que me miró en los calabozos justo después de que me dieran los golpes muy fuertes en la cara por los cuales me mareé y me caí al suelo. Tampoco me preguntó nada sobre el trato policial ni si tenía alguna enfermedad.
Después de tomarme declaración el juez, el fiscal pidió mi ingreso en prisión pero no me hizo ninguna pregunta, mi abogado pidió libertad con las condiciones que el juez quisiera imponer pero tampoco me hizo ninguna pregunta.
De ahí me volvieron a la celda y estuve bastante tiempo, tenía todavía mucho miedo porque aún seguía incomunicado. Al final me sacaron de la celda y me llevaron a un cuarto pequeño sonde había un hombre (no sé quién era) y me dio una hoja donde ponía que ingresaba en prisión y que la incomunicación se había acabado, y luego estuve unos minutos con mi abogado de confianza. Creo que después me dieron un bocata y una manzana para cenar en la celda, el policía que me los dio no me quiso ni tocar la mano porque lo fui a coger de su mano y lo dejó caer y apartó la mano como si yo fuera una mierda. En la Audiencia no pasé por la médico forense. Luego estuvo varias horas en la celda, incluso dormí un poco pero por la noche, me sacaron, me pusieron las esposas y me pusieron contra una pared hasta que trajeron a otros detenido (Ruben Villa), nos llevaron dos Guardia Civiles en un furgón hasta la cárcel de Soto del Real. Por el camino paramos y metieron a otros dos detenidos.
Al llegar a la cárcel nos rellenaron una ficha, nos hicieron ducharnos, nos dieron un buzo blanco, sábanas, mantas, papel higiénico, un cepillo de dientes, cuchillas, cremas de afeitar y de limpiar los dientes, gel, cubiertos de plástico, un vaso, gel lubricante y condones. Les dimos nuestra ropa. Nos dieron un bocata. Preguntamos la hora y eran las 3:30 pasadas, después nos subieron a la celda de ingresos.
Al día siguiente, por la mañana, nos hicieron fotos, nos cogieron las huellas, pasamos por la orientadora, otra persona que no me acuerdo lo que era y por el médico, donde me tomaron la tensión, me preguntaron a ver si tenía enfermedades, peso, altura y les dije que quería hacer constancia de las torturas sufridas por parte de la policía. Me dijo si tenía alguna marca y le dije que sólo la herida del codo. Creo que no apuntó mucho, pero creo que le conté todo.
Al ingresar en la cárcel estuve mal, cada vez que pensaba en mi madre me ponía a llorar y al recordar lo que me habían hecho, también. Estuve así varios días y durante 4 días más o menos me dolía mucho la mandíbula, sería de los golpes, al comer me dolía bastante.
http://www.txantreakoherriharresia.com/2014/10/testimonio-de-torturas-de-ander-maeztu.html