Es muy lindo estar otra vez junt@s, gracias a vuestra nueva iniciativa. Os saludo con una sonrisa feliz y orgullosa. Gracias de verdad a vosotras/os que estáis aquí y gracias de verdad a las/los que, si bien no están aquí, están cerca. Tenía un pequeño malestar por estar un poco en el centro de ésta y de otras iniciativas de solidaridad, criticadas también por personalístas. Pero, reflexionando y discutiendo con quien, como yo y vosotras/os, estamos comprometidas/os en el cuidado y en la construcción de las relaciones humanas solidarias y abiertas hacia las diversidades, y en la lucha común por la vida y las libertades para todas y todos de cualquier autoritarismo y explotación, esos malestares en seguida me parecieron menos justificados.
Se trata de solidaridad en lucha por la justicia y la libertad, y esta solidaridad humana auténtica no nace de la nada o por capricho, sino que se mantiene o se genera sólo a través de un persistente compromiso recíproco en la confrontación, en el cuidado de las relaciones y en el respeto y sostén de las diversidades que cada una y cada uno de nosotras/os representamos.
Esta solidaridad, más que aquellas limitadas sólo a la política o a la ideología compartida, es también la base sólida para una lucha social de liberación de l@s dueñ@s y de sus cárceles.
Es una base necesaria por una lucha que tiene sus raíces, su recorrido y su objetivo en el amor y en la vida digna, y en el amor por la vida. Este momento de solidaridad y de encuentro, como también los enlaces de origen, son una conquista colectiva y acaso aún ejemplar. De eso estoy orgulloso junto a vosotras/os; por cierto, no de mi mismo.Creo que esta iniciativa tiene otra gran cualidad, a pesar de cualquier consideración cuantitativa. No está determinada por el poder en el tema y en la ocasión. No hay una identificación en base a la hostilidad. Es una iniciativa autodeterminada. Nosotras/os dentro y vosotras/os fuera estamos junt@s, contra la vergüenza que son los muros que encierran las cárceles y que quieren, patéticamente, excluirlas del
mundo.
Somos todas y todos presas y presos, ya sea las personas encerradas o las que encierran, ya que una sociedad que necesita de la cárcel, de encerrar y excluir, es ella misma una cárcel. Como una caja china de tantas cárceles, una tras otra; un contenedor de una humanidad vilipendiada y sufrida.
Es sólo una cuestion de grados de encarcelación, división y aislamiento. Por supuesto, los grados más rigurosos y destructivos amenazan o golpean a las/los que son conscientes de que una sociedad gobernada
por una economía presunta, de real explotación global, es una única e inmensa cárcel. Amenazan y golpean a l@s que son conscientes de eso y se comprometen para liberarse, para superar y suprimir esta cárcel global, que ya ha llegado a tener las dimensiones y la virulencia destructiva de un Auschwitz planetario.
Hoy, el horror histórico que es esta economía del real-capitalismo, con sus metástasis principales que son el Estado, la ideología hoy neoliberalista y su tecnología para nada neutral, tiene como forma de dominio totalitario la democracia desarrollada en occidente, que compendia y exalta dignamentea las ideologías totalitarias del pasado.
Hoy como nunca, el exterminio, la sumisión y la opresión, la explotación y el control social son así perfectos y perpetrados a grand escala. De esa guerra total a la vida, la cárcel es uno de los puntos mas simbólicos y virulentos entre el conjunto represivo de la economía.
Es cierto que no se puede hablar de la abolición de la cárcel sin comprender también la abolición de la economía y de las funciones de sus dueñ@s, verdug@s e instituciones. Aquí, en la cárcel, no estamos padeciendo violencia física y las provocaciones son casi inexistentes. Será por la valentía y la, si bien exigua, fuerza solidaria, social y rebelde, de la cual somos l@s componentes detenid@s; será también por el particular momento de la represión, momento de exiguo nivel de enfrentamiento social por toda Europa.
Pero padecemos, junto a vosotras/os del exterior, la violencia represiva de las persecuciones político-sociales emergenciales fascistas, por parte del aparato policíaco-judicial. Y dentro padecemos el grado casi máximo de aislamiento hacia el interior de la cárcel y, todavía junto a vosotras/os, el aislamiento hacia vosotras/os.
Padecemos la censura de la correspondencia, la hostilidad sistemática en cada encuentro concreto con vosotras/os u otras personas no estríctamente destinadas a la vigilancia militar.Padecemos la suspensión, de hecho, de los derechos de las presas y los presos al acceso a los varios recorridos de liberación. Y siempre con el mismo pretexto de la “peligrosidad” y de la “seguridad” arbitrariamente establecido por la administración represiva, en base a la homologación o por lo menos a los valores dominantes, padecemos las gratuitas barreras arquitectónicas aflictivas, como por ejemplo las rejas por doquier, para no dejarnos ver el cielo. Así, están suspendidos también los derechos a la salud, más allá de los afectivos.En una situación patógena, una estructura sanitaria perfecta tendría escasa incisividad.
Padecemos así, si bien en medida mucho menos aguda que en otros feudos del reino, la tortura del aislamiento, de la exclusión social y civil, de la exclusión de un futuro en nuestro horizonte de vida, de la privación sensorial y social. Es, de toda manera, el aniquilamiento físico y social a rasgos más o menos pequeños y perceptibles.
Pero nunca será encarcerable la alegría del sueño de la liberación de l@s dueñ@s y de sus cárceles, la alegría de una solidaridad en lucha, la alegría del amor y del afecto que nos unen. Todo eso nunca podra ser disuelto por el delirio terrorista de un/a juez/a o un/a policía, ni siquiera por esa pobre cosa que es la cárcel.
Es aniquilamiento, puro terrorismo, pero fracasa y fracasará siempre hasta que no desaparezca de la tierra, junto a los horrores que la reproducen: la economía capitalista, la sociedad capitalista y la gran cárcel.
Saludo también a todas las compañeras y a todos los compañeros de España, de Turquía, de Chile, de Argentina y por doquier, fuera y dentro de las cárceles que, como nosotras/os y con nosotras/os, están luchando por la vida, la justicia y la libertad de todas y todos, incluso de l@s carceler@s-encarcelad@s.
Y quiero mencionar y saludar, con vivo amor, a todas y a todos las/los que, dentro y fuera de las cárceles, donaron su vida en esta, nuestra lucha . Merece la pena seguir luchando, hasta que la muerte no llegue a ser una mercancía, sino un don de vida. La vida es amor, lucha, imprevesible e irreductible rebelión. Hasta que ardá el monstruo y sus cárceles, que no son más que una pesadilla tambaleante destinada a desaparecer. No hay ninguna razón para desanimarnos, para resignarnos. Sólo hay razones para luchar cantando a la vida!
Os abrazo, Marco Biella, 17 de junio de 2001.