“Malaka, yo hice negocio allí arriba”. Una entrevista sobre la frontera albano-griega, 1994/1995 (es/fr)

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El texto es una traduccion del fanzine “Μαλακα, εγώ έκανα μπίζνες εκεί πάνω”. Μια συνέντευξη από τα ελληνοαλβανικά σύνορα, 1994/1995 editado en Grecia, 2012.

El texto que se encuentra en las siguientes páginas es el testimonio oral de un joven que realizó el servicio militar durante el periodo de 1994-1995.

Hemos mantenido el carácter oral de su discurso – casi en su totalidad – con el pensamiento de que transmite de una manera muy directa las condiciones de entrada de los inmigrantes en el país, durante mediados de los 90, el recibimiento con que los aguardaba el estado y los patrones (ya fueran grandes o pequeños), así como el papel que jugó el ejército.

Incluso aunque en algunas partes del fanzine nuestra opinión es de alguna manera diferente de la que se expresa, éste texto continua siendo uno de los escasos documentos (desde los medios) de la política de fronteras del estado griego.

Agradecemos cálidamente a los compañeros G. y P. de los cuales uno concedió y el otro realizó esta entrevista en el 2006. El fanzine circula junto con el número 29 de la revista antifa – guerra en contra del miedo (antifa- πόλεμος ενάντια στο φόβο).2

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UNA ENTREVISTA SOBRE LA FRONTERA ALBANO-GRIEGA 1994-1995

G: …Era estudiante en D., vivía en Petrálona3, de todas maneras, como joven estaba dentro de las drogas, mucho macarreo, movidas y todo eso….terminé la escuela a la fuerza. De cualquier modo, terminé con la escuela, formaba parte de la juventud que no tenía ninguna relación con la política ni ninguna sensibilidad social. Ninguna relación con nada de eso, simplemente era…por decirlo de alguna manera, un buen chico. Con todo lo que esto puede significar, bueno o malo….bueno, entonces como iba diciendo, creía que el ejército era algo dado por hecho, entonces era difícil pillar el impreso de loco4. Para pillar esos papeles tenías que estar un poco loco de verdad. Tener los cojones para hacerlo no era nada fácil. Y por otro lado, nunca se me había pasado por la cabeza pillar el impreso de loco, ¿no?. Lo consideraba algo que tienes que hacer necesariamente, el ir al ejército.

P: Algo obvio…

G: Obvio, si…terminé la escuela y mi manera de pensar así en general se encontraba dentro de la media. Dentro de la media representativa de la sociedad. De manera de pensar. Ahora como persona, como carácter, era de una fisionomía lumpen, y en Petrálona sabían que yo era así gamberrillo, que me dedicaba a robos y esos rollos. De todas maneras, fui al ejército, me presenté y todas esas cosas, y para no perder tiempo, en algún momento concluyo con mi traslado al batallón de infantería de Filiates5. Allí es donde pasamos toda la instrucción, que en su mayor parte tenía que ver con cómo tratar con los inmigrantes ilegales y la inmigración ilegal procedente de Albania, y aprendimos sobre las nuevas armas que se utilizan allí. Pasaron los diez días de instrucción, y de todos los reclutas algunos se quedaron en el batallón y otros se fueron a los puestos de guardia que estaban en la frontera. Yo en rango de suboficial, cabo de reserva, me mandaron a un puesto de guardia en Tsamantá6, en lo alto de una montaña, para reemplazar al anterior que ya se había licenciado. El puesto de guardia estaba posicionado a mas o menos un kilómetro de Albania, y cuando llegué allí empecé a ver la realidad, lo que sucedía. Porque como estaba en una isla hasta entonces no tenía ningún contacto con lo que ocurría en la frontera albano-griega.

P: Antes estabas en Chíos7….

G: En Chíos, si. Como iba diciendo, se trataba de un puesto de guardia totalmente alejado, en un pueblo que tenía alrededor de sesenta habitantes, y con casas que se encontraban muy lejos las unas de las otras.

P: ¿El pueblo ese se llamaba Tsamantá?

G: Tsamantá. Si. Y el puesto de guardia también se llamaba así. Allí esencialmente….se realizaban dos emboscadas por el día y dos patrullas por la noche. O dos patrullas por el día y dos emboscadas por la noche, dependiendo de cómo iban.

P: ¿Qué quieres decir con emboscadas?

G: La emboscada era cuando salías a un punto, a esos que llamaban los pasos, es decir, al lado del río y en otros puntos concretos los cuales eran los mas fáciles para que cruzaran la frontera los inmigrantes albanos. Y montábamos la guardia allí.

P: ¿Cómo se llamaba el río?

G: El río no me acuerdo de cómo se llamaba. Pero era el conocido río que bajaba cadáveres. De inmigrantes albanos. Yo en total estuve cinco meses en ese puesto de guardia.

P: Estamos hablando del periodo de finales del 94 hasta principios del 95,¿no?

G: Noviembre del 94 hasta…¡A lo mejor no en Noviembre!, de Octubre hasta…..En Febrero estaba….¿Hasta Marzo? No me acuerdo ahora.

P: Principios del 95.

G; Si, principios del 95. Pos supuesto que la situación no era la misma que la de años atrás. Es decir, en el 91, 92, 93 en esos años había una entrada masiva, o como se diga….vamos que la población cruzaba masivamente las fronteras. Era totalmente diferente. Aunque en el 94-95 que estaba yo, todavía pasaba gente. Lo que hacíamos era montar la guardia y detener gente. Lo que tiene de verdad importancia es que veamos la percepción que existía sobre la cuestión dentro del puesto de guardia, en el cual nos encontrábamos alrededor de 17 personas. Normalmente cuando salíamos, las patrullas – las emboscadas – se componían de tres personas. De los cuales dos pasaban y el otro estaba calentado. Y era ahí cuando había un problema. Si no salía la patrulla el calentado llamaba a la compañía y se chivaba al capitán. A propósito, el capitán era fascista. De Kérkyra8. B.S. Entonces necesariamente teníamos que salir. Lo que pasaba… cada dos o tres días era que pillábamos gente. Ya fueran chavales, viejos o mujeres…pues eso, personas que iban hacia Grecia. Es un tema muy amplio, desde el 91 que se abrieron las fronteras, que la gente pasaba masivamente las fronteras, la manera de enfrentarlo de la población local, en general de la Provincia – porque era por allí por donde entraban – era…como decirlo, era de solidaridad. Hacia un pueblo que buscaba encontrar su suerte. Hacia un pueblo que había pasado tanto y tan de repente por decirlo de alguna manera, la gente, los pueblerinos de allí les ayudaban. Y bueno…ahí empieza la parte negra de la historia. De repente la gente se da cuenta de que está entrando en el país una fuerza de trabajo barata, y que de esta manera su propia posición dentro de la sociedad griega puede ascender. Asciende aplastando esta nueva masa de personas de la clase trabajadora. Y empezaron a explotarla. Sin hablar en general de toda Grecia, yo quiero hablar aquí de los lugareños, de cómo lo veía yo allí. Y de cómo lo viví yo con respecto a la gente del lugar. Entonces….En el entrenamiento ese que hicimos al principio, nos enseñaban albanés, lo que no tenía ninguna intención de servir como ayuda hacia las personas, o bueno, de decirles que se volvieran o que estaba prohibida su entrada. El albanés que nos enseñaron era levántate y siéntate.

P: Esto en los diez días de instrucción. Antes de que fuerais a Tsamantá.

G: Levántate, siéntate. Es decir, levántate “ulo cho” y siéntate “cho”. Y algo mas que no recuerdo ahora. Lo cual era, como se dice…

P: En imperativo…

G: Si….y también nos decían “cuando encontréis albanos en la frontera les tenéis que coger el pan y hacerlo pedazos”. Porque se supone que ahí escondían las armas. Cuchillos, y otras cosas que eran, por así decir, peligrosos para nosotros. Y esencialmente, con lo que nos encontrábamos eran personas desgraciadas que andaban tres días entre la nieve. Y a muy bajas temperaturas: menos 15, menos 20 grados. Personas desgraciadas que lo único que tenían para comer era pan. Y en el ejército nos enseñaban que dentro de su comida, entre sus ropas, escondían cuchillos. Y que querían matarnos. Y bueno, esta lógica algunos la encontraban totalmente estúpida. Otros, éstos que al final eran los chivatos, resultaron ser los peores, peores que los comandantes, eran los que más ganas tenían de salir a pillar y detener y eso, más que los propios comandantes.

P: De entre los soldados te refieres.

G: Si, de entre los soldados, si. Sobre todo los que tenían especial furia contra los albanos y que provenían principalmente de Ioannina, Arta, Aetolia – Arcanía9 y de esos sitios. Con la escusa de que “éstos vienen y nos roban los campos”. Y cómo decir, se referían a los albanos como si fueran animales. Bueno, como iba diciendo, llegué al puesto de guardia, conocí a la gente como nuevo que era etc, y empecé a quedarme con las caras y con las situaciones de por allí. Y empecé yo también a mosquearme un poco. Empecé a ver una situación rara, con soldados muy calentados y esas cosas…..Entre tanto teníamos broncas diversas en el puesto, porque….en general a esos batallones – los que estaban en la frontera con Albania – enviaban gente……ya fueran los que no querían en ningún lado, ya fueran musulmanes de Tracia10 o judíos. Y dentro del puesto estábamos diecisiete personas de los cuales 5 ó 6 eran musulmanes, dos judíos y el resto griegos.

P: De los pueblos o….;

G: De todos los lados. También teníamos de Atenas. Y había algunos otros….teníamos un griego-alemán, el cual por cierto era nazi. Me acabo de acordar. O.H. Todavía le recuerdo. En general había ostias. Es decir, algunos iban a por A. [nombre de uno de los soldados del puesto], y especialmente se metían con uno de los judíos todo el rato. Algunos Pomacos no participaban en todo esto porque consideraban una ofensa muy grande el pasar un día en los calabozos, o un día detenidos. En lo que tiene que ver con los inmigrantes, había una tendencia clara dentro del puesto en salir a fuera, pillar gente, hacer detenciones…Más adelante hablaré de cosas mas gordas que han pasado, que he visto y oído.

[Pausa]

G: Voy a describir como se llevaban a cabo las detenciones y todo eso. Normalmente las detenciones se llevaban a cabo por la noche o por la tarde noche. Salíamos normalmente dos o tres personas. Dependiendo. E íbamos a ciertos puntos elegidos, que estaban escritos en un mapa. Todos los conocíamos. Estaban al lado del río, o en otros tres o cuatro puntos en lo alto de la montaña.

P: En el río ese que decías que bajaba cadáveres.

G: Si. En el río que bajaba cadáveres. Ya hablaremos después de eso. Sólo quiero describir como era el proceso. Lo que pasaba era lo siguiente: montábamos la guardia en algún sitio, y en el 90% de los casos nos llevábamos gente al puesto. Los cuales se quedaban uno o dos días allí como mucho. Para este par de días existía una regla no escrita por la cual los inmigrantes tenían que hacer todos los trabajos. Es decir, desde cortar las malas hierbas, limpiar, fregar, lavar los platos, cocinar, cargar – hasta armas les daban para que limpiaran – que nos hicieran las camas…y después venía el REO11 del ejército y se los llevaba a la compañía, que estaba a 30 ó 40 kilómetros del puesto de guardia. En el destacamento de la compañía del batallón. Y los llevaban allí desde todos los puestos de guardia. Normalmente (porque me ha tocado muchas veces hacer esto – no porque quisiera hacerlo, sino porque tenía que hacerse – porque si no lo hacía, como subcomandante me comería como mínimo veinte días de calabozo y un tribunal militar) nos encontrábamos con personas en una situación muy mala. Y no solo psicológicamente, si no también a nivel físico, estaban cansados y hambrientos, y eran de todas las edades. Ha llegado a pasar que recogiéramos chavales de doce años, los cuales a lo mejor se habían quedado atrás porque pasaban en caravanas y algunos se quedaban atrás. Y porque eran muy difíciles las cosas pues les dejaban atrás. No se podían retrasar. Luego también estaba el contrabando. Detuvimos una vez a tres mujeres que parecía que hubieran salido de un concurso de belleza. Mujeres preciosas con tacones, es decir que no habían caminado nada. Por supuesto estaban esperando a que alguien las viniera a buscar y por casualidad las encontramos nosotros. Lo que pasó después es lo que te decía antes. Las llevamos al puesto, donde hicieron todos los trabajos. La regla no escrita…y también hubo violaciones. Por ejemplo, a estas tres chicas, las bajaron a la compañía y me enteré de que las habían metido en los baños donde iban los soldados, las habían encerrado allí dentro y por la noche algunos…fueron y… ahora mismo no se que hicieron exactamente pero me enteré de que había habido movida. Y ésta era la manera de funcionar de todos los puestos de guardia. En los cuales, oficialmente, no se escribió ni una línea desde el ejército, de que tuvieran constancia alguna, sobre que pasaban estas cosas, sobre si los soldados se comportaban mal y esas cosas, ni nadie fue condenado ni nada. Era como si te dijera tu comandante, ¡haz lo! Normalmente decían este tipo de cosas. O “que no te den pena” o “donde los encontréis joderlos”…eso decían normalmente. Las condiciones más bárbaras se daban en el sitio en el cual los tenían en la compañía. El cual era un chabolo……

P: Por lo que entiendo era algo así como un calabozo, ¿no?

G: Era la central, es decir, todos los que pillaban desde los puestos de guardia, los metían en una celda que era de cinco por cinco. A mi por ejemplo, el techo me llegaba a los hombros. Es decir, que tenías que estar encorvado allí adentro, no podías estar derecho, más los otros alrededor y además como un congelador. Se formaba hielo. Tres meses al año había dentro hielo permanentemente. Allí dentro se apiñaban….¿como te digo? Así como yo lo veo cabían diez personas mas o menos. Y metían dentro alrededor de…¿sesenta? Unos encima de otros. Y cada viernes venía [a llevárselos] una lechera de la policía12. Esas eran las condiciones. Se quedaban allí mas o menos una semana, y salían como veinte minutos-media hora al día. Los sacaban al sol. Para que mearan o para hacer sus necesidades humanas. Al mismo tiempo era su hora de comer. Al igual que para nosotros era la hora de comer. Me acuerdo concretamente de un Domingo en la compañía – me había quedado dos semanas allí – que teníamos chuletas para comer. Estaba sentado comiendo en el comedor. Y vi al centinela que abría la puerta para que salieran los albanos del chabolo. Y teníamos un perro atado fuera, un perro-lobo, que comía chuletas. Y los albanos comían pan solo. Y yo estaba viendo esto desde dentro y me estaba volviendo loco. Y así como estaba, cogí lo que me quedaba de comida y se lo di. A los albanos. Me vio el capitán, que estaba en su casa, allí donde vivía y vino corriendo. Y le dio una patada a la bandeja. Estaba un albano sujetando la bandeja y se la quitó de las manos de una patada, entonces la chuleta se cayó al suelo y se la comió el perro. Y los albanos se quedaron mirando como se comía la chuleta el perro. Y a mi me puso diez días en calabozos con padres nuestros y aves marías, “ eres imbécil, y estas cosas que estas haciendo son gilipolleces”, “ ésos son como animales”. Y una cosa que se me ha quedado de lo que tiene que ver con lo que pasaba en la compañía, es una mañana, un viernes por la mañana, en que viene una lechera de la policía para recoger a los inmigrantes y llevarlos a Kakabiá13.

P: Para retornarlos.

G: Si, los llevaban de vuelta. Recuerdo que los habían puesto a todos en fila y vino el capitán y señaló a dos personas que habían estado haciendo ruido. Es decir, estuvieron gritando toda la noche desde la celda porque estaban enfermos, algo les pasaba. Hicieron sus necesidades allí dentro porque no les dejaban salir…y estaban amontonados allí dentro. Y gritaban y protestaban. Y aquel día les habían puesto en fila y cuando el capitán señaló a los dos que habían estado gritando, vinieron los maderos y empezaron a darles de puñetazos. Tortazos, con toda la frialdad. Nosotros nos quedamos helados viendo a los albanos comiéndose puñetazos en toda la cara. Con sangre corriendo y todo. Torturas….venganza, ¿como decirlo?, que “lo que hicisteis no lo volveréis a hacer mas”…Vi a personas que las tenían una semana en la celda, las mandaban a Kakabiá, volvían otra vez y los volvían a coger, y otra vez una semana en la celda. Había gente así. Es decir, que podían haber pasado cuatro meses estando continuamente en los calabozos. Había mucha gente de ese estilo. Ahí empecé a mosquearme yo. Empecé a ver que algo no iba bien. Sentía impotencia. No podía reaccionar. Pero no existía nada parecido….Por supuesto que la gente tenía problemas con esto, pero nadie podía decir nada. Era peligroso. No podías hacer un motín dentro del ejército, te enviarían a tribunal militar, es decir, problemas serios. Seguro.

[Pausa]

G: La mayor farsa fue…..cuando llegué al puesto de guardia. Allí había una especie de tienda de ultramarinos. Íbamos al mediodía o por la tarde y bebíamos algo de Tsípouro14. La tienda esta la tenía el viejo M. un gran chivato. Allí se juntaban todos los lugareños. Los que tenían tierras. Y tenían también animales. Terneros salvajes y otros. Allí esperaban conocer al nuevo jefe de guardia del puesto [cuartel]. Era la persona importante del pueblo. Había ido yo a tomarme un tsipourito y se pegaban unos con otros para conocerme, para ver que clase de tío era.

P: ¿Sabían que eras soldado, no?

G: Sabían que era soldado y….esperaban algo de mí. Yo no me había enterado de que pasaba allí. Lo único que entendí era que “chavalote tienes algunos límites”. Porque además de que perseguíamos albanos, controlábamos quien entraba y quien salía de la frontera. Porque estábamos en la “zona gris”, así la llamaban, entre las dos fronteras. Eran praderas. Por allí pasaban algunos camioncillos, como cuatro o cinco al día, diferentes personas cada vez que iban hacia las praderas. Supuestamente yo tenía que hacer un control de los animales que pasaban. Normalmente pasaban camiones cubiertos. Venía el camión, paraba en la frontera, le hacíamos el control, tenían un papel que decía que tenía tantos animales, los llevo a pastar y regreso con los mismos. Entonces…ellos pasaban por allí alrededor de cincuenta terneros y regresaban con un cero de más. Quinientos terneros. Hacían contrabando…claramente. Y yo no tenía ni idea de que ocurría exactamente. Llamaba al capitán y le decía pasa esto y esto. Normalmente ellos pasaban a las cinco de la mañana. Para que no pudieras contar. Me despertaban y me decían, ha venido fulanito, está abajo y tienes que ir a hacer el control. Un simple soldado no podía hacer el control. Solo el jefe de guardia podía hacer el control. Y se suponía que yo anotaba, que lo anotaba y pasaba el informe al comandante que éste ha pasado con cincuenta y ha vuelto con quinientos….o yo que sé cuantos. Vamos que yo no podía ni si quiera contarlos. Y me decía “¿quién es?”, “fulanito” contestaba yo. “Venga chaval, pero si es de los nuestros, es buen chico, no te preocupes”.

P: Si eran quinientos. Algo se llevaría el comandante por cada vez…

G: Claro, quiero decir que siempre caía algo. Algunos se estaban forrando con esa historia. Además de éstos, había ciertas personas de un pueblo en concreto, no me acuerdo como se llamaba, un pueblo albano de donde los traían, tampoco me acuerdo de nombres…Se iba fulanito del pueblo [en terreno griego] donde tenía los animales, el dinero, se iba solo y volvía con cuatro personas en el coche. Y cuando le preguntabas que qué pasaba te decía “da saludos a mi amigo el comandante” con su nombre de pila. Como si te dijera “vete a tomar por culo, chaval”…No es que tuviera yo ganas de detener a nadie, simplemente quiero decirte que había muchas cosas sucias por allí.

P: ¿Quieres decir que el ejército participaba en el contrabando?

G: Si…

P: Los animales tienen un precio…

G: Si…

P: Los trabajadores un precio, las mujeres un precio aun mayor…

G: Si, si…por supuesto.

P: La droga más todavía…

G: Éstas son algunas cosas de las que me acuerdo. Son un montón. Por eso me lío y no puedo…pero según voy hablando me vuelve la memoria y recuerdo. Me acuerdo que de cualquier cosa que hiciera se enteraba todo el pueblo. Cuando iba por el viejo M. me decían “¿que pasó con éste?”, “¿Y porqué lo otro?”, me preguntaban por muchas cosas.

[Pausa]

G: Lo que mas impresión me había causado en el puesto de guardia era eso que te contaba antes sobre ciertas personas. De cómo enfrentaban el tema de los inmigrantes. Como se comportaban y eso. Había un dicho que se decía y no sólo dentro del cuartel. Era un dicho que habían heredado “las quintas” de los más antiguos. El dicho decía así “Vamos de caza”. Salíamos unos cuantos y “nos íbamos de caza”. Ah, por cierto, cuando tomé la responsabilidad de ser el jefe de guardia, también tome la responsabilidad del recuento de armas. Teníamos un baúl grande que tenía dentro las municiones. Y me acuerdo de que me había comido cinco horas contando las balas para remitir un informe como destinatario. Y cuando las conté faltaban más o menos dos mil balas. Supuestamente, el ejército te ponía un límite que decía que lo máximo que podía faltar era cinco balas. De ahí en adelante había un problema grave. Me había dado una impresión tremenda. Cómo es posible que falten tantas balas…y dónde coño han ido a parar. Llamé al capitán y le dije “Señor capitán, yo no firmo el informe. Faltan muchísimas balas”. Y me dice “No. Fírmalo”, y que “así van estas cosas, lo sabemos que faltan municiones, pero así son las cosas. Se justifican como tiros [prácticas de tiro]”. Entre tanto no habíamos hecho ninguna práctica de tiro…otras tiros eran los que querían salir a dar los soldados. Algunos pillaban las balas y se iban a algún sitio. ¿Las disparaban?, ¿Tiraban a objetivos?, ¿Mataban gente?

P: Y por supuesto no era un robo que interesara al comandante. Es decir, que robaran balas para un uso personal que no tenía que ver con el ejército.

G: No, no, no era un robo. Nadie podía ir a robar las balas, a cogerlas. Simplemente las cogían para el servicio, y obligatoriamente tenían que llevar cinco cargadores. Me imagino que muchas veces estos cargadores regresaban vacíos. Vale, algunas puedo justificarlas. Algunos puede ser que las pillaran para disparar en la montaña. Pero seguro que no se perdieron todas en la montaña. Entretanto, a parte de todo esto, había declaraciones de personas, que conocía yo de otros puestos de guardia, incluso del mío propio, que contaban que veían albanos desde quinientos metros y hacían blanco a ver quién les acertaba. Mucha gente. Osea que se han llevado por delante a mucha gente. Si te pones a mirar los albanos desaparecidos, son incontables los que no se han encontrado todavía. Son muchísimos los desaparecidos. Luego los bajaba el río ese del que te hablaba antes.

P: Y además de jactaban de ello.

G: Se jactaban….Y si alguien va a buscar meticulosamente a las montañas, en Pindo, en la frontera albano-griega, se encontrará con un montón de esqueletos. Se va a encontrar con muchas movidas. Y me había dado una impresión tremenda como algunas personas podían portarse así. No podías denunciar este tipo de comportamientos. No se podía denunciar una cosa como ésta. Y en el puesto de guardia me acuerdo por ejemplo de veces que decíamos “Venga, vale no salimos, anda que no vamos a salir ahora a cazar gente”, y había otros que decían “mira, te lo voy a explicar para que lo entiendas, ahora tenemos servicio, mi madre abajo en el pueblo tiene miedo, porque vienen éstos y nos roban las gallinas y las naranjas” y ese tipo de cosas. Y “ Si no salimos se va a liar bien gorda aquí, llamo al comandante y todo”. Estos eran los chivatos, eran así los chivatos ¿que le íbamos a hacer? Había gente que no quería, que pasaba de hacer esas cosas y no que le gustaban.

[Pausa]

G: Bueno, pues cuando ya me había licenciado, me encontré a un amigo mío, vamos, que habíamos ido juntos al colegio. Él había sido soldado en Agía Marina, de la misma quinta que yo, y al igual que yo, había sido jefe de guardia en otro cuartelillo que estaba a cierta distancia del mío. Se había licenciado también, y yo me le encontré en Petrálona conduciendo un Fiat Punto, de color amarillo, GT, que por aquel entonces valía una pasta. Y me pareció raro de dónde había sacado todo ese dinero. Y le dije, “Eh cabrón, ¿cómo has pillado esta cosa? Y me dijo “Malaka, yo hice negocio allí arriba. Tú eres un tonto”. Había puesto estándar: de cada uno que pillaba, cogía dinero. Vamos a decir…¿cien mil [dracmas15]por cabeza?, ¿Lo que llevaran encima?¿Habría hecho arreglos con ciertas personas? Como sea que fuera, pilló ese dinero.

P: Para soltarlos…

G: Si, le daban el dinero y los dejaba pasar. O, a los que pillaba, les quitaba el dinero que tuviesen, y los dejaba irse, ¿no? Por supuesto, no sé que le pasaba al que no le diera dinero. Sea como sea, no había sobre él – y no sólo sobre él, sino sobre cientos – ninguna denuncia. Había algunas denuncias que estaban “en investigación”…gilipolleces. Encubrían todo lo relacionado con esos temas. Nunca he escuchado de algo así. No sé, nunca ha llegado a mis oídos. Y me parecería raro, la verdad, si ocurriera. Como sea, el tipo había sacado una locura de pasta. Del servicio militar. Y me decía a mí, que había sido tonto. Y a parte de lo que pasara con él, que estaba en el ejército, lo que yo había vivido allí, en la provincia de Ioannina, en Thesprotías, era lo que sucedía con la población local. Cambiaron su manera de ver las cosas cuando se dieron cuenta de las posibilidades del nuevo potencial de trabajadores baratos, los inmigrantes. Comenzó la explotación. Y a la misma vez empezó “el cuento” este de la criminalidad y esas gilipolleces que dicen de los albanos. “Que son salvajes, y que no hacen nada”, y yo que sé, “que si tenemos que echarlos a todos…” y esas tonterías. Pero lo que pasaba en realidad era, que el que tenía campos, plantaciones, tierras, o algún rollo de esos, pillaba a diez albanos. Puede que les diera de comer, dinero seguro que no les daba, y le hacían una casa. ¡Una casa! Se la construían. Desde los cimientos y todo, ¿no? Les decía “Os pagaré al final”, y cuando habían terminado el trabajo, llamaba a la policía y decía “aquí hay diez albanos”. Entonces venía la policía, los cogía y los enviaba de vuelta. Después de uno o dos años, o de cinco meses, era natural que alguno de ellos volviera al lugar. Ya fuera para reivindicar sus intereses o para vengarse. Muy simple, una de las dos cosas. Y yo hubiera hecho lo mismo, ¿no? Yo lo veía, veía que tipo de trabajos hacían y veía a pueblerinos que se creían terratenientes, veía a unos don nadie que se volvieron terratenientes. Y veía a los albanos que trabajaban todo el día. Regularmente.

[Pausa]

G: Ahora, todo lo que tiene que ver con los que se oponían y eso, los que reaccionaban – entre comillas, ¿eh? – “reaccionaban”… existía el derecho de asilo para los borioipirotes16. Tenían una manera totalmente diferente de tratar la cuestión de los albanos. A pesar de que llevaban tiempo aquí, los borioipirotes, no se sentían tan griegos. Se sentían mucho mas como inmigrantes, como albanos, que como griegos. No tenían ninguna relación. Había un clima, así como, que si, que los ayudamos y eso. Y tenían el valor de venir enfrente del puesto de guardia y decían “voy a trabajar a donde fulanito”. Con los albanos sin embargo, había otra manera totalmente diferente de enfrentar el tema. Eran otra cuestión. Una cuestión totalmente diferente. Y de oposiciones, osea, era diferente – los que se oponían – eran, yo que sé, los que tenían pasta, del lado de Grecia, quiero decir, que querían que el paso de su fuerza de trabajo fuera un poco más libre. Cuando necesitaban, esperaban a diez, veinte, treinta trabajadores que sabían que les iban a sacar el trabajo gratis, y entonces se hacía un acuerdo, que “éstos pasan libremente”. “Nos la sudan los demás, no nos importan, pero nuestros trabajos tienen que hacerse”. Ésta era – entre comillas – la oposición. En esencia, nunca se había planteado la cuestión de las condiciones de entrada de los albanos…

P: Y todos sabían cuales eran, ¿eh?

G: Todos sabían cuales eran las condiciones. ¡Todos! Y nadie planteaba este tema. En lo que tiene que ver con el ejercito, internamente, seguro que existía gente que veía toda esa miseria. Veía como funcionaba todo eso. Pero nunca hubo una verdadera oposición. La única oposición que podía tener un soldado ante esto era hacerse el “longuis”. Es decir, que tuviera que ir a hacer una emboscada y que no fuera. O que fuera a hacerla pero que se fuera a dormir. Si no había ningún chivato en la patrulla, claro. Ésta era la única oposición que podría darse. Lo de salir y decir lo que pasaba….no podía ser. Lo de empezar una discusión sobre el tema, tampoco podía ser. Era peligroso. No podías hacer estas cosas dentro de los cuarteles.

[Pausa]

G: Hoy en día, sí que haces un balance de lo que pasaba entonces, con mis hechos, ¿no?

P: ¿Pero puede ser que pase todavía?

G: Seguro….Bueno, vale, ha cambiado la situación desde entonces, las cosas son diferentes. Es decir, que alguien que cruce ahora la frontera…porque está claro que todavía la cruzan algunos, ¿no? Ahora existen cosas más curradas. Existen otros procesos. Por ejemplo, hay ahora en Albania peña que hace pasaportes falsos, o se los dan unos a otros – sé de estas cosas porque tengo amigos albanos – le da uno a otro su pasaporte y pasa. Se lo manda por correo, pasa y se lo devuelve. Así se hacen ahora estas cosas. Y luego también están esas empresas informales de tráfico de inmigrantes, que pagan dentro de la normalidad. Bueno, que le jodan ahora a eso. Lo que veo hoy del ayer es que esencialmente en aquel periodo los cuarteles….

P: Desde otro punto de vista…

G: Si, desde otro punto de vista. Los cuarteles crearon una cultura entre los soldados la cual decía que en aquel sitio, en aquel lugar, osea, en esa Comunidad, ellos eran los malos y nosotros defendíamos nuestra patria de los malos. Tenía una base racista y fascista. Que era la predominante. Osea, el encontrar a un soldado que se mosqueara hasta el punto de que tuviera una conciencia en contra de lo que pasaba era muy difícil. No podía expresarse. Lo que predominaba allí era que el soldado se hiciera fascista, lo que consideraba algo que se daba por hecho, como su trabajo, el detener, el pegar, el torturar y falsear. Bueno, y por otro lado, o por lo menos por mi lado, ¿no? Todo esto funcionó para que cambiara, y para que viera las cosas desde otro punto de vista. Ya te lo he dicho, pero te lo vuelvo a decir, en el ejército es dónde yo me hice – a parte de antifascista – comunista. Porque lo vi. Y me afectó mucho. Y empecé a comprender como funcionaba todo esto. Como funciona el estado y como se reproducía todo esto por medio del ejército, el fascismo, el racismo, y el nacionalismo. En las cosas más simples. En la práctica.

[Pausa]

G: Cuándo terminas el servicio militar y regresas, lo que normalmente haces es volver a juntarte con tus colegas de antes, con los que te juntabas antes de ir al ejército. Y éstos te preguntaban que qué ocurría por allí, que cómo era y eso. Sin embargo, cuando empezabas a contarles cosas de las mierdas que pasaban allí, veías una reacción racista. Te decían … “¿Pillaste albanos?, ¿Qué hacías por allí?, ¿Cazabas alguno?” Lo llevaban mucho hacia lo racista. Era muy simple, que eras un máquina porque estuviste allí, que de puta madre y esas rollos …Y cuando les contabas cómo era la situación allí, hacían como que no sabían de que iba el tema. Yo me tropecé con la otra forma de racismo, una mas bestia, después del ejército. En Petrálona, en Thisío, osea, donde yo paraba, habían empezado por aquel entonces a salir los chistes sobre albanos. Había algunos que no iban a garitos donde paraban albanos, o si iban y había un grupo de albanos al lado, se metían con ellos para que se levantaran y se piraran y esos rollos, o el camarero iba y les decía, “chavales no podéis quedaros aquí, este bar es high class ” …se pasaban mucho con los albanos …una peña de Petrálona, me acuerdo de una noche que había bajado a dar una vuelta y me encuentro como a diez personas que eran antiguos colegas del barrio. Me llamó la atención que estuvieran los diez juntos. Les pregunté que a dónde iban, “Vamos a Kalithea, al Kostas le dio de ostias ayer un albano y vamos a Kalithea a pegar albanos”. Y me quedé loco. Digo “eh colega, ¿que coño está pasando aquí?”…Y después pensaba si esta gente (eran sólo suposiciones), si hubiera ido, si hubiera vivido una situación como la mía en la frontera, ¿tendría esta reacción?, ¿tendría una todavía peor?, ¿tendría la misma que tenía yo?, realmente no tengo ni idea. Es todo un tema. Lo que veían ellos era, cómo se dice, una población “guetizada”, a los albanos que estaban en un gueto, y que todavía están, y los veían simplemente como enemigos. Y como algo extraño, es decir, algo peligroso para ellos. Y consideraban que tenían que reprimirlo de todas las maneras posibles. Con palizas, con….bueno,con todos esos rollos. Y bueno, empecé a tener criterios mas políticos… y empecé a alejarme de todas esas compañías, y en general del barrio, y cogí y me piré de Petrálona, no me molaba la gente. Es decir, lo que era el pueblo, el pueblo de Tsamantá, era en esencia una miniatura de Petrálona. Exactamente. Una miniatura, sin ninguna diferencia. Simplemente que la manera de enfrentarlo allí era diferente. Había diferencias económicas. Era mas clara la evidencia de una diferencia a nivel económico, a nivel de pasta. Era mas una separación de clase. Como que nosotros somos aquí [en Tsamantá] los que tenemos la pasta y vosotros los que no tenéis nada que hacer, así que vais a hacer lo que queramos, lo que os impongamos. Y tenemos al ejército con nosotros por si acaso. En Atenas era diferente. Tenía mas que ver con lo racial, que éstos son los que…los que suponen una amenaza para lo nuestro, o yo que sé. Ahora, vale, en nuestros días, no sé cómo ha cambiado la situación. Es decir, no puedo decir qué es lo que pasa. Por supuesto que se dan casos, como por ejemplo lo que pasó con el fútbol…[se refiere al pogrom que estalló después de la victoria futbolística de Albania sobre Grecia en el 2004]

P: ¿Lo que pasó hace dos años?

G: Ahí, (risas) ahí es done ves claras las cosas. Cuando entramos en cuestiones, desde el 95-96 en adelante, cuando algunos albanos igual habían sacado algo de pasta, cuando empezaron a comprar coches y casas, ahí veías la envidia. Y cómo los griegos querían tener al albano sumiso. Osea, se escuchaban frases como “los guarros, que sé yo, hasta pillaron coche”. Han pillado coches. Los tuvimos tanto tiempo aquí, que ahora han pillado coche y todo. Como que se habían hecho como nosotros ahora. Todo esto tiene una base racista,¿no? Ahora, no tengo ni idea, las nuevas generaciones en los colegios, no sé como se educan, que relaciones tienen entre ellos.

[Pausa]

G: Cuando hago flash-back al pasado, a aquel periodo del 94-95 que era soldado en Tsamantá, en Brosína dónde estaba la capitanía, y en el batallón, en Filiates, me vienen a la mente varias imágenes, que inconscientemente, intento borrar. Pero aun me vienen a la mente imágenes. Lo que se me ha quedado grabado de este periodo son dos cosas. Lo primero lo personal, no sé, el pasar cuatro mesen sin ver a la familia, a mi chica y a mis amigos. Una parte es eso. La otra parte, que es la que más me amarga, son las imágenes de los inmigrantes. Son éstas las que se me vienen a la mente. De alguna manera, mi organismo, mi memoria, trata de expulsarlas. Lo que se me ha quedado son las imágenes de lo que yo rechazaba. Chavales en medio del frío con los brazos en alto, viejos suplicando, mujeres aterrorizadas y gente desesperada en general. Que pedían que les echaran una mano y que recibían, yo que sé, un puñetazo en toda la boca. Una patada en el estómago. Veías a griegos, ya fueran soldados, oficiales o pueblerinos, comportarse como bestias, que salían a defender, no simplemente sus intereses, si no sus… beneficios. Defendían la gran injusticia que se llevaba a cabo con los pobres. Se me han quedado imágenes de violencia que, antes de ser soldado, antes de ir al ejército, no hubiera imaginado que existieran…ese tipo de personas. Siempre había pensado que los griegos, como pueblo, eran hospitalarios. El que valla por ejemplo, a un pueblo de allí arriba, como griego, o como….como turista sobre todo, será bien recibido. Los inmigrantes sin embargo, no tuvieron ese trato. Por que no tenían nada que fuera suyo. Eran simplemente un producto del que cada uno intentaba obtener una beneficio. Convertirlo en dinero. Creo que a parte del ejército y a parte de la policía, la mayoría – bueno, no voy a hablar de la mayoría, pero principalmente los que tenían la oportunidad de invertir con esta gente – fueron colaboradores. Colaboradores de este crimen. Fueron colaboradores.

              _______________________________________________________________________________

1 Malaka: literalmente significa pajillero. Es una palabra muy usada dentro del argot griego, que puede tener varios significados  dependiendo del contexto en que se incluya, aunque casi nunca el significado literal. En este caso está utilizada como: Colega, tronco,etc….También puede utilizarse como insulto (tonto, gilipollas, hijo de puta).

2 www.antifascripta.net

3 Barrio del centro de Atenas.

4 Se refiere al impreso en el cual, un médico, certifica la incapacidad para realizar el servicio militar por causa de problemas psicológicos. Este impreso es muy conocido y utilizado por jóvenes que se niegan a prestar el servicio militar en Grecia.

5 Provincia del noroeste de Grecia, situada en la frontera con Albania.

6 Pueblo en la provincia de Filiates, se encuentra exactamente en la frontera con Albania.

7 Isla griega del Mar Egeo, muy cerca de Turquía.

8 Isla griega del Mar Jónico.

9 Se refiere a zonas del centro-oeste de Grecia, las cuales están situadas al sur de la frontera con Albania.

10 Región en la península de los Balcanes, al norte del Mar Egeo, enclavada en Bulgaria, Grecia y la Turquía europea. Sus límites han variado en los diferentes periodos de la historia. Los habitantes son originarios de varios lugares. Después de diversas guerras y tratados, la zona de Tracia quedó repartida entre los tres países, aunque la población aun conserva sus costumbres independientemente de las costumbres del país dónde se encuentra. En Grecia son considerados como la única minoría étnica declarada como tal (Pomacos), son de religión musulmana. En Grecia existen censados unos 30.000 y se localizan en el valle de Tracia.

11 Camión militar.

12 Las lecheras de la policía griega son autobuses.

13 Cruce oficial en la frontera albano-griega, en el cual se encuentran los oficiales fronterizos para el debido control del tránsito entre los dos países.

14 Licor típico griego extraído de la uva. Es similar al aguardiente.

15 Antigua moneda griega. Un euro = 340 dracmas.

16 Comunidad de origen griego, asentada en Albania. Algunos de ellos regresaron a Grecia tras la apertura de fronteras en el 91, cuando hubo una llamada para que volvieran al país. En general tienen mas facilidades legales a la hora de establecerse en Grecia.

«Malaka, yo hice negocio allí arriba». Una entrevista sobre la frontera albano-griega, 1994/1995

 

« Malaka, moi je faisais du business là-haut » Un interview depuis la frontière gréco-albanaise 1994-1995

Ce texte est une traduction de la brochure « Μαλάκα[1], εγώ έκανα μπίζνες εκεί πάνωΜια συνέντευξη από τα ελληνοαλβανικά σύνορα, 1994/1995 », éditée en Grèce en 2012.

Le texte qui suit est le témoignage oral d’un jeune qui a passé une partie de son service militaire sur la frontière gréco-albanaise entre 1994 et 1995.

Nous avons conservé l’aspect oral du discours – presque intégralement – en pensant qu’elle exprime d’une manière plus directe les conditions dans lesquelles les immigrés entraient dans le pays au milieu des années 90, l’accueil que leur a réservé l’état et les (petits ou grands) patrons, mais également le rôle de l’armée.

Même si notre opinion est un peu différente sur certains points de celle qui est exprimée dans cette brochure, cette dernière ne cesse d’être un document rare, de l’intérieur, sur la politique de l’état grec à propos de ses frontières.

On remercie chaleureusement le camarade G. et le camarade P. qui a donné et qui a fait respectivement l’interview en 2006. La brochure circule avec le numéro 29 de la revue antifa-guerre contre la peur (antifa – πόλεμος ενάντια στο φόβο)[2].

UN INTERVIEW DEPUIS LA FRONTIERE GRECO-ALBANAISE  1994-1995

G : Heu… j’étais élève en CE2, j’habitais à Pétralona[3], bref, pendant ma jeunesse j’étais planqué dans la drogue, un vrai voyou, je me la jouais et tout… j’ai finis l’école difficilement. Bref, j’ai fini l’école, j’étais de ces jeunes qui n’ont aucun rapport avec la politique ni aucune sensibilité sociale. Rien à voir avec ces choses-là, disons juste que j’étais… un bon gars. Disons-le comme ça, avec tout ce que cette expression veut dire – bon ou mauvais… Bon bref, comme j’allais le dire, je considérais l’armée comme quelque chose de donné pour acquis. C’était alors difficile d’obtenir l’attestation de folie[4]  et tout. Pour obtenir l’attestation de folie, il faudrait que tu le sois un peu. D’avoir le courage quoi, de le faire, ce n’était pas si facile que ça. Et d’autre part, bien sûr, il ne m’était même pas venu à l’idée d’en faire la demande, hein ? Aller à l’armée, je le considérais comme quelque chose d’inévitable.

P : Évident…

G : Évident, oui… j’ai fini l’école et comme façon de pensée, généralement, j’étais dans de la moyenne. Dans la moyenne représentative de la société. Comme façon de pensée. Maintenant, en tant que personne, comme caractère, j’avais un profil de lumpen, et à Pétralona on me connaissait, ils savaient que j’étais un peu voyou, que je me mêlais à de vols et à ce genre de conneries. Bref, je suis allé à l’armée, je me suis présenté et tout, et pour ne pas bavarder, à un certain moment on m’a transféré au régiment d’infanterie à Filiates[5]. Là, nous avons passé toute l’instruction, qui dans sa majeure partie consistait à voir comment faire face aux immigrés illégaux et à l’immigration illégale en provenance d’Albanie et on nous a appris les nouvelles armes qu’on utilise là-bas. Les dix jours d’entraînement sont passés et parmi les nouveaux-venus certains sont restés au bataillon et d’autres ont été envoyés sur des postes de garde situés à la frontière. Moi, en tant que sous-officier gradé, caporal réserviste, on m’a envoyé dans un avant-poste à Tsamadas[6], sur une montagne pour remplacer le précédent qui avait terminé son service obligatoire. Le poste de garde était à une distance d’environ un kilomètre et demi de l’Albanie et quand je suis allé là-bas j’ai commencé à voir la réalité, ce qui se passait. Car, vu que je venais d’une île, je n’avais aucune idée de ce qui se passait à la frontière gréco-albanaise.

P : Avant tu étais à Chios[7]

G : A Chios, oui. Alors, c’était un poste de garde totalement éloigné, dans un village peuplé d’environ 60 habitants et avec des habitations très éloignées les unes des autres.

P : Le village s’appelait Tsamada ?

G : Tsamada, oui. Et le poste de garde avait le même nom. Là-bas, en effet… chaque jour il y avait deux embuscades et dans la nuit il y avait deux patrouilles. Ou deux patrouilles le matin et deux embuscades la nuit, ça dépendait.

P : Qu’est-ce que tu veux dire par embuscade?

G : Embuscade ça veut dire que tu sortais à un endroit, ce qu’on appelait les passages, c’est-à-dire, à côté de la rivière et à des endroits spécifiques où c’est plus facile pour les immigrants albanais de traverser la frontière. Et nous attendions là-bas.

P : Tu te rappelles du nom de la rivière ?

G : Je ne me rappelle plus comment elle s’appelait. Mais elle était connue comme la rivière qui transportait les cadavres. D’immigrants albanais. Là-bas je suis resté cinq mois en tout dans ce poste de garde.

P : On parle de la période allant de 1994  au début de 1995 ?

G : Novembre 1994 à … Plutôt… Pas novembre ! Octobre jusqu’à février j’y étais… jusqu’à mars ? Je ne me rappelle plus.

P : Jusqu’à début 1995 ?

G : Oui, début 1995. Bien sûr la situation n’était pas pareille que les années précédentes, c’est-à-dire 91, 92 et 93. Disons qu’il y avait une entrée massive, comment dire… bref, la population traversait les frontières massivement à cette époque. C’était complètement différent. Même si en 94 et 95, quand j’y étais, les gens passaient aussi. Ce que nous faisions c’était d’attendre cachés et d’arrêter les gens. A vrai dire, ce qui présente le plus d’intérêt ce sont les mentalités sur la question, à l’intérieur de l’avant-poste où nous étions 17 personnes. D’ordinaire, quand sortaient les patrouilles, elles étaient composées de trois personnes – les embuscades. Les deux s’ennuyaient et l’un était au taquet. Et là il y avait le problème. Si la patrouille ne sortait pas, c’était possible que celui qui était au taquet prévienne la compagnie et nous balance au capitaine. D’ailleurs, le capitaine était un fasciste. Il venait de Corfu[8], V. S. Nous devions donc nécessairement sortir. Ce qui se passait… tous les deux / trois jours, nous arrêtions des gens. Que ce soit des petits enfants, des vieux, ou des femmes… Bref, des gens qui allaient en Grèce. C’est une question énorme, depuis 1991 que la frontière a été ouverte et tout, que les gens sont rentrés massivement et qu’ils ont traversé la frontière, l’accueil de la population locale, des gens qui viennent d’Hepiros[9]  principalement  – car c’est par là qu’ils rentraient -, était… comment dire, était solidaire. Envers un peuple qui cherchait à trouver son bonheur. A un peuple qui subissait tant de choses, et spontanément, disons, le monde, les villageois de là-bas, les ont aidé. Et bon… là commence la partie noire de l’histoire. Tout d’un coup, ce monde se rend compte qu’une main d’œuvre bon marché est entrée dans le pays et que de cette façon, la position sociale des locaux est valorisée dans la société grecque. Est valorisée en piétinant cette nouvelle masse de gens de la classe ouvrière. Et ils ont commencé à l’exploiter. Sans parler du reste de la Grèce, moi je veux parler localement, comment je l’ai vu là-bas, ok ? Et comment je l’ai vécu à propos des gens qui y habitaient. Alors… Pendant cet entraînement que nous faisions au début, on nous apprenait l’albanais, mais ça n’était aucunement dans le but d’être utilisé pour aider les gens ou au moins avoir la possibilité de leur dire de repartir ou de leur dire que l’accès est interdit. L’albanais qu’on nous apprenait c’était « lève-toi » – « assieds-toi ».

P : Pendant les dix jours d’entraînement. Avant d’aller à Tsamada.

G : Lève-toi, assieds-toi. C’est-à-dire « oulo, tso ». « Oulo » signifiait lève-toi, « tso » assieds-toi. Et autre chose dont je ne me rappelle plus. Lesquelles étaient – comment on dit…

P : A l’impératif…

G : Oui… alors, en plus on nous disait « quand vous rencontrez des Albanais à la frontière vous leur prendrez le pain et le couperez en miettes ». Car soi-disant qu’ils transportaient  des armes à l’intérieur. Des couteaux ou autre chose, qui étaient, pour ainsi dire, dangereux pour nous. Et, pour l’essentiel, ce que nous voyions c’était des gens misérables qui marchaient trois jours dans la neige. Et à des températures très basses : moins 15, moins 20 degrés. Des gens épuisés, dont le pain était tout ce qu’ils avaient pour se nourrir. A l’armée on nous a appris qu’à l’intérieur de la nourriture, dans leurs vêtements, ils ont des couteaux cachés et qu’ils voulaient nous tuer. Bref, cette logique certains la considéraient totalement débile. D’autres, ceux qui étaient des balances en fin de compte, se sont avérés être pires que les supérieurs hiérarchiques quoi…

P : Parmi les soldats tu veux dire.

G : Oui, parmi les soldats, oui. Lesquels avaient une fureur particulière envers les Albanais, et c’était surtout des gens de Giannena, Arta, Aitoloakarnania[10], de ces régions là. Avec le prétexte qu’ « ils entrent et volent nos terres ». Et, en fait, ils traitaient les Albanais comme si ils étaient des animaux. Bref, je suis allé à l’avant-poste, j’ai rencontré les gens là-bas en tant que nouveau etc. et j’ai commencé à observer les gens et les situations. Et j’ai commencé à me vexer moi aussi un peu. J’ai commencé à voir une situation un peu bizarre, avec des fanatiques de l’armée et tout ça… Entre-temps, à l’intérieur de l’avant-poste, nous avions plusieurs conflits, car… généralement dans ces bataillons – sur la frontière gréco-albanaise – on envoyait des gens… soit des indésirables, soit des musulmans de Thrace[11], soit des juifs. Et dans l’avant-poste nous étions 17 personnes, parmi lesquels, 5-6 musulmans, 2 juifs et le reste grecs.

P : Ils venaient de villages ou… ?

G : De partout. Il y avait même des gens d’Athènes. Il y avait aussi certains autres… Il y avait un gréco-allemand lequel, en passant, était nazi. Je viens de me rappeler. X., je me rappelle encore de lui. Généralement il y avait des conflits. C’est-à-dire, certains se jetaient sur A. et surtout un des juifs, ils lui rentraient tout le temps dedans. Certains Pomaques[12], vu qu’ils considéraient comme une insulte le fait de passer un jour en prison ou en détention, ne participaient pas à ça. En ce qui concerne les immigrants, il existait une tendance claire à l’intérieur de l’avant-poste, de sortir, d’attraper, de faire, d’arrêter… Je vais raconter par la suite des choses plus sérieuses qui se sont passées – que j’ai vues et entendues.

[Pause]

G : Je vais décrire comment se déroulaient les arrestations et tout ça. D’habitude les arrestations se passaient dans la nuit ou dans l’aprem. Nous sortions à deux ou à trois. Ça dépendait. Et nous allions à des endroits choisis, qui étaient écris sur un papier. Nous les connaissions, tous. Ils étaient à côté de la rivière ou à 3-4 autres points quelque part sur la montagne.

P : A la rivière dont tu disais qu’elle transportait des cadavres ?

G : Oui. A la rivière qui portait des cadavres. Je reparlerais de ça après. Je veux juste décrire comment se déroulait la situation. Voilà ce qui se passait : nous nous cachions quelque part et dans 90% des cas nous amenions des gens au poste. Lesquels restaient un jour, deux jours, là-bas. Pour ces deux jours, il existait une règle tacite qui disait que les immigrants qu’on attrapait devaient exécuter toutes les taches ménagères. C’est-à-dire, tondre la pelouse, nettoyer, essuyer, faire la vaisselle, cuisiner, porter – on les faisait même nettoyer les armes – faire les lits… Et ensuite le PEO[13] de l’armée arrivait et les emportait au bataillon qui était à 30-40 km de l’avant-poste. Et in les transférait là-bas depuis tous les avant-postes et on les y concentrait. D’habitude (car il m’est arrivé plusieurs fois de le faire – non parce que je voulais mais parce que j’étais obligé – car si je ne le faisais pas en tant que gardien-chef j’aurais été sanctionné avec au moins 20 jours de prison et passage devant une cour martiale) nous nous trouvions devant des gens qui étaient dans une très mauvaise situation. Psychologiquement, mais aussi physiquement, ils étaient fatigués et affamés – de  tout âge. Ça nous est même déjà arrivé d’arrêter des gamins de 12 ans qui étaient probablement restés derrière. Vu que les choses étaient difficiles ils les laissaient derrière. Ils ne pouvaient pas prendre du retard. Ensuite, il y avait la contrebande. Un jour, nous avons arrêté trois femmes, on aurait dit qu’elles étaient sorties d’un concours de beauté. Des femmes magnifiques à talons, c’est-à-dire ça se voyait qu’elles avaient pas du tout marché. Évidemment elles attendaient que quelqu’un vienne les chercher et par chance c’était nous qui les avions trouvé. Ce qui a suivi c’est ce que je te racontais. Nous les avons emmenés à l’avant-poste, où elles ont fait tout le ménage. La règle tacite … Il y avait des viols. Ces trois filles, par exemple, on les a amenés au bataillon et j’ai appris qu’on les avait enfermés dans les toilettes des soldats. Et pendant la nuit certains… allaient là-bas et – bon je ne sais pas exactement ce qu’ils faisaient, mais j’avais appris qu’il y avait eu toute une histoire. Ça c’était le régime dans tous les avant-postes.  Ce qui n’a jamais donné lieu au moindre avertissement officiel de la part de l’armée, genre que si ils s’apercevaient de quelque chose, si les soldats se comportaient mal et tout, il y aurait des sanctions et tout ça. Là, c’était comme si le commandant te disait « fais-le ». D’habitude c’est ça qu’ils disaient. Ou alors « n’aie pas pitié d’eux », que « n’importe où vous les trouvez, niquez-les »… carrément, ils disaient ça. Les conditions les plus barbares étaient au bataillon, tu vois ? C’était une geôle…

P : De ce que je comprends, c’était comme un lieu de détention, non ?

G : C’était le principe, c’est-à-dire que tous ceux qu’on ramassait depuis les avant-postes, on les gardait dans une geôle qui était d’environ 5 mètres carré. Le plafond touchait mes épaules, par exemple. C’est-à-dire que tu restais courbé là-dedans, tu ne pouvais pas te tenir debout et en plus tout autour c’était congelé. Il y avait de la glace. Trois mois par an il y avait constamment de la glace là-dedans. Là-dedans s’entassaient…qu’est-ce que je peux dire ? Comme je l’imaginais, moi dix personnes à peine pouvaient rentrer. Là-dedans on en mettait à peu près… soixante ? Les uns sur les autres. Et chaque vendredi le van de la police passait. Voilà les conditions. Ils restaient une semaine là-dedans et ils sortaient vingt minutes une demi-heure par jour. On les amenait sous le soleil soit pour pisser, aller faire leur besoin quoi. En parallèle, pour eux c’était l’heure du déjeuner. Comme pour nous c’était l’heure du déjeuner. Et je me rappelle spécialement d’un samedi au bataillon – j’y étais pour deux semaines – où nous avions du steak pour le repas. Je m’asseyais à la cantine et je mangeais. Et je regardais le garde qui ouvrait la porte pour que les Albanais sortent de la geôle. Et nous avions un chien attaché dehors, un chien-loup, qui mangeait du steak. Et les Albanais mangeaient seulement du pain. Et j’ai vu ça de l’intérieur où j’étais, ça commençait à me rendre fou. Et j’ai pris mon plat, je suis sorti et je l’ai donné aux Albanais. Le commandant m’a vu, il était dans sa petite maison, là où il habitait, et il est venu en courant. Et il a donné un coup de pied au plateau qu’un Albanais tenait, le steak est tombé par terre et le chien l’a mangé. Et les Albanais regardaient le chien manger le steak. Et à moi, il m’a donné dix jours de prison en jurant « tu es un con et tu fais des conneries » et tout ça. « Eux c’est des animaux »… et ainsi de suite. Et ce qui est gravé dans ma mémoire quoi, c’est un matin pendant le rapport au bataillon, vendredi matin, quand un van de la police arrive pour chercher les immigrants pour les amener à Kakavia[14].

P : Pour les expulser ?

G : Oui, on les renvoyait. Je me rappelle qu’on les avait mis tous dans une queue et le capitaine arrive et désigne deux personnes qui avaient fait du bruit. C’est-à-dire, toute la nuit ils gueulaient dans la geôle car il y avait des malades, il y avait ce genre de trucs. Leurs besoins ils les faisaient là-dedans car ils ne pouvaient pas sortir… ils étaient entassés. Et ils gueulaient, ils se plaignaient. Et ce jour là qu’on les avait mis dans une queue le capitaine désigne ces deux qui gueulaient. Alors les keufs arrivent et commencent à les tabasser. Des baffes dans le froid. Nous, nous restions gelés et nous regardions les deux Albanais recevoir des coups de poing dans la gueule. Du sang qui coulait et tout. Des tortures… De la vengeance quoi, pour passer le message que « ce que vous avez fait vous ne le referez plus ». J’ai vu des gens enfermés pendant une semaine dans la cellule, on les renvoyait à Kakavia, ils revenaient et on les attrapait de nouveau et ils restaient encore une semaine. C’est-à-dire qu’ils pouvaient passer jusqu’à quatre mois d’affilé en détention. Il y avait beaucoup de monde dans la même situation. C’est là que moi j’ai commencé à… J’ai commencé à me dire que ça n’allait pas. J’étais agacé. Je me sentais impuissant. Je n’ai pas pu réagir. Mais je n’avais jamais rien vu de pareil… Bien sûr que la situation posait problème à des gens, mais personne ne pouvait dire quoi que ce soit. C’était dangereux. Nous ne pouvions pas nous mutiner dans l’armée, nous aurions pris un tas de trucs dans la gueule. Carrément.

[PAUSE]

G : La plus grande escroquerie était… quand je suis allé à l’avant-poste. Là-bas il y avait une épicerie. Nous y allions l’aprem ou le soir et nous buvions du tsipouro[15]. L’épicerie appartenait au vieux M., une grande balance. Là-bas se réunissaient tous les habitants. Eux, ils avaient de la terre. Et ils avaient des animaux. Des veaux sauvages et autres. Ils attendaient là-bas pour rencontrer le nouveau gardien-chef du poste de garde. C’était la personnalité du village. Je suis allé boire un tsipouro et ils sont tous arrivés un par un. Pour me rencontrer, pour voir de quel genre de type j’étais.

P : Ils savaient que tu étais un soldat, non ?

G : Ils savaient que j’étais un soldat et… ils attendaient quelque chose de moi. Moi, j’avais pas capté ce qui se passait là-bas. Ce que j’ai compris c’est que « gars, tu as certaines limites ». Car, à part le fait qu’on chassait des Albanais, on contrôlait qui entre et qui sort par la frontière. Car, ça c’était la zone grise, comme on l’appelait, entre les frontières. C’était des pâturages. Par là passaient quelques camions, quatre ou cinq par jour, des gens différents chaque fois et ils allaient aux pâturages. Moi, j’étais sensé contrôler les animaux qu’ils passaient. D’habitude ils passaient avec des troupeaux. Le camion passait, ils s’arrêtaient sur la frontière, on le contrôlait, ils avaient un papier qui disait combien d’animaux ils passaient, qu’ils les amènent pour brouter et qu’ils vont retourner avec les mêmes. Alors… là, eux ils passaient environ cinquante veaux et ils retournaient avec un zéro en plus. Cinq cent veaux. Ils faisaient de la contrebande… Carrément. Et moi je ne savais pas exactement ce qui se passait. J’appelais le capitaine et je lui racontais ce que je voyais. D’habitude, eux ils arrivaient à cinq heures du mat. Pour que personne ne puisse les compter. Ils me réveillaient et disaient « untel arrive », il est en bas et tu dois faire le contrôle. Un simple soldat ne pouvait pas faire le contrôle. Uniquement le gardien-chef pouvait le faire. Et moi j’étais supposé enregistrer et donner le rapport au commandant. Donc, j’ai informé le commandant que « untel est passé avec cinquante et il est retourné avec cinq cent… ou je sais pas combien ». C’est-à-dire que je ne pouvais même pas les compter. Et Il me disait : « C’est qui ? ». « Untel », je répondais. «Vas-y, il est des nôtres, un bon gars, t’inquiètes », et tout ça.

P : Si c’était cinq cent, c’est possible que le commandant touchait quelque chose…

G : Oui, je veux dire qu’il se passait quelque chose. Certains gagnaient de l’argent avec cette histoire. Et en plus il y avait des personnes précises d’un village – dont j’ai oublié le nom, un village albanais d’où ils venaient – j’arrive pas à me rappeler des noms… Untel partait du village [grec] où il avait des animaux, de l’argent, il partait seul et retournait avec quatre personnes dans la voiture. Et quand tu leur demandais ce qu’il se passait il te répondait « passe le bonjour à mon ami le commandant » – il l’appelait avec son prénom. Comme si il disait « ferme ta gueule » quoi… C’est pas que j’étais en humeur de faire des arrestations et tout ça. Simplement, je veux dire qu’il y avait quelque chose qui puait là-bas. Certains gagnaient de l’argent avec cette histoire.

P : Tu veux dire que l’armée participait à la contrebande…

G : Oui…

P : Les animaux ont un prix…

G : Oui…

P : Les ouvriers ont un prix, les femmes un prix plus élevé…

G : Oui, oui… bien évidemment.

P : Les drogues encore plus élevé…

G : Ca, ce sont des choses dont je me rappelle. Il y en a tout un tas. C’est pour ça que je suis confus et que je ne peux pas… mais pendant que je parle la mémoire me revient et je me rappelle. C’est-à-dire je me rappelle que tout le village était courant de tout ce que je faisais. C’est-à-dire, quand j’allais là, à la balance, le vieux M., on me disait « qu’est-ce qui s’est passé avec lui ? ». « Et pourquoi ça ? ». Disons qu’ils me posaient plein de questions.

[PAUSE]

G : Ce qui m’avait impressionné dans l’avant-poste était ce qu’on disait avant à propos de certains. Sur la façon dont ils traitaient les immigrants. Comment ils se comportaient etc. Il y avait une expression et qui ne se disait pas exclusivement dans l’avant-poste. C’était une expression que les « rangs » avaient hérité des plus anciens. L’expression disait « Allons-y à la chasse ». Ils partaient à plusieurs et « allaient chasser ». En passant, quand j’étais chargé du poste de gardien-chef, j’étais responsable du recensement des armes. Et il y avait une grande malle où on mettait les balles. Et je me rappelle que j’avais passé cinq heures à compter les balles pour faire la commande. Et quand j’ai compté les balles, il en manquait environ deux milles. L’armée était censée mettre une limite pour dire que le nombre de balles qui manquent ne pouvait pas dépasser cinq. A partir de là, il y avait un problème sérieux. J’étais très impressionné. Comment ça se fait que tant de balles manquent… et où putain sont-elles allées ces balles. J’ai appelé le capitaine, je lui dis « monsieur le capitaine, je ne signe pas le papier. Il manque trop de balles ». Et il me répond « Non, tu vas signer » et que « ça marche comme ça et on sait qu’il manque des balles, mais c’est comme ça. On les justifie comme des coups de feu d’entraînement ». En passant, il n’y avait eu aucun coup de feu d’entraînement… ils s’en foutaient les soldats de l’entraînement. Certains prenaient des balles et allaient quelque part. Ils les tiraient ? Ils faisaient de la cible ? Ils tuaient des gens ?

P : Et bien évidemment ce n’était pas un vol pour que le commandant s’y intéresse. C’est-à-dire ils volaient des balles pour utilisation personnelle hors de l’armée.

G : Non, non. Ce n’était pas du tout du vol. Personne ne pouvait aller voler des balles, les prendre. Simplement, ils les prenaient pour les missions, il devait obligatoirement avoir sur lui cinq chargeurs. J’imagine que plusieurs fois les chargeurs revenaient vides. D’accord, certains je peux les justifier. Peut-être certains s’emmerdaient allaient se défouler dans la montagne. Mais toutes les balles n’allaient sûrement pas dans la montagne. Entre-temps, en dehors de ça, il y avait des témoignages de gens que je connaissais d’autres avant-postes, même dans notre avant-poste, qui voyaient des Albanais à 500 mètres et jouaient à la cible, à qui va l’atteindre. Beaucoup de monde. Et ils ont « eu » beaucoup de monde quoi. Si tu cherches des Albanais manquants, il y a un nombre considérable de gens qui ne sont pas retrouvés. Il y en a beaucoup qui ont disparu. Après c’était la rivière qui les portait en bas, comme on disait avant.

P : C’est-à-dire qu’ils s’en vantaient en plus.

G : Ils s’en vantaient… Et si quelqu’un allait chercher soigneusement dans les montagnes de Pindos[16], sur la frontière gréco-albanaise, il va trouver beaucoup de squelettes. Il va trouver beaucoup de choses. Et j’étais étonné que certaines personnes se comportent comme ça. Et tu ne pouvais pas dénoncer un tel comportement. Tu ne pouvais pas dénoncer une telle chose. Même dans l’avant-poste, moi je me rappelle qu’il existaient des fois où on disait par exemple – vas-y on sort pas, avec toutes ces conneries, on s’en fout de sortir chasser de gens », il y avait beaucoup qui répondaient – « Attends je vais t’expliquer, ici on est en service, moi ma mère a peur au village en bas, car ceux qui passent ils nous volent les poules ou les oranges » et tout ça. Et « si on sort pas, on va foutre le bordel ici, je vais appeler le commandant » et ce genre de trucs. Eux c’était les balances quoi. C’était des balances, on peut rien faire. Il y avait des gens qui ne voulaient pas, qui avaient la flemme de faire ce truc et qui ne kiffaient pas.

[PAUSE]

G : Alors, quand j’ai fini mon service, j’ai retrouvé un ami – nous étions ensemble à l’école, en fait. Lui, il a fait son service militaire à Agia Marina[17], même période que moi, et il était également gardien-chef dans un autre avant-poste, lequel était à une certaine distance de nous, quoi. Il a fini alors, et je l’ai rencontré à Petralona, circulant dans une Fiat Punto, couleur jaune, GT et tout, lequel alors coûtait beaucoup d’argent. Et ça m’a paru bizarre, où il a trouvé l’argent. Et je lui dis – Eh connard, comment t’a acheté cette chose… ? ». Il m’a répondu – « Malaka, moi je faisais du business là-haut. C’est toi le connard ». Il avait mis en place une norme : ceux qu’il attrapait, il leur prenait de l’argent. Disons, cent milles (drachmes[18]) par tête ? Tout ce qu’ils portaient sur eux ? Il avait fait des accords avec certains. De toute façon, il touchait de l’argent.

P : Pour les laisser partir…

G : Oui. Ils lui donnaient de l’argent et il les laissait passer. Ou il prenait tout l’argent de ceux qu’il attrapait. Et il les laissait bien sûr. Évidemment, je ne sais pas ce qui se passait pour ceux qui n’avaient pas d’argent. De toute façon,  il n’y a jamais eu de plainte déposée – pas seulement pour lui mais pour les centaines autres de monde. Il y a eu certaines plaintes qui étaient « sous investigation »… des conneries quoi. Ils couvraient tous ces problèmes. Personne n’est jamais allé en prison pour avoir fait chanté des immigrants et tout ça. C’est-à-dire je n’ai jamais entendu une chose pareille. Je ne sais pas, je n’ai jamais entendu. Et je serais impressionné si ça arrivait. Bref, le type s’était fait un sacré paquet de fric. Grâce à l’armée, à son service militaire. Et il me disait que c’était moi le connard. Et à part ce qui s’est passé pour lui, il y avait ce que moi j’avais vécu, dans le département d’Ioannina, de Thesprotia[19], ce qu’il s’est passé avec la population locale quoi. Leur comportement a changé quand ils ont compris qu’ils pouvaient profiter de la main d’œuvre bon marché que représentait les immigrés et tout ça. L’exploitation a commencé. Et dans le même temps, est apparue cette légende urbaine sur la criminalité et toutes ces conneries qu’ils disaient sur les Albanais. Qu’ils sont des sauvages, qu’ils ne sont pas faits pour ici, quoi, qu’on doit les renvoyer tous et ce genre de conneries… Mais ce qu’il se passait c’est que quiconque avait une terre ou un jardin, des vergers, une merde, prenait dix Albanais. Peut être il leur donnait à manger, mais il ne les payait pas et ils lui construisaient sa maison. Une maison ! Ils lui construisaient carrément ! Les fondations et tout, hein ? Il leur disait « je vous payerai à la fin » et quand ils finissaient le travail il appelait la police et leur disait que « ici, il y a dix Albanais ». La police arrivait, les ramassait, et les renvoyait. Hé, c’est normal qu’après un, deux ans, cinq mois certains d’entre eux revenaient. Soit pour réclamer leur paye, soit pour se venger. Tout simplement. L’un ou l’autre. Et c’est-à-dire il y avait eu… ils avaient tué des gens. Et ils faisaient bien quoi. Moi aussi, j’aurais fait la même chose, ok ? Je les voyais. Je voyais le travail qu’ils faisaient, je voyais des villageois qui se prenaient pour des grands propriétaires terriens, tous ces monsieur-personne qui se la jouaient seigneurs du village. Et je voyais des Albanais qui travaillaient toute la journée. Carrément.

[PAUSE]

G : Maintenant, en ce qui concerne les réactions et tout ça, ceux qui réagissaient – entre guillemets, d’accord – « réagissaient »… il existait, par exemple, une immunité envers les voreiohépirotes[20]. Ils avaient un traitement complètement différent des Albanais. Malgré tout les voreiohépirotes ne se sentaient pas tellement Grecs. Ils se sentaient plus immigrants, plus Albanais, que Grecs. Ils n’avaient aucun rapport. Mais il y avait une sorte d’ambiance comme quoi « nous les aidons ». Et eux avaient également le courage de passer devant l’avant-poste et de dire « je vais travailler chez celui-là ». Le traitement envers les Albanais était totalement différent. C’était autre chose. Complètement autre chose. C’est-à-dire, même niveau réactions quoi c’était différemment – ceux qui réagissaient étaient ceux qui avaient le fric quoi, du côté de la Grèce quoi, ceux qui voulaient que leur main d’œuvre circule un peu plus librement. Quand ils en avaient besoin ils attendaient dix, vingt, trente ouvriers dont ’ils savaient qu’ils allaient faire le travail gratuitement et il y avait un accord qui disait que « ceux-là, ils passent librement ». « On se fiche des autres, ils nous intéressent pas, mais nos travaux doivent être faits ». Telle était – entre guillemets – la réaction. Au fond, personne n’abordait le problème de ces conditions d’entrée des Albanais…

P : Et ils savaient tous, non ?

G : Tous savaient quelles étaient les conditions. Tous ! Et personne n’a jamais abordé ce problème. En ce qui concerne l’intérieur du camp, il y avait sûrement du monde qui voyait la misère. Il voyait comment ça fonctionnait. Mais il n’y a jamais eu de réelle opposition. La seule réaction qu’un soldat pouvait avoir, était de prétendre d’être ennuyé. C’est-à-dire, d’avoir une embuscade et ne pas y aller. Ou d’aller à l’embuscade et dormir. Si il pouvait, d’accord ? S’il n’y avait pas de balance présente dans l’embuscade. C’était la seule réaction.  De sortir parler… ça se pouvait pas. D’ouvrir une conversation ça se pouvait pas non plus. C’était dangereux. Tu ne pouvais pas faire une chose pareille dans le camp.

[PAUSE]

G : Aujourd’hui, si j’essaye de dresser un bilan de tout ce qui s’est passé à l’époque – selon mon propre expérience, d’accord ?

P : Mais, c’est possible que ça se passe encore comme ça ?

G : Sûrement… D’accord, la situation a changé depuis, les choses sont différentes. C’est-à-dire quelqu’un qui traverse les frontières… car c’est sûre qu’il y en a qui les traversent, ok ? Mais les choses sont un peu plus travaillées. C’est-à-dire, il y a d’autres procédés. C’est-à-dire, en ce moment il y a des gens en Albanie qui fabriquent des faux passeports ou l’un passe à l’autre – je connais ces choses car j’ai des amis Albanais – l’un passe son passeport à l’autre et il traverse les frontières. Il envoie le passeport par la poste, il traverse et il le lui rend. Ca se passe comme ça ces choses-là. Et puis, il existe quelque chose comme des entreprises informelles de trafic d’immigrants. Qui payent carrément. Bref, nique ça. Le regard que j’ai aujourd’hui sur ce qui s’est passé hier, c’est qu’au fond cette période là, les camps…

P : Tu le vois sous un autre angle…

G : Oui, d’un autre point de vue. Les camps, quoi, formaient une culture aux soldats qui disait que dans cette région, dans cet endroit, à Hépiros je veux dire, eux c’est les mauvais et nous protégeons notre patrie des mauvais. Il y a une base raciste, fasciste à tout ça. Et qui prédominait. C’était  difficile de trouver un soldat qui réagissait même au niveau de la mentalité. De l’exprimer, ça se pouvait pas. Le plus courant était que le soldat est un fasciste et qu’ il considère le fait d’arrêter, de tabasser, de torturer, d’humilier, comme normal, comme son travail. D’accord, d’autre part – au moins de mon côté, ok ? – tout ça a fonctionné de manière à ce que je change et à ce que je vois les choses d’une perspective différente. Je te l’avais dis avant mais je te le redis : c’est dans l’armée que je suis devenu communiste – pas seulement antifasciste. Car j’ai vu tout ça. Et ça m’a dérangé énormément. Et j’ai commencé à me rendre compte de comment fonctionne tout ça. Comment fonctionne l’état et comment il reproduit dans l’armée, le fascisme, le racisme et le nationalisme. A partir de choses très simples. Pratiques.

[PAUSE]

G : Quand tu termines ton service militaire et tu retournes chez toi, ce que tu fais d’habitude c’est de retrouver tes vieux potes, ceux que tu avais avant l’armée. Et eux te demandent ce qui s’est passé, comment c’était dans l’armée et tout le reste. Mais quand tu commençes à leur raconter des choses sur les conneries qui se passaient là-bas, tu remarques une réaction raciste. Par exemple, ils te disaient « tu attrapais des Albanais ? Qu’est-ce que tu faisais là-bas ? Tu chassais ? ». Ils le tournaient en très raciste. Tout simplement, que tu étais un vrai bonhomme du fait que tu étais là-haut, cool et tout ça… Et quand tu leur racontes la situation là-bas, ils se comportent comme s’ils savaient pas. Moi, l’autre forme, la forme la plus sournoise du racisme, je l’ai rencontré après l’armée. A Pétralona, à Thisio[21], les endroits que je fréquentais quoi. C’était l’époque où avaient commencé à apparaître les blagues sur les Albanais. Il y avait beaucoup qui ne mettaient pas le pied dans des cafés que fréquentaient des Albanais ou si il y avait un groupe d’Albanais assis à côté, ils leur disaient de se lever et partir et tout, ou le proprio leur disait  – «  hé les gars vous ne pouvez pas vous asseoir ici, le magasin est… chic quoi »… Il y a eu plusieurs bagarres avec des Albanais… une bande à Pétralona, un soir je me rappelle j’étais là-bas et je rencontre environ dix personnes, des vieux amis de Pétralona. Ca m’avait surpris qu’ils soient dix. Je leur ai demandé – où allez-vous ?,et ils me répondent « On va à Kallithéa[22], Kostas a été battu par un Albanais et on va à Kallithéa frapper des Albanais ». Et j’ai flippé. Je me suis dis « Re malaka, qu’est-ce qui se passe ici »… Et après je me demandais si ces gens (je suppose quoi), si ils étaient allés, si ils avaient vécu une telle situation sur la frontière, est-ce qu’ils auraient la même mentalité ? Peut-être pire ? Pareille à la mienne ? Franchement, je ne sais pas. Ça c’est un problème. Ce qu’ils voyaient, eux, était comment dire, une population dans un ghetto – les Albanais qui étaient, et qui sont encore, dans un ghetto, et ils les percevaient comme l’ennemi, tout simplement. C’est-à-dire comme quelque chose d’étranger et de dangereux pour eux. Et ils considéraient qu’il faut es réprimer de toutes les manières possibles. Par des tabassages, par… toutes ces choses. Hé bah, mes critères ont commencé d’être un peu plus politiques disons… et j’ai commencé – comment dire – à m’éloigner  des potes, du quartier, je suis parti de Pétralona – je ne kiffais pas les gens. Parce qu’en fait, tout ce qu’était le village, le village de Tsamadas, ressemblait à une miniature de Pétralona. Exactement. Une miniature, aucune différence. Simplement, là-bas la manière de traiter les gens était un peu différente. Les termes étaient plus économiques. L’élément de la différence était plus présent sur le niveau économique, sur le fric. La ségrégation était plus de classe. Du genre, nous avons le pognon et toi vu que tu n’en as pas, tu vas faire ce que nous voulons, ce que nous t’imposons. Et si besoin, nous avons l’armée à nos côtés. A Athènes c’était différent. C’était plus racial, c’est eux qui sont comme ça et ils… nous menacent quoi. Maintenant, de nos jours franchement je ne sais pas comment la situation a changé. C’est-à-dire que je ne sais pas ce qui se passe. Toutefois, il arrive des événements comme, par exemple avec le foot[23]

P : Ce qui s’est passé deux ans avant…

G : Là (rires) tu vois la réalité un peu plus clairement. Quand des problèmes apparaissent, en 95-96 et après, que certains Albanais ont possiblement gagné un peu du fric, qu’ils ont commencé à acheter des maisons ou des voitures, là, tu voyais de la jalousie quoi. Et que le Grec voulait garder l’Albanais subordonné. C’est-à-dire tu écoutais des phrases genre « les crasseux, quoi, ils ont acheté une bagnole maintenant ». Ils ont acheté une bagnole quoi. Nous les a eu tout ce temps ici et maintenant ils achètent une bagnole. Genre, ils sont devenus comme nous maintenant ? Ça a une base raciste, d’accord ? Actuellement, je ne sais pas les nouvelles générations, avec l’école, comment elles sont éduquées – quelles sont les relations entre eux.

[PAUSE]

G : Quand je fais des flashback dans le passé, à cette période quoi en 94-95, quand j’étais soldat  à Tsamadas, à Vrosina[24] où était le bataillon et à Filiates, différentes images apparaissent, non conscientes, que j’essaye d’effacer. Mais les images reviennent. Deux choses me sont restées de cette période-là. L’une, c’est mes affaires personnelles, le fait que j’avais pas vu ma famille, ma copine et mes amis depuis quatre mois. Une partie c’était ça. Mais, l’autre partie, qui me fait plus de mal c’est les images des immigrants. C’est ce que je me rappelle. D’une certaine manière quoi mon organisme, ma mémoire essaye de l’éliminer. Ce qui m’est resté ce sont des images, c’est ce que j’ai vu. Des enfants dans le froid lever les mains, des vieux en train de supplier, des femmes terrifiées et en général des gens dans le désespoir. Les voir demander une aide et prendre un coup de poing dans la gueule quoi. Un coup de pied dans l’estomac. Tu voyais des Grecs, soit des soldats, soit des gradés, soit des villageois, se comporter comme des bêtes, sortir défendre pas simplement leur intérêt, mais leur… leur super-profit. Défendre l’injustice qu’ils faisaient au détriment des pauvres. Il y a des images de violence qui me sont restées, qu’avant l’armée, avant de faire mon service militaire, je n’imaginais pas exister… des gens comme ça. J’ai toujours cru que les grecs en tant que population étaient accueillants. Par exemple, celui qui ira dans un village là-haut, en tant que Grec toujours, en tant que… que touriste surtout, il est le bienvenu. Mais, les immigrés n’ont pas eu ce traitement. Car ils n’avaient rien à eux. Ils étaient simplement un produit duquel chacun essayait de tirer profit. De le faire fructifier. Je crois qu’à part l’armée et la police, la plus grande partie, sinon – ok, je ne vais pas parler de la plus grande partie, mais surtout de ceux qui avaient la possibilité d’investir sur cette population – étaient des collaborateurs. Collaborateurs de ce crime. Ils étaient des collaborateurs.


[1] Malakas : littéralement signifie connard. C’est un mot très utilisé dans l’argot grec qui peut avoir différentes significations selon le contexte. Il peut être utilisé pour s’appeler entre copains et en même temps comme insulte (connard, fils de pute, etc). Dans ce cas-là ça signifie : gars, pote… mais aussi connard.

[3] Quartier du centre d’Athènes.

[4]Le I 5 est un papier officiel, certifié par un docteur, qui atteste que quelqu’un ne peut pas faire son service militaire pour cause de problèmes psychologiques. Il est très utilisé par des jeunes qui ne veulent pas faire leur service militaire, vu qu’il est obligatoire en Grèce.

[5]Région au nord-ouest de la Grèce, située sur la frontière avec l’Albanie.

[6]Nom d’une montagne et d’un village dans la région de Filiates, situé exactement sur la frontière avec l’Albanie.

[7] Île grecque de la Mer Egée, très proche de Turquie.

[8] Île grecque de la Mer Ionienne, près de l’Albanie.

[9] Département du le nord-ouest de la Grèce.

[10]Villes et région du le nord-ouest de la Grèce, près de la frontière avec l’Albanie.

[11]Région de la péninsule des Balkans,  dans le nord de la Mer Égée, située en Bulgarie, Grèce et Turquie européenne. Ses limites ont varié au gré des différentes périodes de l’histoire. Les habitants sont originaires de plusieurs endroits. Après des guerres et de traités, la zone de Thrace a été répartie entre les trois pays, même si la population a gardé ses coutumes indépendamment des coutumes du pays duquel elle venait. En Grèce ils sont considérés comme l’unique minorité ethnique déclarée comme telle (les Pomaques), de religion musulmane. En Grèce, 30.000 Pomaques sont censés et se localisent dans la vallée de Thrace.

[12]En Grèce ils sont considérés comme l’unique minorité ethnique déclarée comme telle (les Pomaques), de religion musulmane. En Grèce, 30.000 Pomaques sont censés et se localisent dans la vallée de Thrace.

[13]Camion militaire.

[14]Un des passages officiels de la frontière gréco-albanaise où se réalise le contrôle des papiers d’identité.

[15]Liqueur typique grec, extrait du raisin.

[16]La plus grande chaîne de montagnes en Grèce. Elle se situe principalement dans l’ouest du pays.

[17] Village près d’Ioannina, à côté de la frontière gréco-albanaise.

[18]La monnaie grecque avant l’euro. (1 euro = 340 drachmes)

[19]Région dans le nord-ouest de la Grèce, près de la frontière.

[20]Communauté d’origine grecque, qui réside en Albanie. Beaucoup d’entre eux sont venus en Grèce après un appel officiel en 1991 pour qu’ils viennent aider l’économie du pays. En général, ils ont quelques facilités légales en ce qui concerne leurs papiers, par rapport aux autres immigrants.

[21]Quartier dans le centre d’Athènes.

[22]Idem.

[23]Il se réfère au pogrom de 2004, déclenché après la victoire de l’équipe nationale de l’Albanie contre l’équipe grecque.