Ante todo el revuelo mediático producido por el pase de “Ciutat Morta” en la televisión pública catalana, y como encausado/encarcelado/condenado por el montaje policial del 4F, creo necesario dar a conocer mi opinión respecto a la reapertura del caso, la búsqueda de responsables y/o culpables y la relación con los medios de comunicación.
Mi interés en dejar clara mi postura se debe sobre todo a lo sucedido estos últimos días, con declaraciones en los medios de comunicación (masivos o alternativos) sobre la existencia de un “verdadero culpable” o sobre la búsqueda de responsables políticos/judiciales/policiales concretos, con nombre y apellido. Declaraciones que no comparto en absoluto y que muchas veces, por falta de rigor o por manipulación, se dieron a conocer como la postura de “lxs condenadxs por el 4F”.
Creo que el 4F, lamentablemente, no es la excepción en la normalidad policial/judicial, sino una muestra del funcionamiento habitual de las instituciones. Los montajes se repiten, con distintxs protagonistas, todo el tiempo, ya sea para criminalizar un movimiento, para justificar nuevas leyes de “seguridad” o simplemente para mantener rentable el entramado empresarial/carcelario. Y en esta realidad, buscar a lxs supuestxs responsables del 4F es pedirle al sistema, que es por definición injusto y violento, que se señale a sí mismo, algo que sinceramente no creo que suceda. O peor, es darle a las instituciones la oportunidad de “depurar” responsabilidades, de apartar “manzanas podridas” que alteran el funcionamiento correcto e imparcial de la policía, la justicia y la política. Hacer algo así es erigir, una vez más, al estado como garante y guardián de “lo justo” y “lo verdadero”, cuando en realidad es el estado mismo que funciona y se mantiene gracias a las torturas, los encarcelamientos y la violencia de sus cuerpos armados.
¿Qué se puede lograr destituyendo a un cargo político? ¿Qué se puede lograr con dos policías encarcelados? ¿Qué se puede lograr apartando a una jueza de su cargo? Sinceramente creo que nada más que una escasa satisfacción personal que me es ajena.
Alguien ocupará ese cargo y continuará asegurando el idéntico funcionamiento de la institución, otros policías patrullarán las calles, otros jueces dictarán penas de cárcel.
No quiero, ni necesito, que el mismo sistema que nos detuvo, torturó, juzgó y condenó se legitime ahora como garante de la verdad y la justicia. Creo que personalizar la responsabilidad del montaje que nos encarceló es una manera de negar la realidad del sistema en el que vivimos, donde las detenciones arbitrarias, las palizas y los juicios condenatorios son la norma y no la excepción.
No quiero, ni necesito, ver a más personas en la cárcel.
No quiero cambiar la oportunidad de un cuestionamiento radical, quizás menos comercial pero infinitamente más útil, por más minutos en el aire de sus mass media, por más líneas en sus periódicos, por más promesas de “investigación”.
Creo que es momento de trazar una línea que conecte todos los montajes que realiza el estado y darse cuenta, quien todavía no lo haya hecho, que la realidad es que el estado (ya sea español, catalán o el que ustedes elijan) es responsable en su totalidad de los encarcelamientos, torturas y humillaciones que sufren todos los días un número impresionante de personas.
La Operación Pandora, Alfon, Mónica y Francisco, el 4F, el 9F, Núria, el caso de Torà, migrantes en los CIEs y así podría seguirse indefinidamente, no son casos aislados; éste es el comportamiento de un sistema criminal, y pedirle explicaciones a ese mismo sistema es entrar en un juego que está perdido de antemano.
Las respuestas están en la calle, en la organización entre afines, en el rechazo práctico y diario a sus estructuras de poder y maltrato, y no en platós de televisión, palacios judiciales ni voceros del estado.
Mientras el 4F o cualquier otro caso sea vivido y mostrado como una anécdota, como victimización de tal o cual persona, es imposible cuestionar la totalidad del problema, y así sólo llegarán “soluciones” parciales, falsas desde su origen y que continuarán fortaleciendo al estado en su rol de mediador, protector y guardián de la ciudadanía. Creo que la única forma de que estas situaciones no se repitan es dejar de lado los egos, la victimización y la necesidad de una venganza personalizada con nombre y apellido.
Entiendo, y no soy quien para cuestionarlo, que exista una diversidad de posturas respecto a la situación del 4F, pero creo que es necesario dejar bien claro que no me representa en lo mas mínimo el camino que se ha recorrido este último tiempo, como mínimo desde la emisión de “Ciutat Morta” en tv3.
Creo que tener el conocimiento de la podredumbre total y absoluta de las instituciones debe ser una herramienta para que los cuestionamientos se vuelvan globales, es decir que tener la certeza de que las instituciones funcionan así debe ser el principio de los planteamientos radicales que buscan un cambio completo en la forma de relacionarse, y no una excusa para justificar la inacción o la pasividad.
Mi postura, cruda y crítica hacia el sistema en general, no es un llamado a la resignación sino a una radicalización de las prácticas diarias que existen por fuera de sus estructuras, a un crecimiento de los espacios fuera del control estatal, y creo que en ese camino es necesario aprovechar cada grieta en el funcionamiento del sistema para profundizarlas, hasta que la situación se les haga insostenible.
Dicho esto, sólo me queda pedir vuestra solidaridad activa con todxs lxs que están sufriendo, ahora mismo, aislamiento, maltrato y cárcel por sostener y defender sus ideas.
Libertad para todxs o libertad para nadie.
Salud.
Juan Pintos, detenido/encarcelado/condenado por el montaje del 4F
[Barcelona] 4F: Cuando una imagen no vale más que mil palabras
Como primer grupo de apoyo a los presos del 4F queremos posicionarnos frente a la línea argumental de Ciutat Morta, así como ante las afirmaciones que se han hecho en nombre del 4F después de su emisión en TV3, el día 17 de enero de 2015.
Para quien no estuvo ahí aclaramos que, como asamblea de apoyo a los 3 presos, funcionamos desde el mismo día de los hechos hasta después del juicio en 2008 y algunxs de nosotrxs seguimos implicadxs hasta la libertad total de Álex y Juan en 2011. Hacemos pública nuestra visión con conocimiento de causa.
Este grupo de apoyo a presos sostuvo la lucha bajo la premisa anticarcelaria, entendida ésta como una denuncia permanente al Sistema -basado en la desigualdad- y a su aparato represivo; dentro del cual la cárcel es una de sus herramientas punitivas tendientes a mantener y reproducir el orden social-económico y político actual.
El producto audiovisual no documenta hechos, sino que se posiciona ante ellos. Son lxs autorxs quienes hablan a través de los testimonios, quienes articulan el mensaje a través del guión y el montaje. No hay respuestas a las que no preceda un cuestionario -aún cuando no sea explícito. Es su punto de vista el que crea el objeto y no al revés. Y son sus premisas ideológicas las que analizaremos a continuación.
Ciutat Morta presenta como una lucha individual frente a un error del sistema judicial lo que fue, en realidad, un caso político enmarcado en la lucha anticarcelaria. La opción narrativa escogida, la explotación mediático-sentimental, no sólo es amarillista sino que además invisibiliza el contexto de criminalización en el que tuvieron lugar las detenciones, y a los colectivos libertarios y antirrepresivos que se solidarizaron con el caso. Al reducir el 4F a unxs individuxs que luchaban por su inocencia se crea la figura de la víctima. Esta deformación de la realidad desmerece todo lo conseguido gracias a la solidaridad, hecho insultante para quienes nos implicamos directamente y para toda la red internacional que apoyó la lucha.
En el 2006, lxs 6 imputadxs que obtuvieron la libertad con cargos después de pasar a disposición judicial asumieron el camino marcado por la jueza: no vincularse con los 3 presos, ni con el grupo de apoyo y optar por una defensa en solitario. Durante años de criminalización al movimiento okupa y lxs antisistema fuimos señaladxs, una y otra vez, como culpables, y no nos referimos sólo a los presos, sino a todxs lxs que exigíamos su libertad. Estas 6 personas, siguiendo el consejo de sus abogadxs, se desentendieron de cualquier acción colectiva, como si ésta no fuera con ellxs o pudiera perjudicarles. A nivel representativo, esta desvinculación a la pertenencia al movimiento okupa y/o a la ideología antisistema, usada como argumento para probar la inocencia, también se hace patente en el film, hasta el punto de hacer desaparecer la lucha anticarcelaria que sustentó el 4F.
Además, desde su propia visión eurocentrista, valida los discursos racistas y xenófobos que pretende denunciar. Presenta el racismo institucional de los cuerpos de seguridad como una anécdota paradójica y, otra vez, personal. Siempre según Ciutat Morta lxs europexs serían por definición blancos. Nos choca profundamente que al hablar de un policía negro, se centre la atención en el adjetivo (negro) y no en el sustantivo (policía). Esto se evidencia cuando justo después de hacer hincapié en su color de piel se le muestra, durante un eterno minuto, golpeando un saco, con toda la carga de contenido que conlleva esta sintaxis fílmica. Aquí, el abuso de poder no se basa en cuestiones raciales; la relación de fuerzas se da entre la policía y personas. Insistiendo en la paradoja de que un mulato insulte a un sudamericano, trasmite la idea de que toda persona negra es por definición extranjera, y como tal, según la cinta, estaría menos legitimada que un policía blanco a insultar y/o torturar.
En ambas versiones de Ciutat Morta, la tesis final es la Verdad; que no es otra que presentar un testigo que confirmaría la existencia de un Verdadero Culpable. Esto se reiteró en la rueda de prensa del 20-01-15, y en posteriores entrevistas a los medios (ver entre otras TV3 – Els Matins).
Asimismo, el fragmento del famoso testigo encapuchado – que fue eliminado en la segunda versión de la cinta por las numerosas críticas que recibió después del estreno – terminó siendo usado como bomba mediática, por los directores de la película presentándolo en exclusiva en el programa PuntCat de TV3. Alimentando un poco más el circo mediático.
Desde la perspectiva anticarcelaria y de la red de solidaridad de la que formamos parte activa, la Delación, como una acción y un valor legítimo en pos de la Justicia y la Verdad, es inadmisible.
Ciutat Morta y lxs que hoy luchan por la reapertura del caso en base a este testigo-delator chocan frontalmente con los principios que sustentan la lucha por la libertad de los presos. ¿Hasta dónde son capaces de llegar para demostrar inocencias, limpiar honores y memorias? Creemos que la respuesta está en el mismo film, cuando informa que los datos del testigo ya han sido presentados a la Fiscalía. Nos encontramos de nuevo ante la situación de que, quien tiene voz, se cree con derecho a representar a lxs demás y, peor aún, a iniciar acciones legales en su nombre. Sin ir más lejos, a Juan Pintos no se le mostró el resultado final de “Ciutat Morta” antes de empezar a distribuirla. Pero más grave es que nadie le informó de que se estaban tomando decisiones que le influían directamente y con las que no está de acuerdo. “Creo que es necesario dejar bien claro que no me representa en lo más mínimo el camino que se ha recorrido este último tiempo, como mínimo desde la emisión de Ciutat Morta en Tv3”- Juan Pintos.
Ningún éxito de taquilla nos hará ver con buenos ojos este tipo de políticas de hechos consumados.
A pesar de que en días posteriores algunxs corrigieran este discurso delator, el mensaje de “Ciutat Morta” sigue siendo el mismo, y esto ha promovido que se abran campañas ciudadanas que exigen la reapertura del caso, renovando así su confianza en la Justicia, que supuestamente cometió un error excepcional hace 9 años. Esto desdibuja y termina por invalidar el discurso de que la responsabilidad es del sistema, de sus instituciones y de su aparato represivo.
Creemos que Ciutat Morta encaja muy bien en el contexto actual de descontento social en ascenso y de desconfianza en las instituciones. Se erige como una bandera más en las luchas contra las injusticias, en boca de todxs. Asimismo políticos y periodistas, los mismos que sustentaron el montaje y la criminalización, ahora se apresuran a sumarse a la indignación ciudadana con la creación de comités de crisis post-emisión y terminan exigiendo la reapertura del caso. Todo esto apropiándose del caso 4F, con la mezquina intención de no perder audiencias, votos y consumidores.
Dicho todo esto, querríamos que este texto, lejos de crear polémicas, contribuya a profundizar los debates y sacar a la palestra los temas mencionados. El 4F no es un caso aislado, puede que emblemático pero no extraordinario, es la norma. Que nuestro esfuerzo crítico no se centre en este caso en concreto, sino en la lógica que los genera todos.