Cerca de las 21:45 horas, en el sector de Barrio Norte, se prendieron barricadas que cortaron uno de los conductos viales más transitados de la ciudad, nos referimos a la Avenida General Bonilla que conecta las comunas de Talcahuano, Concepción y Penco. El corte de ruta fue ejecutado por una treitena de pobladores y pobladoras de la FENAPO que salieron a protestar por sus demandas. Entre las más importantes figura la exigencia al Estado de que vuelva a incorporar los procesos de autoconstrucción en la edificación de viviendas sociales, lo cual permitiría a las organizaciones de pobladores sin casa poder generar sus propias alternativas a sus necesidades de vivienda, sin depender de inmobiliarias y empresas constructoras que se quedan con la mayor parte del financiamiento otorgado por el Estado.
Las barricadas se mantuvieron prendidas cerca de 30 minutos hasta la llegada de los vehículos policiales lanza-aguas, momento en que los manifestantes ya se habían replegado. La acción generó un importante atochamiento de la gran avenida en donde circulan una cantidad importante de automóviles y camiones de gran tonelaje. La jornada terminó sin detenidos, ni mayores incidentes.
En la actualidad son infinitas las problemáticas derivadas de las políticas territoriales y de uso de suelo en chile y el mundo. El espacio sigue siendo uno de los bienes más preciados y lucrativos del modelo capitalista que impera actualmente de forma global. Una fábrica, una universidad, un edificio de oficinas, un banco, un hospital o cualquier otra institución necesita de un terreno en donde asentarse. El suelo, obviamente, no es infinito y su valor aumenta en virtud de su escasez o abundancia, como todo en este mundo de la oferta y la demanda. Cuando el suelo es una mercancía, su utilización está marcada por sacar la mayor rentabilidad, y no para satisfacer los requerimientos de las comunidades que lo habitan. Así, frente a un bien tan estratégico y valioso, los grupos económicos han usurpado, colonizado y ocupado los territorios rurales y urbanos en virtud de utilizarlos para sus negocios. Evidentemente, los más pobres han tenido que, muchas veces mediante la fuerza, entregar sus terrenos a grandes propietarios, generándose una concentración de la tierra por parte de unos pocos.
La concentración de la tierra que existe en el mundo rural, que generó la problemática de los latifundios, puede contraponerse a lo que ocurre actualmente en las ciudades y territorios urbanos del mundo, incluida Concepción, en donde unos pocos son los dueños de la tierra y el suelo. En el caso de las ciudades, son los grupos inmobiliarios los que han concentrado la tierra y lo han transformado en negocio. El azote neoliberal dio mayor poder a estos grupos económicos que controlan el espacio y construyen mega-proyectos inmobiliarios. El Estado se desligó de su tarea de construir casas e infraestructura y delegó toda la labor a los privados. Esto ha generado ciudades cada vez más segregadas y estructuradas por clases sociales, en donde los grupos más privilegiados pueden acceder a vivir en zonas céntricas o exclusivas, y los más pobres son obligados a vivir en la periferia, empobreciendo aún más su vida.
El habitar de los sectores populares en el espacio y el territorio también han sido modificado tras las últimas décadas de instauración neoliberal. En términos históricos podemos ver tres modelos de construcción de vivienda social que se han sucedido en el habitar de los pobres de las ciudades. En un primer momento vemos que los sectores populares que llegaban desde el campo a las ciudades como mano de obra recurrieron a la auto-construcción de sus viviendas en campamentos y tomas que destacaban por su precariedad. En un segundo momento vemos que este proceso de autocontrucción se mezcló con un rol garante del Estado, el cual asumió la tarea de generar viviendas sociales a los y las pobladores que lo necesitaban, aunque siempre de manera insuficiente considerando la cantidad de familias que necesitaban una solución habitacional. Un tercer momento es el que vivimos actualmente, el cual fue instalado por la dictadura militar, en donde la alternativa de la auto-construcción ha disminuido considerablemente, mientras el Estado se ha desligado de la función de garante del derecho a la vivienda, en contrapartida han sido las inmobiliarias privadas las que ahora construyen las viviendas de los pobres. Este es un suculento negocio financiado por el Estado y el endeudamiento de las familias “beneficiadas” en donde el control de la construcción de la vivienda la tienen mega-empresas constructoras que lucran con una necesidad vital de todos los seres humanos, como es el techo.
En el marco de esta problemática es que diversas organizaciones y grupos han generado su lucha. Entre ellas la Federación Nacional de Pobladores (FENAPO), que aglutina a diferentes organizaciones y grupos de pobladores y pobladoras que luchan por una vivienda digna y un habitar distinto del espacio. Esta organización con presencia en diversos puntos del país convocó una jornada nacional de protesta en la calle el día 10 de marzo de 2015, la cual también tuvo su epicentro en la ciudad de Concepción. Estas acciones fueron llevadas a cabo por deudores habitacionales, allegados y sin casa que se encuentran generando alternativas de lucha para la construcción social del espacio y el habitar digno de los pobladores y pobladoras.