Si la victoria o la defensa lo exigen, no se detendrán ni ante la destrucción de sus mismas aldeas y, puesto que además la propiedad no está en su poder, pueden llegar a evidenciar una verdadera pasión por la destrucción. Esa pasión destructiva, sin embargo, está lejos de elevarse a la altura de la causa revolucionaria, pero sin ella la revolución sería imposible, porque no puede haber verdadera revolución sin una destrucción arrolladora y apasionada, una destrucción beneficiosa y fecunda, pues sólo de ella nacen y surgen mundos nuevos. Pero nadie puede proponerse destruir sin tener al menos una concepción remota –ya sea verdadera o equivocada– de un nuevo orden que suceda al existente. Cuanto más vívidamente se visualiza el futuro más poderosa es la fuerza de destrucción. Y cuanto más se aproxima esa visión a la verdad, es decir, cuanto más se adecua al desarrollo necesario del mundo social actual, más beneficiosos y útiles resultan los efectos de la acción destructiva. Pues la acción destructiva está siempre determinada –no sólo en su esencia y grado de intensidad sino también en los medios que emplea–, por el ideal concreto, que es su inspiración inicial, su alma.” M. Bakunin
Miguel Bakunin, por James Guillaume
Capítulo 1
Racionalidad de las tácticas revolucionarias
Capítulo 2
El problema económico origina todos los demás
Capítulo 3
Factores socioeconómicos y psicológicos
Capítulo 4
Revolución y violencia revolucionaria
Capítulo 5
Métodos del período preparatorio
Capítulo 6
Los jacobinos de 1870 temieron la anarquía revolucionaria
Capítulo 7
La revolución por decreto está destinada al fracaso
Capítulo 8
Programa revolucionario para los campesinos
Capítulo 9