Agente encubierto: Una herramienta represiva con varios filos.
A lo largo de la historia, el Estado en sus distintas expresiones y latitudes donde ha impuesto su dominio buscara frenar y aniquilar los deseos de romper con su orden impuesto. La revuelta y la insurrección una y otra vez pretenden ser aniquiladas por quienes desde el poder harán todo lo que este a su alcance para cuidar y mantener sus privilegios.
La fuerza bruta, las matanzas despiadadas y a mansalva, la cooptación y regalías para calmar los ánimos y la disconformidad fueron las herramientas usadas preferentemente en un comienzo por los poderosos y sus organismos represivos, con el pasar del tiempo las herramientas de control y sometimiento han ido variando, así como también las tácticas contrainsurgentes. Nos encontramos hace varios años –en distintos lados del globo- experiencias de control tecnológico, de aislamiento y difamación de luchas. Con esto no solo se busca desarticular a los grupos o entornos de lucha, sino que también desmoralizar la propia noción de lucha y construir castigos ejemplificadores.
En este contexto, toman fuerza y se sistematizan las figuras de los delatores, de los arrepentidos y de los provocadores.
Las variables en las que se ha usado, los momentos o la forma en que nos habla de distintas y variadas experiencias, pero que nos muestran un factor común: La perversión del poder a la hora de sus estrategias para desmantelar a quienes se organizan para atacarlos.
La historia se muestra repleta de confianzas, de falsos cariños, amistades, lazos amorosos y complicidades que finalmente resultaron ser fraguadas por el poder o como un instrumento de la policía. Esto puedo sonar demoledor…pero Nuestra historia de combate también nos habla de la inquebrantable voluntad de lucha que sabe y aprende a sortear y superar todos los obstáculos y las trampas puestas por el enemigo…Porque esto no para acá, porque esto nunca ha parado acá.
Algunos capítulos de la infiltración policial
Comenzaremos a realizar un breve repaso al uso del agente encubierto por el Estado Chileno para frenar las distintas expresiones de lucha que han sido calificadas como enemigo interno.El Agente Encubierto, lo podemos definir como el policía infiltrado o un sujeto que trabaja para la represión, a fin de conseguir información de ciertos grupos y entornos de interés, como también de participar para ganarse la confianza y luego desmantelar las distintas iniciativas de lucha, muchas veces siendo parte de su trabajo en instigar a cometer ciertas acciones que lleven a lxs revolucionarixs a las garras de la represión.
Durante la dictadura, la infiltración y el uso de agentes encubiertos era un arma sistemática utilizada por los organismos de inteligencia que veían en este método una forma real y concreta para identificar y desarticular los vínculos de la resistencia armada a Pinochet, como también aportaba desde un segundo nivel a generar desconfianza entre los revolucionarios.
Es en este contexto donde, dentro de los varios casos de policías o agentes al servicio de la policía que se hacían pasar por revolucionarios, nos encontramos a “Miguel”, agente de seguridad quien desde el año 1988 se infiltró en sectores populares y grupos juveniles, presentándose como encargado zonal del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) reclutando jóvenes para formar un “Comando de Resistencia”. Gracias a su trabajo de infiltración e instigación se pudo desarrollar la emboscada y trampa contra Eric Rodríguez e Iván Palacios, dos jóvenes que operaban bajo el mando del agente infiltrado, quienes el 18 de abril de 1989 fueron acribillados por los bastardos de la Central Nacional de Inteligencia (CNI) cuando se disponían a colocar un artefacto explosivo en un transformador eléctrico en la intersección de las calles Radal con San Pablo en la comuna de Lo Prado. Todo había sido preparado gracias a la información entregada por el agente encubierto.
Ya con la pactada transición a la democracia, a comienzos del ’90 la represión debió modificarse y las continuas desapariciones y secuestro fueron a la baja, pero manteniéndose la constante de los falsos enfrentamientos para encubrir ejecuciones policiales contra los militantes de las organizaciones marxistas de lucha armada que se negaron a frenar su lucha con el retorno a la democracia.
La figura del infiltrado no dejó de estar ausente ni por un minuto en este nuevo contexto, teniendo como ejemplo el golpe represivo tras la infiltración del “Destacamento Mirista Pueblo en Armas”. En esta formación guerrillera, Humberto López Candia, un ex militante arrepentido, fue infiltrado por los aparatos de inteligencia de la época, logrando coordinar en 1992 una venta de armas vigilada por la policía, en donde todas las armas venían desde la misma represión. Al ser el traspaso del armamento y quedar éste en manos de lxs revolucionarixs, inmediatamente la policía los detuvo, siendo condenados a varias décadas de prisión sin siquiera alcanzar a usar aquellas armas.
Desde otra arista, pero no menos interesante para comprender los distintos usos que el Estado puede dar a sus herramientas de represión, nos encontramos con la historia de las cartas bombas de Lenin Guardia en 2001, ex miembro colaborador de la represión que tras quedarse sin trabajo con la desarticulación de los grupos político-militares, decide el mismo cometer atentados –enviando distintas cartas bombas a la embajada de EEUU y la oficina de un reconocido abogado- para luego presentarse ante el Estado, como el mejor capacitado para dar con los responsables de estos nuevos supuestos atentados.
Luego, ya encarcelados y neutralizados los grupos de guerrilla urbana durante los 90, las estrategias represivas dirigieron su atención hacia el Wallmapu, con la creciente resistencia Mapuche que prontamente fue generando pérdidas económicas importantes en los inversionistas nacionales y trasnacionales, como también construyendo autonomía desde las comunidades en resistencia.
La represión, no dudó en lanzar todo su arsenal represivo y judicial en el sur. De esta forma, los procesos represivos se vieron repletos del uso de “testigos sin rostro” –beneficio exclusivo de la ley antiterrorista-, quienes en varios casos resultaban ser miembros de las comunidades en lucha o inclusive sujetos participes de acciones, quienes decidían colaborar con la represión por lo general a cambio de beneficios. Si bien estos no surgen como “Agentes encubiertos” propiamente tal, algunos de ellos sí terminan realizando este tipo de labores. Asi nos encontramos con el caso de Raúl Castro Antipan, miserable colaborador de la policía, que decide trabajar e infiltrarse en movimientos de resistencia mapuche desde el año 2009, llegando a participar de distintas acciones a cambio de que los aparatos represivos le ayudaran a borrar una antigua causa judicial que tenía en otra ciudad. Finalmente en uno de los innumerables juicios, Raul Castro Antipan reconoció su participación en distintos atentados incendiarios declarando que fue financiado, apoyado y dirigido por personal de la Dirección de inteligencia Policial de Carabineros (DIPOLCAR).
Durante el mismo periodo, pero en Santiago, a finales del año 2007, en medio de la sangrienta casería desatada luego del asalto al Banco Security, la policía logra encarcelar a Axel Osorio y Cristian Godoy gracias a la colaboración de Carlos Sepúlveda (compañero que aparentemente conocía a Carlos Gutiérrez, perseguido por el caso Security) quien trabajó con la policía participando y fraguando la entrega vigilada de armas a cambio de una rebaja de pena por su colaboración.
Un ejemplo más reciente de una persona infiltrada por la represión para obtener información de entornos de lucha podemos encontrar durante los años 2010-2011, momento en que permanecían prisionerxs distintxs compañerxs en el marco de la operación represiva conocida bajo el título de ”Caso Bombas”. En este contexto, la Fiscalia Sur utilizó los servicios de un preso para que, a cambio de beneficios intrapenitenciarios, realizara labores de acercamiento con lxs prisionerxs del Caso Bombas. En tal escenario y en complicidad con Gendarmería, se vació un ala completa de la prisión de máxima seguridad para dejar en completo aislamiento al compañero Francisco Solar junto al disfrazado colaborador de la Fiscalía. Así, se los obligó a sociabilizar y a permanecer juntos por meses, de manera que el sujeto colaborador pudiera conseguir información verídica que a su vez mezclaba con fantasías inventando planificaciones y supuestas conversaciones conspirativas con Francisco y el resto de los presos. La situación no solo genero nuevos antecedentes en la causa contra todxs lxs compañerxs, sino que también y de paso buscaba construir una fuerte desconfianza y aislamiento entre los prisioneros.
Agentes encubiertos en otras experiencias.
A lo largo del mundo casos de Agentes encubiertos, tanto ya sean elementos policiales como colaboradores de ellos, se encuentran por montones contra grupos revolucionarios. Un caso reciente y conocido ocurrió en EEUU tras los continuos ataques de las células auto-organizadas y horizontales del Frente de Liberación Animal (FLA) y el Frente de Liberación de la Tierra (FLT). La represión norteamericana decide lanzarse a la caza de distintos participes en movimientos de lucha tanto de la Tierra como de los animales, siendo el avance represivo más grande en esta línea la “Operation Backfire”, proceso también conocido como “Terror Verde”, cuyo objetivo buscaba dar con los responsables de diversas acciones incendiarias ocurridas a finales de los 90 y principios del 2000. Esta vez todos los medios fueron necesarios para la desarticulación y la caza de compañerxs. El resultado fue brutal y la figura tanto del agente encubierto, el colaborador y el infiltrado fueron gravitantes. La policía, en particular el FBI, consiguió infiltrar a distintas personas que construyeron amistades y hasta relaciones de pareja con compañerxs activos en la lucha por la liberación animal y de la Tierra. Durante el proceso, la inteligencia policial no descansó y consiguió nuevos informantes, como también que muchos acusados pasaran a colaborar con la policía, no solo prestando algunas declaraciones, sino formando parte activa del entramado represivo para seguir informando y colaborando continuamente.
Muestra de este caso, fue la situación del compañero prófugo por esta causa, Justin Solondz quien consiguió llegar hasta China en clandestinidad, y tras ser detenido y pasar un tiempo en las prisiones de aquel país fue extraditado a EEUU, donde su ex pareja y co-acusada, la miserable Briana Waters decidió testificar en su contra para conseguir una rebaja de condena.
También en USA, durante el año 2012, 5 compañerxs anarquistas fueron detenidos tras una operación del FBI, que consiguió infiltrar a un agente en entornos anárquicos, planificando e instigando a compañerxs a la colocación de artefactos explosivos en un puente en Cleveland. La policía intencionó la realización de esa operación y facilitó los materiales para la acción; esta vez los explosivos –entregados por el FBI- estaban diseñados de tal manera para que estuviesen siempre desactivados. Nunca existió algún peligro o posibilidad real de realizar la acción. Aun así, lxs compañerxs fueron detenidxs y procesadxs por cargos de terrorismo bajo prisión.
La historia de combate en EEUU, está plagada de colaboradores, infiltrados y de agentes encubiertos que levantan una iniciativa, consiguen los materiales, planifican la acción, buscan a las personas y luego las hace detener.
Un caso similar muy conocido ocurrió en España en enero de 1978, cuando en medio de una masiva manifestación de la CNT un colaborador de la represión infiltrado en un pequeño grupo, instiga a atacar con cocteles molotov el teatro Scala. La acción fue coordinada y dirigida de antemano, y así la policía colocó explosivos al interior del teatro consiguiendo derrumbar todo el edificio causando la muerte a cuatro trabajadores, pasando esta acción como responsabilidad de quienes lanzaron un par de molotov a la puerta del recinto. Joaquín Gambín, delincuente común que poseía cierta vinculación y confianzas entre los grupos autónomos, paradójicamente apodado “el Grillo”, fue el sujeto que se infiltró y dirigió la maniobra represiva que culminó con el encarcelamiento de dos compañeros por largos años de prisión.
Todos estos son solo algunos ejemplos de la utilización a lo largo de la historia de la infiltración policial y el uso de agentes encubiertos y colaboradores para aproximarse y atacar a los entornos de lucha.
Actualizando la legislación, actualizando la inquisición
Durante el segundo semestre del 2014, tras la continuidad de una serie de ataques explosivos e incendiarios, como de la imparable presencia anárquica en distintas luchas, el Estado Chileno puso como prioridad la reforma a la Ley Antiterrorista. Es así como tras el atentado al SubCentro que dejó a varios transeúntes heridos, la modificación legal se hizo urgente para los poderosos.
Los deseos de reformar la Ley Antiterrorista, buscando hacerla más eficaz, surgen desde las continuas absoluciones o recalificaciones en los últimos juicios antiterroristas, donde la justicia no ha podido conseguir condenas por esta ley.
El dominio ha conseguido fraguar el consenso político y social sobre la necesidad de reformar la normativa dictatorial haciéndola más dura, eficaz y con un mayor número de herramientas para encarcelar revolucionarixs.
Dentro de estas modificaciones, que hasta la fecha aún no se han aprobado oficialmente, se encuentran la extensión a mansalva del periodo de investigación y prisión preventiva por Ley Antiterrorista (cambiar de 2 a 3 años), el aumento a niveles absurdos de las penas de cárcel y, por último, la utilización legal del Agente Encubierto para obtener información e instigar acciones ilegales.
La figura del Agente Encubierto es clave, decidora y una petición lloriqueada desde hace tiempo tanto por la Agencia Nacional de Inteligencia, como las estructuras de inteligencia de carabineros (DIPOLCAR) y la Policía de Investigaciones (BIPE). Y es que por años las distintas policías de inteligencia y la Fiscalía Sur (a cargo de las indagaciones por las bombas) han solicitado a los gobiernos de turno durante años el uso legal del agente encubierto.
¿Cuál es la real importancia del agente encubierto para la policía? ¿Antes no habrían podido utilizar infiltrados? ¿Son agentes encubiertos los policías infiltrados que deambulan por el entorno?
Pues bien, el objetivo de los organismos represores, es poder concretar y llevar a cabo operativos represivos. Las policías históricamente han utilizado la presencia de policías de civil para escuchar, para grabar, para observar, para tratar de entender lo que nunca podrán entender: las prácticas de revuelta. Lo han hecho y lo seguirán haciendo, pero esto les da un resultado acotado.
Ejemplo de esto han sido las detenciones de compañeros en lucha callejera, grabados o identificados por policías de civil; la toma de audios y grabaciones en actividades públicas de propaganda y difusión, y la identificación sobre quien participa en tal o cual actividad.
Pera esta vez el interés es mayor, el enemigo busca dar un salto y a su vez volver a realizar una remembranza de las antiguas operaciones de la CNI, la DINA y La Oficina. El Agente Encubierto puede ser un policía o un civil, que se infiltre con todos los recursos (dinero, identificación nueva, vivienda y medios propios) que buscará participar en distintos círculos ácratas ganando confianzas.
Y el elemento distintivo del Agente Encubierto es su posibilidad de proponer o instigar a que otros comentan actos ilegales, azuzarlos e incluso llevarlos a cabo con otros. Nos referimos en lo concreto a las entregas de armas o explosivos vigiladas y controladas por la policía, o a estimular o planificar la realización de alguna acción para ser realizada por compañeros que caiga en la trampa.
Por ello la urgencia de las nuevas divisiones antiterroristas criollas es la necesidad de blanquear y legalizar las herramientas investigativas para que puedan ser usadas en los juicios y terminen con una condena por Ley Antiterrorista contra los acusados.
La vida y la lucha, es entre otras cosas una superación continua de obstáculos
Ante este escenario global y local, fácil podría ser caer en distintas caricaturas que solo bloqueen el avance de la lucha insurreccional, pensando por ejemplo que todas las acciones y los ataques anárquicos vienen dirigidos desde las cúpulas represivas, o que todos los grupos que deciden atacar se encuentran infiltrados.
Otra de la fáciles caricaturas a llegar, es la extensión de la paranoia y el miedo donde es imposible cualquier relación entre compañerxs, cualquier ataque al poder, cualquier aporte a la comunidad de la negación de lo existente, pensando que el enemigo estaría en todos lados y puede ser cualquiera…Así es imposible construir lazos de complicidad.
Acá lejos de la paranoia o de las absurdas teorías de la conspiración, buscamos aportar en las reflexiones para el avance del combate contra la autoridad, buscamos no caer en el inmovilismo o en la pereza de no aprender de las décadas y décadas de superación de obstáculos represivos, en todos los siglos, en todos los idiomas y en todos los territorios.
Muchos podrán contentarse con la explicación que la infiltración y la utilización de agentes encubiertos solo ha funcionado en orgánicas jerárquicas, tanto en dictadura, en los 90 o en otras latitudes. Dejando esta como una máxima que pueda generar peligrosas confianzas y relajos ante el avance represivo. Lo cierto es que la realidad es más compleja y la utilización de diversas herramientas por parte del Estado es un llamado urgente a aprender y crecer cualitativamente. La represión sobre los compañerxs anárquicos y con dinámicas organizativas horizontales en EEUU nos muestra los resultados de estas tácticas en grupos no jerárquicos, donde el FBI ha conseguido intervenir grupo infiltrándolos no solo para detener a varios compas, sino para sembrar la desconfianza generalizada y el miedo en distintas condiciones de lucha.
Efectivamente la infiltración en formas de lucha jerárquica puede conseguir que una vez que la infiltración supere determinados escalafones adentrándose en la organización esta pueda desmantelarla -por muy compartimentada que sea- produciendo un efecto en cadena.
Pero nuestra vida en revuelta, desde posiciones anárquicas, la construimos con horizontalidad, informalidad y afinidad. Estos valores no surgen, ni nacen como respuesta a la represión, pero inevitablemente se vuelven fortalezas cuando las ocupamos con todo el potencial.
El forjar relaciones horizontales no solo nos habla de traer en el presente el mundo por el cual luchamos y el desprecio a la autoridad sino que también hace imposible la lógica de mando/obediencia de estructuras y cúpulas jerárquicas infiltradas por la policía donde adquieren todo el conocimiento del grupo además de manejar las directrices.
La afinidad nos hermana, nos hace conocernos en nuestras debilidades, fortalezas, en nuestras carencias y nuestras certezas, nos hace hermanarnos tanto políticamente como en la experiencia de vida, forjada en un quehacer revolucionario compartido con el calor de los continuos combates, los embates de la represión y los golpes acertadamente dados. Sin lugar a dudas, una mente opaca que decidió dedicar su vida a mantener el orden y el privilegio, difícilmente conocerá la afinidad que –que lejos del concepto Amistad- significa una complementación mayor y un conocimiento esencial del otro en el desarrollo político y en la experiencia práctica.
La informalidad, lejos de ser entendida como espontaneidad o falta de seriedad a la hora de llevar la lucha, se presenta como relaciones difusas que construyen redes, que crean complicidades y que a su vez hacen avanzar un sinnúmero de proyectos de forma autónoma y entre compañerxs libre asociados, organizándonos con quienes queramos en el minuto en que queramos y de la forma que nos parezca la apropiada.
Las maniobras policiales y las estrategias represivas no podrán vivir la anarquía como la vivimos nosotros, no podrán dirigirnos porque nadie nos dirige, no podrá instigarnos, porque nos movemos con completa autonomía en nuestras decisiones.
Y aunque el vivir realmente y potenciar nuestros lazos de afinidad, informalidad y horizontalidad nos ayuda a superar las tácticas del enemigo, nos parece que esto no es ninguna discusión zanjada o una respuesta única en cómo enfrentar la figura de los Agentes Encubiertos. Lo que sí nos parece importante hoy es comenzar a reflexionar, a debatir en los distintos cirulos de compañeros para observar el avance de la represión y no sorprenderse con sus próximas jugadas.
Observamos cómo se hace necesario cuidarnos entre quienes rechazamos este mundo de dominación, y esa necesidad de cuidarse también se expresa en alejarse de las conductas curiosas, de las preguntas imprudentes y de los saltos de confianza sin algún piso de conocimiento mutuo.
La reproducción del fetiche por las armas que lleva a adorar los materiales por sobre la valoración de las motivaciones, también puede transformarse en una carta blanca para que ingrese la represión disfrazada a tu círculo de confianza.
Alejarse de esas conductas, frenar a quienes las realizan y reproducen es también poner atajo a las grietas por donde la represión pueda entrar para golpear.
No se trata de ver policías encubiertos en todos lados, o de la estúpida conclusión de sospechar o presumir ver a la represión en la cara de jóvenes compañerxs que se acercan a actividades o espacios buscando acrecentar su crítica a este mundo; como tampoco se trata de desesperarse y caer en el pánico ante la presencia policial formal o encubierta en actividades públicas.Quienes nos tienen que dar desconfianza son principalmente quienes se afanan con grandilocuencia de su supuesta participación en acciones, y no nuevos compañeros que se acerquen a construir y aportar a la revuelta.
¡A no detenerse en la continua práctica del aprendizaje insurrecto para enfrentar la represión!
¡A fortalecer las comunidades de lucha sin dar espacio para la infiltración!
Agente encubierto: Una herramienta represiva con varios filos. (Contra Toda Autoridad #2)