Construcción simbólica y ritualística a raíz de la Matanza de Santa María de Iquique

tarde21dic

Entre fines del siglo XIX y principios del XX, un segmento del mundo popular terminaría de configurar su experiencia social y su concepción de sí mismo (es decir, su identidad colectiva) en términos sustancialmente diferentes a los que había prevalecido en el pasado: ya no como peones, “rotos” o campesinos, sino como integrantes de una emergente clase obrera(1). Y evidentemente, para el éxito de dicho proceso, sería de especial relevancia la utilización del aparataje simbólico y ritualístico por parte de las distintas tendencias y proyectos que se disputaban el mundo obrero: demócratas, socialistas, anarquistas. (2)

Los anarquistas fueron especialmente sensibles a la utilización de símbolos y la ceremonialidad y como tal, le atribuyeron importancia fundamental ya fuera para contrarrestar la múltiple y heterogénea simbología generada desde el proyecto político, social y cultural impuesto por la oligarquía. Varios de estos elementos simbólicos y ritualísticos encontraban sus orígenes en la Revolución Francesa, en la Comuna de París y eran empleados por el movimiento obrero en su conjunto, como es el caso, por ejemplo, de la bandera roja, o el empleo de los himnos La Internacional, Hijos del Pueblo, Himno de los Trabajadores de Turati, etc.

El movimiento obrero local iría incorporando, eso sí, elementos nuevos, expresados tanto en símbolos y ritos, imágenes y actitudes, todos los cuales eran producto de las experiencias que iban generándose en el movimiento social local. En este sentido, señalamos, se trataba de una construcción permanente, en ningún caso cerrada y acabada, sino en constante dinamismo, integrándose permanentemente nuevos elementos. No obstante, ya durante la primera década del siglo XX, los distintos componentes del movimiento obrero local habían logrado delimitar un espacio y una imagen que les caracterizaría a lo largo de todo el periodo, una base sobre la cual se integrarían nuevos elementos a lo largo de todo el periodo.

 

En este espacio nos abocaremos al análisis de esta construcción simbólica y ritualística por parte de los anarquistas en torno a la Masacre de la Escuela Domingo Santa María de Iquique. A raíz de esta masacre se generarían una serie de elementos, simbólicos y ritualísticos que buscaban no sólo mantener viva tan descarada injusticia social, sino además, a través de la misma, orientar a los obreros hacia un proyecto (ideas anarquistas), y construir identidad.

SANTA MARÍA DE IQUIQUE

Se trata de la fecha más importante de las conmemoraciones del movimiento obrero local, después del 1ª de Mayo. Resulta superfluo explicar el origen de esta manifestación. Ya se ha escrito bastante sobre esta matanza en Iquique de varios miles de obreros por las tropas al mando de Silva Renard (3). Interesa en este espacio, dar cuenta de cómo se fue construyendo este espacio conmemorativo durante los primeros años del siglo XX. Y aquí la cuestión no se diferencia de la forma como los anarquistas y demás tendencias obreras fueron construyendo sus ritos y ceremoniales conmemorativos, es decir, a través de manifestaciones, creaciones culturales (poemas, artículos de prensa, cuadros etc.), discursos, conferencias, veladas, romerías fúnebres, etc. Evidentemente, esta no sería solamente tarea de los anarquistas, sino, más ampliamente, de los obreros organizados, aunque, los anarquistas igualmente –cómo negarlo- le darían ribetes originales a sus manifestaciones, marcadas por la acción directa, la venganza, la prisión, y también por la difusión cultural incansable de sus propagandistas.

Así, por ejemplo, inmediatamente enterados de lo sucedido, los anarquistas porteños, organizados en la Federación Internacional de Trabajadores, llamaron a un “mitin de protesta” realizado a eso de la 1,30 pm, en el que participaron las distintas sociedades de resistencia con sus estandartes enlutados. (4) Junto a elementos del PD, los anarquistas porteños formaron un Comité de Solidaridad con los obreros pampinos y sus familias. Este organismo, se preocuparía de generar recursos para éstos, a través de veladas, rifas, creaciones artísticas, etc. Además, dicho Comité llamaría a varios mítines de protesta y actos fúnebres simbólicos. (5)  En Santiago y otras ciudades del país, se formarían Comités paralelos.  Desde entonces, las Romerías fúnebres se sucederían una tras otra, tanto en Iquique mismo, como en los distintos pueblos y ciudades del país. En La Reforma, de Santiago, se puede leer, por ejemplo: “Por los muertos de Iquique, gran manifestación de duelo en Valdivia… Por acuerdo total de las sociedades obreras se reunieron en plaza Pedro de Valdivia para de ahí marchar al cementerio, con sus estandartes y banderas enlutados” (6).

Por lo general, las sociedades obreras, con sus estandartes enlutados, se reunían en la plaza pública, en donde se realizaba un mitin, en el que los oradores se encargaban de recordar lo allí sucedido, insertando esta tragedia en el marco de las luchas obreras, tanto locales como internacionales. Por lo general, se trataba de discursos encendidos y llenos de emotividad, en el que el poder, a través de todas sus instituciones, aparecían totalmente contrapuestos a los obreros, a los parias que luchaban con la tiranía; dos posiciones irreconciliables eran las que se construían en estos discursos, cuestión que los obreros bien experimentaban a diario. Se trataba de un acto con fuerte contenido identitario.

Enseguida, desfilaban en procesión por las calles de la ciudad o pueblo, en algunas ocasiones con velas encendidas en mano. Se entonaban himnos revolucionarios y se visitaba el cementerio de la ciudad, en acto simbólico. Allí nuevamente, se realizaban algunos discursos… y así, la cuestión se repetiría cada año en varias ciudades, principalmente –desde luego- en Iquique. Pero también en otras ciudades del país.

A través de estas actividades, los obreros sacaban a la vía pública lo acontecido, poniendo esta Matanza en la opinión pública.

Al cumplirse un año de la Matanza, se generarían en distintas partes del país manifestaciones conmemorativas. Como ocurría con los 1ª de Mayo, también para los 21 de diciembre se conformarían Comités organizadores, comités compuestos tanto por anarquistas, socialistas, demócratas, feministas, etc. En El Pueblo Obrero,  se señalaba hacia diciembre de 1908:

“…con motivo de la aproximación de esta fecha, el Comité tiene bastante avanzados sus trabajos para llevar a efecto una gran romería al cementerio en homenaje a las víctimas sacrificadas por el poder, y calumniadas por los capitalistas que veían en la huelga una horrible amenaza de saqueo, desolación, incendio y muerte ocasionados por el susto…” (7)

En Iquique se reunieron grupos obreros en la Plaza Condell. En el lugar haría uso de la palabra uno de los sobrevivientes, el obrero y artista, Sixto Rojas quien había sido el secretario del directorio de la huelga. En su discurso, culparía de lo sucedido a la “mala organización social” (8). Se señalaba en otro número que los trabajadores se tomaron el día 21 como feriado, para recordar a los caídos. “Y no podía ser de otro modo, puesto que el pleito homenaje que se rendirá al más grande de los sacrificios consumados injustamente por el capital y el poder, es obra de reparación y de justicia, que se impone como una protesta a la más bárbara matanza verificada por la obra inicua de una oligarquía avasalladora”. Se invitaba a asistir a la romería “porque ella se necesita, como un principio de la absoluta posesión de la soberanía que debe ejercitar, un pueblo ultrajado, porque cuya soberanía es el símbolo, el más grande de los patrimonios de los libres” (9)

El Pueblo Obrero, imprimió un cartel, una litografía conocida en la época. En el centro aparecía un hombre crucificado, representando al pueblo, con sus pies y manos atadas al vertical, mientras en el travesaño tiene destacada la palabra CAPITAL; flechas le clavan las piernas y el torso, que dice Tocopilla, Santiago, Valparaíso, lugares en que se manifestaran igualmente las Matanzas. Esta Litografía fue obra de Sixto Rojas Acosta. (10).

Similares actos se sucederían año tras año en Iquique. En las demás ciudades, por lo general, se desarrollarían mítines de protesta, romerías fúnebres y veladas de homenaje a los caídos. En el marco de éstas, año tras año, los anarquistas difundirían un discurso de condena a los tiranos, pero fundamentalmente  impregnado de ánimo de revancha. A partir del primer aniversario, el ritual sería repetido cada año, no sólo en Iquique, sino también en otras ciudades y pueblos del país. Hacia 1911, en el lugar en que, en fosa común habían sido sepultados los obreros muertos (en el cementerio nª 2), se levantaría con posterioridad un recordatorio. El Tarapacá entonces señalaba: “hoy es el cuarto aniversario de los luctuosos sucesos de que fue teatro la plaza Montt en año 1907. La huelga obrera que se declaró a principios de diciembre, tuvo su fin el 21 del mismo en forma tristísimo, que apena el clima. Los restos de los que cayeron en aquel nefasto día, descansan hoy en un mausoleo levantado con el óbolo de los trabajadores que sobrevivieron” (11)

La prensa obrera ocuparía sus portadas con homenajes y reconocimientos a los caídos, a los “Mártires”, a la vez que condenas y maldiciones a los responsables de la Matanza. Desde los asesinatos mismos, la prensa obrera se encargaría de hacer presente la tiranía de las autoridades. Incluso, los mismos protagonistas de la huelga, ya fuera encubiertos bajo algún seudónimo, o escribiendo en periódicos extranjeros, expresaban sus sentimientos aún demasiado impregnados de sangre y lágrimas. Desde abril, comenzaría a ser publicada en el Pueblo Obrero, una carta de Luís Olea –entonces en el Perú- en que el anarquista contaba su versión de los sangrientos sucesos. (12)

escuela

(Grupo de obreros camino a la Escuela Santa María, Iquique 1907)

 

PRODUCCIÓN CULTURAL.

Por otra parte, varios intelectuales y obreros ilustrados se inspirarían para escribir sobre lo acontecido. Estaba la necesidad de romper con el silencio que trataba de imponer el poder. Había que propagar la verdad de lo sucedido, y para ello –además de las romerías fúnebres- comenzarían a emerger una serie de folletos y artículos en la prensa obrera que bien se encargaban de no dejar oculta esta Matanza.

En Valparaíso, un grupo de obreros e intelectuales del centro del país, “en vista  de la crítica situación creada al pueblo pampino por la conducta de los salitreros y la opresión ilegal de las autoridades en la provincias del norte” acordaron formar un Comité de Defensa de Obreros Pampinos, “para hacer campaña por la prensa, el folleto y el libro, en pro de los intereses y derechos del proletariado”.

Con este fin publicaron Los sucesos del Norte, folleto en verso de Alejandro Escobar i Carvallo, “cuya primera edición se ha agotado completamente, proyectándose imprimir la segunda dentro de poco”. También, en prosa y en preparación estaban las siguientes publicaciones: La Masacre,  El Cantor de la PampaLos Sucesos de Iquique, folleto histórico-crítico debido a la pluma de un ilustre hombre de ciencia; En la Tierra del Salitre, estudio económico-político-social, publicado por capítulo en La Reforma…   A ello habría que sumar “Los Mártires de Tarapacá”, subtitulada “21 de diciembre de 1907. Obra ilustrada con varios grabados que contiene una completa y verídica relación de los sangrientos sucesos desarrollados en Iquique con motivo de la huelga de los trabajadores”.   (13) Otra obra por entonces editada (febrero de 1908): “21 de diciembre. Compendio y relación exacta de la huelga de los Pampinos desde su principio hasta su terminación” de Leoncio Marín, también testigo presencial. (14)

En el ámbito de las presentaciones filodramáticas, igualmente, la Matanza se haría presente. Se puede leer en La Reforma hacia enero de 1908: “Mártir del Trabajo”, con todo éxito se está ensayando una pieza dramática que será puesta en escena en una gran función que habrá el domingo 5 de enero en el Teatro Salón de la Sociedad de Comerciantes del Mercado Central. La obra en cuestión esta basada en los hechos históricos obreros y en la colosal huelga del norte, donde hubieron tantas víctimas, donde la miseria, el hambre y el luto han cubierto a muchos miles de hogares proletarios” (15) La obra, desde entonces, sería prolíficamente representada en los salones obreros a lo largo del país.

Canto a la Pampa

La contribución de mayor fuerza emotiva, sin embargo, la daría el obrero y poeta anarquista, Francisco Pezoa Astudillo, con su Canción de Venganza, después conocida como Canto a la Pampa, o simplementeLa Pampa.

Desde 1905 que Francisco Pezoa se encontraba en el norte. Había trabajado en Estación Dolores con Ignacio Mora, Luís Alberto Mancilla y Julio Valiente en la redacción de La Agitación,  participado en varios centros de estudios sociales y ateneos nortinos junto a sus antiguos camaradas, y a nuevos adherentes que se sumaban en la pampa.

Para el verano de 1908, es muy seguro que aún se haya encontrado en el norte, siendo testigo de las miserias de los obreros pampinos y sus familias, siendo testigo del dolor de sus mujeres abandonadas y huérfanos.   De todo ello, este luchador se conmovería, y durante ese verano, y aprovechando la contagiosa melodía de un vals, muy popular por entonces, llamado “La Ausencia” -“que nadie podía oír sin sentir por lo menos ganas de silbar al que cantaba”, y que decía más o menos así: “¡Cómo se han ido volando, ingratas, las raudas horas de un tiempo cruel; hoy de ti lejos y abandonado!…” (16)-, Pezoa, inventaría el que se convertiría en el himno más conocido de los trabajadores de la región: el Canto de la Venganza, luego conocida como Canto a la Pampa.

El ejercicio de Pancho fue sencillo, reemplazaría esos versos que cantaban amoríos y lejanías, por versos que cantaban la tragedia de los trabajadores pampinos, la tragedia de esas miles de familias desamparadas y que interpretaban bien sus ansias de venganza. La música de este conocido vals entonces, pasaría a acompañar versos como estos, que reproducimos en su integridad para no perder su real trascendencia:

Canto de la Venganza, también conocido, con posterioridad, como Canto a la Pampa o La Pampa (con música de “La Ausencia”):

Canto a la Pampa, la tierra triste

réproba tierra de maldición,

que de verdores jamás se viste

ni en lo más bello de la estación;

donde las aves nunca gorjean,

donde no crece la flor jamás,

donde riendo nunca serpea

el arroyuelo libre i fugaz.

Año tras año por los salares

del desolado Tamarugal,

lentos cruzando van por millares

los tristes parias del capital:

sudor amargo, su sien brotando,

llanto sus ojos, sangre sus pies,

los infelices van acopiando

montones de oro para el burgués.

Hasta que un día como un lamento

de lo más hondo del corazón,

por las callejas del campamento

vibró un acento de rebelión,

eran los ayes de muchos pechos

de muchas iras era el clamor

la clarinata de los derechos

del pobre pueblo trabajador.

“Vamos al puerto, dijeron, vamos,

con su resuelto, noble ademán,

para pedirles a nuestros amos

otro pedazo, no más, de pan”.

Y en la misérrima caravana

al par del hombre marchar se ven

la amante esposa, la madre anciana

y el inocente niño también.

¡Benditas víctimas que bajan

desde la Pampa, llenas de fe,

y a su llegada, lo que escuchan,

voz de metralla tan sólo fue!

¡Baldón eterno para las fieras

masacradoras sin compasión!

¡queden manchados con sangre obrera

como un estigma de maldición!.

Pido venganza para el valiente

que la metralla pulverizó;

pido venganza por el doliente

huérfano triste que allí quedó;

pido venganza por la que vino

tras el amado su pecho abrir;

pido venganza para el pampino

que como bueno supo morir.(17)

 Y esta canción se cantaría poco a poco en cada velada, en cada mitin, en cada huelga, o calabozo, convirtiéndose en un verdadero himno del proletariado de esta región, himno de los parias sin dios ni patria, himno de los olvidados y explotados en los campamentos salitreros, en las minas de carbón o suburbios urbanos. Y Pancho…, Pancho se convirtió sin quererlo en una especie de trovador, aunque más ampliamente, era una especie de intelectual autodidacta, un hombre, formado en el mundo de la sociabilidad obrera, pero lo cierto es que desde entonces, aquel muchacho que habitaba uno de los tantos conventillos del Mapocho –junto a su madre, la señora Berta, ya anciana-, se hizo conocido y admirado por todos, y cómo no, si el tema arrancaba lágrimas al ser entonado en cualquier sociedad obrera, especialmente en las sociedades anarquistas, a quienes las autoridades persiguieron implacablemente. (18)

desembarco

(Desembarco de sobrevivientes de Iquique en Muelle Prat de Valparaíso, 1907)

PIDO VENGANZA!!  

A diferencia de lo que ocurría con el 1ª de Mayo, interpretado por los socialistas como una “fiesta del trabajo”, en el caso de la Matanza de Santa María, todos concordarían en que se trataba de una fecha de luto, de sangre, de horror, de sacrificio del pueblo obrero. No obstante, a pesar de esta concordancia –plasmada por lo demás en actos en común, en que predominaba el luto, el dolor-, el discurso anarquista igualmente iría tomando características propias –que plasmaría también en actos.

La necesidad de venganza sería lo que caracterizaría sobre todo al discurso anarquista; el ánimo de revancha afloraba en cada discurso, en cada práctica, en cada oportunidad en que era recordado el tema. En este sentido, podemos afirmar que era este ánimo de revancha, esta necesidad de vindicación, el elemento central de este discurso, en contraste con el discurso demócrata y socialista, más enfocado en mantener en discusión en los aparatos del Estado (parlamento, por ejemplo) el tema pensando con ello en allanar camino para su integración en las mismas. A diferencia del discurso demócrata o socialista, que veía en el Estado una posible compensación futura a las víctimas, a sus familiares, tratando de deslindar responsabilidades, los anarquistas no buscaban ninguna compensación, ni reconocimiento por parte de las autoridades de sus responsabilidades. Todo ello no importaba pues más bien era visto como una legitimación de la autoridad estatal. Y por lo demás, de nada servía, pues bien se sabía que el Estado volvería a realizar dicha masacre una y otra vez si fuera necesario… como lo demostraba la historia(19)

VINDICACIÓN.

Y al parecer dicho discurso encontraría finalmente eco en algunos. En este sentido, sin duda, dos hechos ayudarían también a hacer prevalecer en la memoria colectiva esta horrenda masacre: el atentado al Convento Carmelitas Descalzos, la noche del 21 de diciembre de 1911, al cumplirse 4 años de la masacre (20), y la acción individual de Antonio Ramón Ramón, hacia diciembre de 1914 (21)

Todo ello, junto con constituirse en un factor anexo de propaganda de las ideas anarquistas (lo que se manifestaría en el repunte que luego tendrían), tendría también consecuencias directas para la propaganda de la conmemoración de la Matanza de Santa María de Iquique. Muchos seguramente aplaudieron el acto, como un acto de venganza…Y en consecuencia, el tema se mantenía vivo cada año en la memoria histórica de los oprimidos de esta región (22)

Estos fueron los inicios de este ritual que sigue vivo hasta nuestros días, a partir de los años 30, los partidos de izquierda que se hicieron en cierto modo herederos de una tradición iniciada antes por los anarquistas y obreros en general. Pero aquello lo analizaremos en otra ocasión.

 NOTAS

  1. Suriano, op. cit.,  p. 299
  2. B. Baczco, Los Imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas, Buenos Aires, Nueva Visión, 1991, p 40.  En este sentido se entienden las afirmaciones de Bronislav. Baczco, de que en ningún camino de la historia, ni siquiera en los de las revoluciones “burguesas” u otras, “los hombres caminan desnudos”. Necesitan “vestimentas, signos e imágenes, gestos y figuras, aunque más no sea para comunicarse y reconocerse en la ruta”. Las esperanzas y los sueños sociales –señala Baczco- “buscan cristalizarse y están en pos de un lenguaje y de modos de expresión que los hagan comunicables”
  3. ver Eduardo Deves, Los que van a morir te saludad. Historia de una masacre: Escuela Santa María de Iquique, 1907, Santiago, Lom, 1997; Sergio González, Ofrenda a una Masacre, LOM, 2007, quien realiza un estudio exhaustivo de la bibliografía y producción cultural del tema
  4. La Unión, Valparaíso, 24 de diciembre; El Chileno, Valparaíso, 24 diciembre 1907
  5. La Reforma, Santiago, 12 enero 1908
  6. El Pueblo Obrero, 8 de febrero de 1908; Bravo Elizondo, Santa María de Iquique 1907: Documentos para su historia, Santiago, Editorial Cuarto Propio, 1993
  7. El Pueblo Obrero, 15 diciembre
  8. El Pueblo Obrero 9 de enero de 1909; Bravo Elizondo, Documentos…, p. 188
  9. El Pueblo Obrero, 17 diciembre 1908; en el marco de este primer aniversario el periódico anarquistaPrimero de Mayo(Iquique, n° 1, 2° época, 21 de diciembre de 1908) concentraría sus ataques en la institución militar en su conjunto, sostenida por el Estado.
  10. pintor y anarquista, participó en el comité huelguista, fallecido en 1941, a los 58 años. Recientemente, su nieto, Héctor Sorich Rojas, ha publicado su biografía “Sixto Rojas, un protagonista olvidado”
  11. El Tarapacá, 21 diciembre 1911; Aunque ya en 1910, se formaría un Comité Pro Mausoleo de las víctimas del 21 de diciembre. El Tarapacá, 23 de diciembre 1910; “Nunca la flor creció…op. cit., p. 52 Este mausoleo, sería descrito por Nicomedes Guzmán en su novela “La Luz viene del mar” 1963, p. 192: “se encontraban junto al cuadrilátero que guarda los restos más que treintañeros de las víctimas caídas en la masacre de la Escuela Santa María. Una placa recordatoria, unas pequeñas escalerillas de mentido mausoleo, y, arriba, sobre una especie de pedestal, la figura de un pampino, apuesto y de largos bigotes: he ahí el homenaje popular a los cientos de hombres inmolados”; “Nunca la flor creció…op. cit., p. 41; el actual monolito, data de 1957, en conmemoración de los 50 años de la Matanza, y se ubica aun costado de la Escuela Santa María, ver Bernardo Guerrero, “Nunca la flor creció”, 2007, p. 44
  12. El Pueblo Obrero, abril 1908
  13. “Los Mártires de Tarapacá. 21 de diciembre de 1907. Obra ilustrada con varios grabados que contiene una completa y verídica relación de los sangrientos sucesos desarrollados en Iquique con motivo de la huelga de los trabajadores”, enero 1908; reeditado recientemente, 2007
  14. Leoncio Marín, 1908; citado por Bernardo Guerrero: “Nunca la flor creció. Centenario de la Matanza de la Escuela Santa María” ediciones El Jota Errante-Campvs, 2007
  15. La Reforma, Santiago, 1 de enero de 1908
  16. La Oscura Vida Radiante, op. cit
  17. El Pueblo Obrero, abril 18 de 1908; La Protesta, Santiago, n° 3, primera quincena de junio de 1908
  18. La Oscura Vida Radiante, op. cit.
  19. El Hambriento, Lima, marzo de 1908; Luz i Vida, 1° de mayo de 1908; La Protesta, n° 1, 1° de mayo de 1908; Luz y Vida, n° 29, diciembre de 1910
  20. AHN, FJC, Santiago, Legajo 1675, Doc. 42; Harambour…La Sociedad de Resistencia, op. cit.; ver Harambour…op. cit.
  21. Entre en dolor y la Ira…p. 24
  22. ver por ej.  Manifestaciones de 1912, 194, 1920: El Diario Ilustrado, 24 de diciembre de 1912 Ver también la versión de los anarquistas: La Batalla, nº 3, 1ª 15º enero 1913; El Productor, nª 13, enero 1913. Sobre 1914 ver: La Batalla, nª 23, 1ª 15ª enero 1914. Sobre 1920 ver: Mar y Tierra, 2ª 15ª diciembre de 1920; Mar y Tierra, 2ª 15ª enero de 1921.

Nota: Artículo publicado originalmente en Archivo Histórico La Revuelta