El pasado 30 de octubre el CIE de Zona Franca fue cerrado por reformas. Unos cuantos partidos, asociaciones de ciudadanos, ong y demás han celebrado este evento como una oportunidad, un paso adelante en el reconocimiento de los derechos humanos o un testimonio del duro trabajo hecho por el Ayuntamiento de Barcelona. Sin duda no da ninguna pena saber que un centro de reclusión y muerte ha sido cerrado, pero no podemos celebrar un cierre por reformas como si fuera un cierre definitivo, ni nos alegramos que el Ayuntamiento, no importa lo progresista que sea, recaude consensos aprovechándose de las energías generadas por una lucha. De hecho cuando hacemos una crítica a las políticas reformistas, intentamos señalar la posible reapropiación de una lucha por parte del poder. Sin tener una crítica profunda sobre las responsabilidades de las estructuras estatales, hay el peligro de que las grandes movilizaciones populares, la atención de los medios de comunicación y la colaboración entre instituciones y población, lleguen sólo a obtener una mejora de las condiciones de encarcelamiento y represión. No nos cansamos de señalar a las instituciones cómo responsables y perpetradoras del racismo institucional. El Estado necesita a los CIEs para existir, necesita generar pobreza, inseguridad, necesita personas chantajeables, mano de obra barata que pueda ser reenviada a su lugar de origen cuando ya no sirve, para que algunxs sigan teniendo sus privilegios, necesita un enemigo público para que la gente siga asustada, siga dependiente de la policía, de los partidos, de todos los que puedan protegerle y garantizarle su sagrado estado de bienestar. Mientras el Ayuntamiento de Barcelona se limpiaba la cara dialogando sobre el cierre de los CIEs , aprobaba el pasado agosto el proyecto definitivo para la construcción de una macrocárcel que debería empezar a funcionar en el 2017, justo a lado del CIE de Zona Franca. No hay ninguna diferencia entre un CIE y una cárcel. Rechazamos todas las estructuras orientadas a quitar la libertad, torturar, matar, reprimir. No aceptamos ninguna negociación con una institución que crea y perpetua estos lugares de horror sistemático. Y mientras el CIE de Barcelona se reforma, va mejorando sus tecnologías de control, va reforzando su seguridad, y humanizando un poco su imagen, 3 nuevos CIEs serán construido en el Estado Español y muchas empresas se lucrarán tanto con las reformas como con las nuevas construcciones, ya que no hay que olvidar que el racismo es un negocio muy gordo. De hecho la empresa VARESER 96 SL, que se ocupará de la reforma de los aseos del CIE de Zona Franca se llevará 345,000 euros, mientras que M.RUNNER SL ganará 218,200 euros por la reparación de hormigón y cubierta. Y la Cruz Roja seguirá lucrándose de la gestión “humana” del CIE, con un convenio de 400.000 euros con el ministerio del interior para hacer el rol de “mediador entre las personas internas y las autoridades” con el objetivo de “evitar cualquier tipo de conflicto”. No podemos creer en una lucha que se limite a señalar sólo uno de los aspectos de un problema estructural, los CIEs sólo son uno de los eslabones en el sinfin de injusticias que tiene que vivir una persona por no tener papeles, y el hecho de no tener papeles es sólo una de las posibles opresiones que nos atraviesan mientras vivamos en un mundo jerarquizado. Seguimos luchando para la destrucción definitiva de todas las cárceles, de todos los psiquiátricos y de todos los CIEs. Diciembre 2015 |
|