Los medios no hablan de la cantidad de gente que se acercó a la marcha del 24 de Febrero ni de las numerosas acciones que se llevaron a cabo en otras regiones. Al mismo tiempo, la calma que ahora parece reinar en torno al desalojo del espacio serena los ánimos y nos hace dormir esperando nuevos golpes. Pero esta calma es tan solo una apariencia. Es una táctica del poder, que solo habla cuando quiere ensuciar un proyecto que hace más de 4 años viene siendo protagonista del conflicto social y que cuando calla, en silencio, hace avanzar su lenta pero devastadora máquina burocrática.
A fines de Abril se iniciará el juicio y comenzará un proceso de rutina para funcionarios y burócratas que posiblemente acabará unos meses después con la declaración del desalojo de la casa. Frente a este panorama la campaña contra el desalojo continúa, optando siempre por nuestras herramientas y nuestra forma de hacer las cosas. Sabemos que ese es el verdadero problema para el poder: el contagio de las prácticas horizontales y autónomas. Tenemos claro que es por eso que quieren llevarnos a su terreno de juego: el de la ley, la imposición y la obediencia.
La semana anterior tuvo lugar una nueva instancia de intimidación para abandonar la casa. Aquellos que hoy reclaman un proceso pacífico son iguales o peores que los que 3 años atrás mandaron una patota de policías para intimidarnos. De hecho, son los que ahora confabulan a periodistas para confundir lo que somos y los que la semana pasada tenían a la policía del departamento de inteligencia dentro y fuera del juzgado. Son ellos también los que “pacíficamente” amenazan cuando nos oponemos a negociar, recordándonos que nos van a venir a echar a patadas. Ellos insisten en que dejemos todo esto de lado y que en tan solo en pocos meses nos retiremos sin ningún inconveniente con la ley. Proponen negociar lo que para nosotros no se negocia: la libertad de decidir sobre un lugar que nos pertenece de hecho y que ellos reclaman mediante un papel. Olvidan que reclaman un espacio que fue abandonado y dejado en ruinas, que sólo pueden exigir gracias a un sistema que funciona en base a papeles y números. Reclaman respeto y se indignan al verse escrachados en un afiche en las puertas del juzgado. Se sorprenden de nuestra forma de hacer las cosas. Piensan que nos pueden atacar y que vamos a responder dentro de sus reglas. Quizás pretendían ensuciarse pero no tanto. Lo que sin lugar a dudas queda claro es que no entienden nada cuando hablamos de autonomía, solidaridad y acción directa.
Por todo esto es que queremos invitar a quienes de alguna forma se sientan parte de la conflictividad social y que vean en esta lucha parte de ese conflicto, a sumarse a organizar la próxima marcha contra el desalojo, que se realizará el Martes 26 de Abril. Tenemos bien claro que en este conflicto también se están jugando los que vendrán y que es una buena oportunidad para fortalecer la resistencia. Nuestro objetivo sigue siendo “no al desalojo” pero entendemos que en cada lucha podemos perder pero que una derrota puede ser también una victoria. Las experiencias adquiridas, las complicidades que se trazan, los debates que se abren son igual o más importantes que un solo proyecto. Como se dijo por ahí: de la acción sale más acción.
Recordamos que las puertas de La Solidaria continúan abiertas y que las actividades se siguen desarrollando con normalidad. Los conflictos por estos lados son varios y mientras exista este espacio vamos a seguir dándole cabida a quienes luchan por otra forma de relacionarse alejada del poder. También queremos mandar un saludo a todos aquellos que en estas últimas semanas se solidarizaron de diversas formas: siendo parte de la movilización, acercándose a la casa o realizando acciones y actividades en otras regiones.
¡No al desalojo de La Solidaria!
¡Nos vemos en la calle!
Asamblea del centro social autónomo La Solidaria