(Télam, por Hugo Lucero).
Hace dos siglos, en 1890 una mujer en la ciudad de Rosario, Argentina, encabeza la primera marcha del 1 de Mayo enarbolando una bandera negra con letras rojas que rezaba: “1 de Mayo, Fraternidad Universal”, su nombre es Virginia Bolten. Virginia Bolten toma la palabra y arenga con un discurso revolucionario a los manifestantes presentes. Su osada rebeldía le cuesta la prisión por el delito de atentar contra el orden social existente. Su detención se efectúa frente al hecho de distribuir propaganda anarquista entre los trabajadores de la Refinería Argentina.
Su presencia significa un hito fundamental en la lucha por los derechos de las trabajadoras, al convertirse en la primera mujer oradora en una concentración proletaria. A partir de este momento, propaga fervorosamente el ideario anarquista a lo largo del país. El periódico La Protesta Humana le acompaña a lo largo de los viajes que realizó para dar cuenta de los discursos que lograron permear en la clase trabajadora oprimida.
“Ni Dios, ni patrón ni marido”, eslogan del periódico La Voz de la Mujer, donde escribe acerca de las injusticias en contra de las trabajadoras, es el primer órgano informativo con tendencia feminista-anarquista que circula entre las mujeres trabajadoras. Su fecha de nacimiento no se registra, pero el trabajo constante por los derechos de la clase trabajadora y, en especial, de las mujeres la comparan con Louise Michel, famosa heroína de la Comuna francesa, por la pasión de su trabajo.
En 1903, al aplicarse la Ley de Residencia en Argentina, son numerosos los deportados anarquistas. De inmediato se organizan campañas de oposición a esta medida, a fin de infundir fe y confianza entre la comunidad activista.
Por esta razón, se realiza una manifestación en Montevideo, aprovechando la conmemoración del 1 de Mayo, hacen uso de la palabra P. Gugliamone, O.Ristori y Virginia Bolten. Sus discursos arengan contra los grupos dominantes de Argentina por los atropellos y violencia institucional cometidos contra la clase obrera.
En 1903, el Sindicato Portuario celebra sus dos años de existencia y realiza un acto en el Teatro San Martín. Hablan figuras encumbradas anarquistas, entre ellos, Virginia Bolten. Para 1904, Virginia se traslada a Buenos Aires y forma parte del Comité de Huelga Femenino en el movimiento sindical que, organizado por la Federación Obrera Argentina, moviliza a los trabajadores del Mercado de Frutos porteño.
A causa de su arrolladora actividad, comienza a peligrar su salud. Los compañeros del grupo filo dramático “Germinal” convocan a todos los grupos libertarios y sociedades obreras para realizar una función a beneficio de su persona.
En 1907, Virginia participa junto a otras destacadas mujeres en la huelga de inquilinos como parte del “Centro Femenino Anarquista”.
A raíz de su intervención en el movimiento de inquilinos, se le aplica la Ley de Residencia y es expulsada al Uruguay, siendo Montevideo su lugar de radicación definitiva.
La casa de Virginia en Montevideo se convierte en una base operativa de las vanguardias libertarias deportadas de Argentina. Juana Rouco Buela, en su obra autobiográfica “Historia de un ideal vivido por una mujer”, rememora los esfuerzos y la tenacidad de la Bolten en propagar el ideario entre los obreros orientales.
Lamentablemente, se ha perdido el último tramo de la vida de Virginia. De su trayectoria han quedado los testimonios recogidos por los periódicos La Protesta Humana y La Protesta y, en especial, la publicación La Voz de la Mujer (1896-1897), que se convierte en el primer manifiesto libertario dirigido por mujeres para mujeres, siendo sostenido económicamente con el aporte de su trabajo como operadora de calzado.
Sus redactoras sostienen que es el primero en su tipo en América Latina. Este periódico es sumamente original en su carácter de expresión independiente de una corriente feminista fusionada con una orientación revolucionaria y proletaria.
La Voz de la Mujer es la típica publicación de época; pequeño, semiclandestino y efímero, publica solamente nueve números. Su lema lo confirma: Aparece cuando puede. La fecha de su muerte no se registra pero ha heredado a la humanidad el derecho a que las mujeres trabajadoras tengan condiciones dignas para desarrollar su actividad laboral.