A vosotras me dirijo, compañeras de trabajo, vosotras que aparentáis, con (sic) proceder y atavíos, una situación holgada, cuando la verdad de los hechos es ocultar una esclavitud degradante y una miseria que os hace imposible la vida, y sigues (sic) con la indiferencia del idiota.
Tú, prejuiciada del egoísmo, producto de esta Sociedad corrompida, que en todos los tonos nos dices: la fulana porque trabaja más bien y viste mejor, es superior a la sutana y así se nos mantiene embrutecidas, chocando unas con otras, para explotarnos con más facilidad, cuando la verdad de las cosas, tan esclava es una como la otra, porque ambas son asalariadas.
¿Qué derecho tienen las sombrereras más artistas, para encontrarse superiores a las demás, cuando nuestras explotadoras, para sacar más precio del producto de nuestro trabajo, lo hacen aparecer como importado de Europa?
¿Acaso no ha llegado el momento de hacerles comprender a las burguesas imbéciles, que sus atavíos provocadores son fabricados por las obreras de este país, que la mañana A o B a fuerza de hacer fortuna explotando la imbecilidad de las damiselas, nos colocan como incapaces de hacer un sombrero, siendo que a nosotras nos perjudican, que al saber nos entenderíamos directamente con ellas y así evitaríamos, en algo, el robo que se nos hace a nuestro trabajo por estas dueñas de talleres y fábricas.
Abrid los ojos a la luz de la razón y date (sic) cuenta que las condiciones en que trabajáis son demasiado malas, sueldos ilusorios, que solo alcanzan para no morirnos de hambre, trato degradante para nuestra dignidad de mujeres libres, y que si pretendemos hacer ver nuestras razones explotadoras nos lanzan a la calle.
Ahora bien, conociendo este cúmulo de ignominias, no pensáis cambiar este orden de cosas?
¿Qué no divisáis cómo luchan las obreras y obreros de otros países por medio de la huelga, para mejorar las condiciones de trabajo y romper las cadenas de la esclavitud, con que nos tienen atadas al capital y la autoridad?
¿O esperáis, como algunos cándidos obreros, de sus representantes y de sus leyes?
Por fortuna, nuestros amos nos negaron el derecho de relegar el poder en otras personas, que eso nos evita la corrupción política en que han caído los hijos del trabajo de éste y otros países.
Si queréis, compañeras, que la mujer obrera sea respetada y cese la explotación, organicémonos en sociedades de resistencia y por medio de la huelga exigiremos lo que se nos roba, porque se nos ve desunidas.
Unámonos y unidas nos daremos la mano con los trabajadores y juntos haremos la huelga general, con la que hundiremos las instituciones con que esclavizan a la humanidad.
Continuaré.
Una sombrerera revolucionaria*
En: La Luz, Año I, Nº7,
Santiago, primera quincena de febrero de 1902.
*”Sombrerera revolucionaria” fue uno de los seudónimos utilizados por María Caballero para firmar sus artículos publicados en la prensa anarquista (S. G. T.)
(Tomado del Libro Los Anarquistas y el movimiento obrero: la alborada de “la Idea” en Chile, 1803-1915, de Sergio Grez Toso)