Apuntes para un debate
“La condición de ofendido no excluye la culpa, y a menudo esta es objetivamente grave, pero no conozco tribunal humano a que delegar la medida”
(Primo Levi, 1986)
Un año ha pasado desde cuando cientos de presos en toda Italia se han sumado a la huelga de hambre para pedir al Gobierno la abolición del ergastolo. Días, semanas, sin comida y en condiciones terribles, soportadas por la posibilidad de tener todavía una esperanza, por la dignidad de cada uno.
Así, como siempre, el Gobierno engañó: prometió de interesarse por la reivindicación de los presos y la huelga de hambre cesó.
Una vez más, este diciembre, la huelga se reanudará rotativamente en distintas cárceles de Italia. Una vez más muchos hombres pasarán hambre para pedir la abolición del ergastolo. Lamentablemente, lo sabemos bien, una vez más la política y la sociedad civil van a pasar de ella alegremente.
Entendámonos, aquí no se quiere promover el “derrotismo” pero, está claro para tod@s, cual sea la actitud del Estado italiano en respecto a la cuestión prisión. Además ya es evidente la deriva totalitaria en que los países de casi todo el planeta se han “desviado”.
Pues, a pesar de que al horizonte solo hay nubes negras, los presos han decidido a luchar para esto, entre los miles de problemas y contradicciones.
1. Una cuestión de tod@s porque tod@s somos potencialmente encarcerables. La situación social y económica en que los amos y los políticos nos han forzado de vivir, no dejará nadie fuera del alcance de las mallas de la represión. No basta más – para decirlo claro – hacer el moralista sincero para eludir el juicio del Estado: millones de personas están acabando en la miseria y la divergencia de clase está creciendo cada vez más, las contradicciones del capitalismo no hacen descuentos a nadie. Para quien “delinque” para comer, para un futuro mejor, por elección, para protestar, poco cambia: las puertas de prisiones se están cerrando detrás tod@s l@s pobres.
2. En la sociedad en que l@s pobres son tod@s potencialmente encarcerables paradójicamente son la inmensa mayoría de est@s que eligen de invocar al gobierno para más policía, más control, penas seguras, prisión duro. Parafraseando una máxima: “Un pueblo que está dispuesto a renunciar a su libertad a cambio de un poco de seguridad no merece la primera y no obtiene la segunda”. Trágicamente las luchas de presos tienen ante sí una parte enorme de la sociedad perdida y aterrorizada (de la realidad de miseria y violencia y la propaganda de Estado) que no piensa escuchar. Una vez más es el consenso atemorizado y cuidadoso en que se basan los fundamentos del fascismo y del embrutecimiento de las personas y de la sociedad.
3. El encerrar una persona en una jaula es un acto de tortura, el confinándola toda la vida es el suplicio último que el verdugo de los poderosos puede imponer al ser humano. Fuera de las posibilidades, de los límites y las contradicciones de una lucha específicamente contra la cadena perpetua, lo que se está llevando a cabo es una batalla contra la tortura. En este sentido hay apoyo, porque toda guerra orquestada contra esta desgracia es digna de ser peleada.
4. Indudablemente esta sociedad no puede mantenerse en pie sin las cárceles, lo que a menudo nos han echado en cara cuando hablamos de la destrucción de las prisiones. Exactamente, esta sociedad no puede sobrevivir sin torturar las personas y una sociedad semejante no merece nada más que ser eliminada con toda su desgracia.
5. Hay una diferencia entre la abolición del ergastolo y la lucha contra la cárcel: la primera quiere eliminar una forma de suplicio para sustituirla con otras, la segunda quiere eliminar el suplicio en sí. Que dentro de las prisiones así como fuera, en la cárcel social, se intente dentro lo posible de superar las divisiones, las categorías y los papeles que nos han impuesto como cadena perpetua. Ampliar la lucha – saliendo del recinto específicamente reivindicativo para una categoría (los ergastolani en este caso) puede ser el primer paso para poner en discusión la tortura en su conjunto y con ella toda la estructura social decadente.
6. La huelga de hambre, y el autolesionismo en general, pueden ser los instrumentos de lucha cuando no quedan más opciones y como último medio. No estamos aquí a hacer consideraciones sobre el porqué de la elección inmediata e inicial de este instrumento no habiendo suficientes elementos. Deseamos que los medios para luchar contra la coerción, tanto dentro como fuera, puedan ser múltiples. Que cada uno usa su fantasía en función de sus posibilidades, aptitudes, rabia, entusiasmo. Aún ahora las luchas y las protestas continúan en distintas maneras implicando presos con diferentes penas y diferentes posiciones.
7. En los últimos años en distintos países de Europa las cárceles se han revuelto. Aunque en términos estrictamente reivindicativos, que fue uno de los aspectos que ha dado la posibilidad a las batallas carcelarias de radicalizarse (a menudo superando en la práctica las reivindicaciones mismas) dentro “de los muros” – así a veces consiguiendo a ampliarse “fuera” – , ha sido la elaboración por parte de los presos de “plataformas” que en la práctica ha involucrado todos los reclusos mas allá de la longitud de la pena y las condiciones específicas.
8. La hostilidad, y por tanto el aislamiento subsiguiente, que una gran parte de la sociedad muestra en respecto a los presos es en buena parte creada por una propaganda que tiene todo el interés de transformar el encarcelado en un monstruo “peligroso para todos”. No es nuestra intención aquí de hacer la apología del “preso”: la cárcel es el espejo del mundo, en su interior sobreviven todos los aspectos de la existencia – de los más nobles hasta el horror – y un día cada uno de nosotros podría llegar a ser protagonista de la dinámica en miniatura de la sociedad fuera de los muros. La esencia es que aquellos que nos gobiernan – es decir, la pandilla más fuerte de asesinos, depredadores, estafadores, violadores y verdugos – tienen la constante necesidad de encontrar ovejas negras a fin de desviar nuestra atención de los problemas reales y dirigir nuestro miedo hacia “categorías enemigas” inventadas por ellos. Sin duda al interno de las cárceles hay personas que han cometido actos innobles. Así como hay hombres y mujeres que han cometido gestos maravillosos. Pero la realidad es que la cárcel existe a cautela y en defensa de los intereses de los poderosos, y es una tortura cotidiana sufrida por l@s pobres en nombre del interés. Nada más.
9. El circo romano, las torturas públicas, las llamas, la guillotina, la ahorcadura… la cárcel. Se podría decir que desde siempre el poder ha ejercido la avaricia, que le es propia, sobre las víctimas de turno y desde siempre, casi como en una parodia de mal gusto, las “otras” víctimas “no elegidas” aplaudan, se alegran, incitan al verdugo. La historia del dolor humano no está hecha sólo de tiranos y déspotas, de gobiernos y de iglesias, que impongan sobre los más débiles cualquier tipo de sufrimiento: la historia está hecha de hombres y mujeres, de gente pobre, que fueron y son cómplices de los verdugos.
10. La complicidad que demasiados oprimidos tienen con el poder no consiste simplemente en aplaudir el dueño, en despreciar con él el “enemigo inventado”. Complicidad es también mirar al otro lado, el pensar “por suerte no ha tocado a mí”, el consentimiento con miedo… Complicidad es aislar el preso de turno, mirarle mientras lucha y hacer nada. Complicidad es cerrar la boca y así atarse las manos.
Génova, el 9 de diciembre 2008
¡¡ Contra la tortura, por la destrucción de las cárceles !!
Algun@s anarquistas