El dibujo y la pintura siempre estuvieron presentes en todo el movimiento de resistencia que se daba contra la dictadura, las brigadas muralistas inundaban de colores la amurallada realidad que nos acosaba constantemente, por todas las poblaciones, avenidas y edificios de departamentos, nacían a media noche o en actos políticos y culturales los murales de denuncia, donde se llamaba a la gente a tomar conciencia, a rebelarse contra el sistema, repudiando la represión, la miseria, la falta de oportunidades y tanta cosa…
Las brigadas muralistas se multiplicaban, por todas partes nacían nuevos grupos que inundaban de vivos colores las reprimidas calles de aquella historia viva que aun late en nuestros pinceles, en nuestras brochas. Los partidos políticos que se decían estar junto al pueblo eran los que articulaban a sus juventudes para formar las brigadas, los comunistas tenían a las BRP Brigadas Ramona Parra, donde los soldaditos de amaranto marchaban gritando: “Con brocha pintura y garra… brigada Ramona Parra”, los socialistas a las “BEC” Brigadas Elmo Catalán, el MIR tenía a las Brigadas Luciano Cruz, “BLC”, que se tomaban los muros al grito de: “Con rebeldía, creación y juventud… Brigada Luciano Cruz”, los de la izquierda cristiana a las UMCT Unidades Muralistas Camilo Torres, también estaban los grupos poblacionales como las Brigadas Muralistas Renacer BMR, mientras que los grupos nacientes como el MJL, Movimiento Juvenil Lautaro, el grupo La Punta, y los nacientes kolectivos Anarquistas, hacían las propagandas a punta de rallados con spray y pega de papelógrafos, como para distinguirse de los que tenían financiamiento del partido, todos hacían su aporte para que los largos viajes en micro se convirtieran en una exposición de arte al aire libre, toda la expresión de los que no tienen ni el más mínimo derecho, por lo tanto las brigadas hacían su trabajo de dar voz, apoyo y complicidad, eran las encargadas de revolver las neuronas y el corazón, eran pinceladas de fuego, de rabia contenida, eran libros abiertos para las futuras generaciones, eran clandestinas…
Participar en ellas involucraba una serie de responsabilidades, riesgos y otros goces que no eran noticia por ese entonces…
Siempre me fijaba en los murales, los que me llamaban más la atención eran aquellosen donde salían jóvenes enfrentándose a los pacos, esos murales tridimensionales preparados para plasmar con luz y sombra el mensaje. Las “Brigadas Renacer” de la población Juan Antonio Ríos, y los rayados “del Lautaro” en la población Malaquías Concha, fueron los que de alguna manera me inspiraron el camino del arte rebelde, eso sumado a que por el año 1989 conocí a unxs Kompañerxs de la BLC en un carrete de amigos del liceo Benjamín Vicuña Mackenna, que al fin de semana siguiente irían a pintar a la población la Bandera, les conté que dibujaba y me invitaron al mural, fue en esos años que me sumé a la colorida propaganda clandestina, en donde aprendí algo más que murales, fueron mis primeros ejercicios de trabajo colectivo y de contra inteligencia, en donde se estudiaba el lugar, se hacían chequeos, se tomaban los tiempos, etc. Nos teníamos que juntar en grupos de 4, hacer las plantillas, los bocetos, dividir las tareas dentro del trazado, ribeteado, sombreado, quién filetearía las letras, y por supuesto qué kompas nos cuidarían las espaldas…
En esos años se hacía imprescindible hacer la mayor cantidad de rayados y murales, aportar con lo que fuera a la toma de conciencia, llamar a participar de la protesta y salir a las kalles, a tomarnos las kalles…
Fue en esos tiempos que conocí a más adolescentes que pensaban similar, que compartíamos las mismas carencias, las mimas rabias, los mismos gustos y disgustos, y conocí el amor con sutiles pétalos de clandestinidad…
Pintábamos de la mano, luego de la jornada íbamos a recitales de “Sol y lluvia”, de “Los Prisioneros”, escuchábamos la radio Umbral con su 95.3 del dial fm, y regrabábamos casetes con la música latino americana, después de recuperar pintura de alguna ferretería.
Sin embargo, por todas partes los inicios de un nuevo proceso político y social se veía venir y nosotros teníamos muy claro, que podría ser igual o peor de lo que estábamos viviendo, serían los comienzos del Neoliberalismo, los primeros indicios de la alegría democrática, el primer paso a las nuevas políticas de control y represión social, en donde se implementarían los conocimientos de Milthon Friman y su teoría de la doctrina del shock, durante los próximos 20 años de concertación, en donde solo se vería en los muros, las nuevas expresiones de grafitis algunos de ellos son de real aporte a la toma de conciencia, la mayoría en cambio, de ininteligible verborrea de post-modernismo…
Era una noche de aquellas, habíamos quedado en un punto previa a un 29 de marzo, que se conmemora el Día del joven combatiente, en homenaje a los asesinados hermanos Vergara Toledo, la jornada sería pintar el nombre de Rafael y Eduardo con sus rostros en rojo y negro, en unos muros de la zona sur de Santiago, éramos 6 lxs kompañerxs, 3 pintaríamos y los demás nos cubrirían las espaldas, estábamos en eso, en el tercer muro, cuando el aviso llegó demasiado tarde…
Nos cercaron el repliegue 2 camionetas con policías apuntándonos y gritándonos: ¡¡AL SUELO MIERDAS!! La pintura me envolvía, me transportaba a otro espacio, la brocha me relajaba, quizás por eso no oí a mi compañero cuando silbaba, y no ví cuando soltaban los tarros, fue demasiado rápido, y ya estaba mi cabeza contra el suelo aplastada por la rodilla y una ametralladora de un policía…
Desde el suelo podía oír los disparos de mis compañeros en su huida, y los motores de las camionetas en la persecución, todo fue demasiado rápido, nos esposaron a golpes, luego nos subieron a las camionetas, nos taparon la cabeza y nos tiraron al piso, entre gritos, sirenas y comunicaciones por radio, sentía que la velocidad iba en cámara lenta, apretaba los dientes, y me “putiaba” a mi mismo por no haberme percatado del auto con luces apagadas que pasó lento frente a nosotros…
Nos bajaron a golpes, nos preguntaban una y otra vez los nombres, las direcciones, los nombres de nuestros padres, el liceo en el que estudiábamos, y golpe tras golpe las amenazas, y vuelta a las preguntas, a mis amigxs no los defraudaría y guardaba silencio, no sabía quienes estábamos, cuantos
habían logrado escapar hasta que me llevaron a un patio interior donde estaban mis amigxs, éramos 4 los otros dos habían logrado escapar, me tiraron al piso y nos amarraron los pies a unas bancas, nos golpearon la planta de los pies con unas tablas interrogándonos por nuestros compañeros… no supe
dónde estábamos hasta el día siguiente, cuando en la mañana un policía viejo nos comunicó que estábamos en la 22 prefectura de investigaciones, y que nos trasladarían al cuartel Borgoño, para interrogarnos por las armas que se habían percutado, que iríamos a la cárcel, y no sé qué mierda mas, porque su voz se apagaba a momentos cuando mis ojos se serraban… un compañero se había orinado los pantalones, teníamos frío, hambre, sueño, dolor, y mucho odio en nuestros corazones…
Al llegar al cuartel Borgoño la historia se repetiría, mucho golpe y preguntas durante todo el día y la noche, y la mañana siguiente, una y otra vez las mismas preguntas y el mismo silencio como respuesta.
Al cabo de un par de días en el cuartel, en donde nos fotografiaron, nos marcaron las huellas digitales, y nos hicieron firmar unos papeles que entre otras cosas decía que habíamos tenido un trato digno, que se nos habían respetado todos nuestros derechos, (porque ya estábamos en un proceso democrático) supe que nos dejarían libres, al menos a los cuatro que lograron atrapar, ya que los otros dos compañeros tuvieron el apoyo de las sombras para poder escapar.
Durante la tarde nos subieron a una camioneta y nos fueron a tirar descalzos, como bolsas de basura a unos caminos semi rurales cerca de Melipilla, amenazándonos que la próxima vez no la contaríamos, que le diéramos gracias a Dios “cabros culiao’s” que no pillaron a los otros dos, porque ahí sí que cagábamos, que nos tendrían en la mira, que sabían todo de nosotros y de nuestras familias, y bla-bla-bla, en esos momentos sus ladridos se confundían con los de los perros de las parcelas que salían a nuestro desafortunado encuentro…
A veces las pinturas no salen como en los bocetos, los trazos se confunden con la imaginación, y la realidad pone de su parte para que las acciones se contrapongan a los deseos, y en este mural quedó demostrado, sin embargo, los rostros de Eduardo y Rafael y de muchxs otrxs, seguirán viviendo en miles de murales y cada 29 de marzo nacen muchxs más JÓVENES KOMBATIENTES!!
Publicado en Acracia Nº40, Marzo 2015
Por Felipe Pizarro “Gille”