Espacios para la propagación del conflicto. Espacios para la guerra.
“En este sentido, entendemos que los Centros Sociales Okupados constituyen una importante parte de espacios concretos donde se practican relaciones sociales que rompen el molde impuesto por el Estado, que escapan de ese orden para constituirse a modo de espacios liberados autogestionados, mas allá de lo físico (finalmente se encuentran dentro de territorio estatal y por ende bajo control policíaco) y altamente simbólicos, lo que permite su reproducción y reedición tras cada desalojo (¡”un desalojo, otra okupación”!). Es la negación de la propiedad, es su destrucción y apertura a una ocupación colectiva que tiende al bien común no solo de sus participantes, sino que desborda sus muros para ejemplarizar un modo organizativo que se desarrolla en la cotidianidad y se multiplica en los ímpetus no domesticados de quienes no solo sueñan con la libertad, sino que deciden experimentarla.
Y estos espacios se multiplican, lo que no es casual, ya que responde a la necesidad de las personas de establecer relaciones sociales igualitarias, solidarias y cooperativas. La confianza que se tenía anteriormente en los partidos y en jefatura de izquierda, fue y es traicionada por la conformación de mafias reproductoras del orden social autoritario, por lo que esta confianza (que expresa la necesidad social) hoy se plasma en el Grupo de Pares, en el Grupo de Afinidad, ese que establece relaciones cara a cara, basadas en la honestidad, el autocontrol y la autodisciplina.”
A los compañeros Okupantes y los inevitables mirones varios/Columnas Armadas y Desalmadas Jean Marc Rouillan,Caravanas Iconoclastas por el Libre Albedrío,Federación Revuelta – Grupo Antonio Ramón Ramón
Cuando hablamos de lucha multiforme contra la dominación, necesariamente hablamos de diversos elementos que se combinan para confluir en un horizonte común. Así cada elemento, cada instancia, cada gesto, contribuye -con sus particularidades, énfasis e intenciones- a fortalecer y ampliar, tanto nuestras perspectivas, como nuestro radio de acción.
Cuando nos nutrimos, avanzamos e indudablemente crecemos, haciendo de esa combinación de elementos el fuego que nos invita a persistir contra la dominación, tanto en resistencia como en ofensiva.
Una de las tantas formas donde se nutre la lucha es en los espacios antiautoritarios donde se difunden y colectivizan posiciones, ideas/prácticas anárquicas. Lugares o instancias donde se comparte el conocimiento y la experiencia, donde se agudizan los sentidos y se afilan ideas, de forma desjerarquizada y sin el afán de homogenizar visiones.
La intención es compartir y colectivizar, luego ver lo nuevo que emerge con más fuerza. Así se multiplican las ideas/prácticas de combate.
Históricamente lxs antiautoritarixs han buscado encontrarse con más compañerxs, de ello nos hablan los innumerables ateneos, las jornadas de discusión, los encuentros contraculturales, etc.
Se necesitan espacios o instancias en guerra, que no quieran convivir ni coexistir con la autoridad. Lugares y situaciones donde confluir entre compañerxs que no necesariamente se conocen, con quienes confrontar análisis, tensionar ideas y construir afinidades.
Estos espacios/instancias son vistas para nosotrxs casi como trincheras, donde vamos asegurando el terreno de los valores y las prácticas de confrontación y donde visualizamos el avance con la determinación clara y tajante de no retroceder jamás.
Los espacios, ya sea lugares físicos o actividades puntuales que podamos levantar/crear, están llamados a dar lo mejor de sí, están llamados a romper con el contexto de pasividad y desbordar los límites normados por el poder, así mismo están llamados también a no crecer como burbujas completamente alejadas del pulso de la guerra.
Lo que emerge entre compañerxs anárquicxs no es el deseo de constituirse en una alternativa al mundo del capital y de la autoridad, porque lo que en verdad se busca, es propagar la energía que socave las bases de la dominación, ansiando y activando su caída.
Las actividades antiautoritarias son el reflejo de cuanto vamos tensionando en diferentes planos de la vida, así entonces también buscamos romper la línea entre quien levanta/convoca la actividad y quien asiste o la “consume”, porque entendemos que entre todxs lxs presentes le damos vida y pulso a lo que vaya ocurriendo.
No creemos en los consumidores o espectadores de actividades ácratas, donde se va a pasear o a desfilar para ser visto en una especie de pasarela. Cada uno de nuestros gestos se enmarcan en la ruptura con la decadencia del mundo de la autoridad y aquello no es un producto que ofertamos al mejor postor.
Hablamos de encontrarnos, entre compañerxs, porque los espacios, las instancias, las actividades se levantan para difundir la idea Anárquica, irrumpiendo y contagiando, propagando nuestra peste negra.
Así nos hacemos fuertes y crecemos, cualificándonos colectivamente, porque no nos basta que nuestras críticas o golpes sean certeros, sino que además buscamos que aumenten en cantidad, que no sean llevados a cabo por solo un grupo de afinidad.
Quizá algunxs compañerxs, de acuerdo a sus proyecciones y propuestas decidan no asistir determinados lugares o espacios… y seguiremos siendo parte de la misma fuerza contra la dominación, en la medida en que confluyamos en la ofensiva y desborde al poder.
No hay un mausoleo, ni un lugar específico por donde haya que transitar o asistir para “ser” antiautoritarix, lo que define nuestro ser anárquicx no es el lugar por donde “pasemos”, sino la voluntad capaz de materializarse en actos concretos por la Liberación Total.
La multiformidad de senderos en la lucha contra el poder nos nutre y nos habla de la importancia de ser capaz de reconocernos como compañerxs y fraternamente, porque ningún sendero vale más que otro.
Sería un error menospreciar a los espacios o considerarlos por fuera de la confrontación, como si se trataran de simples juegos o pantomimas de lucha, negando el aporte que significa la acción de propagar y hacer trascender las ideas y valores anárquicos.
Hay voluntad de guerra, hay fuerza y osadía en el acto de levantar puntos de encuentro para combatir la pasividad y el silencio servil a la autoridad. Esa voluntad es una amenaza y por ello el poder ataca nuestros espacios, buscando aniquilar y frenar el avance de las posiciones de ofensiva.
Aquello lo asumimos sin victimismos o lamentaciones, sino con el orgullo de sabernos/sentirnos un peligro no solo para el poderoso de turno, sino que para el germen mismo de la dominación. Y cuando ese ataque ocurre, nuestra respuesta multiforme y colectiva debiese hacer de la solidaridad un rugido que continúe propagando el conflicto…
Ni silencio, ni renuncia… que nada acabe.
A multiplicar los espacios en guerra contra el poder.
Espacios para la propagación del conflicto. Espacios para la guerra (Contra Toda Autoridad #2)