Corre mediados del año 2002, es un frió 26 de junio y en la región lejos queda ya los albores del pasado diciembre. La consigna “piquete y cacerola, la lucha es una sola” se desvanece siendo apenas una mueca de lo que pretendía ser. Las asambleas barriales cada vez están mas captadas por partidos de izquierda que predican la vía electoral y el ocupar algunos puestos en el senado, la clase media vuelve a su comodidad apática después de su breve pataleo. Los saqueos han cesado casi por completo en la mayoría de los sitios, los bancos vuelven a operar con sus vidrieras sin protección, los policías vuelven a usar uniforme porque ya no son insultadxs, escupidxs, atacadxs en los barrios. El narcotraficante Eduardo Duhalde asume la presidencia y afirma convencido que la argentina “puede tolerar cualquier cosa menos la Anarquía.”
En la zona sur, en el Puente Pueyrredon, uno de los principales accesos a la capital federal, diversas agrupaciones barriales y de trabajadores desocupadxs, se concentran, se encuentran, se preparan.
En ellas, dentro de ellas, paralelo a ellas, hombres y mujeres valiosxs, consecuentes, integrxs. Con la dignidad rebelde no amainada por las tranzas y las conveniencias. Convencidxs de y en su lucha.
En un momento, parte de lxs miserables al servicio del poder se ven rodeados por dos columnas piqueteras, se genera un primer enfrentamiento. A piedras y palos, la policía responde con balas de plomo y gases lacrimogeno. La gente se dispersa y se desata la cazeria.
Ya dentro de la estación de tren Avellaneda, Maximiliano Kosteki es asesinado por la fuerza policial. Una bala le impacta en el medio del pecho. Darío Santillán advierte al compañero caído, advierte la avanzada de la yuta, y la decisión es única, indiscutible, absoluta, rebelde…se detiene a auxiliarlo y aparta a lxs demás compañerxs, varixs de ellxs ya heridxs. Poco puede hacer, apenas algunos minutos después es también asesinado cobardemente, por la espalda, a traición, como sabe matar la policía. Moribundo en el piso, es insultado, maltratado, humillado…
Era el debut de lo que hoy la presidenta Cristina Kirchner sigue impulsando, el actuar conjunto de la policía federal, provincial, con prefectura y gendarmería.
Dolor y rabia. La trompada que ante las cámaras da en el rostro inmundo del comisario Fanchiotti…lo mínimo que se podía hacer, otro gesto rebelde pero que lamentablemente no alcanza. Como tampoco alcanza los balbuceantes pedidos de juicio y castigo, la cárcel para Fanchiotti y Acosta (cabo de la policía que disparo contra Maxi), como tampoco alcanzan los “arrepentidos” homenajes desde la prensa burguesa a 10 años del asesinato de estos dos jóvenes combatientes, el recital como “homenaje” y la manifestación – acto político – procesión del siguiente día…ni las acciones que se dieron cuando Duhalde lanzo nuevamente su candidatura presidencial para las ultimas elecciones…como tampoco alcanza este escrito…
De Darío y Maxi sabemos lo que sus compañerxs han comentado, lo que también algunxs conocidxs en común compartieron, su compromiso en luchas sociales, su trabajo en los barrios, la preferencia por cierto anarquismo de uno, el arte rebelde del otro, sus visiones de una realidad que destroza, y sus conclusiones, las cuales no compartimos, pero respetamos. Sabemos de ellxs también sus rostros encapuchados, palo en mano, combatiendo cara a cara con el enemigo, la entrega, la solidaridad, el dar la vida por lo que creían. Esa dignidad rebelde, que no se televisa ni se comercializa, que no es acompañamiento de rondas de mate y discusiones estériles, es lo que nos lleva a recordarles, a reivindicar su lucha con todas las diferencias del caso, porque respetamos y valoramos la entrega y el coraje.
Pero como a todxs lxs caidxs en la guerra social, recordarles no es suficiente. Que su recuerdo se convierta en combate activo, en cada barricada, en cada manifestación, en cada corte de calle, en cada enfrentamiento directo. Al igual que ellos lo hicieron, hasta las últimas consecuencias. La sangre de lxs caidxs en rebelión llena de rabia nuestro corazón…y de un amor que acabara por destrozarles.
Publicación Anarquista Abrazando El Caos