Jorge hoy, como todos los días, tu rostro viene a mí con tu sonrisa eterna.
Me miras y te preguntas de dónde sacamos fuerzas y energías para seguir dando la pelea a diario y créeme que yo tampoco lo sé con certeza, percibo que es la porfía con la que aprendimos a vivir, esa rebeldía que traspasamos a nuestras hijas y que nos llevó al camino de luchar donde quiera que estemos. Hoy la separación física no ha borrado tu imagen, no ha acallado tu voz, no cesa el odio contra tus asesinos y la sed de venganza se agranda día a día.
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