La violencia no la eligen los anarquistas, los refractarios, los rebeldes, ella los elige a ellos.
La elección, el qué hacer con la sensibilidad desbocada, con la cabeza en la tormenta es lo que hacemos con esa realidad que deseamos suprimir, enterrar y olvidar lo más posible.
Ante la injusticia, no echar para atrás ni por asomo, ese es, ha sido y será el camino de los eternos espíritus libres.
El estado y sus defensores nos roban y esperan que se lo agradescamos, como si cometieran un acto de bondad.
Además, como si fuera poco intentan despojarnos de todo lo que nos hace libres. Luego, nos dan dos opciones, la primera es someternos a la monotonía y servidumbre del trabajo. La otra es la opción de no obedecer, bajo la amenaza de un castigo ejemplar.
Pero nosotros consideramos solo una opción, ante la posibilidad de la esclavitud asalariada o la cárcel, elegimos la rebelión.
Asumir la necesidad de reflexionar ha generado el reunir estos dos textos. En este acto procuramos olvidar a los “personajes”, recordar a los compañeros, masticar lo que han dicho y tragarlo aunque sea amargo. Aunque tenga el amargor del mismo infierno.
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Círculo Anárquico Villa Española