La llama del Suburbio

chile-september-9th-2012

proletarios internacionalistas

Dentro de los objetivos de este espacio se encontraba la propagación comunista y anárquica de reflexiones vinculadas a la crítica práctica de la realidad capitalista. De diferentes formas, claro esta, como descripción de un acontecimiento, su contexto, análisis, proyección, etc. De ahí que en estos apartados aprovechemos de ordenar un poco el asunto y relacionemos lo que colgamos con otros elementos similares que pueden cooperar en este objetivo de esclarecer la práctica en tanto dentro de un orden determinado…

- Cuadernos de Negación: Del 1 al 8…

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La llama del Suburbio

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Advertencia al lector

Los materiales que publicamos en este libro son el resultado de las diversas discusiones, balances y reapropiaciones que Proletarios Internacionalistas y compañeros cercanos realizamos de la lucha llevada a cabo por el proletariado en los suburbios franceses y que tuvo su cenit en noviembre del 2005.

El grueso de este material fue elaborado en el año 2006. Pese a que la intención era publicarlo por aquella época, recién acontecidas las luchas en los suburbios franceses, otras cuestiones fueron tomando prioridad dejando en un segundo plano este trabajo, hasta abandonarlo por completo salvo para hacerlo circular de vez en cuando entre algunos compañeros. En el año 2012 decidimos rescatarlo de la crítica demoledora de los roedores para publicarlo, pues considerábamos que merecía salir a la superficie.

No tanto por el esfuerzo que conllevó su elaboración, sino porque contiene cuestiones que juzgamos de vital importancia y que han sido ignoradas en la mayoría de los materiales que se han escrito en castellano sobre el tema en cuestión.

Exceptuando el libro «¿Chusma?», escrito por Alèssi Dell’Umbria, editado en España por Pepitas de calabaza, así como algún que otro pequeño folleto anónimo, que son materiales que merecen ser tenidos en cuenta, la mayor parte de los textos publicados en castellano sobre esta revuelta, o bien son basura salida de los estercoleros burgueses, y que se colocan explícitamente contra ese movimiento, o bien son análisis que pretendiendo defender a los rebeldes, caen en discursos victimistas, paternalistas, sociológicos, superficiales e incluso conspiranoicos que no hacen sino enterrar las verdaderas contradicciones en juego. Este es uno de los motivos que nos impulsó a publicar el presente trabajo.

Para su publicación nos encontramos con diversos problemas. Un texto abandonado hace años, en estado aún de borrador, con aportaciones de diversos compañeros, críticas importantes pendientes de ser introducidas, partes incompletas, análisis con diversos niveles de abstracción, etc, etc… Teníamos dos opciones: hacer un pequeño apaño con todo esto y publicarlo, lo que hubiera sido una auténtica chapuza, o volver a reelaborar todo el material utilizando el borrador, lo que sin duda hubiera requerido un tiempo y un esfuerzo que decidimos inadecuado invertir.

En consecuencia, y ante la necesidad de publicarlo, nos decantamos para su publicación por una opción intermedia entre la chapuza y la reelaboración.

Un grupo de compañeros asumió la tarea de coger el borrador, darle cuerpo a la redacción final, actualizar los diversos pasajes, incluir las anotaciones y aportaciones que algunos compañeros realizaron al borrador, así como revisar las traducciones al castellano de diversos textos escritos en francés. El resultado es la presente obra.

Con lo dicho queremos prevenir al lector ante cierta falta de continuidad que pueda tener el texto aquí o allá, ante ciertos pasajes sin profundización u otros aspectos similares. Por encima de todos estos aspectos secundarios nosotros ponemos siempre por delante el contenido. Ante todo porque ni somos escritores ni pretendemos serlo, somos simplemente proletarios revolucionarios utilizando los medios que consideramos necesarios en la lucha contra el capital. Con esta intención, como herramienta para el desarrollo y fortificación de nuestra clase, publicamos este material

INTRODUCCIÓN

«¿Es eso ser chusma? ¡Pues bien, yo soy parte de ella.»

Jean Bautiste Clémen,

La canaille

La tarde del 25 de octubre del 2005, en Clichysous- Bois, barrio periférico de París, dos jóvenes morían electrocutados al trepar por una subestación eléctrica cuando trataban de escaquearse de una identificación policial. Escapaban de ser humillados, golpeados, fichados, llevados a comisaría o/y detenidos, resultado rutinario de una identificación en los suburbios parisinos. Fue la chispa que prendió la mecha. Pocas horas después comenzarían en el barrio unos disturbios que se extenderían por los suburbios de todo el país a lo largo de tres semanas.

Disturbios como el acaecido en esa noche no es algo que coja por sorpresa a nadie en ese país. Para Francia y países con este arquetipo de ciudades y barrios marginales, acontecimientos como el sucedido ese día representan pequeñas estrellas fugaces que iluminan brevemente las calles de los suburbios, para apagarse en pocas horas. Que las tensiones y contradicciones de clase, acumuladas en alguno de estos lugares, se desaten algún día, dando paso a enfrentamientos y algún que otro incendio, para volver a la calma al día siguiente, es un mal menor que el capitalismo contempla para reinar en este delicado contexto. Si en las metrópolis y centros neurálgicos este acontecimiento es algo inadmisible y desestabilizador, en los suburbios se acepta, siempre y cuando sea una cuestión fugaz. El procedimiento de la olla a presión es válido en los suburbios. Dejar salir de vez en cuando algo de presión, de lo contrario lo más probable es que todo acabe saltando por los aires.

Sin embargo, la burguesía francesa comenzó a torcer el morro cuando al día siguiente, lejos de decaer, los acontecimientos se propagaban a los suburbios vecinos como si de una epidemia se tratara. La situación comenzaba a tomar un cariz preocupante a medida que pasaban los días. El fantasma de los motines del pasado volvían a hacer su aparición con un carácter aún más amenazador. La chusma del suburbio, como el entonces ministro de Interior Sarkozy tildó a los rebeldes retomando la terminología clásica que la burguesía de ese país siempre empleó contra el proletariado en lucha, desempolvaba el «traje» de la guerra social que había pasado a formar parte de las reliquias guardadas en el fondo del baúl de la nación francesa. Ante semejante osadía no tardaron mucho los socialdemócratas de todos los matices en mostrar su verdadera cara echando mierda al movimiento.

Cada vez que nuestras luchas rompen el cerco burgués y las canalizaciones de izquierdas, cada vez que se les hace imposible controlarnos, los socialdemócratas se presentan en la primera línea de fuego enemigo. Incapaces de pescar con su anzuelo en las aguas revueltas del suburbio, pues ahí los instrumentos tradicionales de encuadramiento del capital tienen una influencia sumamente pobre, estas sabandijas pusieron sus esfuerzos en denigrar el movimiento, aislarlo de las metrópolis y colaborar en el restablecimiento del orden. Se esforzaron en ahondar y potenciar todas las categorías ideológicas con las que el capital nos divide, facilitando así que los esclavos asalariados de las grandes ciudades no se sintieran identificados con la revuelta. O peor aún, los empujaban al rechazo fomentando el miedo a perder sus miserables posesiones por el fuego de la revuelta. «¡Defendamos nuestra sufrida existencia y la mísera propiedad que tenemos frente a la chusma de los suburbios!» Éste era el mensaje de la socialdemocracia.

Mientras tanto, el morro torcido de los burgueses había dado paso, con el trascurrir de los días, al estremecimiento y al temor. En más de un centenar de suburbios el fuego iba señalando con cada llamarada a un vasto número de representaciones del mundo mercantil. No en vano esta revuelta iba a superar en este aspecto a los numerosos motines que la han precedido en la historia de los suburbios franceses.

La negociación se presentaba imposible. No sólo porque no se encontraba interlocutor, sino ante todo porque no había ninguna reivindicación explícita a la que tenderle la mano. Era lógico que el uniforme militar apareciese en las mentes de ciertos burgueses como la única solución. La válvula de escape había reventado. Era una revuelta en toda regla que amenazaba mediante tintes insurreccionales con romper la paz social en toda Francia. Además, la burguesía internacional presionaba a sus colegas franceses, pues la revuelta ya había insinuado el salto de las fronteras. En Bélgica, y en menor medida Alemania, la revuelta había hecho su aparición en diversos suburbios. Llegaba la hora de las trompetas, de la represión sin concesiones.

Movilización masiva de policías y antimotines, palizas, detenciones a mansalva, expatriaciones, desapariciones, retirada de subsidios, cárcel, toque de queda, estado de sitio… Era la primera serie de medidas serias contra la «chusma». Sarkozy con su lenguaje prepotente seguía echando más gasolina al escenario y no se molestaba en ocultar la existencia de una guerra social contra esa «chusma».

En el caso de que todas esas medidas no fueran suficientes el ejército esperaba la señal con los fusiles cargados. No sería necesario. Pasadas tres semanas la revuelta comenzará a dar signos de agotamiento y los disturbios refluirán progresivamente hasta su desaparición. Fue presa de su aislamiento, que se manifestó como tantas veces como la mejor arma de nuestro enemigo.

Fue presa también de sus propias limitaciones. Sin embargo, este no es el final de la historia, es sólo un alto en el camino. El papel esencial que tienen reservado en el futuro inmediato de la lucha de clases los suburbios, no sólo los de Francia, sino los del mundo entero, será reanudar estas luchas aprendiendo de sus errores. Pero será necesario que los próximos envites sean más fuertes, superen sus indecisiones, rompan con los cordones sanitarios que aíslan al proletariado de los suburbios del de las metrópolis, asuma explícitamente su naturaleza revolucionaria.

Las discusiones y balances que realizan los revolucionarios de diversas latitudes de esta y otras importantes expresiones contra el capitalismo son parte de ese proceso de reapropiación de la experiencia y del fortalecimiento de las futuras luchas. Los errores del pasado y del presente son directrices para el futuro. Reconocer y reivindicar el carácter clasista, proletario, de este estallido, no quiere decir que nos pongamos a hacer apología histérica de la revuelta.

Ni que alucinemos con un discurso «insurreccionalista ». Significa ante todo que subrayemos las fuerzas desplegadas y asumamos la crítica de las debilidades y límites que materializamos en ese episodio de lucha, haciendo frente al mismo tiempo a todos los sociólogos, izquierdistas y demás fauna socialdemócrata que niegan la naturaleza clasista de la revuelta.

La lucha de noviembre del 2005 fue una bocanada de oxígeno para todos los revolucionarios. La vitalidad, las energías, así como los acertados golpes que desplegaron estos rebeldes, a pesar de sus límites, demostraron a todos que la paz social en Europa puede ser quebrada de un plumazo. A todos los que daban por enterrado al proletariado y hablaban del fin de las clases sociales, a todos los que definían la revolución social como algo del pasado y podían soltar toda esta mierda, falsificando las luchas que nuestra clase desarrolla en diversos países como «luchas en países subdesarrollados por la democracia y contra las injusticias». A todos ellos, la reemergencia proletaria en los suburbios franceses, así como la tentativa de propagación a otros países, les dio el primer susto del siglo.1 Han podido reincorporarse y respirar aliviados tras la vuelta a la normalidad. Pero la historia les ha desmentido, manifestándose en las banlieues como el preludio del batacazo que les mandará al basurero de la historia junto con todos los defensores del viejo mundo

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Nota:

(1) Luego llegarían las luchas proletarias que agitaron decenas de países de todo el mundo durante el 2008 como respuesta a la bestial subida de los alimentos y el petróleo. A finales de ese año Grecia dará un salto cualitativo con una fuerte revuelta que tuvo la cualidad de afirmar y reivindicar explícitamente la revolución social y la necesidad de destruir el sistema capitalista. Mientras actualizamos estas líneas escritas ya hace años, vivimos una oleada de potentísimas luchas que están comenzando a variar la correlación mundial de fuerzas entre clases y ratifican la fase ascendente de agitación proletaria. Las manifestaciones, disturbios, huelgas, enfrentamientos… no han hecho más que crecer en intensidad y extensión desde la segunda mitad de 2010. Primero por toda Europa, luego por zonas de América Latina que se creían pacificadas, y finalmente con la tromba de movilizaciones masivas de millones de proletarios en casi todos los países llamados árabes. Todo son expresiones que se alzan para defender la vida contra la dictadura de las necesidades de la economía.

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ÍNDICE

Advertencia al lector

Introducción

PRIMERA PARTE

LOS SUBURBIOS, UN ESPACIO DE MASA SUPERFLUA Y DE SUBVERSIÓN

I. Cerco a la miseria

II. La inestabilidad de los suburbios

III. Métodos de canalización

IV. Una historia de luchas contra el Estado

SEGUNDA PARTE LA REVUELTA DE NOVIEMBRE DE 2005

V. Situación precedente

VI. La naturaleza proletaria de la

revuelta

VII. El trágico aislamiento de los suburbios

VIII. Límites del movimiento

IX. El fin de la revuelta: palo y zanahoria

X. La agudización de las contradicciones en los suburbios

TERCERA PARTE CONCLUSIÓN Y PERSPECTIVAS

XI. Situación internacional

XII. La estrategia burguesa

XIII. Pese a todo…

APÉNDICES

1. Las chicas de la revuelta

2. Volante anónimo desde las calles del suburbio

3. ¡En una revuelta, se está con los rebeldes o con el poder! 176

4. Noviembre de 2005: partiendo de los hechos

5. Cronología de la revuelta de 2005

 

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