Por estos días se cumplirán 10 años desde que el Centro Social Sacco y Vanzetti abriera sus puertas por primera vez.
Seguiríamos con el espacio, articulando ideas y proyectos contra toda autoridad, seguiríamos porque esa siempre fue nuestra actitud, aún en las peores épocas de represión y miseria, pero el 14 de agosto fuimos por segunda vez allanadxs en la llamada operación salamandra, enmarcada en el caso bombas. Ese mismo día fuimos desalojadxs, la casa clausurada y nuestras cosas retenidas y luego robadas.
La casa fue cerrada y custodiada por miembros de la policía de investigaciones, así terminaron 8 años y medio de okupación.
Golpe tras golpe, siempre nos levantamos, una y otra vez, pero ese último round, el de la recuperación de la casa, lo perdimos, en la confusión del momento, recibiendo golpes simultáneos y quedando disgregadxs en diversos escenarios de la lucha. Nos separaron. El poder y sus jugadas nos puso en realidades diferentes, separando nuestros mundos a la fuerza. Unxs fueron apresadxs, otros quedaron en la vereda, observando la destrucción y yo emprendí el vuelo, intentando evitar la cacería por el mayor tiempo posible.
Quizá esa diferencia de escenarios fue un factor que tendió a agudizar el contexto ya de por si adverso. Había que hacerse gigantes para avanzar y seguir luchando sin poder estar unidxs físicamente, pues nos separaban los barrotes, las murallas, las cámaras y las distancias.
Al menos entre prisionerxs y lxs compañerxs afuera podían seguir comunicadxs, ya fuera por visitas, cartas u otra forma de ingenio, si aquello no se hizo, pues una crítica profunda deberían cultivar quienes teniendo libre movilidad no hicieron lo suficiente, lo necesario para superar un presente hostil. Unx no puede sentarse y acomodarse en la espera de que los compañerxs abandonen la prisión y salgan a las calles, resignarse a ello es asumir que el estado nos enjaula compañerxs y congela las relaciones, algo así como un paréntesis que puede durar lo que dure la condena. Ese acto de deslealtad, de falta de compromiso y motivación es lo que va matando en la soledad a lxs prisionerxs.
La historia de la Sacco me hincha el corazón y me levanta la moral y no me sorprende ni por un segundo que la represión nos haya atacado con la virulenta forma que cobró. Es la venganza evidente, el odio que fueron cocinando a fuego lento en tantos años de intentar amedrentarnxs y ver que su intentos solo nos convencían de que había que luchar con más fuerza, con más inteligencia. Hay personas a las que la represión las vuelve más fuertes, otras se anulan y se encierran tras rejas imaginarias.
La Sacco fue variando en sus posiciones a lo largo de los años, creció desde contradicciones y discursos que se fueron radicalizando con el tiempo, asumiendo errores y tropiezos, viviendo traiciones y decepciones profundas. Pero ese camino fue/es hermoso, es la mejor fotografía de los procesos personales que se van comprometiendo, asumiendo riesgos y buscando la coherencia entre palabra y acción.
Es en definitiva el camino propio de cualquier luchadorx, que se va nutriendo de diferentes experiencias y del modo en que ellas van fortificando las convicciones propias y van abriendo nuevos senderos. Así fuimos fortaleciéndonos y dejando atrás la tibieza de algunos primeros planteamientos.
En más de 8 años, muchas cosas fueron cambiando, gente se fue, apuñalando por la espalda, sin un mínimo de lealtad y honor, otra simplemente se dedicó a diferentes tareas, igualmente de necesarias, igualmente de fructíferas. Y se fue conformando un colectivo libremente asociado, con voluntades que apuntaban a colectivizar ideas que niegan desde la práctica permanente el desarrollo de cualquier autoridad. Así nuestras prácticas fueron buscando la radicalidad y el punto de no retorno hacia el mundo del capital.
Levantamos un espacio de okupación diferente a lo que se conocía por esos años, en donde el reventón “rebelde” era la tónica, donde las bibliotecas eran más una especie de juego, de pose, que una labor dedicada, real y seria, asumida con responsabilidad. Nosotrxs fuimos nutriendo nuestra biblioteca, haciendo actividades para comprar gran cantidad de libros y manteniendo el compromiso de tener el espacio abierto contra viento y marea.
Así fuimos conformando una de las bibliotecas más completas de textos ácratas y de experiencias de lucha muy diversas en sus herramientas y planteamientos. Sentíamos la contradicción de tener lo que llamábamos “textos basura” como son toda la amplia gama de libros que piden en las instancias escolares. Decidimos seguir teniéndolos con el único afán de solidarizar con aquellos niños y jóvenes que no tenían dinero para comprarlos. Esas personas fueron desapareciendo del espacio, es cierto, pero en gran medida ese fue el fruto de la labor llevada a cabo por la prensa, que mes a mes nos levantaba como los representantes del demonio.
En nuestras asambleas decidimos cerrar la puerta al consumo y venta de alcohol, drogas y de productos provenientes de la explotación animal. Así nos ganamos el odio y la antipatía de quienes no conciben la lucha sin el decadente espectáculo de zombis ebrixs levantando el puño y derramando el vaso de cerveza, ebrixs que en nada se diferencian del público que atiborra las discotecas de moda.
Hoy por hoy los espacios autónomos mantienen siempre una clara inclinación hacia la liberación animal, pues es el camino lógico cuando realmente estás contra toda autoridad, pero por aquellos años debíamos lidiar con toda una serie de afisionadxs a los asadxs y al festival de la carne para generar ganancias en una actividad. Nos enfrascamos en largas discusiones para evitar estas prácticas decadentes y fuimos tensionando aún más las relaciones ya tensas.
Así fue como de nosotrxs, del espacio se fueron tejiendo una serie de descalificaciones, insultos y difamaciones. Lo peor no es lo que digan o dejen de decir, lo mas patético es que hay personas que ponen oído a la difamación y se apartan de un espacio y reproducen comentarios sin nunca haber puesto un pie en el lugar que tanto denostan. De este modo nuestras características personales pasaron a ser motivo para detestar el espacio y rechazar cualquier iniciativa que de éste pudiera emerger, la estupidez persiste, siempre.
A lo largo de los años vimos un desfile de personas, gente que fue pasando, viviendo algo así como la locura juvenil de estar contra el Estado y luego acomodarse en los puestos de trabajo a los que podían llegar gracias a sus títulos universitarios, nunca más se acordaron de luchar, nunca más. Vimos gente que fue diluyendo su fuerza en las fiestas, la jarana y el jolgorio, cambiando posiciones como un camaleón. Vimos pasar a mucha gente, mientras seguíamos afanadxs en ser un aporte y no dar pie atrás.
Fuimos empapándonos de la afinidad y la libre asociación, comprendiendo en lo concreto a que hacían alusión esos conceptos, miramos de pronto nuestro cotidiano vivir y comprendimos que en muchos casos lo que nos unía era un espacio físico y no un proyecto mayor. Asumir aquello fue un golpe al cerebro y nos remeció, entones empezamos a depurar nuestras relaciones y nuestro entorno. Para algunxs esto será un proceso autoritario, para mi y los demás compañerxs, es la natural lucha por crecer, vivir y desenvolverse en un entorno de afinidad, compromiso y real compañerismo.
Termino de escribir aquello y pienso en el proceso que viven hoy los compañerxs de la FLA en Argentina y diferencias más, diferencias menos, es una historia parecida a la de la Sacco en sus primeros años. Así que mi ánimo y mi energía hacia esxs compañerxs es gigante.
Se lo que significa luchar por un espacio, luchar por recuperarlo no solo de la especulación, el lucro y la represión, se sobretodo, lo que significa recuperarlo y defenderlo de la apatía de quienes no quieren hacer nada, pues sienten a su enemigo demasiado grande, demasiado arraigado o no comprenden el sentido de tomar el riesgo. Los espacios se recuperan, también de la abulia interna.
El tiempo en la Sacco fue pasando y fueron llegando nuevxs compañerxs, personas que fueron conformándose en hermanxs y cuyo recuerdo me invoca dulces y rabiosos momentos, la afinidad no es un lago en calma, es todo lo contrario, porque es un mar intempestuoso que en sus cambios de mareas va afianzando o destruyendo relaciones.
Era el año 2006 y tras la molotov a la Moneda y el allanamiento/desalojo a la Mansión Siniestra, los dueños legales de la casa, el Instituto de Salud Pública, inician un juicio para sacarnos. Decidimos luchar por mantener el espacio y entrampar el proceso el mayor tiempo posible. Y nuestra decisión de continuar y no armar las maletas pese a las amenazas, hizo que terminaran de irse quienes siempre estuvieron con un pie afuera. La represión siempre es el mejor filtro para comprobar compañerismos, lealtades y espíritus de lucha.
Algunxs dirán que defender una casa no es gran cosa, seguramente también les parece ridículo que las comunidades mapuche reivindiquen la recuperación y defensa de la tierra.
Ese gérmen de resignación es para mí como una enfermedad, que va extendiéndose a todos los aspectos de la vida, luchar por una casa es ridículo, luego también lo es luchar por la tierra, por la libertad de un compañerx, por la recuperación de la propia vida, luchar con riesgos siempre es ridículo, mejor es “luchar” en términos puramente discursivos, a través de textos que no ponen en tensión nada, que solo son lenguaje del estado bajo la pantomima de estar contra su contra.
Para mí las okupaciones se defienden, con todo, porque son los hogares que hemos conformado y donde hemos ido creciendo y porque son los espacios donde levantamos los proyectos que van articulando y materializando en el aquí y en el ahora los valores y deseos de una vida con aires de libertad.
La negación del Estado conlleva un momento represión y hay que estar dispuestx a asumir ese costo, con tal de embarcarme en la recuperación de la vida en las propias manos.
Era el año 2006 y a más represión, más nos fuimos radicalizando. Pero éramos en un momento solo dos personas viviendo en el espacio (aún cuando más lo sacaban adelante) y las cosas se ponían pesadas, noche a noche con esa sensación de que entrarían reventando puertas, me fui familiarizando con ello y le cambié el sentido, la idea es estar alerta, pero sin sufrimientos.
A la par que el juicio avanzaba, fueron llegando nuevos compañerxs y su fuerza, su risa, sus rabias, fueron generando un ánimo mayor, eramos pocxs, pero con todas la fuerzas de la historia, como decía la frase que repetíamos una y otra vez.
Recuerdo que la decíamos sin cesar, cada vez que teníamos que ir a buscar agua y cargar los bidones, porque no teníamos agua, una millonaria deuda nos tenia sin el vital elemento y tres veces por semana estábamos en el grifo, expuestxs a más no poder…¿se puede ser más vulnerable?.
En los mayores momentos represivos siempre estuvimos expuestxs a ser detenidxs en ese instante, me da tanta risa aquello y recodar nuestras travesías intentando evitar los carros policiales que patrullaban el barrio, recuerdo una vez donde nos cercaron entre dos patrullas y se bajó el oficial a cargo, quien sujetando su arma procedió ceremoniosamente a destapar uno de los bidones y oler su contenido, que risa, que habrá creído? que llevábamos 200 litros de bencina?, quien sabe..
Nos fuimos acostumbrando a la presencia represiva y aprendimos a convivir con los mercenarios, sin nunca bajar la guardia y asumiendo año con año que que vendrían tras nosotrxs, empeñados en encerrarnos y silenciar nuestra voz indómita. Pero nuestra fuerza común nos levantaba, nos hacía buscar el mejor camino para seguir aportando a la lucha, sin decaer, regalarnos o apagar nuestro fuego.
Y en ese ir avanzando, decidimos cambiarle el nombre al espacio, conservando el recuerdo y la memoria de dos ácratas italianos que fueron implicados en un homicidio y asesinados para dar un ejemplo al resto, intentando amedrentar la lucha. Mantuvimos sus nombres pero cambiamos, de la “Casa Libertaria” al Centro Social Okupado y Biblioteca Sacco y Vanzetti.
Cambiamos el nombre básicamente porque Casa Libertaria no explicaba en nada nuestras posiciones de vida y había que reivindicar la okupación, pues esa era la herramienta que estábamos utilizando. Por lo demás el nombre de “casa” no hacía alusión a otra cosa que no fuera una vivienda y si bien era nuestro hogar, era mucho más que un techo bajo el cual dormir, pues era un espacio que compartíamos con otras personas, que colectivizábamos con otrxs, ya fueran otras organizaciones y colectivos o las personas que cotidianamente iban a la biblioteca o a sus otras actividades.
Fuimos ampliando nuestro quehacer y conformando una serie de labores periódicas, como los foros, las tertulias, el cine y nuestras recordadas actividades con comidas y platos exquisitos, cuya gama de postres y dulces marcó un hito en las artes culinarias veganas, siempre donadxs por solidarixs compañerxs.
Ya no eramos solo una casa, eramos un centro social, superando esa dicotomía tan en boga, de lo social, versus lo antisocial. Recuerdo la discusión de horas para incluir esa frase en el nombre, hoy me da risa pensar que quienes más querían incluirlo y rabiaron largamente, luego se volvieron antisociales a muerte, ¿se morderán la lengua en la actualidad?, no importa, es parte de las contradicciones que hay que superar, por mi está bien (aún cuando no me agradaba en un principio), lo cierto es que era un espacio donde confluían realidades sociales diversas, que chocaban entre si o con su entorno y era un espacio en el corazón mismo de la sociedad santiaguina.
Fuimos materializando proyectos grandes, editando material y apuntando siempre hacia la expansión de ideas y prácticas antiautoritarias. Solidarizando codo a codo con compañerxs en prisión, levantando actividades que rescataban la memoria e ideando siempre la generación de dineros con fines solidarios. Nos hacíamos fuertes, en el ejercicio constante. La casa hervía de gente y daba gusto ver el fruto de tanto esfuerzo.
El 22 de Mayo de 2009, fue una madrugada como cualquier otra, con algo de frío, pero absolutamente normal. Nada hacía que nuestros sentidos detectaran lo que estaba aconteciendo. Mauri se iba, partía lejos y no pudimos ni despedirlo, ni conversar, ni abrazarlo y quitarle el mal humor. No pudimos sujetarlo en los brazos y decirle cuanto amor sentíamos por él. No pudimos, enfrascadxs en el vertiginoso ritmo de la vida, aveces unx olvida cultivar la fraternidad de las relaciones, el afecto y los cuidados, es un error, ya lo comprendí.
Mauri muere producto de la detonación del artefacto explosivo que portaba, la escuela de Gendarmería era su destino, pero no alcanzó a llegar, le faltaba media cuadra. Y todo se volvió un huracán. La represión se agudizó, el dolor se clavó como un cuchillo en el corazón y mucha gente se alejó como si portáramos una enfermedad mortal. Otrxs en cambio se acercaron, decididxs a no dejarse amedrentar, empeñadxs en fortalecer los lazos antiatoritarios.
Los noticieros de la mañana fueron relatando los hechos, pero sin ahondar demasiado en lo sucedido. Se sabía que un hombre de 27 años había muerto y escucharlo fue un golpe terrible, recuerdo que me zumbaron los oídos y me sentí como en una montaña rusa, me sobrecogí del dolor de comprender que habiamos perdido a un compañero, en ese minuto no sabia que era Mauri, la prensa no tenía la identidad todavía. Fui pasando de pieza en pieza despertando a lxs demás compañerxs, les fui contando lo que ocurría y viendo como sus rostros recibían el impacto. Ese gesto, que se fue repitiendo en todxs, es la muestra gráfica de que aquí no hay amiguismo, es un tema de solidaridad revolucionaria, no puede dejarte indiferente la partida de un compañero en circunstancias como esas, inclusive si estás de acuerdo o no con la táctica de la acción directa. Permanecer indiferente frente a una muerte así es no tener sangre en las venas.
Nos reunimos en torno al televisor a intentar recabar más antecedentes, algunxs fueron a internet y ya circulaban las primeras fotos, fotos terribles que nos fueron desgarrando el alma. Una bicicleta destruida, mangas de una chaqueta sobre la copa de un árbol, fotos que sugerían lo que había ocurrido, que generaban daño, pero que no alcanzaban el durisimo efecto de las que fueron circulando después. Los mercenarios no tienen límite en su morbosidad, en la indignidad de su ser.
Nuestro corazón fue palpitando aceleradamente, los datos iban dando el indicio de quien era el compañero muerto. No tengo palabras para describir ese momento, me cuesta escribir y me detengo, pues revivo todo lo que fue ese largo día. Brotan de mi lágrimas de sangre y es la muestra evidente de que un dolor como aquel, no se supera, no se suprime, no se va, vive y reside dentro nuestro, es la fortaleza guerrera la que te permite seguir luchando, entendiendo que derrumbarse es la victoria del enemigo.
Mis ojos se desbordan y creen que eso me vuelve indigna?, creen que el dolor empequeñece a un compañerx?, pues se equivocan, podré brotar lágrimas, pero ni por un segundo bajo la guardia, bajo los brazos y me retiro a desmoronarme en una esquina. Siento dolor porque es una perdida gigante, siento dolor porque tengo un corazón enorme, pero no pierdo de vista el horizonte de lucha, el dolor y la deserción no son sinónimos.
Hay quienes dicen estar contra el Estado pero solo reproducen sus lógicas de conducta y afanosamente buscan ser el macho alfa de la manada, insensibles y con el rostro imperturbable, si quieren un ejército el Estado les provee de uno, yo reivindico una posición guerrera ante la vida, que sabe avanzar con sus sentimientos, sus alegrías y sus dolores, pues conoce la profundidad de su ser y no se esconde tras caretas de estereotipos ganadores.
Recuerdo que encendimos la radio para nutrirnos de todo y el locutor describe el tatuaje del pecho. Ni Dios Ni amo.
Podría haber sido una desafortunada coincidencia, pero en el fondo sabíamos que nuestro tigre ya no estaba. Fue una flecha, que entró sin permiso, ni piedad, cuyo veneno nos cambió el rostro de forma instantánea. Nadie dijo nada, el momento permaneció suspendido entre el barullo de la radio y la televisión. No nos movimos, buscamos nuestros ojos y nos miramos largamente en silencio, había fuego en las miradas. Pueden brotar lágrimas ahora, pero en ese minuto no, no lloramos sino hasta el funeral, algunxs mucho tiempo después, no lloramos porque no podíamos, porque teníamos tanto por hacer, porque todo era una vorágine, porque nuestra cabeza buscaba la respuesta a la pregunta de cómo solidarizar, que hacer, como ayudar, como responder. No pudimos sino apretar el puño.
Entonces dieron su nombre y lanzaron su foto. La cacería estaba desatada y había que estar a la altura de las circunstancias, cuando unx lo comprende así, el camino se va abriendo y luchar se vuelve el verbo que va iluminando la noche.
Algunxs compañerxs fueron llegando a la casa, recuerdo que uno en bicicleta se coló justo cuando cerrábamos la puerta. Nos abrazó llorando y su calor calentó en algo el inmenso frío que se sentía, como si la casa estuviera de pronto cubierta de hielo. Espero que leas estas palabras hermano, espero que sepas cuan importante fue tu presencia ese día y cuanto lamento que estemos separadxs hoy.
Tomé al compañero felino y pedí que lo sacaran de la casa, pues no quería que viviera el allanamiento (que dábamos por hecho se produciría), así se lo llevaron en auto mucha a muchas comunas de distancia, pero Philip y su espíritu indomable se escapó apenas llegó a su refugio y lo perdimos.
Tuvieron que pasar dos meses para que una mañana retornara al hogar, flaquísimo, herido y con hambre de afecto. Como se orientó para volver? solo él lo sabe, lo cierto es que tampoco quería dejar su hogar sin pelear. No pudieron salvarlo tras el desalojo de 2010 y allí lo encontró la muerte, el no se quiso ir y algún desquiciado lo envenenó en la casa ya clausurada, nos odiaban por igual, a animales humanos y no humanos. Mi amor te honra y te recuerda.
Y ese 22 de mayo, nuestra calle se fue llenando de gente, nosotrxs ya estábamos decididxs a luchar, así que esperábamos desde el techo y el tercer piso. Observábamos como iba llegando gente y compañerxs, lo he dicho antes y lo repito con fuerza ahora, ese gesto de defensa que ustedes conformaron fue un misil de fuerza hacia nosotrxs, fue el combustible necesario para que se avivara la llama dentro de cada unx de lxs que estábamos adentro, decididxs a caer luchando, sin arrodillarnos jamás.
Ese gesto hermoso fue la fuerza colectiva que se negaba a callar frente a la muerte de un compañero. Ya se ha dicho, el silencio no es lo que debiese suceder ante la pérdida de un hermanx. y ese día no hubo silencio, hubo gritos, rayados, barricadas, persecuciones a la prensa y posiciones de ofensiva.
Pero esa noche la policía no entró, acordonó el área, gaseó, mojó, pero finalmente se fue y a la mañana siguiente aún ardían las fogatas… Si hubo orden de allanamiento o no, si cometimos un error al reivindicar a Mauri ese día, para mi es una discusión obsoleta, algunxs dirán que solxs nos pusimos la soga al cuello, que deberíamos habernos quedado calladxs, que inclusive deberíamos haber dejado la casa…y sigo insistiendo, es ese el germen de salvar el trasero a toda costa y relegar siempre, siempre, siempre, siempre cualquier choque con las fuerzas de seguridad.
Todo el mundo podría haberse quedado en silencio, bajo supuestas medidas se seguridad y que Mauri quedara diluido y fragmentado en el “análisis” que la prensa hacía de él, en las infamias que de él difundían. Podría haberse hecho eso y habría sido una deslealtad. Las lógicas de seguridad son herramientas para la vida en lucha, no existe un lógica de seguridad en el encierro en casa frente al televisor, apartándose de compañerxs perseguidxs o de espacios señalados, ese no es un camino de seguridad, es un camino de cobardía, en donde lo único que se busca es la protección personal para continuar en la plácida existencia. La seguridad es para la acción revolucionaria, no para el silencio cómplice.
Lo cierto es que cualquier que levantara su voz para hablar de Mauri sería señalado, pero lo cierto también es que nuestra sentencia ya estaba firmada, que las investigaciones en nuestra contra llevaban años, pues el poder estaba y está empeñado en sindicarnos como culpables de los ataques explosivos a nosotrxs, intentado así tapas la vergüenza de no tener la más remota idea de quienes han perpetrado los ataques
Como nosotrxs eramos un espacio abierto, con actividades permanentes y un discurso marcadamente antiautoritario, pues entonces teníamos que ser nosotrxs, la investigación policial tiene mucho de delirio y muy poco de inteligencia. Nos atacaron a nosotrxs, porque era lo único que veían, así de patético.
Nos decidimos a no decaer y a seguir agitando en nombre de Mauri, ayudando y solidarizando con quienes más lo necesitaban, no como acto caritativo y misericordioso, sino como un acto más de lucha, en donde los compañerxs no se abandonan, por muy grande que sea la adversidad. Y así se fueron sacando afiches y editando material, con la firme convicción de combatir el olvido y de poner en común las ideas de Mauri, otorgándoles a quienes no lo conocieron, la posibilidad de comprender por su propia boca cuales era las ideas que el compañero empuñó. Pero desde la soberbia de siempre, algunxs dijeron que intentábamos quedarnos con Mauri para nosotrxs, ¿se puede ser tan idiota y mas encima reivindicarlo?.
Pudimos haber atesorado su recuerdo y quedarnos con nuestra experiencia y conocimiento para nosotrxs solxs, así con el cambio de generaciones su voz se iría apagando y sus ideas serían una incógnita, como lamentablemente ocurre con muchxs compañerxs muertos, cuyos pensamientos se pierden con el paso del tiempo o que inclusive no se conocen.
En el fondo es casi un chantaje, en donde o te quedas callado o serás sindicadx como intentando acaparar la memoria…que ridículo, nunca le pusimos una mordaza en la boca a nadie, al contrario, contribuimos a que muchxs compañerxs pudiesen dar sus opiniones, si alguien se quedó calladx es bajo su propia responsabilidad, que no puede atribuírsela al resto. Nosotrxs solo hicimos aquello que nos dictó la conciencian y pienso que siempre fue poco, que se pudo haber hecho más. Me siguen rondando las mismas preguntas de un inicio y las mismas ganas de poder decirte todo aquello que no te dije nunca, pero ya es tarde y esa es una lección de por vida.
Después de tu muerte todo se aceleró y nos allanaron en diciembre de 2009, luego vino el desalojo de agosto y yo me quedé en este escenario tan complejo, tan plagado de contradicciones y rabias, huyendo hace más de un año.
Mis hermanxs fueron apresadxs y tuvieron que compartir con seres indignxs que decidieron difamar para el beneficio del poder, lxs mismxs que hoy son reivindicadxs como compañerxs y que solo se merecen el repudio y el asco general.
Tras meses en prisión pudieron salir a la calle y hoy se sientan a escuchar tediosas audiencias que solo demuestran que esto es una venganza y nada más.
Algunxs lograron el sobreseimiento y pueden caminar con más soltura por las calles. Pero esto no parará, lo tienen claro, lo sé. El cierre entre sombras y silencio
Y hoy miro hacia atrás y analizo, errores, aciertos, proyectos y actividades, lo dulce y lo amargo y cada uno de esos momentos solo confirma lo expresado tantas veces, la necesidad de la proliferación de espacios que nieguen la autoridad. Espacios posicionados contra el poder, contra la dominación y la explotación, espacios autónomos, horizontales y decididxs a no pactar, ni agachar la cabeza ante nadie.
Esos espacios sirven, nutren, aportan, fortifican y potencian a compañerxs, posibilitando el avance de las convicciones y los valores, aumentando cuantitativa y cualitativamente las posiciones antiaturoritarias en la guerra social. Los espacios autónomos aportan en la medida en que rompen con el amiguismo y se deciden a participar activamente en la agudización del conflicto.
Así cualquier persona, conocida o no, puede tener acceso a libros, experiencias, discusiones sin la dependencia a alguien en específico que se decida a compartir sus propias vivencias o -las tan tristemente comunes- bibliotecas personales.
Los espacios antiautoritarios para mí no son espacios para “lxs afines”, sino más bien espacios para ir generando afinidades, pero cerrarle la puerta a alguien porque simplemente no se le conoce me parece una estupidez, algo así como un elitismo negro para acceder a determinada literatura, películas o foros.
Pero así como es importante la proliferación de las okupaciones y espacios autónomos, de igual medida es necesaria la defensa de los mismos en momentos de represión, no puede ser posible que aquella labor solo le corresponda a quienes vivieron en el lugar, para mi es una tarea que incluye a quienes se han ido nutriendo de esos espacios y han visto fortificada su propia vida. Es un asunto de lealtad.
Y no hablo solo de una defensa en términos materiales, como ir a resistir un desalojo o dar combate afuera de los espacios, sino que hablo también de una defensa ofensiva en términos de posiciones y reivindicación de la memoria. Eso es lo que siento que no ocurrió en los primeros meses, de hecho siento que recién está ocurriendo ahora, cuando leo textos, reflexiones y siento los guiños de complicidad, esa es fuerza y se sienten, en medio del silencio borrego como algunxs dijeron por ahí. Son los gestos concretos los que disipan las sombras que nos impone el poder, son los gestos concretos los que reconfortan la moral y dan continuidad de lucha.
Se necesitan espacios de encuentro e intercambio de experiencias, de tensiones y discusiones, se necesitan espacios que ejerzan una labor real y no simplemente levanten consignas que se diluyen cuando el poder embiste con fuerza, si los brazos se bajan cuando las condiciones se agudizan es el peor mensaje, pues se difunden las ideas timoratas y no la insumisión.
En ese sentido unx espera y anhela que los proyectos llevados a cabo con otrxs compañerxs continúen su curso cuando la represión nos cae encima, como mejor gesto solidario, es la idea que se anida en nuestros corazones, que si unx cae, más se levanten, por lo mismo cuando se cierran coordinaciones, mueren instancias de lucha y se cierran espacios, más allá del respeto a la autonomía en la decisión, queda un amargo sabor indudablemente.
Quizá algunxs compañerxs se pregunten el por que de la necesidad de reivindicar la historia de lucha de la Sacco, quizá no comprendan las razones, no las entiendan, cegados por las luces del eterno presente. El llamado que hago, el aullido en medio del silencio no se debe a una sensiblería barata o una angustiosa nostalgia de un tiempo pasado que fue mejor. No se confundan, no es eso, no.
En tiempos donde se reivindica la ausencia de valores, yo sigo levantando la espada del orgullo, el honor, la rebeldía, la lealtad, la solidaridad, la valentía y ese conjunto de valores me empuja a analizar la historia, nuestra historia de lucha.
Y la Sacco es parte de eso, es un pedazo de historia de lucha en tiempos de represión, muerte, cárceles y fugas, en medio de todo ese huracán, nosotros nos atrevimos a existir, a levantar el puño y seguir luchando, obstinada y solidariamente. En tiempos de mordaza nosotrxs nos atrevimos a gritar con fuerza, cada una de nuestras ideas y el nombre de nuestrxs muertxs, nuestrxs prisionerxs y nuestrxs compañerxs en fuga o perseguidxs en la guerra social, nos atrevimos a existir, nos atrevimos a luchar y por sobre todo, nos atrevimos a vencer…
Alizar, recordar, criticar fuerte pero fraternamente es una forma de vencerle la mano al poder y la amnesia que nos impone. Es la mejor forma de decir, nos desalojaron, pero no arrancaron de raíz ese pedazo de historia, de potentes experiencias y sinceros esfuerzos.
La memoria como un arma es aplicable no solo a personas, sino que a procesos colectivos que generaron un aporte en las posiciones de ofensiva. La memoria como un arma, es negarse a la resignación de que nos roben espacios y compañerxs mientras nosotrxs observamos como espectadrxs mudxs.
Hay un mundo de detalles que desconozco, pues la imposición de la distancia, el silencio reinante y la escasez de información con respecto a esos primeros meses, solo nublan mis pensamientos, pero me anticipo intentando dimensionar y comprender como fue que el silencio se transformó en esta bruma tan densa y espesa que envuelve al desalojo de la Sacco y al cierre de otros espacios que se plateaban en ofensiva. Y en medio del silencio, solo se escuchan las infamias de la fiscalía y de la prensa. Y creo/siento que el silencio es decidor, es opresivo en una época donde se deberían escuchar con fuerza nuestras opiniones/reflexiones sobre todo lo que ha ocurrido. Ese silencio me hace pensar y endurecer el rostro.
Conozco las características miserables de lxs seres humanxs, se que en estos tiempos deben existir personas que hablen de una supuesta derrota de la Sacco, derrota de quienes levantamos ese espacio y dimos hasta el último aliento por defender, no la casa y sus materiales, sino más bien, el espíritu de la revuelta y la vida contra toda autoridad. Quién está derrotadx?, quien sigue luchando hasta el final o quien se acomoda a los espacios y ritmos del poder?….
Porque la represión se abalanzó en cacería hacia nosotrxs, porque nos atacó, nos escudriñó y fichó, porque detuvo a algunxs de nosotrxs, porque finalmente nos desalojó de un espacio físico…por eso hablan de derrota de la Sacco?…. cuando los golpes se suceden como una tormenta de nieve nunca faltan los espíritus miserables que levantan su dedo para acusar a quienes han dejado los pies en la calle luchando por la liberación total. Ese rasgo es típico de quienes buscan blanquear su imagen, a la espera de que la oleada represiva nunca toque las casitas donde duermen en paz.
Recibir la represión, el castigo ejemplificador no es sinónimo de derrota. Que nuestros rostros circulen en la prensa no nos vuelve fracasadxs y perderdorxs, entender así el conflicto es acomodarse en la butaca de espectador, es pretender ilusamente que será el Estado quien te otorgue el permiso para cuestionarlo y enfrentar su poderío. Es hablar de guerra social y llenarse la boca con consignas muertas, pues luego vienen los golpes y abrazan el silencio como mejor defensa. Es hablar de guerra pero solo en tiempos de paz.
Si la victoria está condicionada a que los organismos de control jamás nos detecten o nos apresen, pues entonces la guerra social es y será un proyecto muerto, anulado antes de nacer.
La victoria pasa para mí por el no arrepentimiento, por las ideas vivas que se fortifican en el actuar permanente, constante, incansable, irreductible, indómito y comprometido. Que se fortifica en los golpes que recibe en vez de salir huyendo a camuflarse con el silencio y la indignidad de estar dispuestx a todo con tal de mantener limpio el pellejo…
Y siempre es así, siempre habrá quienes busquen salvar su sucio trasero a toda costa, inclusive ensuciando el honor de otrxs compañerxs, siempre habrá quienes se vistan de jueces y se apresuren a decir que lxs luchadorxs han perdido, han fracaso simplemente porque la represión les ha caido encima…..cobardes e infames siempre habrá, pero también habrá siempre quienes no se acomoden, quienes no se callen, quienes no se resignen, quienes se arriesguen…y entre ese grupo indómito se encuentran las personas más hermosas y valorables del mundo.
El Centro Social Okupado y Biblioteca Sacco y Vanzetti un proyecto fracasado?….espero que quienes levantan esa infamia no extrañen su lengua cuando ya no la tengan…llegará el momento en que tengan que enfrentarme, no lo duden ni por un instante.
8 años y medio de proyectos contra el estado y sus lógicas de dominación, 8 años y medio de colectivizar materiales, experiencias, risas y dolores. 8 años y medio generando grandes volúmenes de dinero con el único fin de solidarizar con los prisionerxs y sus familias.
8 años y medio editando y elaborando material propio, libros que se escribían con tinta de sangre. 8 años y medio generando propaganda tendiente a agitar la paz de cementerios que nos imponen como realidad…..8 años y medio de una victoria constante, la victoria y el orgullo de seguir, avanzando en medio de la tormenta que la autoridad cierne sobre quienes osan cuestionarla y viven bajo lógicas autónomas.
8 años y medio del orgullo de materializar todo aquello que construimos con palabras, 8 años y medio de levantarse por sobre las contradicciones y seguir, seguir luchando aún cuando el tiempo se abalanzara contra nosotrxs.
Que la fuerza común y los gestos fraternos entre nosotrxs sean la llama más hermosa que ponga fuego a la sociedad carcelaria, sus carceleros y sus falsos críticos.
“Orgullosxs de nuestra lealtad, no aceptamos derrotadxs que nos quieran enlodar”
Gaviota
Orgullosa integrante del Centro Social y Biblioteca Sacco y Vanzetti.