Escrito de Alejandro Astorga en solidaridad ante el juicio contra Juan, Freddy y Marcelo

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Desde la sección

Hoy, a pocos días de comenzar la parodia de juicio de los compañeros acusados de participar en el asalto al banco Security no se necesita ser pitoniso para tener una evaluación negativa ante la actitud permanente de carácter prevaricadora del poder judicial; una fiscalía que invita al error  y al exceso e incita constantemente a violar los derechos de imputados en comisarías y pisotear su propia constitucionalidad; un estado complaciente con el abuso de poder y ferozmente represivo, expresado en cada tiroteo y persecución emprendida por pasajes y techos de barrios periféricos, avenidas y parques de sectores acomodados del territorio nacional; más la necesidad urgente de enviar una señal a quienes osen escribir un párrafo de historia practica o se nieguen a aceptar sumisamente su destino planificado por el mercado y el capital

 

 

En este proceso no se ha buscado dilucidar sino lapidar, pues las características que entraña en cuanto a irregularidades, plazos largamente desbordados transgrediendo la legislación interna y la normativa internacional, lo ha convertido en un caso al que habrá que prestarle máxima atención y seguimiento pues se debe ir descifrando los capítulos de esta crónica de una sentencia previa, porque no queremos a nuestros compañeros condenados a altas penas por necesidades gubernamentales ni presiones institucionales.

 

Si bien es cierto el castigo corporal como pena en cuanto a laceraciones, mutilaciones y la lenta tortura hasta llegar a la muerte del condenado en espacios públicos, con alegórica escenografía en el ejercicio cotidiano de administración de justicia entre medievales diatribas con el claro objeto de amedrentar o hacer desistir la comisión de cierto tipo de actividades, sobre todo las de carácter político-social-revolucionario, imperios, estados o clase dominante no han titubeado jamás en utilizar la ley, la espada, la cruz, la bota, la tortura, la traición, el genocidio, la cárcel  y todo tipo de vejámenes impunemente bajo el manto de una cucufata y protectora moral que al menor atisbo de critica y/o cuestionamiento al principio de propiedad privada desatan el tintinar de sables y las orugas metálicas estrían las calles de la ciudad.

 

La acción o la actitud irreverente frente al poder, la lucha primigenia de habitantes ancestrales, la resistencia permanente de una generación tras otra, los ha llevado a desacreditar al actor de cambio revolucionario y sus esfuerzos de libertad e independencia a través de una variopinta evolución léxica y las más duras condiciones de reclusión en el intento de domesticar a los irreductibles… “Uno debe tener el consuelo de un ideal para sobrevivir a las fuerzas diseñadas para aplastar al prisionero” (Emma Goldman)

 

En la historia, científicos, filósofos, libre pensadores, luchadores sociales y revolucionarios han sido descalificados desde el poder con el afán de mitigar su convocatoria y credibilidad denominándolos impuros, pecadores, bandidos, contrabandistas, tupacamaristas, kataristas, rebeldes, aventureros, barbudos, guerrilleros, comunistas, inadaptados, socialistas, resentidos, delincuentes, terroristas, encapuchados, anarquistas…. etc.

 

Si ayer el perfil de estos orates justicieros convocados por el análisis y la necesidad a cambiarlo todo radicalmente, decía que eran obreros y campesinos explotados y querían el poder, hoy el sujeto a perseguir cambió: está en las aulas, en las calles de la ciudad y el indígena en el campo… Y son los peores, no quieren el poder y sueñan con lo imposible.

 

Freddy, Juan, Marcelo, mi cariño, mi abrazo y mi fuerza.

Alejandro Astorga Valdés

Sección de Máxima Seguridad-Cárcel de Alta Seguridad.

Agitación / Caso Security