Montevideo, Uruguay: Coloquio Internacional Anarquismo y Postestructuralismo

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Salud, anónima comunidad portadora de sentido y radicalidad! Tenemos el sumo agrado de contarles que estamos otra vez al ataque. Ustedes saben que quisimos hacer un curso, y saben también que los resortes de la mala conciencia se disparan en loco frenesí reactivo y resentido y esclavo y y y… toda la multiplicidad de la mala conciencia. Ahora redoblamos la apuesta y vamos con un Coloquio internacional intitulado Anarquismo y Postestructuralismo. Esto es:

¿Tenés algo para decir?
¡Qué suene!

¿Y algo para hacer?
¡Qué explote!

¿Qué puede ser fatal, loco, desmedido? Quizás. Pero lo cierto es que “en cuanto a la responsabilidad o a la irresponsabilidad, nada sabemos de tales nociones: se las dejamos a la policía y a los psiquiatras de los tribunales” (Deleuze & Guattari, 1972).

Ahora bien, y siendo mucho más serios: ¿será que tienen algo que ver el anarquismo y el postestructuralismo? Quizás. Quizás un poquito, o un disparate. Veamos.

Alguien dijo aquí que los revolucionarios procuran tomar el poder. Con respecto a esto, yo sería mucho más anarquista, pero no en el sentido de que no admito esta concepción totalmente negativa del poder, sino en el sentido de que no concuerdo con ustedes cuando dicen que los revolucionarios intentan tomar el poder. O mejor dicho, <<Gracias a Dios, sí>>. Para los auténticos revolucionarios apoderarse del poder significa arrancar un tesoro de las manos de una clase para entregarlo a otra que, en este caso, es el proletariado. Creo que así se concibe la revolución y la toma de poder. Pero observemos entonces a la Unión Soviética, un régimen en que las relaciones de poder en el seno de la familia, la sexualidad, las fábricas, las escuelas, son las mismas que se conocen en Occidente. El problema es saber si podemos, dentro del actual régimen, llevar a niveles microscópicos las relaciones de poder de tal manera que, cuando se produzca una revolución político-económica, no encontremos después las mismas relaciones de poder que hoy existen>> (Foucault, 2011).

¿Podremos?