Otros tipos de chancho asesino: de los pacos a de rojo y guardias privados al flaitecapitalismo y seguridad de tocatas anti-punk.

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Otros tipos de chancho asesino: de los pacos a de rojo y guardias privados al flaitecapitalismo y seguridad de tocatas anti-punk.

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Según Bakunin, el Estado no es sólo lo que llamamos “aparato de Estado” (tan formal, tan institucional, tan localizable incluso espacialmente), sino “el principio estatal”. En nuestro terreno de análisis, eso explica por qué junto a las policías formales “públicas” (pacos y ratis) y “privadas” (distintas variedades de guardias proporcionados por empresas privadas de seguridad), tradicionalmente han actuado policías ciudadanas, guardias blancas y/o estalinistas en defensa del orden, actuando precisamente en segmentos sociales donde a la policías oficial suele serle más difícil entrar y ser eficaz (al respecto, ver el intento de “atlas” policial desarrollado en la publicación Anarquía & Comunismo N°1, páginas centrales).

En el último tiempo, se ha hecho muy visible la labor parapolicial que pueden cumplir “ciudadanos” que se mueven en una zona difusa entre el lumpen y la pequeña burguesía ilegalista, un sector social de lo más reaccionario y amante de los valores centrales de la cultura capitalista: acumulación y ostentación. Un mundo de autos, marcas, y reggaetón. El más famoso ejemplar reciente de esta capa social decadente y procapitalista es el imbécil de Giuseppe Briganti, el asesino de estudiantes en Valparaíso, hijo de comerciante/rentista, y que como producto de sus transacciones de droga guardaba bajo la almohada la no despreciable suma de 5 millones de pesos: poco más de 20 sueldos mínimos. Trozos de mierda como éste, si bien para algunos mistificadores forman parte del “Pueblo (de Chile)”, desde el punto de vista de la lucha de clases y la posición proletaria en la misma, son abiertamente enemigos, y ya se sabe: si quieren actuar como policías, serán tratados como tales. Otro tipo de pacos bastante nefastos también son los matones que suelen desempeñarse como “seguridad” en diversos espectáculos musicales asociados a lo que queda de las subculturas del “rock”. El caso del punk rock es el más triste de todos. En primer lugar, porque si el punk tiene algo que ver con la idea de autogestión y Hazlo Tú Mismo, no estaríamos hablando de un espectáculo más, sino que de todo lo contrario: tocatas auto-organizadas donde la música es parte importante de la comunión, pero donde ésta se produce sobre todo por el hecho de compartir una comunidad de lucha, una cultura de cuestionamiento y combate. Nada más lejos de aquello en que se ha convertido incluso el espectro supuestamente más “combativo” del punk: las vertientes crust, anarco-punk, o como se les quiera denominar. No por nada los miembros de Doom se referían a los hechos de Santiago usando la despreciable jerga de “our fans” (“nuestros fanáticos”).

Ya en los inicios del punk, la función ultra represiva de estos matones -en parte irracional, pero por otra parte perfectamente ajustada a la racionalidad jerárquica y fascistoide del Estado/Capital- era denunciada incluso por megaestrellas como The Clash (nos referimos a la película “Rude Boy”, de 1980). Se supone que en la medida de sus posibilidades, Strummer y los suyos trataban de contener y si no cuando menos denunciar la actividad parapolicial de plastas. En otros documentos de la época y por la memoria oral y escrita de los que estuvieron ahí, podemos decir que los matones de seguridad eran un fenómeno escaso en los tiempos del hardcore punk, a diferencia, eso sí, de tendencias a la violencia “horizontal” entre diversos piños. Por algo en “Nazi punks fuck off!” los Dead Kennedys les dicen a ese tipo de imbéciles que “no son mejores que los guardias”.

Hoy en día, en cambio, su figura está mucho más aceptada, y de hecho uno podría todo esto desde una óptica de “Economía Política”. Hay un mercado específico de las tocatas punk internacionales (festivales, nostalgia, y la patética tendencia al revival de la cual viven todos los mercachifles delas distintas “contraculturas”). Estos empresarios usan como guardias a sus amigos, a cambio de fiesta, droga y plata pal bolsillo. En los espectáculos que por respeto al genuino punk llamaremos “anti-punk”, estos policías frustrados tienen licencia para a lo menos sacar la cresta, y en lo que la prensa llama “tragedia punk” de hace dos meses, su festín sadofascista llegó al extremo de causar (en connivencia con la actitud de los pacos de verde) 5 muertos de la comunidad punk, que recién ahora tendrá que confrontar y resolver adecuadamente la cuestión del tomar el punk de vuelta en sus manos, arrebatándolo a los mercaderes y sus guardias.

Finalmente, no fue el “caos” (la avalancha) lo que mató a esxs cinco cabrxs, sino que el “orden”: el del Estado y del Capital, con sus distintas policías: diferentes mierdas, con un olor muy similar.

http://www.hommodolars.org/web/spip.php?article5346