“On the night of September 25, three friends approached a small farm of partridges. It was not the first time, we had visited at different times over the past few weeks. We already knew how to get there, where to leave the car, which houses had neighbors, etc.
During the trip we split up the roles. One would watch from the only road in, two kilometers beyond the farm in case someone appeared, and the other two would be in charge of going to the farm.
The cages were large fenced-in areas with plastic mesh as a roof. It was easier than we thought it would be. We were scared by the noise of thousands of partridges trying to take flight inside the cages as we broke the nets, but the security we had in our friend keeping vigil helped us to stay calm.
Once the mesh was perforated, we pushed the slumbering partridges to escape. We thought it’d be complicated for them to find the opening, but as one flew to the outside, dozens immediately followed. As if they knew where freedom was.
After an hour, and with over a thousand partridges flying free, we had to leave.
We left smiling and tired. One thousand partridges had a great opportunity. They would have died in the many hunts, which will have to be canceled. Thanks to a good night’s effort.
Thanks to everyone in the struggle.”
Spanish:
“La noche del 25 de septiembre, tres amigos nos acercamos a una pequeña granja de perdices. No era la primera vez, porque desde hacía algunas semanas ya la habíamos visitado en diferentes momentos. Ya sabíamos cómo llegar, dónde dejar el coche, qué casas había vecinas, etc.
Durante el trayecto nos separamos los roles. Uno vigilaría desde el único camino, dos kilómetros más arriba de la granja por si aparecía alguien, y los otros dos se encargarían de acercarse a la granja.
Las jaulas eran unas grandes zonas valladas con una malla de plástico como tejado. Fue más fácil de lo que pensábamos. Nos asustó el ruido de miles de perdices tratando de alzar el vuelo dentro de las jaulas mientras rompíamos las redes, pero la seguridad que teníamos al tener un amigo vigilando, nos ayudó a mantener la calma.
Una vez agujereada la malla, empujamos a las adormecidas perdices hasta la salida. Creíamos complicado que encontrasen la salida, pero en cuanto una voló hacia la fuera, inmediatamente decenas la siguieron. Como si supieran dónde estaba la libertad.
Después de una hora, y con más de mil perdices volando libres, tuvimos que marcharnos.
Nos fuimos sonrientes y cansados. Mil perdices tendrán una gran oportunidad. Iban a morir en multitud de cacerías, que tendrán que ser canceladas. Gracias a una noche de esfuerzo.
Gracias a toda la gente que se esfuerza.”
from Bite Back