El viernes 19 de febrero de 2016, cuatro de los seis inculpados en el proceso de la destrucción de la maqueta son condenados en primera instancia a 10 meses de prisión con tres años de condicional. Además los seis inculpados reciben una multa de 600 euros. Los inculpados rechazaron el pedir una disculpa.
A mediados de mayo de 2015 una veintena de personas irrumpen en las oficinas de la Régie des Bâtiments (secretaría de obras y construcciones) -entre otras, responsable de la construcción de la maxi-cárcel- en el barrio de Saint-Gilles y destruyen la maqueta de la futura maxi-cárcel. Ninguna persona es detenida.
Tras semanas de agitación contra la maxi-cárcel, en el mismo momento en el cual los rebeldes destruyen la maqueta, a un kilometro de distancia, tiene lugar un espectáculo democrático con una comisión que tiene que dar su opinión sobre el permiso para la construcción de la nueva cárcel. Este mitin es totalmente militarizado y su participación requiere de un permiso especial, aún cuando este tipo de espectáculo normalmente es público. Mientras los responsables de la comisión, en nombre de la seguridad, se encuentran en una parte de la sala literalmente en la sombra.
Unos días antes otros responsables de la maxi-cárcel son sacados a la luz mediante acciones afuera de sus domicilios particulares. Una entre ellos, responsable de la maxi-cárcel en el seno de la Régie des Bâtiments dará sus dimisiones el día después, temiendo por su “seguridad”. Una noche antes, en un zona de construcción, en Francia, son incendiadas varias maquinas y dejan la frase “Fuego a las prisiones”.
La destrucción de la maqueta fue un acto hermoso. Un acto entre los numerosos actos hermosos en esta lucha que nos puede dar una idea de cuales formas puede tomar el rechazo de un enésimo proyecto asqueroso del Estado. Un verdadero rechazo que no es negociable, que no se deja apartar fácilmente a cambio de unas promesas. No, un rechazo total. Ninguna maxi-cárcel, ni aquí, ni en otro lado. Un rechazo que rechaza todo dialogo con quienes están en el poder. Un rechazo que se difunde mediante palabras y se hace concreto en los actos de sabotaje y de ataque contra este proyecto y el sistema que lo necesita.
Los únicos límites de la rebelión, del bloqueo, del sabotaje y del ataque son los que nos ponemos nosotros mismos.