Pero ¿por qué todos los ricachones y sus mercenarios son tan unánimes en condenar a los Anarquistas? Generalmente difieren en muchos asuntos y pelean agriamente unos con otros en su vida social y de negocios. Pero en DOS asuntos están siempre de acuerdo.
Colgar a los Anarquistas!
¿POR QUÉ? Por que los Sindicatos del Trabajo recortan las ganancias de los patrones al demandar constantemente mayores salarios. Y los Anarquistas quieren abolir al patrón por completo.
Ahora, ¿qué pasa con los Anarquistas? ¿Qué saben de ellos realmente, excepto las mentiras y las tergiversaciones de sus enemigos — que son también enemigos de los trabajadores y se oponen a todo avance de la Labor? Si se detienen a pensarlo, nada saben en realidad de los Anarquistas y sus enseñanzas. Sus amos y su prensa han tenido buen cuidado de que no aprendan la verdad sobre ellos. ¿Por qué? Porque mientras puedan tenerles ocupados gritando contra los Anarquistas, ellos están seguros en su silla montada sobre las espaldas de las personas.
Los Anarquistas dicen que no es necesario que haya asesinatos y crimen, pobreza y corrupción en el mundo. Dicen que estos males nos maldicen solo porque un puñado de personas han monopolizado la tierra y toda la riqueza del país. Pero ¿quién produce esa riqueza? ¿Quién construye los caminos, quién extrae el carbón, quién trabaja en los campos y las fábricas? Pueden responder esa pregunta ustedes mismos. Son los infatigables trabajadores quienes hacen todo el trabajo y quienes producen todo lo que tenemos en el mundo.
Los Anarquistas dicen: Los productos del Trabajo deben pertenecer a sus productores. Las industrias debiesen funcionar para atender las necesidades de las personas en vez de hacerlo para fines de lucro, como en el presente. Abolir el monopolio de la tierra y de las fuentes de producción, y hacer accesible a todos la oportunidad de producción, acabaría con el capitalismo e introduciría la distribución libre y equitativa. Eso, a su vez, acabaría con las leyes y los gobiernos, pues no habría necesidad de ellos, ya que los gobiernos sirven solo para conservar las instituciones de hoy y para proteger a los patrones en su explotación del pueblo. Ello aboliría la guerra y el crimen, pues el incentivo para éstos sería nulo. Sería una sociedad de real libertad, sin coerción ni violencia, basada en el acuerdo común voluntario de “A cada cual según sus necesidades; de cada cual según su habilidad.”
Eso es lo que enseñan los Anarquistas. Supongamos que están todos equivocados. ¿Lo van a demostrar colgándoles? Si están equivocados, las personas no aceptarán sus ideas, y por ende desde ellos no puede haber peligro. Pero, si están en lo cierto, sería bueno para todos averiguarlo. En cualquiera de los casos el asunto es aprender lo que estos Anarquistas quieren realmente. Dejen que la gente les oiga.
Pero ¿qué hay de la violencia?, dirán. ¿Acaso los Anarquistas no predican y practican la violencia y el asesinato?
No. Por el contrario, los Anarquistas consideran la vida como lo más sagrado. Es por eso que quieren cambiar el orden presente de las cosas donde las manos de cada cual están en contra de sus hermanos y donde la guerra, la masacre al por mayor en busca del dólar, los derramamientos de sangre en los campos, fábricas y talleres están a la orden del día. La pobreza, la miseria y la agria guerra industrial, los crímenes, suicidios y asesinatos cometidos a diario en este país convencerán a toda persona de inteligencia que en la sociedad presente tenemos abundancia de Ley, pero sumamente poco orden o paz.
Anarquismo significa OPOSICIÓN a la violencia, por quien sea que la cometa, incluso si lo es por el gobierno. El gobierno no tiene más derecho a asesinar que el individuo. Anarquismo es por lo tanto oposición a la violencia como así también al gobierno forzosamente impuesto a las personas.
Los Anarquistas valoran la vida humana. De hecho, nadie la valora más. ¿Por qué, entonces, son culpados los Anarquistas por todo acto de violencia? Porque vuestros dominadores y explotadores quieren mantenerles prejuiciosos en contra de los Anarquistas, de modo que nunca descubran qué es lo que realmente quieren éstos, y de modo que los patrones sigan seguros en su monopolio de la vida.
Ahora, ¿cuáles son los hechos ciertos sobre la violencia? Crímenes de todo tipo ocurren día a día. ¿Son responsables los Anarquistas de ellos? ¿O acaso no lo es la miseria y la desesperación lo que lleva a las personas a cometer tales actos? ¿Acaso el millonario sale a la calle a golpearte con una cañería para robarte unos cuantos dólares? O, no. Él construye una fábrica y le roba a sus trabajadores de un modo mucho más seguro, más lucrativo y dentro de la ley.
¿Quién, entonces, comete actos de violencia? La persona desesperada, por supuesto. Aquella a la cual ningún otro recurso parece posible. La violencia es cometida por todo tipo de personas. Pero hay también casos donde se hace por razones sociales. Dichos actos impersonales de violencia, desde tiempos inmemoriales, han sido la respuesta de las clases picaneadas y desesperadas, y de individuos picaneados y desesperados, a los daños que vienen desde sus semejantes y que sintieron intolerables. Tales actos son el violento REHUIR de la violencia, ya sea agresiva o represiva; son la última lucha desesperada de la furiosa y exasperada naturaleza humana por espacio para respirar y por la vida.
Y su CAUSA NO YACE EN NINGUNA CONVICCIÓN ESPECIAL, SINO EN LA NATURALEZA HUMANA MISMA. Todo el curso de la historia, política y social, está esparcido de evidencias sobre este hecho. Para no ir más lejos, tomemos a los Revolucionarios de Rusia, los Fenianos y a los Sinn Féin de Irlanda, los Republicanos de Italia. ¿Eran éstos Anarquistas? No. ¿Tenían todos las mismas opiniones políticas? No. Pero todos eran llevados por circunstancias desesperadas a esta forma terrible de revuelta.
Los Anarquistas, así como también otros, han cometido actos de violencia. ¿Tienen ustedes al Partido Republicano por responsable de todo acto cometido por un Republicano? ¿O al Partido Demócrata, o a la Iglesia Presbiteriana o la Metodista por responsable de los actos de miembros individuales? Sería estúpido pensarlo.
Bajo condiciones miserables de vida, toda visión de posibilidad de mejores cosas hace a la miseria presente más intolerable, y estimula a aquellos que sufren a las más enérgicas luchas por mejorar su destino, y si estas luchas solo resultan inmediatamente en una miseria más aguda, la consecuencia es la total desesperación. En nuestra sociedad presente, por ejemplo, a un trabajador asalariado explotado, que capte un atisbo de lo que el trabajo y la vida podrían y deberían ser, le parece casi intolerable la penosa rutina y la sordidez de su existencia; e incluso cuando tiene la resolución y el coraje de seguir trabajando incesantemente lo mejor que pueda, y esperar hasta que nuevas ideas hayan penetrado de tal manera en la sociedad como para cimentar la vía para mejores tiempos, el mero hecho de que tenga dichas ideas e intente difundirlas le pone en dificultades con sus empleadores. ¿Cuántos miles de trabajadores rebeldes, de Socialistas, de Industrialistas y Sindicalistas, pero por sobre todo de Anarquistas, han perdido su trabajo e incluso la posibilidad de trabajo, solamente por sus opiniones? Solamente el artesano especialmente dotado, si es que fuese un ferviente propagandista, puede esperar mantener el empleo permanente. ¿Y qué le ocurre a una persona cuyo cerebro trabaja activamente con un fermento de nuevas ideas, con una visión ante sus ojos de una nueva esperanza amaneciendo para los esforzados y agonizantes, con el conocimiento de que su sufrimiento y el de sus semejantes en la miseria no es causado por la crueldad del destino, sino por la injusticia de otros seres humanos — qué le ocurre a una persona como tal cuando ve a sus queridos hambrientos, cuando ella misma está hambrienta? Algunas naturalezas en tan grave situación, y aquellas que de modo alguno son menos sociales o menos sensibles, se tornarán violentas, y sentirán incluso que su violencia es social y no anti-social, que al golpear cuando y como puedan, están golpeando, no por sí mismas, sino por la naturaleza humana, furiosa y despojada en sus personas y la de sus semejantes víctimas. ¿Y, nosotros quienes no estamos en este terrible dilema, no haremos nada y condenaremos fríamente a estas lamentables víctimas de las furias y destinos? ¿Acusaremos de malhechores a estos seres humanos que actúan con heroica devoción, a menudo sacrificando sus vidas en la protesta, donde naturalezas menos sociales y menos enérgicas soportarán y se denigrarán en abyecta sumisión a la injusticia y el daño? ¿Nos uniremos al clamor ignorante y brutal que estigmatiza a tales personas como monstruos de la maldad, gratuitamente sueltos en una sociedad inocentemente pacífica y armoniosa? NO! Odiamos los homicidios con un odio que puede parecer absurdamente exagerado a los apologistas de la guerra, de la masacre industrial y las masacres de Ludlow, a los desalmados consintientes de la violencia gubernamental y plutocrática, pero declinamos en tales casos de homicidio como los que estamos tratando, de ser culpables de la cruel injusticia de arrojar toda la responsabilidad del acto sobre el perpetrador inmediato. La culpa de estos homicidios yace sobre todo hombre y mujer que, intencionalmente o por fría indiferencia, ayuda a mantener las condiciones sociales que llevan a los seres humanos a la desesperación. La persona que arroja su vida entera en el intento, a menudo a riesgo de su propia vida, de protestar contra los daños a sus semejantes, es un santo comparado con los sostenedores activos y pasivos de la crueldad y la injusticia, incluso si su protesta destruye otras vidas aparte de la suya. Que aquel que esté sin pecado en la sociedad lance la primera piedra a uno como tal.
GROUP FREEDOM
ITALIAN ANARCHIST GROUP VOLONTA
UNION OF RUSSIAN WORKERS
PER}
EMMA GOLDMAN
ALEXANDER BERKMAN