Luigi Galleani y el anarquismo antiorganización

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Luigi Galleani es sin duda la figura clave entre los círculos antiorganización de lengua italiana. Activo sobre todo en Italia y en los Estados Unidos, donde vive entre 1901 y 1919, orador y editor, llega a promover en torno a él una red solidaria de militantes dedicados a la acción directa y a la revuelta antiautoritaria, con un gran objetivo común: provocar una revolución social transnacional y permitir así a los explotados organizar una sociedad libre y comunista.

La corriente antiorganización es mayoritaria entre los anarquistas italianos, al menos hasta finales de la primera década del siglo XX. Grandes diferencias separan a los antiorganización de los individualistas, que con frecuencia son confundidos. Estos últimos son influidos por las ideas de Max Stirner, a menudo mezcladas con influencias de Nietszche. Más que por ambos, los fundamentos políticos de los antiorganización son por el contrario Bakunin, Kropotkin, Gori, Reclus, etc. Al contrario que los individualistas, los antiorganización reconocen el valor de la acción colectiva y el papel del proletariado en el proceso revolucionario. A pesar de su nombre, no rechazan organizarse en la práctica, pero niegan la validez de cualquier estructura formal porque ven en ella los primeros signos del elitismo y de la burocracia.

Galleani nace en Vercelli el 12 de agosto de 1861, de padres acomodados y monárquicos; estudia Derecho en la Universidad de Turín. Es influido por los héroes del Risorgimento, en los que admira la completa devoción a la causa. Entre 1881 y 1885, su republicanismo se acerca progresivamente al socialismo. Escribe para diferentes cabeceras locales, entre ellas La Boje! de Vercelli, y se adhiere al Partido Obrero Italiano, que agrupa a socialistas parlamentarios y antiautoritarios.

Activísimo en las luchas obreras y campesinas entre Piamonte y Liguria, su mismo aspecto físico y su porte son reveladores de un indudable carisma: discretamente alto, robusto, siempre vestido elegantemente, la mirada feroz y la barba en punta le hacen parecer severo. Pero lo que más impresiona, y preocupa a la policía, es el hecho de que resulta un orador excepcional.

Buscado por la policía, se tiene que refugiar en París, lugar central para la subversión internacional, donde toma parte en la agitación del Primero de Mayo de 1890. Encarcelado y después expulsado, pasa a Luxemburgo y llega a Suiza, donde establece relaciones estrechas con Élie y Élisée Reclus.

En enero de 1891 participa en el Congreso de Capolago, donde alrededor de ochenta delegados debaten durante tres días y aprueban un manifiesto y un programa socialista-anárquico-revolucionario, en el que la revolución se define como el único medio para eliminar la opresión social y alcanzar el socialismo, y vuelven a ser rechazados otra vez el parlamentarismo y el reformismo.

Se decide también realizar agitaciones revolucionarias con ocasión del Primero de Mayo. Galleani es uno de los oradores encargados de hacer giras de propaganda por Italia. Viaja por todo el país celebrando centenares de mítines y conferencias, a pesar de los diversos obstáculos que le pone la policía.

En 1892, junto con Pietro Gori, representa a los anarquistas en el Congreso de Génova del Partido Obrero Italiano, y desempeña un importante papel en la fractura con los socialistas autoritarios, que darán vida al Partido Socialista Italiano.

Menos de dos años más tarde, entre diciembre de 1893 y enero de 1894, es condenado por asociación criminal a tres años de prisión y cinco de confinamiento en Pantelleria y Favignana. En Pantelleria conoce a Maria Rallo, una inconformista de 25 años, que después le seguirá a los Estados Unidos, y se hace amigo de Andrea Salsedo, que se solidarizará con sus iniciativas más allá del Océano. A finales de 1899, tras tres años de prisión, consigue escapar de Pantelleria y alcanzar Túnez y, después, a través de Malta y Alejandría, El Cairo.

Se queda en El Cairo alrededor de un año y, tras una breve pasada por Londres, desembarca en Nueva York en octubre de 1901 y, rápidamente, comienza una gira de propaganda a través de Nueva Jersey, Pennsylvania, Connecticut y Vermont. Apoya la huelga masiva de los tintoreros de Paterson de 1902 y cuando, entre junio y julio de 1902, estalla abiertamente la revuelta y son asaltadas y destruidas fábricas y tintorerías, está en primera línea y es herido de un balazo. Buscado por la policía, se refugia en Montreal (Canadá).

En 1903 vuelve ilegalmente a Estados Unidos y se establece en Barre, Vermont, donde comienza a editar un nuevo e incendiario periódico, esa Cronaca Sovversiva que removerá el ánimo rebelde de los jóvenes militantes y se convertirá pronto en un instrumento esencial a la hora de organizar en la práctica el movimiento. Da voz a las luchas obreras y a las ideas anarquistas contra el Estado, la Iglesia, el Ejército, la familia y cualquier autoridad, defendiendo con uñas y dientes todo acto de rebelión, ya sea individual o colectivo. Ofrece informaciones de lo que hacen los compañeros en diversas partes de un territorio ilimitado, es distribuido por una sólida red de difusores y vive gracias a las suscripciones de militantes y simpatizantes que se recogen sobre todo durante las excursiones campestres, las representaciones teatrales, los mítines, etc.

Buscado por la policía, Galleani vive clandestinamente en Barre durante años, protegido por un conspicuo grupo de canteros emigrados de Carrara, y se dedica completamente a Cronaca Sovversiva, que consigue llegar a los grupos italianos de todos los rincones del mundo, de Estados Unidos a Europa, del norte de África a Sudamérica y Australia.

En 1905 publica Le salute è in voi!, “un sencillo folleto para todos aquellos compañeros que quieran educarse” -como se lee en Cronaca Sovversiva- en rojo, con la imagen de Ravachol en la portada; en realidad se trata de un manual para el uso de explosivos compilado años atrás por Ettore Molinari y adaptado por Galleani.

En el mismo año de 1905 va a Francia, donde permanece durante un breve periodo de tiempo con el vano intento de dar vida a alguna iniciativa insurreccional. De vuelta en los Estados Unidos comienza un largo periplo de conferencias, pero en diciembre de 1906 es detenido por la huelga de Paterson de casi cinco años antes. Extraditado a Nueva Jersey, es procesado en Paterson en abril de 1907. Rechaza jurar sobre la Biblia, pero al final es absuelto.

Tras su liberación escribe para Cronaca Sovversiva diversos artículos con el título “La fine dell’anarchismo?” en respuesta a la entrevista remitida a La Stampa por Francesco Saverio Merlino, anarquista convertido en socialista, manteniendo los argumentos del comunismo anárquico contra el socialismo reformista.

En 1912 el ejército italiano invade Libia, y en 1914 estalla la Primera Guerra Mundial: Galleani toma la palabra en cientos de ocasiones contra la guerra y el nacionalismo en Massachussets, Connecticut, Pennsylvania, Ohio, Illinois, Colorado y California, dando voz al antimilitarismo de los anarquistas con el célebre eslogan “contra la guerra, contra la paz, ¡por la revolución social!”

Junto a la propaganda antimilitarista, está en primera línea en los conflictos sociales y laborales. En estos años son extremadamente frecuentes y violentos, y se cuenta con una constante represión por obra de las diversas policías estatales, federales y privadas.

Acaba de volver de una viaje de propaganda por East Pennsylvania para apoyar a los mineros en huelga cuando, en octubre de 1916, es detenido acusado de incitación a la rebelión. Puesto en libertad con una fianza de diez mil dólares, comienza un nuevo periplo de conferencias en Michigan que le ocupa hasta final de año. La situación de los anarquistas se hace más crítica desde abril de 1917 en adelante, debido a la entrada de los Estados Unidos en la guerra. Cuando el Congreso aprueba un decreto por el que se obliga a todos los hombres residentes en suelo estadounidense a registrarse en mayo, él escribe el artículo “Matricolati!”, sugiriendo a los compañeros evitar el registro, visto como el primer paso hacia el servicio militar obligatorio. La policía prohíbe la expedición postal de Cronaca Sovversiva, y registra sus oficinas, cosa que hace también con la casa de Galleani, que es detenido con la acusación de conspirar contra el llamamiento a las armas y liberado bajo fianza (diez mil dólares). Al final será multado con trescientos dólares. Cronaca Sovversiva sigue difundiéndose, primero a través de un correo privado y después con medios propios, incluso en motocicleta. Las sedes de los grupos “galleanistas” esparcidos por Norteamérica son registradas más veces entre 1917 y 1918, y lo mismo ocurre nuevamente en las oficinas del periódico en febrero de 1918. El propio Galleani es detenido una vez más en mayo, y nuevamente puesto en libertad. En julio las autoridades declaran ilegal Cronaca Sovversiva, del que sin embargo son impresos clandestinamente otros dos números, cosa que también sucedió en esta época con otros periódicos anarquistas.

Finalmente, en octubre de 1918, el Congreso vota la expulsión de todos aquellos extranjeros residentes que se definan anarquistas, y el 24 de julio del siguiente año Galleani es deportado a Italia, dejando atrás mujer y cinco hijos. En respuesta a su deportación, los compañeros emprenden una campaña nacional con la música de paquetes bomba, que son enviados a decenas de autoridades estadounidenses consideradas responsables de la represión contra el movimiento.

Desembarcado en Génova, es detenido y liberado enseguida gracias a la presión de los trabajadores del puerto afiliados a la Federación de Trabajadores del Mar. El Bienio Rojo se halla en su cenit: los militantes italianos le piden que se haga cargo de la redacción del nuevo diario de ámbito nacional, Umanità Nova, pero él lo rechaza. Se va a vivir a Vercelli y después a Turín, donde, en febrero de 1920, comienza una nueva serie de Cronaca Sovversiva. Continúa colaborando con los compañeros de todas las tendencias, incluidos los partidarios de la organización, y mantiene siempre una excelente relación con Errico Malatesta, a quien tiene mucha estima, aunque no ahorra críticas a la fundación de la Unión Anarquista Italiana con ocasión del Congreso de Bolonia en julio de 1920.

Es obligado a volver a la clandestinidad, ya que la policía le busca por el contenido de algunos de sus artículos. Se presenta poco antes del comienzo del proceso y es condenado a un año y medio de prisión. Liberado en diciembre de 1923, a sus 64 años, sufre de diabetes y se dedica a rehacer sus artículos polémicos con Merlino, y a completar la traducción italiana de las memorias de Clemente Duval, antes de ser nuevamente detenido por la policía de Mussolini y confinado en Lipari. Liberado en 1930, pero bajo estrecha vigilancia, es hospedado por los compañeros Pasquale Binazi y Zelmira Peroni en Caprigliola (provincia de Massa), donde muere el 4 de noviembre de 1931.

L’Eretico, G. Pimpino, El vecc, Mentana, Minin: con cualquiera de los pseudónimos utilizados, Galleani siempre ha sido el mismo, coherente con una idea de anarquía ajena a cualquier compromiso. La determinación extrema con que ha defendido el propio anarquismo, su comportamiento ejemplar ante la autoridad, son elementos que han hecho de él un héroe para al menos dos generaciones de anarquistas.

Antonio Senta
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