Ferdinando Nicola Sacco (22 de abril de 1891 – 23 de agosto de 1927) y Bartolomeo Vanzetti (11 de junio de 1888 – 23 de agosto de 1927) eran dos inmigrantes italianos, trabajadores y anarquistas, que fueron juzgados, sentenciados y ejecutados por electrocución el 23 de agosto de 1927 en Massachusetts por el presunto robo a mano armada y asesinato de dos personas en 1920 en South Braintree, Massachusetts.
Su controvertido juicio atrajo una enorme atención internacional, con críticos acusando al fiscal y al Juez Webster Thayer de conducta impropia, y de permitir que sentimientos antiitalianos, antiinmigrantes y antianarquistas predispusieran al jurado. Algunos prominentes estadounidenses, tales como Felix Frankfurter y Upton Sinclair apoyaron públicamente a los comités ciudadanos de Sacco y Vanzetti en una oposición no exitosa al veredicto. Las ejecuciones de Sacco y Vanzetti generaron protestas masivas en Nueva York, Londres, Ámsterdam y Tokyo, huelgas a través de Sudamérica y disturbios en París, Ginebra, Alemania y Johannesburgo.
Desde su muerte, se ha dicho que esta fue debido a su ideología anarquista y que fueron injustamente ejecutados. Las investigaciones siguieron en las décadas de 1930 y 1940. La publicación de las cartas de ambos con elocuentes declaraciones de inocencia han acrecentado la creencia de que son inocentes, sin embargo, algunas pruebas balísticas y algunas declaraciones incriminatorias por sus conocidos han nublado el caso. En 1977, el gobernador de Massachusetts, Michael Dukakis, hizo una declaración diciendo que Sacco y Vanzetti fueron injustamente enjuiciados y encarcelados y que “cualquier desgracia debería ser para siempre borrada de sus nombres”.
Antecedentes
Sacco y Vanzetti fueron acusados por los asesinatos de Frederick Parmenter, un encargado de la nómina gubernamental y Alessandro Berardelli, un vigilante de seguridad y del robo de US$ 15.776,51 de la Slater-Morrill Show Company, en Pearl Street en South Braintree, Massachusetts durante la tarde del 15 de abril de 1920. Los dos hombres fueron arrestados en Buffalo, Nueva York el 5 de mayo de 1920.
Sacco era un zapatero nacido en Torremaggiore, Foggia que emigró a los Estados Unidos a los diecisiete años. Vanzetti era un pescadero nacido Villafalletto, Cuneo que llegó a los Estados Unidos a los veinte años. Se dice que el juez en el caso, Webster Thayer, le dijo al jurado: “Este hombre, (Vanzetti) aunque no haya en realidad cometido ninguno de los crímenes que se le atribuyen, es sin duda culpable, porque es un enemigo de nuestras instituciones”. No hay registro de este comentario en la transcripción completa del juicio.
Lo que es seguro es que los dos hombres eran seguidores de Luigi Galleani, un anarquista italiano, que abogaba por la violencia revolucionaria, incluyendo la detonación de bombas y el asesinato. Galleani publicó Cronaca Sovversiva (Crónica Subversiva), un periódico que promovía la revolución violenta, así como un manual explícito para la fabricación de bombas (La Salute è in voi!) que era ampliamente distribuido entre sus seguidores. En ese momento, los anarquistas italianos estaban a la cabeza en la lista de los enemigos peligrosos del gobierno, y habían sido identificados como sospechosos en varios bombazos violentos e intentos de homicidio (incluso uno de envenenamiento masivo), que iban desde el intento, por parte de Alexander Berkman en 1892, de asesinato de Henry Clay Frick en medio de la huelga de Homestead, Pittsburgh,cuando este contrato pistoleros para asesinar y amedrentar a los huelguistas,(de hecho, Alexander Berkman era un inmigrante ruso; había cumplido una sentencia de 13 años por el intento de asesinato y después fue deportado a su país).5 Cronaca Sovversiva fue suprimido en julio de 1918, y Galleani con
ocho de sus asociados más cercanos fueron deportados el 24 de junio de 1919. La mayor parte de los Galleanistas que quedaron evitaron ser arrestados entrando en inactividad o actuando en secreto.
Sin embargo, alrededor de sesenta militantes se consideraban implicados en una guerra de clases que requería represalias. Por tres años, libraron una campaña intermitente de terrorismo dirigido a políticos, jueces y otros oficiales federales y locales, especialmente aquellos que habían apoyado la deportación de extranjeros radicales. El más importante, de entre la docena o más de actos terroristas que los Galleanistas cometieron o que se sospecha cometieron, fue la detonación de una bomba en el hogar del Fiscal General A. Mitchell Palmer el 2 de junio de 1919. En aquel incidente, un Galleanista, Carlo Valdinoci (un asociado de Sacco y Vanzetti), resultó muerto cuando la bomba dirigida al fiscal Palmer explotó en sus manos mientras la colocaba. Un panfleto incendiario encontrado en la escena de esta y otras detonaciones a media noche el mismo día estaba firmado: “Los Luchadores Anarquistas”.
Sacco y Vanzetti habían estado involucrados hasta cierto grado en la campaña de ataques con bombas, aunque sus roles no se han podido determinar con exactitud. Este hecho explica mucho sobre sus actividades y comportamiento sospechoso la noche de su arresto, el 5 de mayo de 1920. Dos días antes habían sabido que un compañero llamado Andrea Salsedo había sido tirado desde una ventana de la Oficina de Investigación en Park Row, Nueva York, resultando muerto. En su momento se especuló si Salsedo fue empujado por la ventana o si se cayó durante un intento de obtener información mientras era sostenido por los tobillos fuera de la ventana, una conocida técnica de interrogatorio de “tercer grado”.
Roberto Elia, otro Galleanista que se encontraba bajo arresto, fue liberado y testificó que Salsedo estaba desesperado y se suicidó pensando que era la única manera de evitar traicionar a otros Galleanistas. En su libro de 1965, Protest: Sacco-Vanzetti and the Intellectuals, pp.75-76, 80, David Felix apoya esta idea. Él había entrevistado a muchos de los participantes en el caso Sacco-Vanzetti, pero la verdad sobre Salsedo, cuya muerte pudo haber causado acciones más violentas por parte de sus compañeros, tal vez nunca se sabrá. Salsedo trabajaba en una imprenta de Brooklyn que agentes federales habían relacionado con el panfleto de “Los Luchadores Anarquistas”. Los Galleanistas sabían que Salsedo había sido retenido por varias semanas y que había sido golpeado, y podían intuir que Salsedo y su camarada Roberto Elia habían hecho importantes revelaciones sobre la bomba puesta el 2 de junio de 1919, lo que sería confirmado después por el fiscal general Palmer.
Los Galleanistas se dieron cuenta que tendrían que realizar sus planes en secreto y deshacerse de toda prueba incriminadora. Sacco y Vanzetti fueron encontrados manteniendo correspondencia con varios Galleanistas, y una de las cartas a Sacco específicamente lo prevenía para que destruyera todo el correo después de leer la carta.
Sospechas de la policía en relación al robo en South Braintree y sobre otro en South Bridgewater se centraban en los italianos anarquistas locales, aunque en realidad pocas pruebas sugerían una conexión entre los crímenes y el movimiento, una teoría era que habían cometido los robos para obtener fondos para su campaña de bombardeos. Sin embargo, el 16 de abril, un día después de los asesinatos y robos, el jefe de la policía local Michael E. Stewart fue llamado por el Servicio Federal de Inmigración (FIS por sus siglas en inglés) sobre el anarquista italiano Ferrucio Coacci, quien había sido arrestado por ellos dos años antes. Por fomentar la deposición violenta del gobierno, Coacci iba a ser deportado. Coacci seguía logrando posponer esto, hasta el 15 de abril de 1920, el día de los eventos en Braintree. Para justificar su ausencia, llamó al FIS con la excusa que su esposa se había enfermado. Se le pidió a Stewart que investigara esto, y envió a dos policías el 16 de abril. Pronto descubrieron que Coacci estaba mintiendo y que su esposa gozaba de buena salud, pero fueron sorprendidos cuando se mostró feliz de ser arrestado para deportación inmediata. Coacci insistió en esto, y fue liberado de culpa después de que su coartada -su tarjeta de entradas y salidas- demostró que había trabajado el 15 de abril, fue deportado el 18 de abril. Detenido a su llegada a Italia, sus valijas fueron inspeccionadas pero la policía no pudo encontrar nada.
Stewart comenzó a sospechar y el 20 de abril visitó la residencia Coacci, encontrando a “Mike Boda” -alias de Mario Buda- rentando la casa. Argumentando que no le agradaba Coacci, dijo que la esposa del hombre también se había ido rápidamente. Buda admitió fácilmente que tenía una española automática calibre .32 cuando le preguntaron si tenía un arma, teniendo el diagrama de una Savage automática también -tal como la que se había usado en el robo y asesinato. El garaje vacío despertó interés, ya que gracias a las marcas de llantas se sabía que dos autos habían estado ahí. Buda dijo que tenía un Oakland 1914, y que estaba por el momento en la tienda. Un Buick y un auto más pequeño habían sido usados, aparentemente, durante el crimen. Stewart no tenía jurisdicción o causa probable para arrestar a Buda, y se fue. Descubriendo que Coacci había trabajado para ambas plantas robadas, regresó con la policía de Bridgewater pero Buda había desaparecido con sus posesiones y muebles, para aparecer más tarde en 1928 en Italia diciendo que había escapado de los Estados Unidos.
La policía organizó una redada en el garaje Johnson donde los autos estaban, diciéndole a los propietarios que los llamaran cuando alguien fuera a recoger un Oakland 1914. “Mike” Buda llegó con tres hombres, después identificados como Sacco y Vanzetti junto con otro hombre llamado Riccardo Orciani y realizando una llamada a la policía. Sin embargo, los hombres desaparecieron, sintiendo la trampa. Boda escapó en una motocicleta con Orciani mientras que los desafortunados Sacco y Vanzetti fueron seguidos en un tranvía y finalmente arrestados. Ambos tenían pistolas con ellos, junto con literatura anarquista y Vanzetti llevaba obuses, como los que se habían usado en el crimen. Sacco tenía una Colt automática calibre .32 como la del diagrama y Vanzetti un revolver calibre .38 que decía llevar por protección; la fiscalía dijo que era el arma que le habían quitado al guardia muerto. Era el 5 de mayo de 1920.
En intentos aparentes para evitar la deportación como anarquistas, mintieron a la policía, esas mentiras saldrían a la luz más adelante durante su caso. Se ha especulado que Coacci estuvo en la escena del crimen, y por ello estaba ansioso de ser deportado y escapar al proceso judicial. Buda y el hombre desconocido desaparecieron, dejando a sus camaradas a sufrir. Vanzetti fue juzgado por el robo de South Bridgewater, Sacco logró demostrar con una tarjeta de entrada y salida que había estado en el trabajo todo el día. El juez fue Webster Thayer, quien criticó al jurado por declarar inocente a un anarquista llamado Sergei Zabraff en un juicio que había presidido dos meses antes. El abogado de Vanzetti fue James Vahey, un distinguido abogado jurista de Boston y dos veces candidato a gobernador de Massachusetts. Aunque Vahey y Vanzetti presentaron dieciséis testigos -italianos de Plymouth que aseguraron haberle comprado anguilas para la temporada navideña- como pescadero no tenía tarjeta de entrada y salida. Los jurados fueron convencidos por varios testigos que identificaron a Vanzetti en la escena del intento de robo y por los obuses que portaba cuando fue arrestado cinco meses después del crimen de Bridgewater. Vanzetti estaba furioso con su abogado quien, según él, “me vendió por treinta monedas de oro como Judas vendió a Jesucristo”. Vanzetti también dijo que su abogado lo había convencido de no testificar a su favor temiendo que sus políticas anarquistas condicionaran al jurado. Se piensa que la ausencia del testimonio de Vanzetti, contribuyó a convencer al jurado de su culpabilidad. Declarado culpable de un crimen que ningún historiador piensa que cometió, Vanzetti fue sentenciado por el Juez Thayer a cumplir de 12-15 años en la cárcel, la máxima sentencia permitida.
El segundo juicio
Más tarde Sacco y Vanzetti enfrentaron un juicio por homicidio en Dedham, Massachusetts por los asesinatos de South Braintreee, con Webster Thayer presidiendo de nuevo (Thayer pidió ser asignado al caso). Conscientes de la reputación de los galleanistas de construir bombas de dinamita de extraordinario poder, las autoridades de Massachusetts tomaron medidas para defenderse de un posible ataque con bombas. Trabajadores cubrieron el tribunal de Dedham, donde el juicio tendría lugar, con placas aislantes de hierro (pintados de manera que combinaran con los de madera del resto del edificio) y pesadas puertas corredizas de acero que protegerían esa sección del tribunal en el caso de un ataque con bombas. Cada día del juicio, Sacco y Vanzetti eran escoltados dentro y fuera de la sala con una guardia fuertemente armada.
Vanzetti declaró de nuevo que había estado vendiendo pescados en el momento en que Braintree era robada. Sacco decía que había estado en Boston para obtener un nuevo pasaporte del consulado italiano. Según su versión, habría almorzado con algunos amigos en la parte norte de Boston, los cuales testificaron a su favor. Antes del juicio, el abogado de Sacco, Fred Moore, intentó por todos los medios contactar al empleado del consulado con el cual Sacco decía haber hablado en la tarde del crimen. Un amigo de Moore lo encontró en Italia. El empleado dijo que recordaba a Sacco por la fotografía inusualmente grande que presentó. El empleado también recordaba la fecha — 15 de abril de 1920. El amigo de Moore intentó que el empleado regresara a Estados Unidos para testificar, pero él, estando enfermo, se rehusó. Lo que pudo haber sido una coartada por un empleado respetable fue reducido a un testimonio escrito que fue leído en voz alta en la corte y rápidamente cuestionado por la fiscalía, la cual argumentó que la visita de Sacco al consulado no podía establecerse con seguridad. También mencionaron que los compañeros con los que almorzó eran anarquistas.
Una buena parte del juicio se basó en pruebas materiales, notablemente balas, pistolas y una gorra. Los testigos de la fiscalía declararon que la bala de calibre .32 que había matado a Berardelli era de una marca tan obsoleta que las únicas balas similares que se podían encontrar para hacer comparaciones eran aquellas en los bolsillos de Sacco.Sin embargo la prueba balística, que fue presentada con exhaustivo detalle, era equívoca. Katzmann, después de prometer en un inicio que no intentaría relacionar ninguna bala fatal con el arma de Sacco, cambió de parecer después de que la defensa preparara pruebas de tiro con el arma. Sacco, asegurando no tener nada que ocultar, permitió que su arma fuera probada, con expertos de ambos lados presentes, durante la segunda semana del juicio. La fiscalía relacionó las balas disparadas por la pistola con aquellas tomadas de uno de los guardias asesinados. En la corte, dos expertos de la fiscalía juraron que una de las fatales balas, rápidamente llamada Bala III, coincidía con aquellas de la prueba. Dos expertos de la defensa dijeron que las balas no coincidían.Años más tarde, los abogados de la defensa sugerirían que la bala fatal había sido sustituida por la fiscalía. Haciendo notar que los testigos juraban que uno de los ladrones vaciaba su arma en Berardelli, preguntaron como es que sólo una de las cuatro balas encontradas en el fallecido podía venir del arma de Sacco.
Más dudas aún rodeaban al arma de Vanzetti. Ya que todas las balas encontradas en la escena eran calibre .32 y el arma de Vanzetti era calibre .38, no había pruebas directas que relacionaran el arma de Vanzetti con la escena del crimen. La fiscalía argumentaba que había pertenecido originalmente al guardia asesinado y que había sido robada durante el robo. Nadie testificó ver a alguien tomar el arma, pero el guardia, quien llevaba $15,776.51 en efectivo en las calles, no tenía su arma cuando fue encontrado muerto. La fiscalía rastreó el arma hasta una zapatería en Boston donde el guardia la había tirado unas semanas antes del homicidio. La defensa fue capaz de generar dudas al demostrar que en dicha zapatería nadie había recogido el arma y que la viuda del guardia le había dicho a un amigo que tal vez no hubiera sido asesinado si hubiera recuperado su arma. Sin embargo, el jurado creyó la versión de la fiscalía.
La pieza final de prueba material de la fiscalía era una gorra que decían había pertenecido a Sacco. Éste se probó la gorra en la corte y, de acuerdo a dos artistas de dos periódicos que publicaron cartones al día siguiente, era demasiado pequeña. Pero Katzmann insistió en que la gorra le quedaba a Sacco y continuó refiriéndose a ella como suya.
La controversia que siguió desacreditaba a los testigos de la fiscalía que identificaban a Sacco en la escena del crimen. Primero, una bibliotecaria llamada Mary Splaine, precisamente describía a Sacco como el hombre que vio disparando desde el auto en fuga. Sin embargo el interrogatorio de la defensa reveló que Splain se había negado a identificar a Sacco en el interrogatorio previo y que había visto al auto en fuga a media calle de distancia. Mientras que algunos otros señalaban a Sacco o a Vanzetti como los hombres que habían visto en la escena del crimen, muchos más testigos, tanto de la fiscalía como de la defensa se negaron a hacerlo.
Después de deliberar por sólo tres horas y hacer una pausa para cenar, el jurado regresó con el veredicto de culpables. Las personas que apoyaban a Sacco y Vanzetti insistían en que habían sido condenados por sus ideas anarquistas, sin embargo cada jurado aseguró que el anarquismo no había tenido un papel en la decisión. El asesinato en primer grado en Massachusetts era un crimen capital. Sacco y Vanzetti estaban destinados a la silla eléctrica a menos que la defensa pudiera encontrar nuevas pruebas.
Ejecución y consecuencias
A pesar de grandes protestas y huelgas en todo el mundo, Celestino Madeiros, Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti fueron ejecutados en la silla eléctrica el 23 de agosto de 1927. La ejecución provocó disturbios en Londres y Alemania. La Embajada de los Estados Unidos en París fue rodeada por manifestantes y la fachada del Moulin Rouge fue dañada. Ambos Sacco y Vanzetti se negaron a recibir a un sacerdote pero se dirigieron tranquila y orgullosamente a sus muertes. Las palabras finales de Sacco fueron “Viva la anarquía!” y “Adiós, mia madre“. Vanzetti, en sus últimos momentos, amablemente agradeció a los guardas con un apretón de manos por su amable trato, leyó una declaración proclamando su inocencia y finalmente dijo, “Deseo perdonar a algunas personas por lo que me están haciendo ahora a mi”.
Sus compañeros galleanistas no tomaron la noticia de las ejecuciones con ecuanimidad. Uno o más seguidores de Galleani, especialmente Mario Buda, eran sospechosos de ser los perpetradores del infame y mortal atentado de Wall Street de 1920 después de que los dos hombres fueron inicialmente apresados. En el funeral de la calle Hanover, una corona anunciaba Aspettando l’ora di vendetta (Esperando la hora de la venganza). En 1921, una granada enviada al embajador estadounidense en París explotó, hiriendo a su valet. Otras bombas que fueron enviadas a las embajadas de Estados Unidos fueron interceptadas. En 1926, la casa de Samuel Johnson, el hermano del hombre que había llamado a la policía la noche del arresto de Sacco y Vanzetti (Simon Johnson), fue destruida por una bomba.
Siguiendo la sentencia de Sacco y Vanzetti en 1927, un paquete bomba dirigido al gobernador Fuller fue interceptado en la oficina postal de Boston. Tres meses más tarde, explotaron bombas en el metro de Nueva York, en una iglesia de Philadelphia y en el hogar del alcalde de Baltimore. Uno de los jurados en el juicio de Dedham perdió su casa en una explosión a la media noche. Menos de un año después de las ejecuciones, una bomba destruyó el frente del hogar del ejecutor Robert Elliott. Aún en 1932, el juez Thayer fue víctima de un intento de asesinato cuando su hogar fue destruido en una explosión. Después del atentado, Thayer vivió permanentemente en su club en Boston, protegido las 24 horas del día hasta su muerte.