El rebaño electoral

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Albert Libertad

Bajo el ímpetu de las gentes interesadas, los comités políticos dan apertura al momento esperado de las contiendas electorales.

Como de costumbre, se insultan, se calumnian, luchan entre sí. Se van a intercambiar los golpes en beneficio de terceros ladrones, siempre dispuestos a sacar provecho de la estupidez de la multitud.

¿Por qué irás tú?

Vives con tus hijos en alojamientos insalubres. Comes, cuando puedes, alimentos adulterados debido a la codicia de los traficantes. Expuesto a los estragos de la anemia, del alcoholismo y de la tuberculosis, te agotas desde la mañana a la noche, por un trabajo que siempre es estúpido e inútil y del que ni siquiera le sacas provecho; empiezas de nuevo al día siguiente y así hasta que revientes.

¿Se trata, pues, de cambiar todo esto?

¿Van a darte los medios para la realización de una existencia feliz, para ti y para tus compañeros? ¿Vas a ser capaz de entrar y salir, comer, beber, respirar libremente, sin restricciones, amar con alegría, descansar, disfrutar de los avances científicos y de su aplicación disminuyendo tus esfuerzos y aumentando tu bienestar? ¿Finalmente, vas a vivir sin incertidumbre o preocupación por garantizar una larga vida, una intensa vida?

No, dicen los políticos propuestos para las elecciones. Esto es sólo un lejano ideal… Debes ser paciente… Eres el número, pero no debes ser consciente de tu fuerza, tan sólo para delegarla en manos de tus ‘salvadores’ una vez cada cuatro años.

Pero, ¿qué harán en su mandato?

¡Las leyes! ¿Qué es la ley?La opresión de un gran número de personas por una camarilla que pretende representar a la mayoría.

En cualquier caso, un error proclamado por la mayoría no se convierte en verdad, y sólo los inconscientes se inclinan ante una mentira legal.

La verdad no se puede determinar mediante el voto.

Quien vota acepta ser golpeado.

Entonces, ¿por qué existen leyes? Porque existe la “Propiedad”.

Así, del prejuicio de la propiedad emanan todas nuestras miserias, todos nuestros dolores.

Quienes la padecen tienen, pues, un interés en destruir la propiedad, y, por lo tanto, la ley.

El único medio lógico de suprimir las leyes es no elaborar más.

¿Quién hace las leyes? ¡Los parlamentarios arribistas!

¿Quién elige a los parlamentarios? ¡El elector!

Este segundo aspecto no sucede por un puñado de gobernantes que nos aplastan, sino por la inconsciencia, la estupidez del rebaño de los borregos de Panurgo [personaje de Rabelais] que constituyen el borreguismo electoral.

Lucharemos sin descanso por la conquista de la “felicidad inmediata”, junto a los partidarios del único método científico probado y proclamando, unidos a nuestros compañeros abstencionistas:

¡El elector, he aquí el enemigo![1]

¡Y ahora, a votar en las urnas, borrego!

[1] El eslogan del movimiento abstencionista aparecido en ‘L’anarchie’ era: ‘¡Nuestro enemigo es nuestro amo. Si el elector elige al enemigo, el elector es el enemigo!’

(Copiado de La ficción democrática, Ed. La linterna sorda, Madrid, 2013. Traducción de Ana Muiña.
Notas: Publicado originalmente en el periódico ‘L’anarchie’, nº 45. Jueves 14 de febrero de 1906, bajo el título ‘Au bétail électoral’.)

 

 
http://es.theanarchistlibrary.org/library/albert-libertad-el-rebano-electoral