“No es una falta que te resistas contra mí y que afirmes tu particularidad, tu individualidad: no tienes que ceder ni que renegar de ti mismo.”
Max Stirner
Donde quiera que un par de anarquistas se reúnan, existirán argumentos. Esto no sorprende, ya que la palabra “anarquista” es usada para describir una amplia gama de a menudo contradictorias practicas e ideas. El único común denominador es el deseo de liberarse de la autoridad, aun cuando los anarquistas ni siquiera se ponen de acuerdo en lo que es la autoridad, dejando de lado el problema de la clase de métodos indicados para eliminarla. Estos problemas hacen aparecer muchos otros y el argumentar se hace inevitable.
Los argumentos no me molestan. Lo que me molesta es enfocarse en tratar de llegar a un acuerdo. Es asumido que “porque somos anarquistas”, todos debemos desear realmente lo mismo; nuestros aparentes conflictos deben ser meramente malentendidos que podemos censurar, para así encontrar un lugar común. Cuando algunos evitan hablar las cosas e insisten en mantener sus distancias, son catalogados de dogmáticos. Esta insistencia en encontrar un lugar común puede ser una de las fuentes mas importantes del dialogo sinfin que tan frecuentemente ocupa el lugar de actuar, para crear nuestras vidas según nuestros propios términos. Este intento de encontrar un terreno común involucra la negación de conflictos muy reales.
Una estrategia usada frecuentemente para negar el conflicto es reclamar que un argumento es solo un desacuerdo sobre las palabras y sus significados. Como si las palabras que uno utiliza y como uno escoge usarlas no tuviera conexión con las ideas, sueños y los deseos de uno. Estoy convencido que allí hay un par de argumentos que son meramente sobre las palabras y sus significados. Esas pocas puede ser fácilmente resueltas si los individuos involucrados pudieran clara y precisamente explicar lo que ellas quieren decir. Cuando los individuos no pueden siquiera llegar a un acuerdo sobre que palabras o como usar estas, indica que sus sueños, deseos y maneras de pensar están tan separados que incluso cuando usan solo un idioma, no pueden encontrar una lengua común.
La negación del conflicto y de la singularidad de los individuos puede reflejar un fetiche por la unidad que se deriva de los residuos del izquierdismo o del colectivismo. La unidad siempre ha sido altamente valorada por la izquierda. Ya que la mayoría de los anarquistas, a pesar de sus intentos de separase de la izquierda, son simplemente izquierdistas anti estado, están convencidos de que solo un frente unido puede destruir esta sociedad, la que eternamente nos obliga a unirnos no según nuestra elecciones, y que debemos, por consiguiente, superar nuestras diferencias y unirnos juntos para apoyar la “causa común”. Pero cuando nos entregamos a la “causa común”, estamos obligados a aceptar el más bajo común denominador de entendimiento y lucha. Las uniones que son creadas de esta manera son falsas uniones que florecen solamente gracias a la supresión de deseos y pasiones únicas de los individuos involucrados, transformándolos en una masa.
Para mi esta base soy yo mismo, mi vida con todas sus pasiones y sueños, sus deseos, proyectos y encuentros. Desde esta base yo hago “causa común” con nadie, pero puedo frecuentemente encontrar individualidades con quienes puedo tener afinidad. Es muy posible que tus deseos y pasiones, tus sueños y proyectos coincidan con los mios. Acompañados por una insistencia sobre llevar a cabo aquella oposición a toda forma de autoridad, tal afinidad es una base para una genuina unidad entre individualidades únicas e insurgentes, la cual dura solo lo que los individuos deseen. Ciertamente, el deseo de la destrucción de la autoridad y de la sociedad puede movernos para luchar en una unidad insurreccional que llegue a ser a gran escala, pero nunca un movimiento de masas; sino que tendría que ser una coincidencia de afinidades entre individualidades que persisten en hacer suyas sus vidas. Esta clase de insurrección no puede tener lugar por medio de la reducción de nuestras ideas al más bajo común denominador con cada uno con quienes estemos de acuerdo, sino solo a través del reconocimiento de la singularidad de cada individuo, un reconocimiento que abraza los conflictos actuales que existen entre personas, independientemente de que tan feroces ellos puedan ser, como parte de la asombrosa riquezas de interacciones que el mundo tiene para ofrecernos unas vez que nos libramos a nosotrxs mismos del sistema social que ha robado nuestras vidas y nuestras interacciones de nosotrxs.
Extraído de la publicacion Willful Disobedience #2/ traducido doitordiewashx@riseup.net