“Himno a la Dinamita” (publicado en culmine en septiembre de 1926)
“Nosotrxs, acción y pensamiento; nosotrxs, anarquismo y rebelión; nosotrxs, iconoclastas y vengadorxs; no, no damos derecho de vida a la fiera, no estamos de acuerdo en tener misericordia con el reptil. Estamos con el heroísmo vindicador, ¡estamos con Gino Lucetti!
¡Qué bandera roja y negra podemos ahora hacer flamear al viento! ¡Qué júbilo nos hará estremecer de júbilo!
¡Gino Lucetti, nombre bandera, antorcha agitada, heroísmo incitante, alma de rebelión, alma dinamitera, alma nuestra, alma anárquica!
¡Nuestro, nuestro, nuestro!
¡Nos ha dado todo, vida, fiebre, acción, dinamita!
VIDA, por que esa debe ser tal, gozada, aspirada, bebida hasta lo amargo, a sorbos de cicuta y hiel, a sorbos de amor y de odio: el odio al liberticida y el amor a la libertad. Libertad que es la vida misma.
FIEBRE, fiebre y delirio, locura para que se destruya al ídolo. Fiebre y espasmo, ferocidad para que se humille a la fiera. ¡Fiebre de exaltación, de destrucción para que se salve la especie humana! ¡La especie de los humanos rebeldes!
ACCION, que haga temer, empalidecer, temblar, amedrentar, huir de pánico, pero que como rayo alcanza, aniquila. Acción, poesía del hombre, fruto de mujer, suprema divinización del ser humano. Acción: ¡rebelión!
DINAMITA, poder del desheredado, poder de la miseria, poder del hambre, potencia del atormentado. Dinamita, palidez del tirano. Dinamita, nuestra arma, arma anarquista, fuerte voz que rompe los tímpanos más protegidos.
Tú mereces nuestro pensamiento más florido, tú mereces ser recolectada en un jardín espiritual en capullo para que puedas abrirte como una rosa en el corazón de la tiranía.
Como hizo Gino Lucetti, el joven héroe, el joven anarquista, el heredero directo de Bruto, el romano; de Ravachol, el magnánimo; de Caserio, joven de corazón y de edad como él; de Angiolillo, el poeta de ‘Germinal’; de Bresci, el tejedor justiciero del Savoia.
Como hiciste tú, Gino Lucetti, con la dinamita.
Como harán otros, con la dinamita.
Como haremos nosotrxs, siempre, con la dinamita.
Hasta que la tiranía, el verdugo, la inquisición, hayan inclinado mortalmente la cabeza.
Y también cuando estemos muertxs retornaremos al regazo de la vida y cantaremos de nuevo tu himno, el himno a la dinamita. Será el canto de nuestros precursorxs, de los Ginos Lucetti de todas las épocas, y servirá para cerrar definitivamente el sepulcro sangriento del fascismo, de la guardia blanca, de los somatenes, de los camelots du roi, del Ku-Klux-Clan y de los liguistas”.
Extractos del texto “Severino di Giovanni: el idealista de la violencia, Osvaldo Bayer”; Capitulo II: POR NICOLA SACCO Y BARTOLOMEO VANZETTI
Extractos del texto “Severino di Giovanni: el idealista de la violencia, Osvaldo Bayer”; Capitulo I : FACCIA A FACCIA COL NEMIGO (cara a cara con el enemigo)
Severino había nacido en Chieti, hijo de Carmine Di Giovanni y de Rosaria Duranti -en la región de los Abruzos, a unos 189 kilómetros al oeste de Roma- el 17 de marzo de 1901; “De su niñez poco se conoce –escribirá L’Adunata dei Refrattari’, periódico anarquista de la colectividad italiana de Estados Unidos– pero se sabe que de pequeño fue inteligente, vivaz, rebelde a la autoridad familiar, y que sus padres lo enviaron por cierto tiempo a un instituto de Ancona”.(Nueva York, 28-3-31. Severino Di Giovanni quedó huérfano muy temprano y fue criado por un tío en forma muy rigurosa. Los Di Giovanni habían pasado muchos años en Filadelfia y luego regresado al hogar familiar, en Villamagna(Italia), población cercana a Chieti. De niño leía mucho y una hermana refirió la anécdota de que cuando los hermanos le preguntaban algo, Severino les contestaba sin levantar la vista del libro.)
Estudiará de maestro, pero sin llegar a recibirse. Ejercerá, no obstante, en una aldea de los Abruzos. Hay pocos maestros en Italia; la guerra ha cegado la vida de muchos hombres y se echa mano a los jóvenes -poco más que adolescentes- para cubrir los puestos de la vida civil que van dejando los que caen o los que marchan al frente en ese último año de la guerra.Severino, mientras tanto, aprende en sus horas libres el oficio de tipógrafo. Y lee, lee mucho: Proudhon, Bakunin, Reclus, Kropotkin, Malatesta, Nietzche, Stirner.
De la violencia de la guerra mundial vivida en su adolescencia -una guerra triste y miserable en la que los italianos son metidos de rondón- pasa al periodo más violento aún de la posguerra, que culmina con el advenimiento del fascismo. Es el momento en que se terminan las garantías individuales. Todo lo que es oposición es barrido por los squadristas. Al antifascista se lo humilla hasta el hartazgo: la cárcel, el exilio, la pérdida de su subsistencia, la bastonatura, el olio di ricino, cuando no el asesinato. Galeazzo Ciano, el arrogante favorito de Mussolini, describirá bien el ambiente de esos años con su famosa frase: “Il popolo bisogna tenerlo inquadrato e in uniforme della mattina a la sera. E ci vuole bastone, bastone e bastone”(“Al pueblo hay que tenerlo formado todo el día y en uniforme de la mañana a la noche. ¡Y quiere palos, palos y palos!”). Severino Di Giovanni, ahora sin empleo, abandona Italia. Esto ocurre en 1922.
Ya se ha casado con Teresa Masciulli, una sencilla muchacha a quien siempre Severino llamará Teresina. La boda ha sido algo repentina. Ella, prima de él, era la encargada de llevarle la comida. Una noche, la muchacha no pudo regresar por una fuerte tormenta y tuvo que quedarse con él. Suficiente para que, de acuerdo con las leyes no escritas de la región, debieran casarse para que Teresina no quedara deshonrada. Ella era mayor cuatro años que Severino. Los Di Giovanni eran tres hermanos varones y dos mujeres. Severino viajará a América del Sur, Alejandro a Francia y José y las dos mujeres quedarán en Villamagna.
Severino y Teresina recalarán en San Pablo, Brasil, y allí, en Santa Ana, él trabajará en la cosecha de maíz. En ese lugar nacerá la primera hija, Laura. De Brasil regresarán a Italia donde emprenderán el definitivo viaje a la Argentina.
En mayo de 1923, Di Giovanni, su mujer y su hija Laura llegan a bordo del vapor Sofía al puerto de Buenos Aires. Fueron a vivir a Ituzaingó. Allí, en media hectárea y con un motor a nafta para el agua, Severino cultivaba flores que vendía en el mercado de abasto al por mayor y también al menudeo, por rama.
Severino conseguirá luego un puesto de tipógrafo y comenzará a trabajar en el taller de Polli, en Morón. A partir de ese momento Di Giovanni hará la vida común de los obreros politizados de aquellos tiempos. Llegó a ser un buen obrero gráfico especializado: por lo general trabajó de tipógrafo pero también fue linotipista, de noche participaba en reuniones anarquistas o con grupos antifascistas.
Severino y Teresina componen un matrimonio prolífico: en 1924 nace la segunda hija, Aurora, y un año más tarde, Ilvo.
“L’Italia del Popolo” -diario liberal-socialista de la colectividad italiana– del 31 de enero de 1931 describe al Di Giovanni de esos años así: “En las reuniones distribuía o vendía diarios y revistas de tendencias anarquistas y hablaba para expresar su desacuerdo con los oradores. Para él, el antifascismo organizado por todas las tendencias engañaba a las masas y por eso inició la publicación de un periódico libertario llamado ‘Culmine’. Lo escribía, lo componía y lo imprimía el mismo, en sus momentos libres, robando horas al sueño (…) Cuando lo conocimos era un hombre sencillo, con un rostro agotado de muchacho a quien no siempre le alcanza para comer. Vestía más que humildemente, como un obrero común: saco y pantalón que a primera vista demostraban un prolongado uso, camisa sin cuello, un echarpe alrededor del cuello, gorra a la cabeza y las clásicas alpargatas proletarias (…) Al Capone -continúa el diario italiano, y esta frase es alusión a un editorial de ‘La Nación’ donde comparaba a Di Giovanni con el gangster norteamericano- no se veía por ningún lado. De rasgos bien conformados, rubio tirando al castaño, tez ligeramente rosada, tenía en sus ojos -de color azul mar- una luz intensa, casi febril…”
RECOMENDAMOS EL TEXTO “Severino di Giovanni: El idealista de la violencia”, del historiador de la anarquia en Argentina; Osvaldo Bayer
TEXTO PARA DESCARGAR:
Serino de Giovanni el idealista de la violencia OB