Willful Desobedience
Presupongo que todo anarquista querría poner un fin a cada institución, estructura y sistema de dominación y explotación. El rechazo de esto es, después de todo, el significado básico del anarquismo. Del mismo modo, la mayoría estarían de acuerdo que entre estas instituciones, estructuras y sistemas se encuentran el estado, la propiedad privada, la religión, la ley, la familia patriarcal, la gobernación de la sociedad de clases…
En años recientes, algunos anarquistas han empezado a hablar lo que parece ser en grandes términos la necesidad de destruir la civilización. Esto ha conllevado, por supuesto, una reacción en defensa de la civilización. Por desgracia, este debate ha sido mayoritariamente áspero, consistente en llamarse cosas, y mutuas representaciones erróneas del contrario y la disputa territorial sobre la propiedad de la etiqueta “anarquista”, en vez de una argumentación real. Uno de los problemas (no obstante, probablemente no el más importante) detrás de esta incapacidad para debatir el tema en cuestión verdaderamente es que muy poc@s anarquistas de cada uno de los lados ha intentado explicar con precisión lo que quieren decir con “civilización”. En vez de esto, se quedan en un término nebuloso que representa todo lo que es malo para l@s de un bando, y todo lo que es bueno para l@s del otro.
Para poder desarrollar una definición más precisa de lo que es la civilización, es importante examinar cuándo y dónde surgió y que diferencias existen realmente entre las sociedades que se suelen llamar civilizadas y aquellas que no son consideradas como tal. Un estudio así nos muestra que la ganadería, agricultura, un modo de vida sedentario, el refinamiento en las artes, oficios y técnicas e incluso las formas más simples de fundición del metal no son suficientes para definir una sociedad como “civilizada”. (Aunque esto configure la bases materiales necesarias para la aparición de la civilización). En cambio, lo que diferencia lo que surgió hace unos 10.000 años en la “cuna de la civilización” y que es compartido por todas las sociedades pero falta en aquellas definidas como “no-civilizadas” es una red de instituciones, estructuras y sistemas que imponen relaciones sociales de explotación y dominación. En otras palabras, una sociedad civilizada es aquella que consiste en estado, propiedad, religión (o en sociedad modernas, ideologías), ley, familia patriarcal, intercambio de objetos de consumo, gobierno clasista –todo lo que, como anarquistas, nos oponemos.
Dicho de otro modo, lo que todas las sociedades civilizadas tienen en común es la sistemática expropiación de las vidas de aquell@s que viven en dichas sociedades. La crítica a la domesticación (dejando a un lado los subrayados morales) provee una herramienta útil para entender esto. ¿Qué es la domesticación si no la expropiación de la vida de un ser por otr@ que entonces explota esa vida para beneficio propio? La civilización es pues la domesticación sistemática e institucionalizada de la gran mayoría de las personas por unas pocas que se sirven de la red de la domesticación.
Así el proceso revolucionario de reapropiación de nuestras propias vidas es el proceso de descivilizarnos en la supuesta unidad de la Naturaleza. Esto es, convirtiéndonos en individuos incontrolables capaces de tomar y llevar a cabo las decisiones que afectan a nuestras vidas en libre asociación con otr@s.
Por lo dicho hasta aquí debe ser obvio que yo rechazo cualquier modelo de un mundo ideal (y desconfío de cualquier visión que sea demasiado perfecta –sospecho que en ellas el individuo ha desaparecido). En cuanto que la esencia de la lucha revolucionaria enmarcada en las ideas anarquistas es la reapropiación de la vida por los individuos que han sido explotados, desposeídos y dominados, en el proceso de esta lucha la gente debe de poder decidir como quieren ell@s crear su vida, de qué se sientes que en este mundo se pueden apropiar para aumentar su libertad, abrir posibilidades y añadir para su disfrute, y qué es lo que sería sólo un burdo robo al placer de vivir y delimita las posibilidades para expandir su libertad. No veo como un proceso tal podría crear un solo y universal modelo social. Si no innumerables experimentos que variarán drásticamente de un lugar a otro y a lo largo del tiempo, que reflejarían las necesidades singulares, deseos, sueños y aspiraciones de cada un@ de tod@s los individuos.
Así pues, destruyamos la civilización, esta red de dominación, pero no en el nombre de ningún modelo, sin una moralidad ascética de sacrificio, ni la mística desintegración en la dentro de la supuestamente desalienada unidad con la Naturaleza, si no más bien la reapropiación de nuestras vidas, la recreación colectiva de nosotr@s mism@s como individuos únicos e incontrolables es la destrucción de la civilización –de esta red de dominación de 10.000 años de edad que se ha esparcido por todo el globo- y el comienzo de un viaje maravilloso y sobresaltado viaje adentro de lo desconocido que es libertad.
– Publicado en Green Anarchy #12
– Traducido por Re-Evolución (www.anticivilizacion.tk), Corunha, enero del 2004.